por Humberto » Jue Jun 07, 2012 11:11 am
En el periodismo español, hay un tipo específico de artículo que requiere un talento excepcional: El artículo cuyo mensaje es subyacente. A decir verdad, al leerlo, no vemos bien ni el talento ni lo que subyace, porque lo que parece querer denunciar no precisa de tantas palabras: el creciente racismo en épocas de crisis. Racismo basado en prejuicios. ¿Prejuicios? Bonita palabra. Prejuicios del tipo: ese vigilante necesita, para su realizar trabajo, envenenarse con el infecto café y la mala leche del dueño. Omitiendo que en la escena habría un tercer hombre, el narrador, envenado también para el suyo de acometer una página en blanco, o la pantalla del ordenata. Cometiendo el mismo error que denuncia: juzgar basándose en estereotipos. Yo, ínclito periodista; él, bruto vigilante; aquel, zafio camarero.
En el artículo se dice que «se hacen acompañar de jóvenes musculosos, con cara de vigilantes de seguridad, vestidos con camisetas negras rematadas con esvásticas» y que «obligan a los periodistas a ponerse en pie ante el líder en una sala de prensa». Un artículo de opinión cuenta como tal opinión, no es dogma ni artículo de fe. La frase afortunada no es, desde luego, pero entramos en el terreno de las interpretaciones y para ello habría que saber la opinión del firmante acerca de los vigilantes y si está libre de prejuicios; el «animus» del escribiente, si lo hace con humor, por injuriar, etc.; si deliberadamente equipara en la misma ecuación: «jóvenes musculosos» +cara de vigilantes + «camisetas negras rematadas con esvásticas». O si donde pone «cara de vigilantes» nada más quería hacer alusión al semblante, a ese careto que todos ponemos en algún momento durante el servicio, mezcla de seriedad y de actitud defensiva, sobre todo cuando custodiamos a algo o a alguien, no porque creamos en el valor o la importancia de lo custodiado, sino porque simplemente creemos en lo que hacemos.
No hay un sentido unívoco de la expresión, puede darse esa interpretación peyorativa de que habláis, física, prejuiciosa, pero también pueda estar haciendo referencia, es lo que pienso, a la actitud de vigilancia: expectante, despierto, concentrado, circunspecto. A la actitud de alerta: Ojo avizor, cauteloso, escudriñante. De Afanado, de concentrado. Hasta si se quiere de cierto enfado: mala leche, ceño fruncido.
De esta manera, por ejemplo, podía haber escrito: se hacen acompañar de jóvenes musculosos, con cara de vigilante de seguridad custodiando las joyas de la corona, o su colección de Stradivarius; o la caja de caudales; o la sala de los incunables de la Biblioteca Nacional. O incluso también, por qué no, tanto vale, de periodista corregido ortográfica y estilísticamente por su redactor jefe. O de periodista ante una primicia reventada por la competencia, con alevosía. O de periodista acusado de injurias por, la no menos periodista, Belén Esteban. O de periodista reprobado porque apenas lee diez libros. O, incluso, con cara de periodista al que «mandan ponerse en pie ante el líder, en una sala de prensa», cosa que no se había dignado hacer ni en la facultad ni en su puñetera vida y que, ahora bien, no tendría reparos en hacer si en vez de un ultraderechista fuera un entrenador de fútbol o el mismísimo manager de la Belén, dónde va a parar.
Los ejemplos pueden ser miles. Y no necesariamente ser peyorativos todos.
Los prejuicios como las maldiciones, entran por donde salen.
Un saludo.