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CUELGO ESTE TEXTO TAL Y COMO ME HA LLEGADO POR E-MAIL, CREO QUE MERECE LA PENA LEERLOARTICULO PUBLICADO EN " DIARIO DE SEVILLA.ES" POR D. CARLOS COLÓN PERALES, PERIODISTA, Y PROFESOR DE PERIODISMO EN LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA
"SEGURATAS"........
EL 25 de noviembre el vigilante de seguridad de 32 años José Antonio Jiménez Ceferino, que cumplía su trabajo en la planta fotovoltaica de Marchena, cayó en coma tras recibir una brutal paliza durante un atraco atribuido por la Policía a una banda de delincuentes de Europa del Este.
Tras permanecer dos meses en coma en el Hospital Virgen del Rocío falleció y fue enterrado el pasado miércoles en el cementerio de Camas. El precio de su vida fueron unos cables de cobre. Poca cosa.
Pero es que todos nosotros somos poca cosa, más bien nada, para estos delincuentes que exhiben una brutal crueldad y tienen un desprecio por la vida humana infrecuente entre nosotros. Como recordaba ayer Fernando Pérez Ávila, sus agresores le provocaron fracturas de cúbito y de radio, fractura de la órbita ocular y traumatismo craneoencefálico. Su salvajismo llegó al extremo de clavarle un punzón en el ojo; su crueldad, al de dejarlo abandonado y esposado hasta que fue encontrado a la mañana siguiente.
La fotografía de Juan Carlos Muñoz que completaba nuestra información daba noticia de lo que únicamente el periodismo gráfico puede mostrar: el dolor de sus familiares.
Dos meses después los brutales asesinos campan a sus anchas. CCOO ha acusado a la Subdelegación del Gobierno de no facilitar armas de fuego a los vigilantes y el representante del Sindicato de Trabajadores de Seguridad ha llamado la atención sobre "la inseguridad de la seguridad" que afecta a este sector que, además de su desprotección y duras condiciones de trabajo, arrastra una injusta mala imagen pública.
Esta paradoja de la inseguridad de la seguridad resume acertadamente la situación de unos profesionales a los que la creciente inseguridad pública sitúa en las más conflictivas fronteras sociales sin dotarles de medios de defensa.
Y a los que la hipocresía de aquellos cuyos bienes o seguridad protegen desprecia como seguratas. ¿Por qué lo hacen, entonces? ¿Por qué asumen esta profesión de alto riesgo, escasa retribución y poco reconocimiento? Porque son, en su inmensa mayoría, personas honradas que han escogido el trabajo, por duro que sea y poco reconocimiento que tenga, en vez de vivir a costa de sus familiares o delinquir.
Sus excesos, cuando algunos los cometen, son ampliamente difundidos. Su arriesgado y duro trabajo diario, por el contrario, es poco agradecido.
Y sus muertes en acto de servicio pasan más o menos desapercibidas y son inmediatamente olvidadas, como si les fuera en el (escaso) sueldo ser golpeados hasta morir por cobardes y canallas que se aprovechan de que están desarmados.
Una noticia más sobre el compañeroSEVILLA, 8 Feb. (EUROPA PRESS) - Unos cien trabajadores del sector de la seguridad privada celebraron hoy una concentración en la Plaza de España en memoria del vigilante de seguridad de 32 años fallecido como consecuencia de la brutal paliza recibida a manos de personas aún por identificar cuando a finales del mes de noviembre prestaba servicio en la planta fotovoltaica de Marchena (Sevilla).
La convocatoria ha partido del Sindicato de Trabajadores de Seguridad (STS), el Sindicato Profesional de Vigilantes (SPV) y USO y ha contado con la participación de un centenar de profesionales del sector, quienes con 600 velas han formado una cruz luminosa en la Plaza de España en recuerdo de este vigilante de seguridad fallecido víctima de un asalto a las instalaciones que protegía.
Este hombre, vecino de Camas, vigilaba en solitario las instalaciones por encargo de 'Seguridad Uniformada SL' cuando fue sorprendido por una o varias personas que asaltaron la planta fotovoltaica. Dado que sólo disponía de una defensa para custodiar las instalaciones, el vigilante de seguridad fue superado por los asaltantes y fue víctima de una brutal agresión que le condujo a un estado de coma. Fue hallado esposado con sus propios grilletes y rápidamente evacuado a un hospital en el que falleció el 19 de enero.
El portavoz del STS en Andalucía, Antonio Fernández Acacio, dijo al respecto a Europa Press que este trabajador no disponía de un arma de fuego pese a que custodiaba unas instalaciones de relevancia, lo que le llevó a advertir de que la "negligencia" de la empresa es uno de los factores que ha intervenido en su muerte. "Según la Ley de Seguridad Privada, se tiene que portar un arma y deben ser dos compañeros en lugar de uno", dijo en cuanto a la naturaleza del servicio que estaba prestando la víctima. Así, recordó que los gobiernos civiles, asimismo, pueden obligar a prestar servicio con armas, según la localización, la concentración de riesgo, la peligrosidad, la nocturnidad y el valor del objeto a proteger, porque los vigilantes de seguridad "necesitamos de nuestra propia protección para dar seguridad a otros". Por eso, considero "ridículo" que en muchas ocasiones, los vigilantes afronten servicios de riesgo armados sólo "con una defensa".