FORO POLICIA

Camiseta Policia Nacional Goes

militariapiel.es

toxxo escribió:Han publicado mi comentariooooo
toxxo 02.05.2012, 12:42
Y esto a santo de que viene ¿algún vigilante anodino e inexpresivo le robo la novia? osea que como los vigilantes somos anodinos, inexpresivos y por lo que insinúa, faltos de carácter, tenemos que recargar nuestro ego y antes de entrar a trabajar, acudimos a sórdidos lugares para empaparnos de rudeza y de burdos modales, ¿pues sabe que le digo? que prefiero ser rudo y de burdos modales a ser un educado periodista que como no tiene noticia que escribir se la tiene que inventar.
Poco mas podía poner en solo 500 caracteres, me toco recortar de lo lindo veiiiisssss como soy educadito y no dije nada de lo que con el calentón me apetecía decirle al "periogado colaborador" me apunto el termino [b]"periogado"[/b] que bueno

Periogado: Persona dedicada a defender la inocencia de los delincuentes al mismo tiempo que informa a través de un periódico o medio audiovisual del injusto maltrato recibido por estos por parte de la Justicia o Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Voy a patentarlo a ver si la RAE lo acepta...

Curso Online ascenso a Oficial

joyfepolferes.es

¿otra de peri0listos prepotentes?



Si los tontos volaran, en ciertas facultades sólo se vería el sol en verano.

Edición 175 Aniversario Gc

45

gafaspolicia.com

No consigo hacerme una idea de lo que pretende este articulo. Realmente no le veo el sentido.

Si el articulista en cuestión carece de ideas para desarrollar un articulo, aquí mi propuesta: La ausencia del periodismo independiente. Como los partidos politicos generan climas de opinión financiando a periodistas para que glorifiquen nefastas gestiones. Como terroristas son denominados insurgentes, disidentes son denominados criminales y como la verdad no debe estropear una buena noticia.
Con esto tiene para un buen rato.

foropolicia.es

Y otro gilipollas mas para el ranking he cambiado el título y he pluralizado, a partir de ahora pondré aquí todo lo que encontramos sobre la opinión que merecemos de algunos periodistas, bueno si están aquí les llamare aporreateclas

El señor Francisco Javier Sancho Mas dice que los matones musculosos de políticos de ultraderecha y neonazis tienen cara de vigilantes de seguridad ¿que cara es esa señor Sancho? explíqueme que cara tengo, para mi hasta ahora era normal, menos cuando leo gilipolleces como esta, que se torna un poco agría, a ver si he entendido, osea que el requisito indispensable para ser un perro al servicio de los neonazis y llevar camisetas negras con esvasticas, es tener cara de vigilante de seguridad mucho hablar de los que creemos diferentes, de hermanos lobos y esta colgando una etiqueta a un colectivo de mas de 200.000 personas, bravo señor Sancho, bravo



http://www.confidencial.com.ni/articulo ... rmano-lobo

El hermano lobo

El racismo, las regulaciones restrictivas contra la inmigración, el miedo al otro, al que viene de fuera, o al que es diferente, tiene reminiscencias de los tiempos en que marcábamos el territorio, o dejábamos nuestra huella con orines y rugíamos, o hacíamos otros sonidos hasta que aprendimos a gritar como ahora.

Fco. Javier SANCHO MÁS | 9/5/2012

Es la cosa más vieja del mundo. La más primitiva. Y a veces resurge como esos instintos atávicos que aún tenemos de cuando éramos como lobos, o simios o casi hombres prehistóricos. No me había detenido a considerarlo hasta que, hace poco, un amigo lo advirtió. El racismo, las regulaciones restrictivas contra la inmigración, el miedo al otro, al que viene de fuera, o al que es diferente, tiene reminiscencias de los tiempos en que marcábamos el territorio, o dejábamos nuestra huella con orines y rugíamos, o hacíamos otros sonidos hasta que aprendimos a gritar como ahora.

