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Los funcionarios de la cárcel que alberga a 1.773 presos han aprehendido este año diversas cantidades de hachís, cocaína, heroína y mezclas de estas sustancias.
Los funcionarios de la prisión de Sevilla-II, ubicada en la localidad de Morón de la Frontera, han intervenido cinco alijos de droga de tamaño medio en el recinto penitenciario en lo que va de año, lo que supone un importante golpe al narcotráfico dentro de esta cárcel, donde hay unos 1.773 presos.
La última operación importante dentro de Sevilla tuvo lugar esta misma semana, en concreto, el pasado día 6, cuando los funcionarios de esta cárcel sorprendieron a José María V. P. con una importante cantidad de sustancias, entre ellas 150 pastillas, hachís, y mezclas de heroína y cocaína.
Este preso estaba vinculado al histórico narcotraficante Jaime G. G., conocido como el manco de Bellavista, y había sido arrestado en el marco de operaciones policiales tan célebres como la denominada Pitón, que desarrolló a principios de la década de los 90 el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.
El interno José María V. P. estaba considerado como uno de los cabecillas de la distribución de la droga dentro de Sevilla-II, aunque nunca se le había sorprendido en posesión de estas sustancias.
Esta intervención es la quinta importante que realizan los funcionarios de la cárcel de Morón desde enero pasado, en las que han sido implicados distintos presos sorprendidos con distintas cantidades de sustancias estupefacientes. En una de estas actuaciones, los funcionarios lograron aprehender 22 gramos de cocaína, una cantidad que dentro de un recinto penitenciario no puede considerarse precisamente como pequeña, sino todo lo contrario.
El fiscal de Vigilancia Penitenciaria de Sevilla, Luis Fernández Arévalo, mostró ayer su satisfacción por las cinco intervenciones de este calado realizadas en la cárcel moronense y que, a su juicio, "no son fruto de una casualidad".
El fiscal destacó la "eficaz coordinación" que se está produciendo en este recinto penitenciario entre la "vigilancia atenta de los funcionarios de Instituciones Penitenciarias de la plantilla de Morón", así como por el control y seguimiento que están llevando a cabo las recientemente creadas unidades de investigación interior, una especie de policía dentro de las cárceles.
Con estas intervenciones de droga, que tendrán su correspondiente sanción en la vía penal -puesto que la prisión da traslado al juzgado de la incautación y del presunto responsable del alijo- los funcionarios contribuyen a minimizar el tráfico de drogas dentro del recinto penitenciario.
El consumo de estupefacientes en prisión es causa de numerosas muertes de internos por sobredosis. Una de las últimas muertes en la prisión de Morón de la Frontera se produjo en febrero pasado, cuando un joven de 29 años fue hallado aún con vida en su propia celda durante el recuento de las 7:45 horas de la mañana. Los funcionarios alertaron al médico y trasladaron al recluso hasta la enfermería de la cárcel, pero los intentos por salvarle la vida resultaron infructuosos.
Los sindicatos de prisiones han anunciado que desde que se inauguró la cárcel de Morón, en septiembre de 2008, se han producido al menos nueve fallecimientos, en la mayoría de los casos por sobredosis de estupefacientes.
En la cárcel de Morón de la Frontera, donde todos los reclusos están cumpliendo condena y no hay presos preventivos, salvo algunas excepciones, se practicaron el pasado año un total de 106 aprehensiones de drogas. Los funcionarios tuvieron asimismo que aislar a 533 internos y otros 94 fueron sometidos a inmovilización.
Además, se practicaron 33 cacheos con desnudo integral y se tramitaron 875 expedientes disciplinarios, de los cuales 285 lo fueron por una falta muy grave.
