Los Tercios Españoles

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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Jue Sep 20, 2012 10:10 pm


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Tercio Viejo de Nápoles

El Tercio Viejo de Nápoles es uno de los tercios del ejército español durante la hegemonía de España en Europa y es conocido por ser el más antiguo de todos los tercios que existieron como tercios viejos.

El Tercio Viejo de Nápoles nació con las ordenanzas de Carlos I de España de 1534 y 1536 donde se formaron los tres primeros tercios: el Tercio Viejo de Nápoles, el Tercio Viejo de Sicilia y el Tercio Viejo de Lombardía.

No obstante hay que señalar que en un principio el Tercio Viejo de Nápoles también agrupaba el de Sicilia, denominándose Tercio Viejo de Nápoles y Sicilia, pero pronto se escindiría en dos: el Tercio Viejo de Nápoles y el Tercio Viejo de Sicilia . Con estas ordenanzas, el rey formaba las bases de las tropas que durante siglo y medio dieron a España una hegemonía sobre otras naciones europeas de aquellos dos siglos, el siglo XVI y el XVII.

Este tercio estaba formado siempre por españoles, a pesar de que en su nombre esté el nombre de la ciudad de Nápoles.

La denominación de tercio viejo se debía a que (además de que fue uno de los primeros tercios en crearse) dentro del tercio se hallaban las tropas de más antigua data en Italia.

En un principio, el tercio viejo de Nápoles tenía a su cargo las guarniciones de Campania, con las provincias de Avellino, Benevento, Caserta, Salerno y, cómo no, Nápoles. Además también guarnicionaba los castillos de Castel de Oro, Rocasecca (cerca de Montecassino), y las plazas fuertes de la Gaeta y Castelnuovo (a las puertas de Nápoles), así como pequeños destacamentos en las islas de Capri, Ischia y Procide.

Claro está que el tercio viejo de Nápoles, debido a los continuos conflictos en las provincias del Imperio español, tuvo que ausentarse de sus posiciones en varias ocasiones, como en las luchas de Flandes.

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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Vie Sep 21, 2012 11:13 am


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Listado de los Tercios

  • Viejo de Lombardía
  • Viejo de Sicilia
  • Viejo de Nápoles
  • Viejo de Brabante
  • Viejo de Cartagena o de Ambrosio Spinola
  • Saavedra
  • Alvaro de Sande
  • Flandes
  • Fuenclara
  • Caracena
  • Mortora
  • Garciez
  • Alburquerque
  • Bonifacio
  • Meneses
  • Seralvo
  • Cordobas
  • Casco de Granada
  • Nuevo de Toledo
  • Nuevo de Valladolid
  • Azules Viejo
  • Fijo del reino de Nápoles
  • Zapena
  • Villar
  • Monroy
  • Morados Viejos (Sevilla)
  • Amarillos Viejos
  • Azules Viejos (Toledo)
  • Viejo Lesaca
  • Castilla
  • Guipúzcoa
  • los Arcos
  • Idiáquez
  • Aragón
  • Valencias y Conde de Garcies
  • Verdes Viejos
  • Diputación de Cataluña
  • Ciudad de Barcelona
  • Collorados Viejo
  • Amarillo Nuevo (tercio provincial de Léon)
  • Amarillos Viejos
  • Costa de Granada
  • Azules Nuevos (tercio provincial de Murcia)
  • Los Blancos (tercio provincial de Segovia)
  • Colorados Nuevos (tercio provincial de Gibraltar)
  • Morados Nuevos (tercio provincial de Toledo)
  • Tercios de la Armada (2 o 3 en 1701)
  • Viejo de la Armada Mar Oceano
  • Viejo Armada
  • Fijo de la Mar de Napoles
  • Tercios italianos ( 11 a 14 en 1701)
  • Toraldo
  • Cardenas
  • Avalos-Aquino
  • Torrecusa
  • Guasco
  • Lunato
  • Paniguerola
  • Torralto (napolitano)
  • San Severo (napolitano)
  • Torrecusa (napolitano)
  • Cardenas (napolitano)
  • Lunato (lombardo)
  • Paniguerola (lombardo)
  • Guasco (lombardo)
  • Tercio vecchio de Nápoles (napolitano)
  • Tercios irlandeses (1 en 1701 ? )
  • Tyron
  • Bostock
  • Tercios alemanes (6 a 9 en 1701)
  • Tercios des Grisons (suizos, 2 en 1701)
  • Tercios valones (8 en 1701)
  • Beaumont

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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Jue Oct 04, 2012 9:12 am


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Álvaro de Sande

Álvaro de Sande (1489 – † 1573), I Marqués de Piovera, fue Maestre de Campo, Gobernador y Capitán General del estado de Milán.

Nació en Cáceres en 1489. Hijo de Juan de Sande, segundo señor de Valhondo.

Ingresó en la vida religiosa, pero luego pidió una dispensa papal para ponerse a las órdenes de Ferrante de Gonzaga, virrey de Sicilia.

Su bautismo de fuego se produjo en Túnez en 1535, destacándose en los combates en La Goleta, causando una buena impresión a sus jefes y al emperador Carlos I. Finalizada la campaña, decide renunciar a la vida religiosa y seguir su vocación militar. En 1537 vuelve a las órdenes del virrey de Sicilia y se lo designa capitán de 600 soldados españoles, combatiendo en Túnez y capturando una bandera al enemigo y protegiendo el reembarque de las tropas españolas.

Por su actuación y pese a solo tener 23 años, se le da el mando del Tercio de Diego de Castilla, compuesto por nueve compañías de soldados veteranos, que más tarde se conocería como el Tercio de Saboya.