Con la crisis económica en Europa, estos viejos instintos vuelven a ponerse encima de los centros de votación electorales en muchos países. Y así, en Holanda, un grupo político extremista y xenófobo ha hecho caer el gobierno al retirarle su apoyo. En Francia, Marine Le Pen, que lidera un partido cuyas pocas ideas conocidas insisten en ensalzar el nacionalismo francés y rechazar a los inmigrantes y a su progenie no nacida en el país, obtuvo casi el 20% de los votos en primera vuelta de las recientes elecciones presidenciales. En España, el gobierno de Rajoy ha aprobado sin el apoyo de ningún otro partido una medida tan criminal e injusta como la de dejar fuera del sistema sanitario a los inmigrantes que no estén regularizados en el país. De ese modo, estas personas sólo serán atendidas en urgencias, en partos y en servicios de pediatría, y los que no puedan pagar por la atención sanitaria se quedarán sin ella, o tendrán que acudir y llenar las salas de urgencia para que un médico les atienda. Y es una verdadera lástima, porque está a punto de perderse uno de los mejores modelos de asistencia universal y de seguridad social del mundo.

Y para apuntalar esta involución, en las elecciones griegas, un partido neonazi y ultranacionalista, llamado “Aurora Dorada” (vaya nombrecito), obtiene una representación de 21 diputados en un parlamento de 300. Los líderes de semejante formación (también un padre y una hija como en el caso de Francia) han dicho que habría que poner minas antipersonales en las fronteras de Grecia para evitar la entrada de inmigrantes que crean una “jungla social”. Se hacen acompañar de jóvenes musculosos, con cara de vigilantes de seguridad, vestidos con camisetas negras rematadas con esvásticas y obligan a los periodistas a ponerse en pie ante el líder en una sala de prensa.

En Estados Unidos, donde se originó y aún golpea la crisis, hay algunos estados como el de Arizona, donde se podrá requerir a cualquier inmigrante sus papeles de residencia cuando, prácticamente, le venga en gana a un policía. Es decir, cuando alguien con rasgos latinos se cruce con un policía antojadizo, por ejemplo.

Y la verdad es que ni los que están a favor de tales medidas se creen las razones de las mismas. Los inmigrantes no son causantes ni empeoran la crisis económica en Francia o en otros países; es más, pueden ayudar a salir de ella, como demuestran estudios económicos recientes en los que se muestra el desequilibrio entre lo que el Estado ofrece a los inmigrantes y lo que estos aportan, que es bastante más. En el caso español, el ahorro estimado por negar la tarjeta sanitaria a los inmigrantes es insignificante en el contexto actual y cabe preguntarse si no habrá otras partidas donde poder reducir gastos que no tenga que ver con un asunto tan clave en términos humanos y en derechos universales. Pero dejemos de hablar de la inmigración en términos económicos.

En Estados Unidos, ni siquiera los muros y alambradas kilométricas consiguen detener el flujo de inmigrantes irregulares, así que esas supuestas nuevas leyes en estados fronterizos no hacen más que avivar antiguos fantasmas y romper lazos sociales donde no se hacía daño a nadie.

No. Ni las razones ni los efectos justifican estas medidas, pero cuando a unos gobiernos determinados ya no le quedan más argumentos, miran a su alrededor y entonces, el discurso pseudo racista, xenófobo, o el que levanta sospechas contra el que nació en otro sitio, consigue una apoyo popular que casi ningún otro asunto logra. Y los políticos, que necesitan y viven de los votos, lo tienen muy fácil: saben conseguir muchos echando las culpas sobre aquellos no nacidos, los no naturales del país de turno. Hitler fue el maestro.

