Guerra Civil Española

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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor fegacarb » Vie Dic 02, 2011 7:36 pm


Gc Edicion 175 Aniversario

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Juanete escribió:Toavía queda muchísimo que contar, poner fotografías y otras cosas.


No habia visto èsta seccion de la propaganda.La verdad es que es fantastica.No habia visto varios de los carteles, entre ellos el que "invita" a alistarse a la Legion.Artesania propagandistica pura.
:okguay:
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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Sab Dic 03, 2011 4:50 pm



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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Sab Dic 03, 2011 4:53 pm


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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Sab Dic 03, 2011 4:57 pm


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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Sab Dic 03, 2011 5:01 pm


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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Vie Dic 30, 2011 2:29 pm


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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Vie Dic 30, 2011 2:32 pm



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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Sab Ene 14, 2012 2:42 pm



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Batalla del Jarama

La Batalla del Jarama se desarrolló entre el 6 y el 27 de febrero de 1937 dentro de la Guerra Civil Española.

La ofensiva la inició el ejército sublevado con la intención de cortar las comunicaciones de Madrid. Para algunos historiadores, esta ofensiva entra dentro de la Batalla de Madrid. El diseño de la operación inicial era una acción de gran envergadura por el este de Madrid, que incluía la toma de Arganda del Rey, cortando las comunicaciones hacia Valencia y subir hasta Alcalá de Henares para alcanzar la carretera de Barcelona. La batalla toma el nombre de las primeras operaciones con la conquista en poco más de cuatro días de la zona del río Jarama. Las unidades republicanas, dispersas en el inicio de la ofensiva, se agruparon al mando del general José Miaja el 15 de febrero, conformando en total cuatro Divisiones o Agrupaciones que consiguen evitar el avance hacia Arganda. El ejército republicano contó entre los combatientes con las Brigadas Internacionales, en concreto las brigadas XI, XII, XIV y XV, que combatieron entre el Jarama y Morata de Tajuña.

La defensa republicana no sólo retrasó los planes nacionales de cercar Madrid, sino que hizo lo mismo con el final de la guerra

Las fuerzas sublevadas estaban integradas en la llamada División Reforzada de Madrid (al mando de Luis Orgaz Yoldi). Dentro de la cual estaban presentes las brigadas I (Ricardo Rada Peral), II (Eduardo Sáenz de Buruaga), III (Fernando Barrón Ortíz), IV (Carlos Asensio Cabanillas) y V. En ellas estaban integradas unidades de la Legión, Regulares, Unidades Panzer I (en número de 55 carros), además de infantería, artillería (obuses de 155 mm), artillería antiaérea, unidades antitanque y zapadores. Cabe destacar la presencia de una Bandera de la Legión compuesta por voluntarios irlandeses mandados por Eon O´Duffy y que combatieron en la línea del frente entre Ciempozuelos y Titulcia. Su actuación fue tan rocambolesca como ineficaz. Tras los combates iniciales, las continuas bajas sufridas por las tropas moras ocasionaron serios problemas, al no contarse, puntualmente, con suficientes voluntarios marroquies en esos momentos.

La fuerza aérea estaba compuesta por bombarderos Junkers-52/3m y los cazas Fiat CR.32 «Chirri» pilotados por españoles e italianos. Recibieron inicialmente serios reveses, debido a las peores prestaciones aéreas de los cazas italianos. Sin embargo la adopción de nuevas tácticas y el reemplazo por tripulaciones más combativas, principalmente españolas, lograron inclinar el dominio del aire al lado nacional. El Alto Mando de toda la operación estaba compuesto por los generales José Enrique Varela, Luis Orgaz Yoldi y Ricardo Rada Peral.

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Por el bando republicano estaban presentes las Brigadas Mixtas 17ª, 18ª, 19ª, 23ª, 24ª, 45ª, 48ª y las Internacionales XI, XII y XV formaban todas ellas tres agrupaciones de combate de infantería y unos 30 carros, una Agrupación de reserva y una Agrupación de artillería. Al mando estaban los coroneles Eliseo Chorda, Ricardo Burillo Stholle, Álvarez-Coque y el teniente coronel Fernando Casado Veiga.

La fuerza aérea estaba compuesta por Polikarpov I-15 «Chato», Polikarpov I-16 «Mosca», Polikarpov RZ «Natacha» y Tupolev SB-2 «Katiuska».