En 1538 embarca con su Tercio en la flota de Andrea Doria, como parte de las fuerzas de la Liga Santa, para terminar con el dominio de los turcos en el Mediterráneo. La flota se dirige a Castelnuovo (hoy Herceg Novi en Montenegro), defendido por un impresionante castillo. Tropas del Tercio al mando de Álvaro de Sande asaltan el castillo, capturándolo. Vuelven luego a Sicilia, dejando una guarnición al mando de Francisco de Sarmiento, que defendería heroicamente ante las fuerzas turcas de Jeireddín Barbarroja, en el llamado Sitio de Castelnuovo.

En 1540 los tercios son enviados a África en preparación de la ofensiva del emperador contra Argel. El Maestre de campo del Tercio de Hicea fallece, y Álvaro de Sande asume el mando de los dos tercios, capturando Monestir, Esaque, Susa, Xamilo y Xamel.

Luego Alvaro de Sande y su tercio acuden en la defensa de Perpiñán, asediada por el ejército del rey de Francia Francisco I.

En Flandes, en 1543, don Sande y su tercio participan de la conquista de Düren, donde Carlos V aniquila a las tropas del Guillermo V, duque de Cléveris. En aquella jornada, Álvaro de Sande arenga a su tercio con su frase: hoy me veréis en Düren, vivo o muerto.

Posteriormente participó en los más resonantes triunfos del ejército imperial: en el sitio y conquista de Landresi (Lanbrecy) en 1544, donde resulta gravemente herido al dirigir personalmente a sus soldados en el asalto de las murallas, pero a solicitud del emperador, pese a su heridas, continuó dirigiendo el ataque desde su lecho. Por los méritos logrados se le da su primer mando, ordenándosele la recuperación de Luxemburgo, para lo cual emplea una guerra de guerrillas debilitando al enemigo y permitiendo el triunfo del ejército al mando de Ferrante de Gonzaga.

En 1545 los bozmanos, partidarios de los nobles húngaros Rafael y Juan Boz Mannio, los cuales se habían sublevado y con un ejército de 40.000 soldados habían tomado varias ciudades y amenazaban a Fernando I de Habsburgo, en ese momento rey de Hungría, el cual solicita ayuda a su hermano Carlos V. Álvaro de Sande y su tercio es enviado, junto a un ejército de 3.000 hombres, más las tropas de Fernando I, conforman una fuerza de 8.000 soldados, con los cuales recuperan las ciudades sublevadas.

En 1546 durante la guerra de Esmalcalda producida por la sublevación de los príncipes protestantes germanos que constituyeron la Liga de Esmalcalda, Carlos V mandó llamar a Álvaro de Sande y sus tropas, los cuales recorrieron 450 kilómetros para llegar a Ratisbona, venciendo en Ulm y Nördlingen. También combaten en Neuburg, Landshut, Ulm, Ingolstadt, Rottenburg. Se destaca la infiltración de Álvaro de Sande, vestido de soldado alemán, junto a dos de sus hombres, para reconocer las defensas del enemigo, llevando la información al ejército del duque de Alba.

Es en la gran batalla de Mühlberg en 1549 donde obtuvo Sande un éxito militar importante al apresar los hombres de su tercio, "extremeños muchos de ellos", al derrotado Juan Federico I Elector de Sajonia, jefe de los protestantes y de la Liga de Esmalcalda.

Concluidas las campañas en Alemania, don Alvaro pasó a Italia, participando en numerosas campañas, como las de Parma, Lombardía, Asti y Ferrara, siendo nombrado gobernador de Corio y luego gobernador de la ciudad de Asti y del valle de Ferrara, logrando ser reconocido como Maestre de Campo General de todo el ejército imperial en Italia. Entre las batallas se encuentra la defensa de Ferrara por Sande y sus tropas, sitiada sin éxito durante seis meses por las fuerzas del mariscal Brissac, retirándose y expresando su reconocimiento. Álvaro de Sande permaneció en los tercios del Milanesado hasta las paces asentadas entre España y Francia en 1569, reinando ya Felipe II y muerto Carlos V.

A pesar de haber cumplido ya los 70 años, Sande se entregó con denodado esfuerzo a la empresa de liberar el Mediterráneo de piratas turcos. Tras sufrir la derrota del castillo de los Gelves, en la isla de Djerba, donde Álvaro de Sande al mando de unos 3.000 soldados y con suministros para un mes es sitiado por 40.000 turcos. Fue hecho cautivo Sande por los turcos después del desastre y llevado a Constantinopla. Estuvo prisionero en la torre del mar Negro, hasta que fue rescatado por fin en 1565, después de cinco años de gestiones al más alto nivel, hechas por el rey de Francia y el ya emperador don Fernando, antiguo Rey de Romanos. Se pagaron 60.000 escudos de oro y quedó al fin libre para regresar a sus oficios y propiedad.

Su última gran empresa fue en 1565, recién liberado, acudiendo en socorro de la sitiada isla de Malta, por el imperio otomano. Finalizando el sitio, se le informó erróneamente a Lala Kara Mustafa Pasha, jefe de las fuerzas de tierra otomanas, que los refuerzos de los sitiados eran solo de 5.000 hombres. Entonces suspendió el embarco y se preparó para el combate. Viendo a los turcos acercarse, Álvaro de Sande, en punta de la vanguardia española, cargó sobre los turcos que iban a tomar posesión de una colina, con una única compañía de arcabuceros, sin esperar a ponerse la coraza o a recibir órdenes. Los desmoralizados turcos, asombrados por el ímpetu del ataque, y creyendo que se les venían encima todas las huestes de la Monarquía Católica, dieron media vuelta y huyeron, siendo acuchillados hasta que se embarcaron. El 12 de septiembre desparecía en el horizonte la última vela turca.