Pero la xenofobia, el racismo, las políticas contra la inmigración están emparentadas con ese otro rasgo animal (más que cultural o inducido), el del temor al que no es como nosotros, al que se sale de unos parámetros de lo normal (como entendemos normal en un contexto determinado). La desconfianza hacia el que tiene la piel de otro color, o hacia el homosexual, o al que viste distinto, o al que tiene otras costumbres están en esa marca de territorio prehistórico que vuelve cada vez que escucho a un padre decir: “que mi hijo sea cualquier cosa menos cochón”; o a cualquier persona utilizar las hermosas palabras “indio” o “negro” como si fueran un insulto o un desprecio. Desde las políticas migratorias de los estados hasta nuestros pequeños gestos o burlas, todos somos causantes de un drama humano que se prolonga en el tiempo, como una carnicería ininterrumpida.

Cuando los problemas parecen no tener una fácil solución, tendemos siempre a buscar el culpable fácil, es decir, el que es un poco diferente, o el que vino de otro lado, o el que no es como nosotros creemos que somos. Lo cierto es que, en este sentido, aún no hemos evolucionado mucho desde aquellos tiempos de caverna, y todo esto que sucede en Europa recuerda cada vez más a los años treinta del pasado siglo. Dios quiera que la década que venga después no sea como la de los cuarenta, o como la de la prehistoria.

Hay que convivir con ello. Sé que está ahí, que aparece en cualquier momento en que desconfío, o miro con reticencia a alguien que es “diferente” a mi concepto de lo “normal”. Me sale el hermano lobo que llevo dentro. Y me toca refrenarlo y domesticarlo antes de que empiece a aullar como en sus viejos tiempos

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No pasa nada.Yo a algunos periodistas,les empiezo a ver cada vez más,cara de H.P ( y no de ordenador precisamente )

Pues a mi llamarme tonto, pero no entiendo nada del primer artículo. No se que pretenden el periodista, de una discursión de bar se monta una teoria sociológica de best-seller para explicar nuestra supuesta "agresividad" en el trabajo, cosa que según él es totalmente necesaria y están intrínsecamente unida a nuestro oficio......

Sobre el otro artículo.... en fin, sin comentarios, el descalificativo fácil siempre está ahí.

Un saludo.

kacuna escribió:Pues a mi llamarme tonto, pero no entiendo nada del primer artículo. No se que pretenden el periodista, de una discursión de bar se monta una teoria sociológica de best-seller para explicar nuestra supuesta "agresividad" en el trabajo, cosa que según él es totalmente necesaria y están intrínsecamente unida a nuestro oficio......

Sobre el otro artículo.... en fin, sin comentarios, el descalificativo fácil siempre está ahí.

Un saludo.

Tu no eres tonto porque ninguno lo entendemos sigo pensando que algún compañero le "apaño" a la novia

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Inicio curso: septiembre 2019

de-pol.es

Como haya un referendum sobre la eugenesia, gana el si con mayoría aplastante.

Increibles precios

materialpolicial.com

Y oooootro, este dice ser culto porque lee mas de 20 libros al año y los que no leen mas de 20 libros al año, son bueyes, necesarios eso si ... pues majo, leerás mucho, pero no se que leerás, los mundos de snopy sin duda son una de tus lecturas favoritas, porque a las alturas que estamos de la vida, ir con un cuchillo en el bolso para almorzar y pretender entrar en establecimientos públicos, es de vivir encima del tejado de la casa de snopy y si eso es que nos escandalizamos porque se lee, menuda imaginación le echas al asunto, sin duda Alicia en el pais de las maravillas es otra de tus lecturas favoritas, eso si, nunca me habían comparado con los Estopa, aunque para alguien tan culto como usted, debe ser reminiscencias de cultura radical urbana o algo así



Jorge Bustos se llama el buey, en la pagina hay un enlace a su perfil personal.