El Alto Mando republicano lo componían los generales Sebastián Pozas Perea, José Miaja y el Comandante Enrique Líster. Las rivalidades entre Pozas Perea y Miaja afectaron negativamente en el inicio de la batalla a las fuerzas republicanas, girando favorablemente la situación al recibir el mando Miaja, el cual era renuente a aportar las fuerzas que Pozas necesitaba. Por otro lado, las diferencias de criterio entre los asesores militares rusos y los mandos republicanos españoles ocasionaron situaciones críticas en el desarrollo de las operaciones, dándose además problemas de coordinación en el apoyo de la aviación y carros a la infantería.

Los republicanos también sufrieron situaciones de escasez y abastecimiento erróneo de municiones en momentos cruciales debido a la falta de planificación. Una sección de ametralladoras del Batallón inglés de las Brigadas Internacionales no pudo usar sus máquinas por recibir cintas de munición de otro calibre, debiendo combatir cons sus fusiles hasta la aniquilación, en la llamada "Colina del Suicidio".

El 6 de febrero, la División Reforzada de Madrid con unos 19.000 hombres de infantería y dos batallones con ametralladoras pesadas y de carros de combate alemanes, integrados en el Batallón de Carros de Combate y no en la Legión Cóndor, pues esta aún tardaría en incorporarse al conflicto, avanzó hacia Ciempozuelos hasta enfrentarse en los primeros días con algunas brigadas republicanas de no más de 3.000 hombres que, en total, sufrieron bajas estimadas en 1.800 en las primeras 48 horas. Al otro lado del río Jarama, la orografía permitía una defensa fácil al ejército republicano, ya que desde los riscos se dominaba todo el valle del Jarama.

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El mando republicano había acumulado fuerzas en la zona, pues tenía planeado realizar una ofensiva. Pero el ataque de los nacionales se les adelantó. Al no conocer bien las intenciones del enemigo, dividió sus fuerzas entre la línea del Manzanares y la de Jarama. Las Brigadas Internacionales todavía no estaban preparadas, sobre todo la XV, pero se les envió al frente el 7 de febrero. Algunas, como la XI, no llegaron al frente hasta el día 12. Además, aún no habían decidido quién debería ostentar el mando de la agrupación, a lo cual Lister atribuyó el retraso.

El día 11 las fuerzas nacionalistas llegaron con rapidez al lado derecho de la carretera de Morata de Tajuña. Al día siguiente, ya sin la superioridad aérea, que se había visto sorprendida por unos cuarenta cazas rusos, otras unidades nacionalistas tomaron los puentes de Pindoque y San Martin de la Vega sobre el Jarama mediante sendos golpes de mano, que los republicanos conservaban intactos para relizar su frustrada ofensiva. Ambos tenían colocadas cargas de demolición, pero fueron desconectadas o fallaron, produciendose algún daño que no impidió el empleo de los puentes por los nacionales.

No pudiendo ocupar el puente de Arganda por la resistencia del batallón Garibaldi, las unidades nacionalistas trataron de ocupar la meseta de Morata para dirigirse a Arganda, siguiendo el curso de la carretera de San Martín de la Vega A Morata. En una operación planeada por el general ruso Paulov, tres brigadas republicanas, junto con las Brigadas Internacionales XI y XV, frenaron el avance por la meseta. Los intentos de cruzar la zona continuaron hasta el día 15. Las tropas republicanas organizaron una contraofensiva el día 17, tratando de hacer retroceder al ejército nacionalista. Los combates duraron hasta el 27 de febrero, sin que el frente apenas se moviera, destacándose los duros combates por la cota llamada "El Pingarrón" que cambió varias veces de manos y que acabó en poder de los nacionales.

Tras la batalla ambos bandos hicieron obras de fortificación y se realizaron algunas operaciones secundarias e irrelevantes. Los republicanos crearon posiciones defensivas tras el río Tajuña, para resistir una posible futura ruptura del frente, si se volviera a repetir una ofensiva nacional.

El bando sublevado conservó el terreno que conquistó al otro lado del río, fortificando las posiciones y permaneciendo durante toda la contienda.

El bando republicano, aunque cedió terreno, detuvo la maniobra envolvente del enemigo, pero, al igual que en la Ciudad Universitaria, se vió obligada a dejar una considerable fuerza para defender la zona durante toda la guerra, en detrimento de otros frentes.

La carretera de Madrid-Valencia no logró ser tomada por los nacionales, pero quedó a tiro de artillería y ametralladora, siendo frecuentemente batida a la altura de Rivas, por lo que hubo que desviar el tráfico.

