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Amaia despidió a primera hora de aquel fatídico miércoles a sus dos hijas, de 7 y 9 años, a la puerta de su casa, en el caserío 'Añadi', junto a la carretera de Zarautz a Meagas. En torno a las 8.45 horas, las dos pequeñas subieron al autocar que a diario pasa por el lugar y las trasladó hasta Orokieta Herri Eskola, donde las niñas están escolarizadas.
Amaia permaneció hasta media mañana en la vivienda, donde se ocupó de los quehaceres habituales. Poco antes de las 11.00 horas salió de casa, montó en su coche, un Renault Megane que la familia había adquirido recientemente, y se desplazó a Zarautz. Lo hacía prácticamente todos los días. La víctima estacionó el vehículo en un párking situado frente al supermercado 'Día'. Se trata de un área de estacionamiento limitado. Seguidamente, realizó algunos recados y poco antes de las 11.30 saludó a un buen amigo en la plaza del Ayuntamiento.
Según testigos consultados por este periódico, Amaia Azkue se dirigió a continuación a la cafetería 'Errota', situada en la calle Gipuzkoa, a escasos metros de la sede de la Guardia Municipal. «Creo que llegó con dos bolsas de plástico. Calculo que serían las 11.30 pasadas. Estuvo con su amiga y la madre de ésta hasta las 12.00 aproximadamente», señalan desde el citado establecimiento.
Tras abandonar la cafetería, la víctima se despidió de su amiga, bajó las escaleras que conducen a la plaza de la estación de EuskoTren y se dirigió a la frutería 'Geltoki', en la calle Zigordia. Allí compró «dos manzanas y dos peras», aseguran desde la tienda. Seguidamente, caminó unos treinta metros por la misma acera de Zigordia kalea y entró en la zapatería Irureta, donde adquirió unas zapatillas de casa para su hija mayor.
Con las compras en la mano, Amaia Azkue regresó al punto donde había estacionado su coche. Se subió a él y puso rumbo a la zona donde se encuentra el supermercado de Eroski, en Araba kalea. Allí, fuentes consultadas aseguran que compró un marco para un cuadro y una bombilla en una tienda de electricidad. A continuación, volvió al coche. Eran ya las 13.00 horas aproximadamente. Amaia se disponía a regresar a casa, a comer.
Es en este punto donde se pierde la pista de Amaia. Se cree que en esta zona fue abordada por el presunto asesino. Presumiblemente, el agresor la habría intimidado con la pistola de balines que posteriormente fue hallada en el embalse, a poca distancia del lugar en el que fue hallado el cadáver.
Todo induce a creer que el agresor condujo a la mujer hasta un lugar apartado y desde allí a las inmediaciones de la presa de Ibai-Eder.
El asalto y el posterior asesinato de Amaia se ejecutaron en un corto espacio de tiempo. Así parecen confirmar los testimonios de vecinos de Azpeitia. Alguno de ellos vio, entre las 14.00 y 14.30 horas, en Aratz-Erreka, un barrio distante cuatro kilómetros de Urrestilla, al presunto autor deshaciéndose de algunos objetos del interior del coche de la víctima y posteriormente lavándose las manos en la pila de la ermita existente en el lugar. Otro vecino manifestó que previamente, minutos antes de las 14.00, se cruzó con un vehículo de las características del de Amaia Azkue, que circulaba a gran velocidad por la carretera que conduce a Aratz-Erreka.
Se cree que para entonces, el asesino ya había cometido el delito y Amaia Azkue yacía sin vida en el pantano. La fallecida permanecía atada de pies y manos y presentaba fuertes golpes en la cabeza. Tenía el cráneo fracturado.
Las personas que hallaron los primeros indicios de que se había cometido un crimen fueron dos mujeres de Azpeitia que paseaban por la carretera que rodea Ibai-Eder. Éstas apreciaron sobre las 15.15 horas manchas de sangre muy recientes en el camino de acceso existente entre la carretera por la que caminaban y la superficie del embalse. Creyeron que era sangre de algún animal y continuaron su paseo. No fue hasta las 17.00 horas cuando comunicaron el hecho a otros familiares. Fueron precisamente éstos últimos quienes acudieron al lugar y, junto con otro vecino, descubrieron el cadáver de la mujer. Se encontraba en el agua, de la que asomaba la cabeza. Eran las 17.20 horas.
Por el momento no ha trascendido a la opinión pública dónde se perpetró la agresión: si en el interior del coche o en el exterior; cerca del lugar donde fue hallado el cuerpo o en un lugar alejado, desde el que el cadáver pudo ser transportado en el Megane. Asimismo, tampoco se ha revelado si cuando se llevó a cabo la brutal agresión, la víctima estaba ya inmovilizada o fue posteriormente maniatada.
Tras la comisión del crimen y después de su paso por Aratz-Erreka, el autor se dirigió con el coche de la fallecida a las inmediaciones del santuario de Loiola y lo abandonó frente a la antigua estación del ferrocarril. El automóvil permanecía manchado de barro y con hierbas que colgaban de los bajos. Un transportista de la zona asegura que el coche estaba aparcado, al menos, desde las 15.00 horas del mismo día de los hechos. La presencia del automóvil no fue descubierta hasta que transcurrieron 48 horas.
Se sospecha que, desde Loiola, el autor fue caminando hasta el núcleo urbano de Azpeitia, donde a las 15.30 extrajo 300 euros de un cajero automático con la tarjeta de crédito de la víctima. Dos días después, el viernes día 18, intentó sacar dinero de nuevo, esta vez en otro expendedor de billetes de la Kutxa de la calle Mayor de Zarautz. Esta vez, sin embargo, no consiguió su objetivo.
Es precisamente el conocimiento que la Policía tiene de estas operaciones en los cajeros las que le llevaron a orientar la investigación hacia un robo. A la vista de las averiguaciones, el autor de delito habría amenazado y agredido a la víctima para obtener la clave secreta de la tarjeta de crédito. Respecto al autor no ha trascendido absolutamente nada. No obstante, la Unidad de Investigación Criminal de la Ertzaintza dispone de evidencias obtenidas en la autopsia que se practicó al cadáver así como en el interior del coche.
La alarma por la desaparición de Amaia Azkue saltó el mismo miércoles por la tarde cuando no acudió a buscar a sus hijas. Una amiga con la que tomaba café todas las tardes llamó a su marido y éste se puso en contacto con la otra amiga con la que su mujer había estado por la mañana. Ante la falta de noticias, el esposo se personó en la comisaría de la Ertzaintza de Zarautz y denunció el caso. La familia no supo de la muerte de Amaia hasta la mañana siguiente.
http://www.diariovasco.com/v/20110327/a ... 10327.html
Es raro que después de una semana y con la cantidad de pistas que hay no se haya dado con el paradero de este tío, ¿no?
saludos