http://www.intereconomia.com/blog/los-m ... e-20120523


MAY 2012

¡Qué escándalo, aquí se lee!
Una persona que no lee un mínimo de 20 buenos libros al año no presenta diferencias apreciables respecto de un buey de labor. Por supuesto, una completa sociedad de bueyes no resulta del todo indeseable; de hecho subiría la recaudación
El mismo día que se presentaba la septuagésimo primera edición de la Feria del Libro de Madrid –que entre otras cosas servirá, supongo, para aprender a decir septuagésimo primera–, me soplan que Julia Otero ha revelado que Almudena Grandes no se depila la sobaquera. Ignoro si se trata de marketing editorial para colocar novelones guerracivilistas entre los lanudos lectores de Hessel o si la frondosidad axilar se incluye entre las premisas cosméticas que rigen en la última de las edades de Lulú. Cada cual vende su libro como sabe y aquí no vamos a subirnos a las barbas de nadie, pero la anécdota me viene al pelo para introducir el melancólico aquelarre libresco de ayer en el Palacio de Cibeles, donde Ana Botella no pudo oficiar por estar en Québec promocionando el olimpismo madrileño, cuya candidatura se despierta innominada cada cuatro años como el recalcitrante dinosaurio de Monterroso.
Qué bárbaro, oigan, qué despliegue policial sólo por que le hablen a uno de libros. Hacen que te sientas como Montag, el pirómano-bombero literario de la novela profética de Bradbury. Una pareja de seguratas con un vago aire a los Estopa –parecen a punto de murmurar “¡Qué escándalo, aquí se lee!”– me hace pasar el zurrón por el escáner y también una bolsa donde llevaba un tupper parecido al de Rajoy, con un cuchillo carnicero olvidado en su interior.
—Oiga, caballero, ¿sabe usted que lleva un cuchillo ahí? ¿Para qué quiere usted un cuchillo en la presentación de la Feria del Libro? —me avergüenza a voz en grito uno de los Estopa en presencia de media docena de periodistas de Cultura, que empiezan a mirarme como si viniera de acusar a Salinger de beberse su propia orina.
Nuestro intachable garante de la seguridad municipal pronuncia con morosa delectación la palabra “cuchillo” todavía seis o siete veces más, al volumen que estima irrenunciable para que Botella frunza el ceño en Canadá, antes de acceder a abrirme la consigna. Esto pasa, concluiría Krugman, por obsesionarse con los recortes en vez de soltar la guita en la ensalada y el filete de cualquier menú del día. Después de atravesar una serie indeterminada de pasillos, arcos, mesas petitorias y filtros funcionariales o de libre designación, a la altura subterránea aproximada del Templo de Debod logro relajar el culo sobre una butaca del moderno auditorio consistorial, que viene a ser un origami de madera modelado por un epiléptico.
—Ahora que nos levantamos a diario pensando qué pasará en los mercados o qué nuevo recorte se nos viene encima, un evento como este no deja de constituir un empeño quijotesco —empieza la presidenta de la Feria, Pilar Gallego, sin privarse del tópico ubicuo de la difícil coyuntura, envés de aquel otro del marco incomparable, reservado a ciclos alcistas. Pero luego Gallego dice algo muy certero sobre el acto de leer, que sigue siendo el único modo que tiene un hombre de ser libre:
—Por la lectura nos hacemos contemporáneos de todos los hombres.
Y es verdad: contemporáneos y coterráneos principalmente de hombres ya muertos y mejores que nosotros. Una periodista –de nuca magnífica, por cierto– inquirió ayer por el libro digital y otros cebos infantiles para poner a leer a quienes jamás han leído, pero no se engañen ustedes: una persona que no lee un mínimo de 20 buenos libros al año no presenta diferencias apreciables respecto de un buey de labor. Por supuesto, una completa sociedad de bueyes no resulta del todo indeseable; de hecho subiría la recaudación.
Este año la Feria no está dedicada al microrrelato sirio ni a los atisbos prodemocráticos en la escritura cuneiforme, sino al fin a algo tan canónico como Italia. Es la hora de redescubrir a Calvino, Buzzati, Bassani, Palazzeschi, Lampedusa, Pirandello, Sciascia, Svevo, Magris e incluso Tabucchi y Eco si queda tiempo y dinero.
Hasta el 10 de junio en el Paseo de Carruajes del Retiro. Compren libros, sí, pero puestos a llamar la atención, suéltense del todo la melena: léanlos. Habrá 356 casetas. Tocan a más de una por diputado nacional, exactamente el tipo de persona en que podemos desembocar si dejamos de leer.
(LA GACETA, 23-V-12)

intervencionpolicial.com

cualquiera que se crea superior a otro por leer veinte libros en un año, por estar en la universidad o por tener mucha pasta, no hace mas que sobrecompensar un complejo de inferioridad, seguramente motivado por la falta de atención paterna, por idiocia intratable o por el ridículo tamaño de su pito.