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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Jue Ene 19, 2012 12:46 pm


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Asedio del Alcázar de Toledo

El Asedio del Alcázar fue una batalla altamente simbólica que ocurrió en los comienzos de la Guerra Civil Española. En ella se enfrentaron milicianos gubernamentales del Frente Popular y militares sublevados contra la República, en favor del bando nacional en Toledo. Éstos últimos se refugiaron en el Alcázar de Toledo, entonces Academia de Infantería, Caballería e Intendencia, acompañados de sus familias. Las fuerzas republicanas empezaron el asedio sobre el fortín de los sublevados el 21 de julio de 1936 y no lo levantarían hasta el 27 de septiembre, tras la llegada del Ejército de África al mando del general José Enrique Varela, haciendo Franco su entrada en la ciudad al día siguiente.

El general Emilio Mola Vidal fue el director del golpe. El 17 de julio de 1936, Francisco Franco no proclamó ninguna sublevación militar de las fuerzas españolas en Marruecos, Franco se adhirió. En consecuencia, el 18 de julio el gobernador militar de la provincia de Toledo, el coronel José Moscardó, se puso al mando de la Guardia Civil de dicha provincia.

Durante el 19 y el 20 de julio, el Ministerio de Guerra del Gobierno republicano hizo varios intentos para obtener munición en la Fábrica de Armas de Toledo. Cada vez que era requerida la munición, el coronel Moscardó rehusaba entregarla, por lo que fue amenazado con que fuerzas provenientes de Madrid serían enviadas contra él.

Fuerzas republicanas

Las fuerzas republicanas asentadas en Toledo consistían aproximadamente en 8.000 milicianos de la CNT-FAI y la UGT, además de Guardias de Asalto. Tenían varias piezas de artillería, unos pocos vehículos blindados y 2 ó 3 tanquetas. Las Fuerzas Aéreas de la República realizaron tareas de reconocimiento, apoyados por la artillería y bombardearon el Alcázar en 35 ocasiones.

Fuerzas sublevadas

Los defensores del Alcázar eran 800 hombres de la Guardia Civil, 8 cadetes de la Academia de Infantería, 1 de la de Artillería y 110 civiles. Las armas de las que disponían eran según el relato de Moscardó:

Se contaba con el armamento de la Guardia Civil, Academia, Escuela de Gimnasia y Guardias de Asalto y Seguridad;
800.000 cartuchos de fusil y ametralladora (procedentes de las Fábricas de Armas);

  • 1.200 fusiles Mauser y mosquetones;
  • 200 petardos pequeños de trilita;
  • 50 granadas rompedoras de 7 cm;
  • 50 granadas de mortero Valero de 51 cm;
  • 50 disparos de rompedora;
  • 13 ametralladoras Hotckiss de 7 mm;
  • 13 fusiles ametralladores, de la misma marca y calibre, todo en uso por los alumnos en sus prácticas;
  • 4 cajas de granadas de mano Laffite —ofensivas, 200—;
  • 2 piezas de montaña de 7 cm;
  • 1 explosivo eléctrico;
  • 1 mortero de 50 mm;
  • 1 caja de granadas de mano —incendiarias, 25—. Pero los oficiales y la Guardia Civil habían logrado traer munición abundante.

Aproximadamente 670 civiles (500 mujeres y 50 niños) vivieron en el Alcázar durante el asedio. Muchos de éstos eran familiares de los miembros de la Guardia Civil mientras que otros se habían refugiado allí desde diversas partes de la ciudad para salvar sus vidas de los milicianos anarquistas y socialistas. Las mujeres no participaron en la defensa del Alcázar, por su seguridad no se les permitía ni siquiera cocinar o curar a enfermos y heridos. Sin embargo, su presencia en el Alcázar elevó el valor de los hombres para continuar en la defensa. Los civiles que se encontraban dentro del Alcázar estuvieron a salvo de los ataques de las tropas gubernamentales, excepción hecha de los rehenes que los sitiados tomaron en sus salidas del Alcázar y que no salvaron la vida. Las cinco muertes de civiles afines a los sublevados que hubo fueron por causas naturales. Hubo dos nacimientos durante el sitio.

El Alcázar de Toledo se convirtió en la residencia temporal de la Monarquía Hispánica después de la reconquista de Toledo contra los musulmanes, pero fue abandonada por Felipe II y en 1850 fue convertida en Academia Militar, bajo el nombre de Colegio de Infantería. Después de un fuego en 1886 partes del Alcázar fueron reforzadas con acero y vigas de hormigón.

