¿Quieres ser Policía Nacional? |
![]() Prepárate con los mejores |
joyfepolferes.es |
La rotonda de salida del pueblo hacia Villamanrique y Pilas estaba tomada por un grupo de personas que corrían sin razón aparente. En medio, advirtieron a un muchacho joven, «de veintipocos años», que se dirigió a ellos con un bebé en brazos. Quería entregárselo. Sólo atinaba a decir que su niña se moría. Habían intentado llevarla a un centro sanitario, pero, en el camino, la niña dejó de respirar. Ahí había comenzado el desconcierto: mientras la impotencia impedía reaccionar a la madre del bebé, su padre sólo atinó a tirarse del coche para pedir auxilio.
Cuando Eva cogió a la pequeña en sus brazos, el cuerpecito de Susana estaba inerte. Vestía unos simples pañales y una camiseta blanca que contrastaba con el azul que se había agolpado en su diminuto rostro y, sobre todo, en sus labios, sellados por el desvanecimiento. A los 27 días de vida, Susana ya mostraba los signos descorazonadores de una cianosis que antecede a la muerte por asfixia.
● Camino del hospital
Nos vamos». La voz del cabo Suárez tronó en medio del desconcierto. Fue tan tajante como serena; hacía justicia a su carácter. Antes de subir al todoterreno oficial, Eva pidió al padre de Susana que los acompañara. «Como madre, sé lo duro que es separar a un padre de su hija en un momento así. De manera que no quería que se rompiera esa unión entre ellos; quería que, en cada momento, él sintiera a su hija».
Con el cabo al volante, la guardia Eva en el asiento del copiloto y Susana atrás en brazos de su padre y con la compañía de una abuela tan nerviosa como angustiada, el todoterreno arrancó a toda velocidad camino de un hospital.
La pregunta era: ¿hacia qué hospital?. Con la colaboración del centro de comunicaciones de la Comandancia de Sevilla, la decisión fue clara: San Juan de Dios.
Hacia allá arrancó el coche, que se iba abriendo paso kilómetro a kilómetro. Todos los medios de señalización eran pocos: la sirena y los «pirulo» echaban chispas, mientras el cabo avanzaba camino de Bormujos.
«Sólo le faltaba la capa y el pantaloncillo rojo sobre el uniforme; no era el cabo Suárez, era Supermán a toda velocidad, tanto que llegamos al hospital antes que el helicóptero que habían movilizado para atender la emergencia», confiesa Eva, recordando la escena que le ha causado mayor impresión en sus trece años de guardia civil.
● Golpes de vida
Trece años que estuvieron precedidos de unas prácticas como auxiliar de clínica en el Hospital Virgen del Rocío; una experiencia que se convirtió en un verdadero regalo de Nochebuena para la familia de Susana. «Sabía que a un bebé de veintisiete días no se le puede dar un masaje cardiaco, sino que había que estimularlo de otra manera, así que me volví y le dije al padre que fuese dándole pequeños golpecitos en la espalda y en el pecho. Él me había dicho que la niña tenía bronquitis, así que supuse que se había asfixiado con su propia mucosidad».
Confiando plenamente en los consejos de aquella madre vestida de verde que veía en Susana a su propio hijo, el padre sostuvo como pudo la cabeza de su hija «que iba de un lado a otro» y comenzó a darle palmadas suaves, una incruenta «paliza» que «a Susana no se le va a olvidar, pero a nosotros, seguro que tampoco».
«Cuando Susanita dio el primer grito, no nos lo creíamos. No contábamos con ella y allí estaba, llorando a pleno pulmón. Nunca nos hemos alegrado más de oír llorar a un niño; lo normal es que nadie quiera escuchar un llanto, pero aquel día, lo que todos deseábamos era escuchar un berrido. Y lo escuchamos. Fue inolvidable cuando pudimos gritar: ¡Ya está, ha reaccionado!».
Susana había vuelto a respirar en pleno camino al hospital. Pero aún quedaba mucho trayecto por recorrer.
Eva no se explica aún cómo Suárez y ella pudieron mantener la cabeza fría ante aquella dramática situación. «Lo que no pensaba el uno, lo pensaba el otro, y pudimos hacer que la niña reaccionara. Susanita nos regaló su llanto; ése fue también el regalo de Papa Noel, nuestro mejor regalo, el mejor que nunca he tenido. Algo inolvidable».
Con la ayuda del centro operativo de la Comandancia, cuando el todoterreno llegó al hospital ya todo estaba preparado para atender a la pequeña. Los médicos la esperaban en la puerta y rápidamente la llevaron hasta la Unidad de Cuidados Intensivos, donde se recupera.
Ayer mismo, Eva estaba deseando terminar el servicio para desplazarse hasta el Hospital de San Juan de Dios y ver nuevamente a Susanita, como le gusta llamarla.
En el recuerdo queda la mala experiencia de aquella víspera de Navidad, pero también la satisfacción de haber logrado salvarle la vida a un bebé que no habría sobrevivido de no ser por aquella pareja de la Guardia Civil que salió a su paso y cumplió con creces su benemérita labor humanitaria.
http://sevilla.abc.es