También envía sus tropas a la batalla de Lepanto, siendo un miembro importante del consejo asesor para la misma.

Felipe II premió sus servicios concediéndole el señorío de Valdefuentes y el título de Marqués de la Piovera. Posteriormente el 20 de agosto de 1616, Felipe III de España le concedería el titulo de marqués de Valdefuentes a su nieto Álvaro de Sande, en reconocimiento de los méritos de su abuelo don Álvaro. Según la carta de concesión del titulo de marqués, dice: "... así en la batalla en la que fue preso el Duque de Sajonia, de que el dicho Marqués fue autor ...".

Miguel de Cervantes, cuyo padre Rodrigo era amigo de muchos años de Álvaro de Sande, hizo que fuera incorporado a las filas del Tercio de Nápoles.

En 1571 ostenta el cargo de gobernador de Milán, lugar donde murió en 1573.
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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Jue Oct 04, 2012 9:18 am


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Fernando de Austria (cardenal-infante)

El Cardenal-Infante don Fernando de Austria (San Lorenzo del Escorial, 16 de mayo de 1609 y 24 de mayo de 1610 - Bruselas, 9 de noviembre de 1641). Infante de España, gobernador del Estado de Milán y los Países Bajos Españoles, virrey de Cataluña, Cardenal-Arzobispo de Toledo (1619-1641) y comandante de las fuerzas españolas durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).

Nació en El Escorial, cerca de Madrid, en 16091. Era hijo del rey Felipe III y de la reina Margarita de Austria. Su padre deseó que el infante Fernando ingresara en el clero de la Iglesia Católica. De esta forma, en 1619, el infante fue nombrado arzobispo de Toledo y poco tiempo después fue designado cardenal. El infante Fernando no fue ordenado sacerdote, algo habitual en aquella época cuando algún miembro de la realeza o de la aristocracia ocupaba algún cargo eclesiástico. A destacar que fue ordenado arzobispo de Toledo, con menos de 10 años, y cardenal poco después.

En 1630 la tía del Cardenal-Infante, Isabel Clara Eugenia pensó en hacerle a Fernando sucesor suya como gobernador de los Países Bajos Españoles. A causa de la superioridad de la armada holandesa en aquel momento no fue posible realizar el viaje por barco. El Cardenal-Infante se desplazó a Génova en 1633 para reunirse con un ejército. Planeó trasladarse desde Milán a los Países Bajos Españoles atravesando Lombardía, el Tirol, Suabia y siguiendo el Rin. El Cardenal-Infante pensó asegurar la ruta con una serie de guarniciones y, al mismo tiempo, prestar apoyo a las fuerzas de su primo el rey Fernando de Hungría (el futuro emperador Fernando III), que estaba dirigiendo el ejército imperial frente a los suecos durante la Guerra de los Treinta Años. El Cardenal-Infante ordenó que se adelantase la mitad de su ejército bajo el mando de Gómez Suárez de Figueroa, duque de Feria, pero este contingente sufrió numerosas bajas durante su enfrentamiento con las tropas suecas al mando del duque Bernardo de Sajonia-Weimar y Gustaf Horn. Ante esta situación los Habsburgo solicitaron la ayuda de cuatro mil efectivos de la caballería del general Albrecht von Wallenstein, pero éste denegó la petición y los mandos del Cardenal-Infante tuvieron que conseguir nuevas fuerzas por sus propios medios. El Cardenal-Infante fue capaz de continuar su viaje en 1634, reuniéndose en Baviera con los restos del ejército del Duque de Feria, que había muerto en enero de 1634.

Batalla de Nördlingen

El rey Fernando de Hungría pudo derrotar al ejército sueco en Ratisbona en el mes de julio de 1634. El monarca de Hungría y su primo el Cardenal-Infante Fernando de Austria se apresuraron a unir sus ejércitos. Las fuerzas suecas del duque Bernardo de Sajonia-Weimar y Gustaf Horn intentaron desesperadamente impedir esta fusión, pero fueron incapaces de alcanzar los efectivos de Fernando de Hungría. El Cardenal-Infante cruzó el río Danubio en agosto de 1634 y, en el mes de septiembre de aquel año, ambos ejércitos, ya unidos, acamparon al sur de la población de Nördlingen en Suabia. En aquel momento Nördlingen estaba protegida por una pequeña guarnición sueca. Poco después, las fuerzas de Bernardo de Sajonia-Weimar y Gustaf Horn alcanzaron Nördlingen. Estos hechos condujeron a la decisiva Batalla de Nördlingen. El Rey de Hungría y su primo el Cardenal-Infante se prepararon para la batalla, ignorando advertencias en sentido contrario que les hicieron generales más experimentados, como Matthias Gallas. El duque Bernardo y Horn también hicieron preparativos pero en aquel momento, además de mantener discrepancias personales, subestimaron la superioridad numérica de sus enemigos. Los informes cifraron las fuerzas de la infantería enemiga en 7.000 hombres y no 21.000 frente a los 16.000 que componían la infantería sueca. En el transcurso de la batalla, casi todo lo que pudo ir mal a las fuerzas suecas acabó sucediendo, y los dos primos de la Casa de Austria consiguieron una victoria militar excepcional. Gustaf Horn fue hecho prisionero, el ejército sueco destruido y sus restos huyeron a Heilbronn.