El Alcázar se había convertido para ambos bandos en símbolo y cuestión moral. El fracaso ante el Alcázar fue un duro golpe para el bando republicano y una inyección de moral para el nacional

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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Jue Ene 19, 2012 12:51 pm


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Cronología del asedio

21 de julio

La declaración de «Estado de Guerra» fue leída por el capitán Vela Hidalgo, de la Academia Militar, a las 7 de la mañana en Zocodover, la plaza principal de Toledo. Se dieron órdenes para el arresto de conocidos activistas de izquierda de Toledo, pero solamente detuvieron al maestro de la prisión local, Francisco Sánchez López de la Torre, que había preparado a Luis Moscardó para oposiciones, y a algunos militantes de base. Moscardó nombró a un nuevo gobernador civil, el notario Justo del Pozo Iglesias, pues el anterior, Manuel Mª González, se refugió en el Alcázar con su familia. Los sublevados distribuyeron fuerzas por la ciudad: Hospital de Tavera, Fábrica de Armas, Convento de los Carmelitas Descalzos, Bancos, Ayuntamiento, Catedral, Plaza de Zocodover, Correos, Teléfonos, Matadero, Cuartel de Asalto (Plaza de Padilla), Prisión Provincial, puertas de la muralla y puentes sobre el Tajo. Los guardias civiles llenaron camiones de munición en la Fábrica de Armas con destino al Alcázar. El Ministerio de la Guerra ordenó el bombardeo aéreo de los sublevados; a las 18 horas, el último de los camiones fue alcanzado de lleno cuando estaba llegando a su destino.

Las tropas republicanas enviadas de Madrid, avanzadillas de la columna del general Riquelme, primero llegaron al Hospital de Tavera, pero volvieron a dirigir su ataque hacia la Fábrica de Armas por el intenso fuego que recibían desde el Hospital. Un destacamento de 200 guardias civiles estacionado en la Fábrica de Armas empezó a negociar con los republicanos. Durante estas conversaciones, la Guardia Civil envió carros cargados con la munición de la fábrica al Alcázar antes de evacuar y destruir la fábrica. Riquelme telefoneó esa noche al sublevado Moscardó conminándole a rendirse.

22 de julio – 13 de agosto

El 22 de julio está ya en Toledo la columna madrileña: dos compañías de infantería, guardias de asalto, una batería de 105mm y un número indeterminado de milicianos ácratas de las «Águilas Libertarias»; además, una compañía de ametralladoras del Regimiento León nº 2 y milicianos del Colegio de Abogados de Madrid, lo que hace un total aproximado de 2500 hombres, frente a los 1250 del Alcázar, en su mayoría profesionales de la milicia. Controlaban la mayor parte de Toledo hacia las 20 horas, y comenzó a organizarse el cerco en torno al Alcázar. Esa noche el ministro de Instrucción Pública, Francisco Barnés, volvió a apelar a Moscardó, para que se rindiese.

El 23 de julio el Coronel Moscardó recibió la llamada del representante del Frente Popular, el diputado Cándido Cabello quien le conminó a rendirse adviertiéndole que de no hacerlo así, su hijo Luis, quien había sido detenido, sería fusilado. Las fuentes del bando nacional (confirmadas por numerosos testimonios) tienen un tono heroico, lacónico, patriótico y religioso al hablar del contenido de la conversación (posteriormente se le llegó a comparar con Guzmán el Bueno); los testigos republicanos mantienen que participó más de un interlocutor gubernamental y que, en lo referente al hijo de Moscardó, el tono fue de duda, fatalismo e incluso debilidad. La amenaza de matarle no se materializó de momento sino que fue enviado a la Prisión Provincial (acusado al parecer, de ser hijo del Coronel Moscardó) pero un mes después de estos hechos, tras un bombardeo aéreo, los milicianos asaltaron la prisión, lo incluyeron en una saca de, al menos, cuarenta prisioneros y fue fusilado. Por otra parte, el presidente de la Diputación hizo todo lo posible por proteger a la esposa y al hijo menor de Moscardó, Carmelo, durante los meses del Toledo revolucionario.

Los historiadores Herbert Southworth e Isabelo Herreros dudan de la versión oficial sobre la conversación y el fusilamiento, y añaden como datos nuevos que Luis Moscardó tenía tendencias liberales y que su entrada en el registro del cementerio de Toledo tuvo carácter retroactivo (Herreros dice que fue en abril de 1956 cuando su cuerpo se trasladó a la cripta del Alcázar junto a la de su padre recientemente fallecido).