sector115.es

tsahal escribió:cualquiera que se crea superior a otro por leer veinte libros en un año, por estar en la universidad o por tener mucha pasta, no hace mas que sobrecompensar un complejo de inferioridad, seguramente motivado por la falta de atención paterna, por idiocia intratable o por el ridículo tamaño de su pito.

+1000

No hay que dar bola a este tipo de personajes,hablan igual de cualquier uniformado es un problema patológico,podeis cerrar el post no se merecen un comentario

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nola2hurtu.eus

toxxo escribió:Y otro gilipollas mas para el ranking he cambiado el título y he pluralizado, a partir de ahora pondré aquí todo lo que encontramos sobre la opinión que merecemos de algunos periodistas, bueno si están aquí les llamare aporreateclas

El señor Francisco Javier Sancho Mas dice que los matones musculosos de políticos de ultraderecha y neonazis tienen cara de vigilantes de seguridad ¿que cara es esa señor Sancho? explíqueme que cara tengo, para mi hasta ahora era normal, menos cuando leo gilipolleces como esta, que se torna un poco agría, a ver si he entendido, osea que el requisito indispensable para ser un perro al servicio de los neonazis y llevar camisetas negras con esvasticas, es tener cara de vigilante de seguridad mucho hablar de los que creemos diferentes, de hermanos lobos y esta colgando una etiqueta a un colectivo de mas de 200.000 personas, bravo señor Sancho, bravo



http://www.confidencial.com.ni/articulo ... rmano-lobo

El hermano lobo

El racismo, las regulaciones restrictivas contra la inmigración, el miedo al otro, al que viene de fuera, o al que es diferente, tiene reminiscencias de los tiempos en que marcábamos el territorio, o dejábamos nuestra huella con orines y rugíamos, o hacíamos otros sonidos hasta que aprendimos a gritar como ahora.

Fco. Javier SANCHO MÁS | 9/5/2012

Es la cosa más vieja del mundo. La más primitiva. Y a veces resurge como esos instintos atávicos que aún tenemos de cuando éramos como lobos, o simios o casi hombres prehistóricos. No me había detenido a considerarlo hasta que, hace poco, un amigo lo advirtió. El racismo, las regulaciones restrictivas contra la inmigración, el miedo al otro, al que viene de fuera, o al que es diferente, tiene reminiscencias de los tiempos en que marcábamos el territorio, o dejábamos nuestra huella con orines y rugíamos, o hacíamos otros sonidos hasta que aprendimos a gritar como ahora.

Con la crisis económica en Europa, estos viejos instintos vuelven a ponerse encima de los centros de votación electorales en muchos países. Y así, en Holanda, un grupo político extremista y xenófobo ha hecho caer el gobierno al retirarle su apoyo. En Francia, Marine Le Pen, que lidera un partido cuyas pocas ideas conocidas insisten en ensalzar el nacionalismo francés y rechazar a los inmigrantes y a su progenie no nacida en el país, obtuvo casi el 20% de los votos en primera vuelta de las recientes elecciones presidenciales. En España, el gobierno de Rajoy ha aprobado sin el apoyo de ningún otro partido una medida tan criminal e injusta como la de dejar fuera del sistema sanitario a los inmigrantes que no estén regularizados en el país. De ese modo, estas personas sólo serán atendidas en urgencias, en partos y en servicios de pediatría, y los que no puedan pagar por la atención sanitaria se quedarán sin ella, o tendrán que acudir y llenar las salas de urgencia para que un médico les atienda. Y es una verdadera lástima, porque está a punto de perderse uno de los mejores modelos de asistencia universal y de seguridad social del mundo.