El rey Fernando de Hungría trató de convencer a su primo de que permaneciese en Alemania pero, poco después de la batalla, el Cardenal-Infante se trasladó con sus efectivos a Bruselas, ciudad a la que llegó a finales de 1634. Debido a la impopularidad del clero en aquel momento en Bruselas, como Gobernador General minimizó su estatus eclesiástico haciendo hincapié en su autoridad secular. Fernando, hábil como político y diplomático, reformó con rapidez el gobierno y la organización militar en los Países Bajos Españoles, y logró contar con el apoyo de los flamencos contra Francia.

Los poderes del Cardenal-Infante estuvieron limitados en secreto porque los mandos del ejército estaban obligados a seguir las instrucciones que llegasen de España, incluso si éstas eran contrarias a las órdenes de Fernando. En 1635 los franceses decidieron atacar, junto a los holandeses, la ciudad de Namur, desde Maastricht. Sin embargo, los holandeses vacilaron y finalmente los franceses se retiraron, facilitando a Fernando de Austria la conquista de Diest, Goch, Gennep, Limburgo y Schenk.

En 1636 el Cardenal-Infante retiró los poderes a los últimos sacerdotes protestantes de los Países Bajos Españoles y continuó la expansión militar de los Austrias españoles con la captura de Hirsen, Châtelet y Chapelle, asegurando Luxemburgo mediante contingentes croatas.
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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Dom Dic 16, 2012 12:55 pm


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Ambrosio Espínola

Don Ambrosio Spínola (Ambrosio Spínola Doria o Ambrogio Spinola Doria) (Génova, 1569 - Castelnuovo Scrivia, 25 de septiembre de 1630), fue un general español de origen genovés, I duque de Sesto (1612), I marqués de los Balbases (1621), Grande de España, caballero de la Orden de Santiago y del Toisón de Oro, capitán general de Flandes y comandante del ejército español durante la Guerra de los Ochenta Años. Es famoso por la toma de la ciudad holandesa de Breda y recordado como uno de los últimos grandes jefes militares de la Edad de Oro española.

Ambrosio Spínola descendía de una familia noble y rica de Génova. Era hijo mayor de Filipo Spinola, marqués de Sesto y Benafro, y de su mujer Policena Cossino, hija del príncipe de Palermo.

En el siglo XVI, la República de Génova era un Estado prácticamente en situación de protectorado bajo el poder del Imperio español. Los genoveses eran los banqueros de la monarquía y tenían el control casi total de sus finanzas. Varios de los hermanos más jóvenes de Ambrosio Spínola buscaron fortuna en España, y uno de ellos, Federico, se distinguió como soldado en Flandes. El hermano mayor permaneció en Italia y se casó en 1592 con Joanna Bacciadona, hija del conde de Galeratta.

Las casas de Spínola y Doria rivalizaban por ejercer el poder en la república. Ambrosio Spínola continuó esta rivalidad con el conde de Tursi, entonces jefe de los Doria. Tras un fracaso en un enfrentamiento judicial con los Doria, decidió retirarse de la ciudad y mejorar la fortuna de su casa sirviendo a la monarquía española en Flandes. En 1602 él y su hermano Federico entraron en tratos con el gobierno español - una "condotta" al viejo modelo italiano.

Se trataba de una aventura en la que Spinola arriesgó la totalidad de la gran fortuna de su familia. Se encargó de enrolar mil hombres para operaciones militares terrestres, y Federico se ocupó de formar una escuadra de galeras para operaciones en la costa. En ella, varias de la galeras de Federico fueron destruidas por los barcos de guerra ingleses en su camino a través del canal de la Mancha. El propio Federico resultó muerto en acción con los holandeses el 24 de mayo de 1603. Ambrosio Spínola recorrió con su ejército una larga distancia hasta llegar a Flandes en 1602 con los hombres que había reclutado de su propio bolsillo. Durante los primeros meses de su estancia en Flandes, el gobierno español barajó la posibilidad de emplearlo en una invasión de Inglaterra, proyecto que no llegó a concretarse. A finales del año regresó a Italia para conseguir más hombres.

Su experiencia real como soldado no comenzó hasta que, como general, se encargó a la edad de 34 años de continuar el sitio de Ostende en septiembre de 1603. Las ruinas de la plaza cayeron en sus manos en septiembre de 1604.
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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Dom Dic 16, 2012 1:01 pm


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Sancho Dávila y Daza

Sancho Dávila y Daza (Ávila, 21 de septiembre de 1523 – Lisboa, 1583), apodado el «rayo de la guerra», fue un militar español participante destacado en varios conflictos de su época en los que estuvo involucrado el Imperio español.

Comenzó su carrera militar en 1545, luchando con las tropas del emperador Carlos V contra los protestantes alemanes de la Liga de Esmalcalda en Alemania. Luchó también contra los turcos de Dragut en el norte de África, y posteriormente en Italia, junto al duque de Alba, contra el papa Pablo IV y los Duques de Guisa durante la última fase de las guerras italianas.

En el año 1560, ya bajo el reinado de Felipe II, participó en la defensa de la isla de los Gelves, donde fue hecho prisionero por los turcos y liberado en 1561. El 15 de julio de este mismo año fue nombrado capitán de infantería, aunque por demoras burocráticas su cargo no fue reconocido oficialmente hasta febrero de 1563. En 1562 se le nombró castellano de Pavía, en Italia.

Durante la guerra de Flandes sirvió como maestre de campo de los tercios españoles, primero bajo el mando del III duque de Alba Fernando Álvarez de Toledo, en cuyas funciones prendió al Conde de Egmont, y posteriormente de Luis de Requesens. En 1569 fue nombrado gobernador de la ciudadela de Amberes. En enero de 1570, por sus servicios en Flandes y mediante la intermediación del duque de Alba, Felipe II le concedió el hábito de la Orden de Santiago.

