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A las 8:15 horas del 9 de julio de 1985 la banda terrorista ETA asesinaba en San Sebastián a ANTONIO JESÚS TRUJILLO COMINO y a JUAN MERINO ANTÚNEZ, dos guardias civiles de paisano encargados de la custodia de la Delegación de Hacienda de la capital donostiarra.
Los guardias civiles estaban dentro de un coche aparcado escuchando música con las ventanillas bajadas. Los terroristas, que llevaban el pañuelo rojo anudado al cuello típico de las fiestas de San Fermín, abordaron el coche policial simulando formar parte de los miles de jóvenes que volvían esos días de las fiestas a las capitales del País Vasco. Al llegar a la altura del vehículo, empezaron a disparar simultáneamente y a quemarropa por ambos lados a través de las ventanillas delanteras del mismo. Los guardias civiles murieron prácticamente en el acto y quedaron recostados dentro del coche uno sobre el otro.
Juan y Antonio apenas llevaban dos meses destinados en San Sebastián. Ambos procedían del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro (Madrid), y cubrían asiduamente la vigilancia de la Delegación de Hacienda, edificio que había sufrido varios atentados y frecuentes avisos de bomba.
Según testigos presenciales del atentado, los asesinos huyeron pistola en mano y se introdujeron en uno de los accesos peatonales del aparcamiento subterráneo de la calle de Oquendo, a escasos veinte metros del lugar donde habían quedado acribillados los dos guardias civiles.
Inmediatamente después de escucharse los cinco disparos, otros dos guardias civiles salieron de la Delegación de Hacienda, echaron una rápida ojeada a los guardias que agonizaban, ordenaron a los vecinos que avisaran a un médico y al 091 y penetraron en el aparcamiento en busca de los asesinos. Diez minutos más tarde la Policía cerró los accesos del estacionamiento subterráneo y registró, sin resultados, los vehículos y a sus usuarios. Lo más probable es que los etarras salieran del aparcamiento por otra entrada peatonal que desemboca en la calle de la República Argentina, donde continuaron su huida en coche, de ahí que su búsqueda en el interior del aparcamiento resultase infructuosa.
A las diez de la mañana un individuo telefoneó a la DYA en nombre de ETA militar para indicar que habían abandonado un Renault 7 en la zona de Cocheras, en el garaje de los autobuses urbanos de San Sebastián. El propietario del coche, Domingo Alunda, fue encontrado atado y amordazado en el portamaletas. Tras ser liberado, Domingo afirmó que había sido abordado a punta de pistola en Pasajes cuando iba a trabajar, y que había permanecido atado y amordazado en el portamaletas más de una hora.
Fuentes oficiales señalaron tras el atentado que en este tipo de servicios las parejas de guardias civiles tienen órdenes precisas de no permanecer juntos en el interior del coche cuando éste está aparcado. Varios vecinos indicaron que los guardias encargados de este servicio utilizaban el punto en el que se produjo el atentado como lugar preferente, casi exclusivo, desde el que ejercer la vigilancia, ya sea en el interior de los coches o bien sentados en uno de los bancos del jardín que bordea un lateral del Hotel María Cristina, frente al edificio de la Delegación de Hacienda.
Dos horas después de las diez de la mañana los cadáveres de Juan Merino y Antonio Trujillo fueron trasladados al cementerio donostiarra de Polloe para practicarles la autopsia. Los guardias tenían impactos en la cabeza, en el cuello y en el hombro, debido a la trayectoria descendente seguida por las balas. La mano de uno de los guardias descansaba sobre su muslo derecho, cerca de la pistola reglamentaria que tenía entre las piernas y que no tuvo tiempo de utilizar.
La Policía recogió dos casquillos de bala en la acera y al menos otros dos más en la calzada. Practicada la autopsia, los cadáveres fueron llevados al edificio del Gobierno Civil. El funeral tuvo lugar a las seis de la tarde en la Iglesia de la Sagrada Familia, en el barrio de Amara. Al mismo asistieron el ministro de Interior, José Barrionuevo, y el delegado del Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui. A la entrada y a la salida del funeral se vivieron momentos de tensión y se profirieron insultos contra Barrionuevo y contra ETA. Los asesinatos y atentados se sucedían un día tras otro y el ambiente estaba cada vez más encendido. Una semana antes del asesinato de Juan y Antonio, el policía nacional José Antonio Sevilla había resultado gravemente herido en Pamplona cuando un terrorista le disparó a la cabeza mientras se encontraba en un bar de la capital navarra. El agente sobrevivió al atentado, pero sufrió graves secuelas, entre ellas la pérdida de un ojo. Años después acabó quedando completamente ciego.
Una anécdota con buenos y malos recuerdosEl mismo día del atentado, mi padre me fue a verme San Sebastián, (yo no sabía nada era una sorpresa que me quería dar por mi cumpleaños ) yo llevaba un mes destinado en San Sebastián, el tren llego más o menos a las 07:30 procedente de Madrid, hace años que mi padre no estaba en San Sebastián y él no sabía dónde estaba alojado exactamente ( yo estaba en el cuartel de Atocha a escasos metros cruzando el andén de donde se había apeado mi padre), pero él salió por la puerta principal de la estación, no quiso coger un taxi y decir que iba a un cuartel de la Policía Nacional, se guio por su instinto de los recuerdos de años atrás y decidió ir andando, con tan mala suerte que se dirigió en sentido contrario, lo hizo hacia el casco viejo, donde se encontraba la delegación de hacienda, cuan fue su sorpresa que escucho los disparos del atentado que costó la vida, a los compañeros D. ANTONIO JESUS TRUJILLO COMINO y D. JUAN MERINO ANTUNEZ mi padre fue una de las primeras personas que acudió al lugar de los hechos, imaginaros el estupor de la imagen, mi padre se quedo desencajado. Minutos después se presento en el cuartel donde yo vivía, yo estaba durmiendo, ya que la noche anterior tuve un servicio especial y me acosté a las 5 de la mañana, un compañero me despertó diciendo en mi padre estaba esperándome en el control de ascenso a dichas dependencias, me puse rápidamente un chándal y baje a recibirlo, por el camino varios compañero me informaron de lo que había pasado en la delegación de hacienda.
Cuando vi a mi padre me abrace entusiasmadamente, y sin dejarle de abrazar me susurro al oído hijo coge tus cosas y vámonos de este infierno, yo le conteste tranquilízate, pero él me conto lo que había vivido minutos después de apearse del tren mientras estábamos desayunado, la inhumanidad de la gente que pasaba por allí, nadie se acerco a socórrelos hasta que no llego al Policía
El día anterior cumplí 22 años
D.E.P.