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«Lo más importante es que cuando el médico llegue no halle un cadáver, sino a una persona aún con vida». Sabino Landaluze es médico de la Ertzaintza y uno de los instructores que estos días imparten en Gipuzkoa un curso de formación a agentes de la Policía autonómica para que conozcan cuándo, cómo y en qué circunstancias pueden y han de utilizar los desfibriladores. «El objetivo es que el ertzaina, que por lo general es el primero en llegar al escenario de un suceso, tenga los conocimientos suficientes para mantener a la víctima controlada hasta que haga acto de presencia el facultativo, que es quien verdaderamente tiene que trabajar sobre el paciente», afirma Landaluze.
Los desfibriladores se han convertido desde hace ya algún tiempo en un elemento poco menos que necesario. Aeropuertos, centros comerciales y deportivos, empresas, cuerpos policiales... cuentan ya con estos aparatos que han pasado a ser instrumentos tan imprescindibles como los extintores. Su 'chispa', la descarga eléctrica que transmiten, ha servido para rescatar a más de una persona de los brazos de la muerte.
La Consejería de Interior considera que la Policía debe estar adiestrada en el empleo de este material. De hecho ya ha previsto que la 23ª promoción salga formada en su manejo. Sin embargo, hasta que los nuevos agentes se echen a la calle, el departamento ha puesto en marcha un proceso de formación dirigido a una parte de los agentes actualmente en servicio. Estos policías reciben esta semana en el centro territorial de Oiartzun instrucciones para el empleo de los desfibriladores.
41 aparatos
Interior dispone ya de 41 aparatos que se encuentran distribuidos en diferentes centros policiales. La Brigada Móvil, la Unidad de Helicópteros, así como la Marítima cuentan cada una con un instrumento de estas características. También existen unidades en comisarías y subcomisarías. «Cualquier persona que sufra un accidente cardiovascular que se produzca en estos centros va a estar atendida», afirma Landaluze.
En 2005, el Gobierno Vasco reguló la utilización de los desfibriladores por el personal no médico. «Primero formamos a las secciones de rescate, buceo y marítima de la Brigada Móvil así como a la Unidad de Helicópteros. A partir de 2007 se aprobó otro decreto menos restrictivo y más recientemente, desde diciembre del pasado año, una nueva norma permite su uso a cualquier persona con «conocimientos mínimos».
Los formadores aseguran que el aprendizaje en el manejo de este instrumental no entraña dificultad alguna. «El aparato está equipado con un sistema que reconoce el ritmo cardiaco del paciente. El desfibrilador realiza una evaluación del estado de la persona y sólo en el caso de que se encuentre en parada cardiaca aplica la descarga eléctrica necesaria -220 milivoltios- para revertir dicho estado crítico», señalan los formadores.
El desfibrilador es un instrumento inteligente y su empleo tampoco conlleva riesgo alguno. «El propio aparato te va dando las instrucciones, te habla, dice los pasos que has de seguir y detecta los errores. Por ejemplo, si los parches no están correctamente colocados te lo hace saber. Y si detecta que el paciente tiene las suficientes constante vitales, no permite que se ejecute la descarga por mucho que se pulse el botón», añaden.
«Sin miedo»
Los instructores recalcan la necesidad de dejar a un lado el miedo a hacer uso de este instrumental. «En un caso de incendio, todos correríamos en busca de un extintor, aunque jamás lo hubiésemos utilizado. Y nadie tiene miedo a hacerlo, aun cuando puede asfixiar a alguien con él. Con el desfibrilador debería de suceder lo mismo. Hay que perderle el miedo. Se tiende a que todo el mundo sepa emplearlo, ya sea médico o un ciudadano normal».
Los monitores imparten nociones de resucitación cardiopulmonar (RCP), masaje cardiaco, insuflaciones -boca a boca- y combinación de la RCP con el desfibrilador. «Hay que tener claros cuatro conceptos básicos: si una persona está consciente o no y si respira o no lo hace. Si está inconsciente y no respira, deberá llamar al 112 y luego utilizar el desfibrilador».
Los instructores reconocen que la rapidez es determinante. «Y actuar, no tener miedo y saber lo que hay que hacer».
Los tres recuerdan sus experiencia en los primeros años de andadura profesional. «Cada vez que íbamos a atender a una persona y teníamos que realizar una reanimación cardiopulmonar echábamos en falta un desfibrilador que ayudara a socorrer a la víctima».
Se estima que serán en torno a 600 los agentes de la Ertzaintza los que, al término de este periodo de formación, estarán capacitados para hacer uso de los desfibriladores. «Esperamos que dentro de algún tiempo todos los vehículos patrulla de la Ertzaintza estén equipados con un desfibrilador», afirma Sabino Landaluze.
http://www.diariovasco.com/v/20110321/a ... 10321.html