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La Audiencia de Girona ha condenado a tres años de cárcel a una agente de los Mossos d'Esquadra por poner tres multas para vengarse de un camarero de una discoteca con el que había discutido. Saray Pastor confeccionó tres denuncias contra el hombre por tres supuestas infracciones de tráfico que nunca cometió: conducir sin carné, hablar por teléfono y no llevar cinturón. La Audiencia concluye que la agente nunca detuvo al hombre al volante y que se inventó las infracciones, por lo que la condena por un delito de falsificación de documento oficial a dos años de inhabilitación para el ejercicio del cargo y al pago de 10 euros diarios durante seis meses.
Pastor acudió una noche de mayo de 2008 a la discoteca Ático de Platja d´Aro (Baix Empordà) a buscar a su novio, que trabajaba como portero en el local. La agente se dirigió a la barra a pedir una bebida e inició una discusión con los camareros cuando estos se negaron a servirle porque estaban cerrando, entre ellos quien luego fue denunciado. Con ánimo de venganza, buscó los datos personales del camarero y de su vehículo y puso tres denuncias contra él un mes después por infracciones de tráfico.
El camarero abonó el importe de la primera multa (40 euros) porque no quería tener problemas con la agente, según explicó en el juicio. Fue al recibir las dos siguientes, que le acarreaban la pérdida de puntos en el carné, cuando decidió denunciar los hechos. A las 6.30 de la mañana del día de la multa, hora en que supuestamente estaba conduciendo sin cinturón y hablando por el móvil, el supuesto infractor estaba durmiendo tras volver de un viaje de trabajo en Zaragoza.
La sentencia no considera veraz la declaración de la agente, que mantuvo durante el juicio que sí detuvo el vehículo del camarero la mañana del 26 de junio. El tribunal cree que la mujer entró en la base de datos policial para averiguar los datos del vehículo el día 25 de mayo, poco después del incidente en la discoteca, y que ese mismo día confeccionó las denuncias. Luego decidió esperar un mes y modificar la fecha inicial escrita a mano por otra que hiciese más verosímil la denuncia. La agente quiso demorar su plan, dice la sentencia, para que la fecha de la denuncia coincidiera con un horario en el que ella estaría de servicio y acompañada por un agente primerizo.
Por la venganza contra lo que ella vivió como una afrenta en la discoteca, el tribunal la condena a tres años de cárcel, dos años de inhabilitación para el cargo y una multa diaria de 10 euros durante seis meses. Contra la sentencia cabe recurso.