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El diagnóstico del ex ministro del Interior Jaime Mayor Oreja sobre el “proceso negociado” del Ejecutivo con ETA incluye su convencimiento de “un pronunciamiento” de la banda antes de las próximas elecciones municipales. No uno cualquiera, sino un planteamiento “que va a hacernos dudar”. Su presencia en las instituciones, prosigue, les resulta “decisiva”. Él lo tiene claro, no basta una condena de Batasuna para que vuelvan a los comicios: “Los demócratas deberían exigir mucho más que una declaración o un comunicado”.
-¿Qué se le pasó por la cabeza cuando escuchó a su sucesor en Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, decir aquello de que en la prisión de Nanclares de Oca no hay presos de ETA?
-La confirmación de una teatralización. La necesidad de Rubalcaba de seguir un guión y de dar una satisfacción al proceso de negociación, de paz o de resolución de conflictos, llamémosle como queramos.
-¿Y cuando Zapatero reconoció como uno de sus mayores logros su negociación política con la banda?
-La confirmación de que el proyecto de negociación con ETA forma parte esencial de su proyecto. No es algo más y, por eso, nunca ha habido rectificación de la política antiterrorista del Gobierno.
-Se acumulan los indicios de una negociación. ¿Ve reafirmadas sus tesis sobre el desarrollo de la segunda parte?
-Absolutamente. Este verano ha significado un fortalecimiento de las posiciones de ambas partes al extender sus apoyos políticos y sociales. Medios de comunicación, algún intelectual y algún político han expresado su apoyo al proyecto de Zapatero y, en el otro lado, Batasuna junto a EA y Aralar –uno con más claridad y otro con más dudas–, fortalecen la otra parte de la negociación. Estamos ante el avance de los contactos, respaldos y apoyos. Las declaraciones que se han producido confirman la existencia de un proceso, y los nuevos respaldos significan que estamos ante un proceso de paz, un proyecto al estilo del Ulster.
-Desde el Ejecutivo niegan negociación o contacto alguno y, para ello, esgrimen que se detienen más comandos que nunca.
-Hay dos debates. Uno está fuera de lugar, que es el de si hay proceso o no. Hay proceso negociado, y el que no quiera verlo es que no quiere verlo. Están aplicando estrictamente todo lo que fue la doctrina de los negociadores en el Ulster. Otro debate distinto es el de la eficacia del mismo. Si yo lo rechacé cuando nos lo ofrecieron en el 97-98, ahora no tengo ninguna razón para apoyarlo. El proceso no es simplemente la apariencia del final de ETA. Tiene muchas implicaciones y marca el futuro de España. En ese sentido, en términos de eficacia, la imitación del modelo del Ulster supone jugar con fuego. Lo que ocurre es que en algunos prevalece el que el aparente buen fin justifica los medios. Es un error histórico y el tiempo dirá quién tiene o no razón.
-El Gobierno, el PSOE y algunos medios ya presentan a Batasuna y su entorno diferenciadas de ETA en muchas ocasiones.
-Eso es una ficción y una falsedad. Sólo hay un interlocutor, que es ETA. La banda utiliza la supuesta existencia de una izquierda abertzale (como en su momento Batasuna), pero no hay una izquierda abertzale distinta de ETA. Ese planteamiento de algunos que decían “y si no, nos revelaremos contra ETA” es una pura ficción. Sólo hay una estrategia y posición, que es la de ETA. Otra cosa de la que estoy convencido es de que antes de las municipales la banda tiene que mover ficha a través suyo o de la izquierda abertzale. Las elecciones son decisivas para ellos.
-¿Basta una condena para que vuelvan a las instituciones?
-No tiene ningún sentido que en las primeras elecciones puedan volver a las instituciones, diga lo que diga ETA o haga lo que haga Batasuna. Si hay una autenticidad en su posición, los demócratas deberían exigir mucho más que una declaración o un comunicado.
-¿Por ejemplo?
-Todo lo que significa una autenticidad en un final, no en la estrategia en la que se deja a ETA tutelar un proceso.
-¿Cree que el PP debería pedir más explicaciones públicas al Gobierno?