En el transcurso de esta guerra participó entre otras en las batallas de Dalen (1568), Goes (1572), Flesinga (1573), Borsele, Reimerswaal (1574), Mook (1574) y el desafortunado Saqueo de Amberes (1576).

El 3 de octubre de 1576 las tropas holandesas entraron en la ciudad de Amberes, cuyos gobernadores les habían abierto las puertas, y tomaron posiciones para asaltar el castillo defendido por tropas españolas al mando de Sancho Dávila. A pesar de que las tropas rebeldes eran mucho más numerosas, la guarnición del castillo y los españoles que vinieron a socorrerles el día 4 del mismo mes, se lanzaron al ataque por las calles de la ciudad haciendo huir a los holandeses. Algunos de ellos se refugiaron en el ayuntamiento de Amberes, que los soldados españoles incendiaron, propagándose las llamas por la ciudad. Acto seguido procedieron a saquear la ciudad durante tres días contándose los muertos por millares. Este trágico suceso es conocido como Furia Española en los países protestantes.

General de las tropas de Felipe II de España durante la campaña de la anexión de Portugal, como maestre de campo del duque de Alba Fernando Álvarez de Toledo, participó en 1580 en la batalla de Alcántara donde fue vencido Antonio I de Portugal; el 24 de octubre de ese mismo año conquistó Oporto.

Murió durante la campaña de Portugal en mayo de 1583 como consecuencia de una herida recibida por la coz de un caballo. Sus restos, originalmente dispuestos en el convento de San Francisco de Lisboa, fueron posteriormente trasladados a la capilla mayor de la iglesia de San Juan Bautista de la ciudad de Ávila.
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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Jue Ene 03, 2013 1:13 pm


Gc Edicion 175 Aniversario

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Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel o Ferdinandus Toletanus Dux Albanus (Piedrahita, 29 de octubre de 1507 - Lisboa, 11 de diciembre de 1582), llamado el Gran Duque de Alba, fue un noble, militar, diplomático español, III duque de Alba de Tormes y de Huéscar, IV marqués de Coria, III conde de Salvatierra de Tormes, II Piedrahita y VIII señor de Valdecorneja, Grande de España y caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro.

Fue el hombre de mayor confianza y obediencia de los reyes de España Carlos I y su sucesor Felipe II, Mayordomo mayor de ambos y miembro de sus Consejos de Estado y Guerra. Se encargó del gobierno del ducado de Milán (1555-1556), del reino de Nápoles (1556-1558), de los Países Bajos (1567-1573) y del reino de Portugal (1580-1582). Representó a Felipe II en sus esponsales con Isabel de Valois, hija de Enrique II de Francia y con Ana de Austria, hija del Emperador del Sacro Imperio Romano Maximiliano II.

Considerado por los historiadores como el mejor general de su época y uno de los mejores de la historia, se distinguió especialmente en La Jornada de Túnez, y en batallas como Mühlberg, Jemmingen y Alcántara. Eternizó su memoria reprimiendo la rebelión de los Países Bajos, donde actuó con gran rigor castigando a los rebeldes, instituyendo el célebre Tribunal de los Tumultos y derrotando repetidamente a las tropas de Guillermo de Orange y Luis de Nassau en los primeros momentos de la Guerra de los Ochenta Años. Coronó su carrera ya anciano con la crisis sucesoria en Portugal de 1580, conquistando ese reino para Felipe II. Gracias a su genio militar España logró la unificación de todos los reinos de la península Ibérica y la consecuente ampliación de los territorios de ultramar.

Fue el más importante de los representantes de la familia de los Álvarez de Toledo o Casa de los Álvarez de Toledo.

Recibió una Rosa de Oro del papa Pablo III en premio a sus esfuerzos en favor del catolicismo. Fue camarada de armas, amigo y protector del poeta y soldado Garcilaso de la Vega, que dedicó parte de su Égloga II a ensalzar a la Casa de Alba y su Duque.

Su divisa en latín era Deo patrum notrorum, que en español significa Al Dios de nuetros padres.

Su figura constituye una de las más importantes de la leyenda negra española, que lo describe como un auténtico señor de la guerra, famoso e intrépido pero, al mismo tiempo, brutal, implacable y severo al extremo.

Aún así, Alba fue un líder indiscutible, duro, recio y respetuoso de sus hombres. Los discursos donde decía: "señores soldados" hacían de las delicias de los Tercios, sus tropas de élite. Acostumbraba expresar:

Siendo ya duque de Alba acudió en 1532 a la llamada del emperador Carlos V y marchó a Viena, acompañado de su amigo Garcilaso de la Vega, para defenderla del acoso otomano. No fue preciso entrar en combate, pues visto el formidable ejército imperial de más de 200.000 hombres, los turcos levantaron el asedio.

Donde sí tuvo ocasión de luchar fue en Túnez: a primeros de junio de 1535 embarcó en Cagliari con el contingente militar que mandaba el marqués del Vasto; el 14 de julio cayó la fortaleza de La Goleta y una semana después la propia ciudad de Túnez defendida por Barbarroja. En 1541 el emperador le nombró Mayordomo mayor y, por tanto, Jefe superior de su Casa.

En 1547 el emperador tuvo que enfrentarse a las fuerzas protestantes de la Liga de Esmalcalda; el duque de Alba estaba al mando de los Tercios españoles que intervinieron en la batalla de Mühlberg, a orillas del río Elba, con victoria de las armas imperiales contra el elector de Sajonia. La participación del Gran Duque en los consejos brindados a Carlos V y su mando de los Tercios españoles fueron fundamentales y terminaron por decidir la batalla.
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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Jue Ene 03, 2013 1:29 pm



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Batalla de Mühlberg

La batalla de Mühlberg tuvo lugar el 24 de abril de 1547 en esta localidad alemana entre las tropas de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico y las de la Liga de Esmalcalda, con el triunfo de las primeras.