El 24 de julio, en respuesta a la amenaza de asesinar a Luis Moscardó, los sitiados realizaron una salida para capturar rehenes y recoger alimentos. La consecuencia más grave de esa salida fue la detención y asesinato del Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Toledo, el ex-diputado, periodista y líder histórico de la UGT-PSOE Domingo Alonso Jimeno, que se resistió a sus captores y fue muerto en plena calle, cerca de su vivienda de la calle de la Sierpe, mientras veía cómo arrastraban a su mujer y a su hija al Alcázar.

En las Cartas a su mujer, el coronel Moscardó confiesa pasar por varios episodios depresivos, que él llama «blandura»; varias veces confiesa a su esposa que no se suicidará, y surgen por doquier reflexiones religiosas, pues la rutina diaria de las familias católicas no se alteró durante el asedio en el interior de la fortaleza. La capacidad de mando de Moscardó, unánimemente refrendada por sus apologistas, es puesta en duda por algunos historiadores, que sostienen que el verdadero artífice de la defensa del Alcázar fue el teniente coronel de la Guardia Civil Pedro Romero Bassart.

El 25 de julio, ante la imposibilidad de comunicarse por radio por falta de electricidad, el capitán Luis Alba Navas salió del Alcázar con la intención de enlazar con las tropas del general Mola y hacerles ver que la rendición del Alcázar difundida por Unión Radio de Madrid ese día era completamente falsa. Para pasar inadvertido se vistió con un mono azul de miliciano. En las proximidades de Torrijos fue reconocido por un antiguo soldado que había estado a sus órdenes; lo apresaron y fue ejecutado cerca de Burujón.

A Riquelme le sucede en el mando de la plaza el teniente coronel de infantería Francisco del Rosal, y a éste el comandante Ulibarri a finales de julio. El gobierno de la República trasladó a Toledo piezas de artillería de gran calibre. Se confiaba entonces en un pronto desenlace, pues la situación en el Alcázar era dramática: los alimentos escaseaban, el agua estaba racionada y la moral estaba muy baja. Se producían suicidios y deserciones (en la segunda semana de agosto ya habían huido de la fortaleza 23 personas para unirse a las filas republicanas). La moral se intentaba mantener con la publicación de un periódico tirado a multicopista, El Alcázar, a cargo del dirigente del Partido Radical Amadeo Roig.

14 de agosto–17 de septiembre

El 14 de agosto, los republicanos cambiaron de táctica después de constatar que las defensas de la zona norte del Alcázar habían sido notablemente reducidas. Durante las 5 semanas siguientes, los republicanos atacaron once veces la casa del Gobierno Militar, pero fueron repelidos en cada uno de ellos. Si hubieran capturado la casa del Gobernador Militar, habrían podido ubicar en masa a un gran número de tropas a sólo 40 metros del Alcázar. No obstante, la mayoría de los milicianos carecía de instrucción militar y desperdiciaban municiones disparando vanamente fusiles y arillería ligera contra los gruesos muros del Alcázar. En tanto el Alcázar era una fortaleza excavada en roca, un ataque terrestre eficaz debía basarse en la artillería pesada y en explosivos, pero los milicianos carecían de tales armas así como de líderes militares que les dirigieran en su uso.

El 9 de septiembre, un enviado de los republicanos, el Comandante Rojo entró en el Alcázar para hablar con el Coronel Moscardó acerca de una posible rendición. El Coronel la rechazó, pero pidió un sacerdote para bautizar a dos niños recién nacidos durante el asedio y también para decir misa.

Vázquez Camarasa, canónigo magistral de Madrid con ideas izquierdistas, entró en el Alcázar la mañana del 11 de septiembre y confesó a los sitiados. Esa tarde, Rojo habló con Moscardó acerca de una posible evacuación de las mujeres y los niños. Las mujeres unánimemente contestaron que no querían rendirse y que estaban dispuestas a empuñar las armas para defender el Alcázar. Camarasa murió exiliado en Burdeos, Francia, en 1946.

El embajador chileno en España, Aurelio Núñez Morgado, habiendo oído que los anteriores intentos de rendición habían resultado fallidos, fue el 13 de septiembre a intentar la rendición del Alcázar. El coronel Moscardó envió a su ayuda de campo para saludar al embajador por un altavoz y para decirle que le prestarían atención sólo si el mensaje se cursaba «a través del Gobierno Nacional de Burgos». A partir de ese momento ya no hubo diálogo.

