Tratan de crear un
voluntariado. No de suplir carencias en las plantillas. No de que voluntarios ocupen puestos hasta entonces definidos como de segunda actividad. No van por ahí los tiros. Los tiros van, más bien, por crear la figura del
emérito. Ya saben, los profesores eméritos, a los que se tiene en cuenta en la universidad cuando cesan porque se hicieron acreedores de un prestigio, premiándolos, si así lo desean, con seguir vinculados y colaborando con el profesorado y el alumnado. Al llegar a los 65 no todo el mundo cruza esa puerta por última vez y sanseacabó, ahí te quedas ¡empresa ingrata!, hay compañeros a quienes les hubiera gustado seguir vinculados de algún modo con el oficio que desempeñaron toda una vida. Varias vidas, si los destinos por los que se pasó fueron tensos y vibrantes. Así como hay compañeros, como un servidor, que gustosamente se hubieran nutrido de esa experiencia de veteranos que en los últimos tiempos tanto echo en falta, presencias que desaparacieron como sombras al salir el sol del jubileo. Así como hay también compañeros que nacieron sabidos y no necesitan aprender nada de nadie, para quienes los "caimanes" están bien donde están.
Pues sí. Existen compañeros que han dejado un vacío tremendo cuando se han ido, pocos, pero los hay. Otros, ya lo sabemos, estaban ocupando hueco y dando guerra nada más. Y están bien en casa, o donde sea, haciendo nada. Cuando leo el artículo pienso en ese tipo de compañero poco común, venerables y respetables. Recuerdo a un oficial y a un Inspector jefe, que se molestaban en enseñar a los nuevos y a los de prácticas cuestiones básicas de un escrito policial, por ejemplo, tal como a su vez a ellos se las habían enseñado. Eran dos buenos tíos, amantes de su profesión, a los que una vez jubilaron no volví a ver. Hoy paseo mi vista por las ODAC y por los grupos y veo gente joven, gente en sus primeros días, que no tienen maestro. Yo no he venido aquí a enseñar a nadie, dice el jefe de la guardia cada vez que se le pregunta algo. O el del grupo, tanto da. A mí nadie me enseñó, replica el más antiguo, que no suma tres trienios completos y que, aunque no lo sabe, sigue repitiendo, uno tras otro, errores de aprendiz. Pues a mí sí que me enseñaron, yo siempre tuve la suerte de tener un mentor, respondo, hasta que medio aprendí, y cuando lo hicieron fue porque era el nuevo, pese a llevar ya años. Y entonces, saltan con lo del tiempo: no tenemos tiempo, además eso ya lo enseñan en la escuela, y si no que se lean los manuales. Si quieren que enseñe que me paguen. O que pongan a alguien. Pues sí. Bonito sería haber tenido a alguno de aquellos compañeros venerables que tanto sabían porque tanto habían vivido, unas horas al día por allí, para guiar a tanto aprendiz. O para acudir a un colegio a explicar a los críos nuestro cometido; al Hogar del jubillado, museos, hospitales. Sitios así, que ahora se me escapan.
Mención aparte, está la posibilidad que, creo, se abre a todas esas personas que no han sido policías y que, voluntariamente, como en el caso de protección civil, deseen colaborar con la DGP y aportar su granito de arena: informáticos, psicólogos, abogados, sanitarios, concejales de urbanismo...esto, perdón, se me ha colado.
Los
eméritos bien podrían ser la correa de transmisión entre el pasado lejano, extinguido y olvidado, y el presente que desprecia cuanto ignora y no tiene tiempo para nada, y suplir carencias, que las hay y no hace falta enumerar aquí. Uno de los mayores problemas que he visto siempre es ese, que una vez has colgado el uniforme, aunque a ti te siga tirando y tengas esa necesidad, adiós y hasta luego, aunque la edad cronólogica tuya sea otra distinta a la del calendario, aunque te apeteciera, no vuelves a tener vinculación alguna con la corporación más que para arreglar asuntos, y llega el papel el día de tu cumpleaños y, zas, te cortan el cordón umbilical. Y repito, no es el caso de todos los compañeros, los hay que nada tendrían que aportar -como por ejemplo yo que en veinte años hice dos cursos on line-, que no quieren volver a oír nada del servicio y la comisaría no la quieren ver ni en pintura, a los que hasta les entra sarpullido cuando van a renovarse el DNI.
En fin. Ya veremos como caza la perrita.