La reforma luterana estaba creando una escisión no sólo religiosa, sino también política en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico. Los opositores al emperador Carlos V formaron la Liga de Esmalcalda y desafiaron la autoridad imperial. Carlos y su hermano el archiduque Fernando (futuro emperador) se unieron para combatir contra la Liga. Por razones no confesionales, sino estratégicas, contaron con el apoyo del protestante duque Mauricio de Sajonia. Las tropas de los Habsburgo estaban compuestas por 8.000 veteranos de los tercios españoles compuestas por el Tercio de Hungría, con 2.800 infantes a las órdenes del maestro de campo Álvaro de Sande; el Tercio de Lombardía, con 3.000 hombres gobernados por Rodrigo de Arce, y el Tercio de Nápoles, con poco más de dos mil soldados, dirigido por Alonso Vivas a las órdenes del duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, 16.000 lansquenetes alemanes, 10.000 italianos comandados por Octavio Farnesio y otros 5.000 belgas y flamencos capitaneados por el conde de Buren, Maximiliano de Egmont. En total, 44.000 soldados de infantería a los que hay que añadir otros 7.000 de caballería. La Liga contaba con una fuerza similar comandada por Juan Federico I Elector de Sajonia, y por Felipe el Magnánimo, el landgrave de Hesse.

Las tropas de la Liga estaban acampadas a orillas del río Elba, en las proximidades de la actual localidad de Mühlberg an der Elbe, hoy perteneciente al estado alemán de Brandeburgo y en aquella época al de Sajonia. Habían destruido los puentes que comunicaban con la otra orilla y se consideraban protegidas por el caudaloso río, cuya barrera les parecía infranqueable. Mas no era así; el ejército imperial averiguó el emplazamiento del enemigo y antes de la madrugada del 24 de abril de 1547, aprovechando la nocturnidad, la audacia de algunos arcabuceros españoles como Cristóbal de Mondragón, que cruzaron el río a nado, la eficacia de los pontoneros imperiales y el arrojo de los tercios españoles enardecidos por el emperador, se abalanzaron por sorpresa sobre el desprevenido ejército protestante que, en su intento de ponerse a salvo con la huida, fue aniquilado, mientras que sus jefes, Juan Federico y Felipe I de Hesse, eran apresados.

La Liga de Esmalcalda quedó disuelta, sus jefes encarcelados en el castillo de Halle, a Mauricio de Sajonia se le otorgó el cargo de elector, y Carlos V salió triunfante y reforzado en su poder imperial. Sin embargo, esta euforia no fue muy duradera ya que los príncipes alemanes se aliaron con Enrique II de Francia en el Tratado de Chambord, quien tomó las plazas imperiales de Metz, Toul y Verdún, al tiempo que los turcos tomaban Trípoli y Mauricio de Sajonia traicionaba la confianza de su Emperador Carlos y le atacaba en Innsbruck, pudiendo escapar por los nevados pasos de los Alpes para salvarse en Italia.

La huida de Innsbruck supone una humillación para el Emperador y además fracasa estrepitosamente al intentar recuperar Metz (1553). La solución definitiva se alcanzará en la Paz de Augsburgo de 1555 por la que cada príncipe podrá determinar la religión de su territorio (cuius regio, eius religio), y la posición del Emperador quedará irremediablemente debilitada en el interior del Imperio.
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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Vie Mar 22, 2013 12:43 pm


Cartera Guardia Civil

Fabricada en piel de vacuno
enpieldeubrique.com
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Batalla de Rocroi

La batalla de Rocroi o Rocroy aconteció el 19 de mayo de 1643 entre el ejército francés al mando del joven Luis II de Borbón-Condé, por aquel entonces Duque de Enghien y más tarde Príncipe de Condé, y el ejército español a las órdenes del portugués Francisco de Melo, Capitán General de los tercios de Flandes. El enfrentamiento, que comenzó antes de amanecer, duró cerca de seis horas y terminó con la victoria francesa.

El ejército francés inició su avance a las tres de la madrugada. Observando el deficiente despliegue imperial, Enghien concentró en su ala izquierda dos tercios de su caballería, con la que pensaba envolver el flanco enemigo. Las distintas fuentes y testimonios no se ponen de acuerdo en muchos de los números ni del trascurso de la contienda, ya sea por intereses propios o patrio. Pese a todo, se relata a continuación una reconstrucción aproximada de la batalla.

Fontaine había destacado 500 arcabuceros (otras fuentes hablan de 1.000) en un pequeño soto para cubrir el hueco existente entre la izquierda de su despliegue y el linde del bosque. Este contingente aguardó la primera carga francesa y le causó fuertes pérdidas cuando estuvo a tiro. Muy dañada la caballería francesa no pudo resistir el ataque lanzado por los jinetes de Alburquerque. Al mismo tiempo, en el otro extremo del campo, la caballería francesa era también rechazada por los españoles.

Las dos fuerzas de caballería hispana cabalgaron hacia la primera línea francesa y capturaron algunos cañones. Sin embargo Melo no lanzó a su infantería y se perdió quizá la oportunidad de obtener una rápida victoria.

Ante esta situación D'Enghien logró reorganizar la caballería, cargó contra las dos alas españolas y logró ponerlas en retirada; así mismo los arcabuceros ubicados en el soto se vieron rodeados por ambos lados y aniquilados. Enghien ordenó a Gassion rodear el soto por la derecha con la primera línea de caballería, y él mismo condujo la segunda línea por la izquierda. Apoyados por infantería, ambos embistieron a los jinetes de Alburquerque, que salieron a su encuentro, pero Fontaine ordenó que la infantería imperial mantuviera sus posiciones.

