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Lo triste de esto es que, como casi siempre, hacemos nuestro un problema que no lo es.
Por qué tengo yo que preocuparme si continúa ejerciendo la mendicidad, si no se mete con nadie. Claro, es que los mendigos sobran, hacen daño a las vistas opulentas de algunos ciudadanos y, cómo no, llaman corriendo a la Policía, para que retire los despojos humanos que nos recuerdan que unos pocos viven muy bien, otros muchos vivimos medianamente bien aunque cada vez peor y el resto, las pasa canutas.
Si infringen alguna norma, se actúa conforme a ella, pero si no, qué se le va a hacer.
Nos pasa con todo lo mismo, que si a los menores no les hacen nada cuando los pillamos, que si los mayores entran por una puerta y salen por otra… y hay hasta quien intenta buscarle soluciones a lo Clint Eastwood. No me diréis que no os ha pasado esto último en vuestra plantilla en alguna ocasión.
Por lo que dice
Rik, no hace nada más que mendigar y, para colmo, se porta bien con los agentes, como ya poca gente hace hoy en día ¿la fusilamos? Pues no, aplicamos la norma y, tal vez, le echamos un poco de humanidad a una intervención con una persona que no hace nada más que pedir, insisto.
¿Qué pasa con los
gorrillas? Supuestas coacciones a ciudadanos al aparcar, pero nunca nadie quiere denunciar nada aunque, eso sí “llevénselos agentes” con esa frase tan peliculera. Ayuntamientos que aprueban ordenanzas que, de forma complementaria a las normas genéricas del derecho, convierten en delito de desobediencia grave la reiteración en las faltas previas de desobediencia. Por fin en la prensa, han cuadrado el círculo, y luego cuando se llega a los Juzgados, obtienes poco menos que un “huda” por respuesta.
De hecho, donde yo trabajo cogieron los gorrillas la costumbre de “ejercer su actividad” en las inmediaciones de los Juzgados. Revuelo en sedes judiciales, esto hay que resolverlo y bla, bla, bla. Instrucciones internas para acreditar la desobediencia, incluyendo vigilancia de paisano desde dentro de los juzgados, atestados en algún caso con más de 80 folios para documentar todo el proceso seguido y, abracadabra, dos o tres condenas a 30 euros en los primeros casos y después de tanto los fiscales comenzaron a no formular siquiera acusación.
Que cambien la ley y, si no, nosotros a aplicar la que hay, que es por lo que nos pagan y, por cierto, cada vez menos.
"Sí, eso está muy bien", diremos,pero "¿y qué le digo yo al ciudadano que marca el polivalente 092?" Pues, como en las películas: la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad y luego él que juzgue y pida a su asociación de vecinos que modifique la norma.
Que no se nos olvide que hay quien pide locales dignos para prostitutas en lugar de denunciarlas, y esas sí que hacen cosas en la vía pública que pueden lesionar, sobre todo, el interés de los menores. Y nosotros a rompernos la cabeza porque una rumana pide para comer.
¡Miau!