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Tercera Cruzada(1189-1192), también conocida como la Cruzada de los Reyes, fue un intento de los líderes europeos para reconquistar la Tierra Santa de manos de Salah ad-Din Yusuf ibn Ayyub. Fue un éxito parcial, pero no llegó a su objetivo—la última conquista de Jerusalén.
Tras el fracaso de la Segunda Cruzada, la dinastía Zengid controló una Siria unida y comprometida en un conflicto con los gobernantes fatimíes de Egipto, que finalmente dio lugar a la unificación de las fuerzas egipcias y sirias, bajo el mando de Saladino, que los empleó para reducir la presencia cristiana en Tierra Santa para recuperar Jerusalén en 1187. Estimulado por el celo religioso, Enrique II de Inglaterra y Felipe II de Francia pusieron fin a su conflicto para llevar una nueva cruzada—aunque la muerte de Enrique en 1189 dejó a los ingleses bajo el mando de Ricardo Corazón de León en su lugar. El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico Barbarroja respondió a la llamada a las armas, y dirigió un ejército masivo a través de Anatolia, pero se ahogó antes de llegar a la Tierra Santa. Muchos de sus soldados desanimados volvieron a sus casas.
Después de expulsar a los musulmanes de Acre, el sucesor de Federico, Leopoldo V "el Virtuoso" y Felipe salieron de Tierra Santa, en agosto de 1191. Saladino no pudo derrotar a Ricardo en ningún enfrentamiento militar, que aseguró varias ciudades costeras más importantes. Sin embargo, el 2 de septiembre de 1192, Ricardo firmó un tratado con Saladino por el cual Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero también se permitiría a los peregrinos cristianos visitar la ciudad. Ricardo salió de Tierra Santa el 9 de octubre. Los éxitos de la Tercera Cruzada permitiría a los cruzados mantener un reino considerable con su sede en Chipre y la costa de Siria. Sin embargo, su incapacidad para recuperar Jerusalén daría lugar a la petición de una Cuarta Cruzada seis años más tarde.
Tras el fracaso de la Segunda Cruzada, Nur ad-Din se hizo con el control de Damasco y unificó Siria. Con la finalidad de extender su poder, Nur ad-Din puso los ojos en la dinastía fatimí de Egipto. En 1163, su general de más confianza, Shirkuh, emprendió una expedición militar hacia el Nilo. Acompañaba al general su joven sobrino, Saladino.
Cuando las tropas de Shirkuh acamparon frente a El Cairo, el sultán de Egipto, Shawar pidió ayuda al rey Amalarico I de Jerusalén. En respuesta, Amalarico envió un ejército a Egipto y atacó las tropas de Shirkuh en Bilbeis, en 1164.
En un intento de apartar de Egipto la atención de los cruzados, Nur ad-Din atacó Antioquía, lo que tuvo como resultado una masacre de soldados cristianos y la captura de varios dirigentes cruzados, entre ellos Reinaldo de Châtillon, príncipe de Antioquía. Nur ad-Din envió las cabelleras de los defensores cristianos a Egipto para que Shirkuh las expusiera en Bilbeis a la vista de los hombres de Amalarico. Esto hizo que tanto Amalarico como Shirkuh sacasen sus tropas de Egipto.
En 1167, Nur ad-Din envió de nuevo a Shirkuh a conquistar a los fatimíes. Shawar optó de nuevo por pedir ayuda a Amalarico para defender su territorio. Las fuerzas combinadas de egipcios y cristianos persiguieron a Shirkuh hasta que se retiró a Alejandría.
Shawar fue ejecutado por sus traicioneras alianzas con los cristianos y fue sucedido por Shirkuh como visir de Egipto. En 1169, Shirkuh murió inesperadamente tras sólo unas semanas en el poder. El sucesor de Shirkuh fue su sobrino, Salah ad-Din Yusuf, más conocido como Saladino. Nur ad-Din murió en 1174, dejando el nuevo imperio a su hijo de once años, As-Salih. Se decidió que el único hombre capaz de conducir la yihad contra los cruzados era Saladino, que se convirtió en sultán tanto de Egipto como de Siria, y fundó la dinastía ayyubí.
Amalarico murió también en 1174, y fue sucedido como rey de Jerusalén por su hijo de trece años, Balduino IV, quien firmó un acuerdo con Saladino para permitir el libre comercio entre los territorios musulmanes y cristianos.
En 1176, Reinaldo de Châtillon fue liberado de su prisión, y comenzó a atacar caravanas por toda la región. Extendió su piratería hasta el Mar Rojo, enviando sus galeras no sólo a abordar barcos, sino incluso a asaltar la misma ciudad de La Meca. Sus actos irritaron profundamente a los musulmanes, convirtiendo a Reinaldo en el hombre más odiado del Oriente Próximo.
Balduino IV murió en 1185, y la corona pasó a su sobrino de cinco años, Balduino V, con Raimundo III de Trípoli como regente. Al año siguiente, Balduino falleció repentinamente, y la princesa Sibila, hermana de Balduino IV y madre de Balduino V, se hizo coronar reina, y a su marido, Guy de Lusignan, rey.
Por entonces, Reinaldo, una vez más, atacó una rica caravana, y encerró en su prisión a los viajeros. Saladino exigió que los prisioneros fuesen liberados. El recientemente coronado rey Guy ordenó a Reinaldo que cumpliese las demandas de Saladino, pero Reinaldo rehusó obedecer las órdenes del rey.