Por dos veces la caballería de Alburquerque logró ventaja sobre los franceses, y llegó incluso hasta la artillería enemiga, pero Gassion fue ganando su flanco con sus jinetes mercenarios croatas, y al fin los de Alburquerque retrocedieron en desorden. Los franceses fueron a chocar contra cinco escuadrones de infantería española que estaban a la vanguardia en ese flanco, y tuvo lugar un combate terriblemente encarnizado, en el que perdieron la vida el anciano Conde de Fontaine y dos comandantes de Tercio (Conde de Villalba y Antonio de Velandia).

Viendo el peligro en que se hallaba su ala izquierda, el propio Melo cabalgó hasta allí e intentó reagrupar a los jinetes en fuga. Varios cuerpos de caballería (Bonifaz, Borja, Toraldo, Orsini) se rehicieron y cargaron de nuevo, pero Enghien empeñó numerosa infantería en apoyo de Gassion, y finalmente toda la caballería de Alburquerque se dispersó. El ataque francés cayó ahora sobre los tercios valones y alemanes, que sin caballería de apoyo sufrieron pérdidas muy graves y se dislocaron; uno de sus comandantes, Von Rittberg, fue herido y capturado.

Enghien cabalgó hasta una altura próxima para ver los efectos de la artillería. El duque quedó horrorizado al ver cómo La Ferté desviaba su ala izquierda para evitar el barrizal y un pequeño lago, exponiendo sus flancos a la caballería de Isenburg. Este no dejó escapar tal oportunidad; dispersando a la débil caballería francesa de ese flanco, aplastó las columnas de La Ferté, quién recibió tres heridas y cayó prisionero. Los jinetes de Isenburg siguieron galopando, algunos hasta los bagajes franceses, pero la mayoría sobre la artillería enemiga, a la que tomaron por la espalda y capturaron. La Barre, teniente general de la artillería francesa, cayó muerto; L'Hôpital, con un cuerpo de infantería, consiguió recuperar algunos cañones pero volvió a perderlos y él mismo quedó herido. El resultado fue que mientras 24 piezas españolas disparaban sobre el centro francés, éste no podía replicar al fuego.

Si quería evitar un desastre completo, Enghien tenía que actuar con rapidez y decisión. Dejando a Gassion con un pequeño destacamento para que impidiera a Alburquerque rehacerse, tomó todo el resto de la caballería francesa y en un osado movimiento atravesó el centro del ejército de Francisco de Melo, separando a la veterana infantería española de los tercios italianos, alemanes y valones, y girando hasta lanzarse por la espalda contra la caballería de Isenburg, derrotándola.

Vencida la caballería, los tercios italianos (Ponti, Strozzi y Visconti) comenzaron a retirarse. Viendo la desbandada de gente, Melo tuvo la vaga esperanza de que Beck llegaría con sus refuerzos, y dio orden a los tercios españoles de resistir. Pero Beck, que llegó frente a Rocroi a las 8 de la mañana (otras fuentes dicen que fue a las nueve), al ser advertido por los fugitivos del desastroso giro de la batalla decidió detenerse y no acudir, si la llegada de los refuerzos se produjo a las nueve quizá era ya tarde para intervenir.

En medio de la confusión, el propio Melo estuvo a punto de ser capturado y buscó refugio en el tercio de Giovanni delli Ponti. Sufriendo una única carga, la infantería italiana abandonó el campo con pérdidas relativamente pequeñas. Entretanto, los infantes de los cinco tercios españoles que quedaban se agruparon formando un gran rectángulo. Rechazaron la aproximación de la infantería enemiga con un nutrido fuego de mosquetes. Las dos primeras cargas de la caballería francesa fueron un desastre, y Enghien salvó la vida por poco (recibió un balazo que abolló su coraza, y su caballo fue muerto bajo él). Al lanzarse en una tercera carga, la caballería francesa tuvo la agradable sorpresa de ver que ningún cañón español disparaba: habían agotado las municiones. Los tercios aún aguantaron otras tres cargas, como si se tratase de una fortaleza, pese a que la caballería había abierto varias brechas en su formación, pero al aproximarse la infantería francesa y abrir fuego algunos cañones que habían recuperado los franceses, la situación se hizo insostenible. El tercio mandado por Jorge de Castellví quedó deshecho, y los demás muy quebrantados; finalmente quedaron los tercios de Garcíez y Villalba, a los que se agregaron los supervivientes de los demás.
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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Sab Nov 02, 2013 3:26 pm


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Milagro de Empel

El llamado Milagro de Empel fue un suceso acaecido el 7 y 8 de diciembre de 1585, a raíz del cual la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios españoles y actual infantería española.

De acuerdo con la tradición, el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla (compuesta por unos cinco mil hombres) combatía durante la Guerra de los Ochenta Años en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueado por completo por la escuadra del almirante Holak. La situación era desesperada para los Tercios Españoles pues, además del estrechamiento del cerco había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas.

El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En ese crítico momento, de acuerdo con la tradición, un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción.

Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada:

Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día.

Según indica la citada tradición, un viento completamente inusual e intensamente frío se desató aquella noche helando las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.