Y para apuntalar esta involución, en las elecciones griegas, un partido neonazi y ultranacionalista, llamado “Aurora Dorada” (vaya nombrecito), obtiene una representación de 21 diputados en un parlamento de 300. Los líderes de semejante formación (también un padre y una hija como en el caso de Francia) han dicho que habría que poner minas antipersonales en las fronteras de Grecia para evitar la entrada de inmigrantes que crean una “jungla social”. Se hacen acompañar de jóvenes musculosos, con cara de vigilantes de seguridad, vestidos con camisetas negras rematadas con esvásticas y obligan a los periodistas a ponerse en pie ante el líder en una sala de prensa.

En Estados Unidos, donde se originó y aún golpea la crisis, hay algunos estados como el de Arizona, donde se podrá requerir a cualquier inmigrante sus papeles de residencia cuando, prácticamente, le venga en gana a un policía. Es decir, cuando alguien con rasgos latinos se cruce con un policía antojadizo, por ejemplo.

Y la verdad es que ni los que están a favor de tales medidas se creen las razones de las mismas. Los inmigrantes no son causantes ni empeoran la crisis económica en Francia o en otros países; es más, pueden ayudar a salir de ella, como demuestran estudios económicos recientes en los que se muestra el desequilibrio entre lo que el Estado ofrece a los inmigrantes y lo que estos aportan, que es bastante más. En el caso español, el ahorro estimado por negar la tarjeta sanitaria a los inmigrantes es insignificante en el contexto actual y cabe preguntarse si no habrá otras partidas donde poder reducir gastos que no tenga que ver con un asunto tan clave en términos humanos y en derechos universales. Pero dejemos de hablar de la inmigración en términos económicos.

En Estados Unidos, ni siquiera los muros y alambradas kilométricas consiguen detener el flujo de inmigrantes irregulares, así que esas supuestas nuevas leyes en estados fronterizos no hacen más que avivar antiguos fantasmas y romper lazos sociales donde no se hacía daño a nadie.

No. Ni las razones ni los efectos justifican estas medidas, pero cuando a unos gobiernos determinados ya no le quedan más argumentos, miran a su alrededor y entonces, el discurso pseudo racista, xenófobo, o el que levanta sospechas contra el que nació en otro sitio, consigue una apoyo popular que casi ningún otro asunto logra. Y los políticos, que necesitan y viven de los votos, lo tienen muy fácil: saben conseguir muchos echando las culpas sobre aquellos no nacidos, los no naturales del país de turno. Hitler fue el maestro.

Pero la xenofobia, el racismo, las políticas contra la inmigración están emparentadas con ese otro rasgo animal (más que cultural o inducido), el del temor al que no es como nosotros, al que se sale de unos parámetros de lo normal (como entendemos normal en un contexto determinado). La desconfianza hacia el que tiene la piel de otro color, o hacia el homosexual, o al que viste distinto, o al que tiene otras costumbres están en esa marca de territorio prehistórico que vuelve cada vez que escucho a un padre decir: “que mi hijo sea cualquier cosa menos cochón”; o a cualquier persona utilizar las hermosas palabras “indio” o “negro” como si fueran un insulto o un desprecio. Desde las políticas migratorias de los estados hasta nuestros pequeños gestos o burlas, todos somos causantes de un drama humano que se prolonga en el tiempo, como una carnicería ininterrumpida.

Cuando los problemas parecen no tener una fácil solución, tendemos siempre a buscar el culpable fácil, es decir, el que es un poco diferente, o el que vino de otro lado, o el que no es como nosotros creemos que somos. Lo cierto es que, en este sentido, aún no hemos evolucionado mucho desde aquellos tiempos de caverna, y todo esto que sucede en Europa recuerda cada vez más a los años treinta del pasado siglo. Dios quiera que la década que venga después no sea como la de los cuarenta, o como la de la prehistoria.