-En estos momentos el partido tiene una posición en la que dice que la clave está en la presencia o no de la izquierda abertzale (de ETA), en los ayuntamientos. Es razonable. En mi caso, desde hace tiempo hago un planteamiento que va más allá.
-¿Cuál es?
-En España estamos perdiendo referencias permanentes en el ámbito de la lucha antiterrorista, de la nación... Eso es parte del proyecto de Zapatero y hace falta fortalecer la respuesta. La naturalidad con la que se acepta que se pueda pagar un rescate a Al Qaeda en el Magreb, la facilidad con la que Zapatero ofrece al presidente de la Generalitat reinterpretar la sentencia del Estatuto... algo sucede en España, eso es un escándalo. Se está produciendo un deterioro muy profundo en diversos terrenos y, por eso, hay algún intelectual que ahora apoya el proceso de paz y dice que pone en entredicho a los presuntos moralistas. Vivimos una crisis de valores y eso tiene su expresión en muchos silencios ante la negociación con ETA, o en la eliminación de principios básicos como el de que no se puede pagar un precio político a los terroristas, bien sea en el Magreb bien sea cuando tienen secuestrado a Miguel Ángel Blanco.
-¿Qué espacio debería ocupar su partido en estos momentos?
-Fundamentalmente explicar dos proyectos. Que uno es el de Zapatero, el de la crisis de valores y la búsqueda de una España irreconocible en todos los terrenos –dejar sin referencias permanentes a la sociedad–; y el de ETA, que es el de ruptura de España. Habría que dedicar más tiempo a explicar el significado de ambos. Se entendería con mucha más facilidad lo que he dicho muchas veces: que el proyecto de Zapatero y el de ETA son aliados potenciales.
-¿ETA no mata porque no puede, como dice Rubalcaba, o porque no quiere?
-ETA no mata porque está en la política, porque está en el proceso de negociación.
-Es decir, que todo es un teatro.
-Todo es un teatro. Hay algunos que dicen que ETA no mata porque está debilitada, ¿y no será porque también ETA tiene una idea de cómo está España? El país tiene una rebelión encubierta en Cataluña, un debate de la autodeterminación abierto en Cataluña y el País Vasco, y se encuentra en una crisis institucional muy profunda con la sentencia del TC.
-¿Y cómo influye en ETA?
-Por eso hoy está en la política, porque se dan las condiciones que no se daban tras la primera transición española. Ahora, van a contar con una enorme dificultad, porque ETA es una organización implacable y el proceso será complicado, arduo y difícil. Pero ETA cree que se producen condiciones suficientes para que su proyecto de ruptura y autodeterminación tenga más posibilidades que nunca.
-Todas las informaciones apuntan a una ‘tregua’ inminente de ETA y, según trasladan fuentes de la lucha antiterrorista a LA GACETA, no tendrá otro objetivo que su rearme, recomposición y su vuelta a las instituciones.
-Soy incapaz de decir qué tipo de pronunciamiento se va a producir y si va a ser de ETA o de la izquierda abertzale. No sé el alcance, pero la entidad del avance del proceso hace que ese pronunciamiento de la izquierda abertzale sea relevante. No va a ser una nimiedad como pedir resarcimiento al Estado. Va ser una algo que va a hacernos dudar, un planteamiento importante encima de la mesa. Es verdad que para ETA el elemento más decisivo será ver el resultado de las municipales, esto es, si el poder político que le da la situación le permite seguir avanzando en su proyecto o no. Por eso la posición de ETA nunca será del todo clara hasta el desenlace de las municipales, cuando medirá la fuerza y la esperanza en la ruptura y la autodeterminación.
-El Gobierno niega contacto alguno con el mediador Brian Currin, quien, sin embargo, dice que su interlocución con el Ejecutivo “es buena”. ¿Qué credibilidad le merece?
-El proyecto se definió el 28 de marzo en el Parlamento europeo, y es Currin quien lo explica con un conjunto de fundaciones. Un grupo de estas características no está en la Eurocámara si no es con el visto bueno del Gobierno. Lo que sucede es que el proyecto de Zapatero se asienta en la mentira. Creen que hacer política es mentir bien, es algo consustancial a su proyecto. Son incapaces de hacer un diagnóstico de verdad: ni de la economía ni de la nación ni de ETA. Deberían explicar claramente el proyecto. No se atreven.