18 de septiembre

Desde el 16 de agosto, los republicanos habían estado cavando para introducir dos minas en la parte sudoeste del Alcázar. La mañana del 18 de septiembre, las minas fueron detonadas por orden de Francisco Largo Caballero, destruyendo completamente la torre sudoeste del edificio y matando a los dos defensores que se encontraban en ella.

Aproximadamente 10 minutos después de la explosión, los republicanos lanzaron cuatro ataques contra el Alcázar con la ayuda de carros blindados y tanques. El ataque fracasó a causa de la enconada resistencia de los defensores pero los republicanos respondieron con continuos bombardeos de artillería durante la noche y durante todo el día siguiente. Además, los escombros de la torre sudoeste fueron en realidad un obstáculo para los atacantes pues sirveron como buen parapeto para que los sitiados se escondieran hábilmente entre las ruinas e hicieran fuego desde ellas.

19 de septiembre–26 de septiembre

El bombardeo de los edificios periféricos dio buen resultado pues la comunicación entre ellos y el Alcázar llegó a ser imposible. La retirada de los edificios fue ordenada la noche del 21 de septiembre, la guarnición fue utilizada para defender lo que quedaba del Alcázar. Los republicanos atacaron los edificios periféricos la mañana del 22 de septiembre, pero el progreso fue muy lento porque desconocían que los edificios habían sido abandonados. Ese mismo día, tropas sublevadas llegaban a 6 kilómetros al sur de Toledo, lo cual motivó que las milicias republicanas se esforzaran en tomar el Alcázar lo antes posible.

A las 5 de la mañana del 23 de septiembre, los republicanos asaltaron las brechas del norte del Alcázar y sorprendieron a los defensores lanzando granadas y dinamita. Los nacionales fueron forzados a retirarse al patio del Alcázar pero contraatacaron para hacer retroceder el asalto. Un nuevo asalto al Alcázar se intentó por la mañana; esta vez un tanque condujo la carga. 45 minutos después de que los soldados republicanos hubiesen atacado las brechas el ataque se había paralizado.

El día 24 las tropas rebeldes al mando del general Varela estaban ya en los suburbios de Toledo y las milicias de la República debieron enfrentar sucesivamente a estos refuerzos del bando nacional junto a los rebeldes del Alcázar, lo cual hizo insostenible las posiciones republicanas. Algunas milicias opusieron resistencia a los sublevados en Toledo, pero la mayoría de los milicianos prefirió retirarse hacia Aranjuez temiendo ser atrapadas en un nuevo cerco, facilitando que las tropas de Varela dominaran por completo la ciudad de Toledo y enlazaran con los sitiados del Alcázar el 27 de setiembre, terminando así el asedio.

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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Jue Ene 19, 2012 4:08 pm


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Ofensiva de Aragón

fue una campaña del bando nacional iniciada apenas tres semanas después del fin de las hostilidades de la Batalla de Teruel. La ofensiva comenzó el 7 de marzo y concluyó el 19 de abril de 1938. Esta campaña golpeó de lleno a las fuerzas republicanas del Ejército del Este, que sufrió graves pérdidas en hombres y equipo. Además, partió en dos el territorio bajo administración republicana y creó una grave crisis interna gubernamental, provocando la caída de Indalecio Prieto como Ministro de Denfensa Nacional. En aquel momento pareció que estaba próximo el final de la guerra, dada la gravedad de la derrota republicana.

La batalla de Teruel había consumido los recursos bélicos del Ejército Republicano. Al mismo tiempo, Franco redistribuyó sin pérdida de tiempo el grueso de sus fuerzas a lo largo del frente de Aragón, entre la propia ciudad de Teruel y el sur de la provincia de Zaragoza. Su objetivo era aprovechar su ventaja local para conquistar el resto de Aragón, al tiempo que sus fuerzas penetraban en Cataluña y Levante. El ejército rebelde fue capaz de reunir para esta campaña a más de 100.000 hombres, incluyendo a sus tropas mejor preparadas, que irían en vanguardia de la ofensiva.

A pesar de la inferioridad en hombres del bando nacional, este se encontraba mejor equipado y en mejor forma que su enemigo, cuyas tropas aún no habían podido recuperarse de las grandes pérdidas humanas y materiales sufridas en Teruel. En cuanto al apoyo aéreo, los rebeldes contaban con cerca de 950 aviones, 200 carros de combate y algunos miles de camiones. Y aparte de la ayuda de Alemania e Italia, Franco tenía la ventaja de contar con las industrias del norte de la península. Por su parte, la Segunda República Española recibía la ayuda soviética pero ésta tardaba en llegar a tiempo, además que dependía de la producción de armamento muy poco competente llevada a cabo por los anarquistas en Cataluña. Un testigo anarquista informó de que «A pesar del enorme gasto que supuso, nuestra organización industrial era incapaz de completar la producción de ningún tipo de fusil, ametralladora o cañón...».