Hay que convivir con ello. Sé que está ahí, que aparece en cualquier momento en que desconfío, o miro con reticencia a alguien que es “diferente” a mi concepto de lo “normal”. Me sale el hermano lobo que llevo dentro. Y me toca refrenarlo y domesticarlo antes de que empiece a aullar como en sus viejos tiempos

¡Anda! ¡pero si es Povedilla!

Ummmmm yo creo que hay que leer entre líneas, menciona a los vigilantes como un recurso pero no se está refiriendo a ellos, en realidad está comentando otra cosa...

Botas Policiales Desde 52?

desenfunda.com

En el periodismo español, hay un tipo específico de artículo que requiere un talento excepcional: El artículo cuyo mensaje es subyacente. A decir verdad, al leerlo, no vemos bien ni el talento ni lo que subyace, porque lo que parece querer denunciar no precisa de tantas palabras: el creciente racismo en épocas de crisis. Racismo basado en prejuicios. ¿Prejuicios? Bonita palabra. Prejuicios del tipo: ese vigilante necesita, para su realizar trabajo, envenenarse con el infecto café y la mala leche del dueño. Omitiendo que en la escena habría un tercer hombre, el narrador, envenado también para el suyo de acometer una página en blanco, o la pantalla del ordenata. Cometiendo el mismo error que denuncia: juzgar basándose en estereotipos. Yo, ínclito periodista; él, bruto vigilante; aquel, zafio camarero.

En el artículo se dice que «se hacen acompañar de jóvenes musculosos, con cara de vigilantes de seguridad, vestidos con camisetas negras rematadas con esvásticas» y que «obligan a los periodistas a ponerse en pie ante el líder en una sala de prensa». Un artículo de opinión cuenta como tal opinión, no es dogma ni artículo de fe. La frase afortunada no es, desde luego, pero entramos en el terreno de las interpretaciones y para ello habría que saber la opinión del firmante acerca de los vigilantes y si está libre de prejuicios; el «animus» del escribiente, si lo hace con humor, por injuriar, etc.; si deliberadamente equipara en la misma ecuación: «jóvenes musculosos» +cara de vigilantes + «camisetas negras rematadas con esvásticas». O si donde pone «cara de vigilantes» nada más quería hacer alusión al semblante, a ese careto que todos ponemos en algún momento durante el servicio, mezcla de seriedad y de actitud defensiva, sobre todo cuando custodiamos a algo o a alguien, no porque creamos en el valor o la importancia de lo custodiado, sino porque simplemente creemos en lo que hacemos.

No hay un sentido unívoco de la expresión, puede darse esa interpretación peyorativa de que habláis, física, prejuiciosa, pero también pueda estar haciendo referencia, es lo que pienso, a la actitud de vigilancia: expectante, despierto, concentrado, circunspecto. A la actitud de alerta: Ojo avizor, cauteloso, escudriñante. De Afanado, de concentrado. Hasta si se quiere de cierto enfado: mala leche, ceño fruncido.
De esta manera, por ejemplo, podía haber escrito: se hacen acompañar de jóvenes musculosos, con cara de vigilante de seguridad custodiando las joyas de la corona, o su colección de Stradivarius; o la caja de caudales; o la sala de los incunables de la Biblioteca Nacional. O incluso también, por qué no, tanto vale, de periodista corregido ortográfica y estilísticamente por su redactor jefe. O de periodista ante una primicia reventada por la competencia, con alevosía. O de periodista acusado de injurias por, la no menos periodista, Belén Esteban. O de periodista reprobado porque apenas lee diez libros. O, incluso, con cara de periodista al que «mandan ponerse en pie ante el líder, en una sala de prensa», cosa que no se había dignado hacer ni en la facultad ni en su puñetera vida y que, ahora bien, no tendría reparos en hacer si en vez de un ultraderechista fuera un entrenador de fútbol o el mismísimo manager de la Belén, dónde va a parar.

Los ejemplos pueden ser miles. Y no necesariamente ser peyorativos todos.
Los prejuicios como las maldiciones, entran por donde salen.
Un saludo.