-Este mediador ha aplaudido especialmente las medidas de gracia a presos por delitos de terrorismo. Algunos con varios delitos de sangre, autoexcluidos o expulsado de la banda.
-Son gestos para confirmar que el Gobierno en el futuro no tendrá límites en su política penitenciaria. ETA es un interlocutor duro y, por eso, en este verano los actos de kale borroka ponen de manifiesto las dificultades del proceso. Ahora, los mediadores deberían estar más contentos con el Gobierno que con ETA.
-En el PSOE le achacan que usted siguió la misma política penitenciaria.
-La política penitenciaria nunca puede ser la misma cuando estás en un proceso de negociación o no. Hice una determinada política penitenciaria individualizada –por cierto, por la que fui brutalmente atacado por el PNV. La descalificaron por dura y exigente–. Otra cosa es que en momentos determinados hubo acercamientos. No más. Eso es muy fácil de apoyar y discutir.
-¿Tiene sentido el acuerdo antiterrorista entre el Gobierno y el PP?
-El Gobierno trituró el pacto antiterrorista hace tiempo negociando con ETA en la primera legislatura.
-¿Lo que se da hoy es una farsa?
-Es un teatro por parte del Gobierno. Se trata de una escenificación del Ejecutivo. ¡Lo ha dicho Zapatero, que la política más importante es el proceso de paz! ¡Lo está diciendo todo, que está en la segunda parte! Es una parte esencial de su proyecto, no es una cualquiera. Para la búsqueda de esa España irreconocible –en la que la derecha, aunque gane las elecciones, no pueda gobernar–, es fundamental que ETA forme parte de las instituciones del País Vasco.
-El ‘lehendakari’ López asegura que ni se negocia ni hay contactos, pese a otras voces como la del presidente del PSE, Jesús Eguiguren, quien ha abogado por la legalización de Batasuna y augura que en breve pasará algo. ¿Cómo casan estos discursos?
-Sólo hay un proyecto, que es el de Zapatero; de igual manera que sólo hay un proyecto, que es el de ETA.
-¿El ‘lehendakari’ podría estar siendo puenteado?
-No, López es un hombre de Zapatero. Parte de su proyecto. Aquí lo que se da es un proyecto de Zapatero. Probablemente, en lo demás, profundizando en el papel de uno u otro, me equivocaría.
-¿Y cómo valora los frutos del cambio de Gobierno en el País Vasco?
-La alternativa al PNV era una necesidad democrática. Ahora bien, hablaremos de esto después de las municipales. En la medida en que ETA y la izquierda abertzale formen parte de las instituciones, cambiará radicalmente la política de alianzas.
-¿Le sorprendería ver un Gobierno del PSE junto a una Batasuna legalizada?
-Forma parte del proceso, lo digo en todos los sitios. ¿Gobernar en algunos lugares tras las municipales? ¿Por qué no? Si he utilizado el término de aliados potenciales (el de Zapatero y el de ETA), algunos de sus hombres jugarán con esa izquierda abertzale el mismo papel que se juega con ERC en Cataluña.
-¿Qué líneas rojas no debería tolerar el PP bajo ningún concepto?
-El PP ha establecido una línea roja correcta, que es la presencia de la izquierda abertzale en los ayuntamientos. Ahora, más que líneas rojas, lo que me gustaría es que se explicara la profundidad del proceso, un proyecto esencial para Zapatero.
-El presidente afronta unos meses decisivos. ¿Cómo ve el futuro inmediato del Gobierno?
-Me preocupa más el futuro inmediato de España. El proyecto de Zapatero está haciendo daño a esos valores y principios a los que me refería, y ya se da una cierta anestesia. Llega el Estatuto de Cataluña, se produce una gran reacción, y pasa el tiempo y no sucede nada; los cooperantes son liberados entre informaciones de cantidad de dinero, y tampoco sucede nada; y en el ámbito del laicismo más de lo mismo. Me preocupa que el Gobierno de Zapatero esté agudizando la profunda crisis de valores que tiene España, la manera en que encaminamos esta segunda transición en la que ETA tiene el valor de ser símbolo de la misma respecto de la primera.
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