Ejército rebelde

Franco había proyecto la siguiente ofensiva contra Aragón. Las fuerzas atacantes serían las del Ejército del Norte a las órdenes de Dávila, con el Coronel Vigón como jefe de Estado Mayor. Los Cuerpos de Ejército de Solchaga, Moscardó, Yagüe y Aranda llevarían el peso del ataque principal junto al CTV italiano del General Berti. La reserva estaría formada por las divisiones de García Valiño y García Escámez. Varela, con el Cuerpo de Ejército de Castilla, estaría en Teruel dispuesto como reserva estratégica. La Legión Cóndor también se mantenía a la expectativa, habiendo renovado su material y equipo para la nueva campaña. En cuanto a los tanques alemanes, Franco quería distribuirlos en apoyo de la infantería (según el estilo habitual de los generales de la vieja escuela, comentó Von Thoma). Von Thoma hubo de mediar para que finalmente los tanques actuasen de modo concentrado, aunque las tropas franquistas disponían de 200 tanques.

Ejército republicano

Debido a las pérdidas materiales sufridas en la Batalla de Teruel, a la mitad de las tropas republicanas les faltaban suficientes fusiles, y ya que las tropas de élite del Ejército Popular Republicano habían sido trasladadas a retaguardia para rearme y descanso, el frente era defendido por bisoñas tropas sin experiencia en combate. El rearme del Ejército Popular era cada día más complicado, ya que la ayuda soviética cada vez era más escasa.

Mientras tanto el bando nacional había redistribuido sus tropas a lo largo del frente aragonés mucho más rápido de lo que había creído posible el generalato republicano, a pesar de las advertencias de sus espías. El alto mando republicano seguía convencido de que Franco retomaría la ofensiva planeada previamente de atacar Madrid desde el norte de Guadalajara. Otro error cometido por los republicanos fue creer que las tropas sublevadas estaban tan agotadas del combate como lo estaba el propio Ejército Popular. De manera general, puede decirse que la República fue sorprendida por el ataque rebelde.

Rotura del frente en Belchite

El primer día de la ofensiva el frente se rompió por varios puntos, aunque los republicanos tardaron tiempo en considerarlo como un ataque importante. A las 6.30, tres cuerpos de ejército rebeldes atacaron las líneas republicanas en una franja comprendida entre el río Ebro y la población de Vivel del Río. Las tropas republicanas de primera línea carecían de experiencia de combate y, para empeorar la situación, tampoco disponían de fusiles y municiones en cantidad. Al norte del ataque se encontraba el Ejército de Africa de Yagüe, apoyado en sus movimientos por la Legión Cóndor y 47 baterías de artillería. Los marroquíes de Yagüe avanzaron por la margen derecha del Ebro, aplastando toda resistencia organizada de los republicanos. José Solchaga dirigió el ataque franquista contra Belchite. Las defensas de la localidad, que habían sido diseñadas por un agente soviético, cayeron fácilmente ante las tropas rebeldes. El 10 de marzo, los navarros de Solchaga entraban en la devastada localidad de Belchite, siendo las tropas británicas, americanas y canadienses de la XV Brigada Internacional las últimas en abandonar las ruinas del pueblo que tanto costó tomar el verano anterior. El veterano comandante norteamericano Robert Hale Merriman, jefe de la XV Brigada, murió en la retirada. Los italianos por su parte atacaron la población de Rudilla, donde se encontraron con una gran resistencia inicial pero finalmente las Flechas Negras consiguieron acabar con la defensa. El propio Conde Ciano (Ministro de Asuntos exteriores de la Italia fascista) se jactaba del éxito logrado: «Avanzamos a una gran velocidad».

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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Jue Feb 02, 2012 1:26 pm


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Ofensiva de Villarreal

La Ofensiva de Villarreal fue un episodio bélico acontecido durante la Guerra Civil Española, donde tropas republicanas del frente de Vizcaya intentaron tomar la ciudad vasca de Vitoria, la cual se hallaba en poder de los sublevados desde julio de 1936.