Sin embargo, este patronazgo se consolidaría trescientos años después, luego de que la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima; el 12 de noviembre de 1892 a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, por real orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se:

Declara Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción.
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Re: Los Tercios Españoles

Notapor Juanete » Sab Jun 28, 2014 9:59 am


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Francisco IV Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera

Francisco Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera (Barcelona, 1619 - Madrid, 27 de marzo de 1676) fue un aristócrata, diplomático y militar español, titular de la Casa de Alburquerque, destacado por sus cargos de 22º Virrey de Nueva España y 45º Virrey de Sicilia, así como por su participación en la Guerra de los Treinta Años.

Sucedió a su padre en la Casa de Alburquerque cuando contaba diecisiete años, y un año más tarde comenzó su carrera militar participando en el Sitio de Fuenterrabía (1638) a las órdenes del marqués de Mortara. Tras varias campañas de servicio en Flandes como soldado de pica, fue ascendido a maestre de Campo y puesto al frente de un tercio español que llevó su nombre, con el que participó en las batallas de Châtelet (1642), Honnecourt (1642) y Rocroi (1643), por la que fue más reconocido.

Tras servir como general de la caballería de Cataluña (1645-1649) y obtener victoria en Villafranca del Panadés y Montblanch (1649), fue nombrado Virrey de Nueva España (1653-1660), donde finalizó las obras de la catedral de México, y de regreso a España fue capitán general de la Armada (1662-1664) y teniente general de la Mar (1664), y custodió a Margarita de Austria hasta Trento para su matrimonio con Leopoldo I de Habsburgo. Finalmente nombrado Virrey de Sicilia (1667-1670), terminó sus días como consejero de Estado y Guerra, y mayordomo mayor de Carlos II de España, falleciendo en el Palacio Real de Madrid el 27 de marzo de 1676 de un ataque al corazón.

Nació de paso en Barcelona, en el año 1619 cuando su padre ocupaba el virreinato de Cataluña, siendo originario de la villa segoviana de Cuéllar, donde la familia tenía su residencia, un imponente castillo-palacio. Fue hijo de Francisco III Fernández de la Cueva, VII duque de Alburquerque, Grande de España, IV marqués de Cuéllar, VII conde de Ledesma y de Huelma, miembro de los Consejos de Estado y Guerra, Virrey de Cataluña y de Sicilia, y presidente de los Consejos Supremos de Italia y de Aragón; y de su tercera mujer Ana Enríquez de Cabrera y Colonna, hija de Luis Enríquez de Cabrera y Mendoza, IV duque de Medina de Rioseco y IX Almirante de Castilla.

En 1635 fue nombrado caballero de la Orden de Santiago, en la que más tarde ocuparía los cargos de Trece y comendador militar de Guadalcanal. Fallecido su padre en 1637, sucedió en la Casa de Alburquerque, siendo VIII duque de Alburquerque, Grande de España, VI marqués de Cuéllar, VIII conde de Ledesma y de Huelma, señor de Mombeltrán, Pedro Bernardo, La Codosera, Lanzahíta, Mijares, Aldeadávila de la Ribera, San Esteban, Villarejo del Valle y Las Cuevas.

Comenzó su carrera militar a los dieciocho años, cuando Felipe IV de España le escribió solicitándole cuantas piezas pudiera enviar de la basta armería que se custodiaba en su castillo de Cuéllar, para armar a los soldados que combatirían en el Sitio de Fuenterrabía. Tras hablar con su tío Juan Alfonso Enríquez de Cabrera y Colonna, Almirante de Castilla, consiguió formar parte de las filas del ejército real que lucharía en la Guerra de los Treinta Años.

El ascenso a Maestre de Campo llegó en enero de 1641, y lo ocupó hasta 1643. Con este nombramiento accedió a un tercio español, aquellos que tantas victorias reportaron a la Corona española desde los tiempos del gran capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. El tercio que le fue confiado lo heredó de José de Saavedra, I vizconde y I marqués de Rivas de Saavedra, que había marchado a España para hacer valer sus servicios. Su tercio, como fue costumbre en otros, se bautizó con su título, y fue llamado Tercio de Alburquerque; el duque lo vistió a su costa. El tercio participó en las batallas de Chatelet, Honnecourt y Rocroi, la más significativa de todas.

Su actuación como general de la caballería de Cataluña desde 1645 le reportó las victorias de Villafranca del Penedés en 1649 y de Montblanc el 14 de noviembre del mismo año junto a Juan de Garay. Estas victorias consolidaron su ascenso que se producía el año siguiente, siendo nombrado General de las Galeras de España.

Fue enviado como embajador extraordinario a Viena, para acompañar a la Infanta Margarita de Austria, que iba a contraer matrimonio con su tío materno, el rey Leopoldo I de Habsburgo, enlace concertado cuando ella era una niña.

La embajada llegó a Génova el 20 de agosto de 1666, donde fue recibida de manera triunfal. La Infanta Margarita desembarcó de la mano del duque de Alburquerque mientras era asistida por la mujer de éste, que gozó del cargo de camarera mayor. La comitiva, compuesta por Grandes de España, capitanes, gobernadores y otros mandatarios políticos y religiosos, la completaban dos hermanos del duque de Alburquerque.

De Génova viajaron a Milán, donde la comitiva entró de incógnito. El 17 de septiembre, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de Felipe IV, la infanta, asistida y custodiada por el duque de Alburquerque visitó la catedral de la ciudad, donde se celebró una misa por el difunto rey. El 8 de octubre partió hacia Roveredo y dos días después llegó a Trento, donde el duque de Alburquerque entregó el 10 de octubre la infanta al duque de Dietrichstein y al cardenal Harrac, nombrados para ello por el emperador Fernando III de Habsburgo. Una vez hecha la entrega, el duque de Alburquerque se despidió de la infanta y se embarcó en el Puerto del Final, en las galeras de Sicilia.
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