Euskadi se hallaba aislada del resto del territorio español controlado por el gobierno de la Segunda República Española, y también se hallaba cortada la frontera con Francia después que tropas nacionalistas tomasen la ciudad de Irún en septiembre. Hacia finales de año, como los sublevados están concentrando su esfuerzo sobre Madrid, el gobierno de la República pide a los vascos que rompan el frente, por lo que se organiza la Ofensiva de Villarreal.

A corto plazo, se pretendía reducir la presión de los nacionalistas sobre Madrid y a largo plazo se pretendía romper el frente franquista en Álava para que las tropas vascas pudieran converger con las fuerzas republicanas que hipotéticamente se lanzarían a la ofensiva en los frentes de Aragón y Guadalajara. Este último proyecto sería inviable en la práctica debido a la real situación de las fuerzas republicanas en ambos sectores y por el estado aún poco avanzado de organización del Ejército Vasco en comparación a las fuerzas sublevadas a las cuales debería enfrentar.

El nuevo Eusko Gudarostea

Las tropas encargadas de esta operación pertenecían mayormente al Ejército Vasco o Eusko Gudarostea, fundado a inicios de agosto de 1936 en la región vasca leal al gobierno republicano, y se hallaban bajo el mando efectivo del Gobierno vasco dirigido por el lehendakari José Antonio Aguirre, quien a su vez había asumido también el puesto de comandante en jefe de las tropas vascas. Serían los mandos del Ejército Vasco quienes diseñarían la mayor parte del plan de ataque, aceptado después por dos oficales profesionales: el mayor comunista Francisco Ciutat de Miguel y por el comandante Alberto de Montaud y Noguerol, jefe del Ejército del Norte creado por la República.

Del nuevo Eusko Gudarostea estaba prevista la participación en la ofensiva de 29 batallones, apoyados por 5 compañías de Ingenieros, 25 cañones y 8 carros blindados. No obstante, también se logró el apoyo de las tropas republicanas apostadas en Santander que atacarían en simultáneo hacia Miranda de Ebro, al ser evidente la gran importancia táctica que tendría para el bando republicano la toma de Vitoria.

Plan de ataque

En cuanto al frente de Álava se plantea el ataque en base a tres ejes, el primero partiría de Amurrio y debería ocupar Murguia, el segundo partiría desde Ochandiano con el objetivo de tomar Villarreal tras cercarla por el lado oeste, y el tercero tendría que tomar Arlaban e Izusquiza para cercar Villarreal por el este. Conseguidos estos objetivos la llanada alavesa quedaba a merced de los republicanos y con ello era posible atacar frontalmente Vitoria.

Por otro lado el Ejército de Santander pretende atacar Espinosa de los Monteros y Miranda de Ebro, aumentando la presión republicana sobre Vitoria. Este plan hace que el gobierno vasco anule el ataque a Murguia, siendo que se reformula la ofensiva dejando sólo dos columnas de tropas vascas que rodearían Villarreal por el este y el oeste.

Ofensiva del Eusko Gudarostea

El ataque comienza el día 30 de noviembre con bombardeos de artillería que preparan el terreno a la infantería. Las tropas atacantes llegan a cercar Villarreal a escasos 3 km del núcleo urbano. La plaza esta defendida por una compañía de requetés y dos batallones nacionalistas de montaña, una sección de ametralladoras y una batería de artillería de montaña del ejército regular, con un total de 600 hombres.[1] Por el contrario, los atacantes cuentan con un total de 2900 soldados más 1400 en la reserva.

El ataque vasco se estanca

El día 1 y 2 de diciembre se mantiene el cerco republicano sobre Villarreal, pero al haber anulado el ataque de Murguia los defensores pueden seguir manteniendo contacto con la retaguardia de los sublevados, que manda tropas de refuerzo, mientras que las fuerzas republicanas vascas no logran avanzar[2] y las fuerzas atacantes se retiran habiendo sufrido unos 1000 muertos.[3] Se mantiene la ofensiva por varios días durante los cuales la artillería republicana bombardea Villarreal sin resultado alguno, mientras que las fuerzas de infantería del Eusko Gudarostea se hallan estancadas ante una fuerte resistencia de los sublevados, la cual, a diferencia de lo sucedido con las unidades vascas, estaba formada por tropas con mayor instrucción militar como eran los requetés y soldados regulares.

Inclusive a partir del día 9 los nacionalistas recuperan algunas pequeñas posiciones ganadas días antes por el Ejército Vasco, hasta que el 12 de diciembre se realiza un masivo ataque republicano que causa severas bajas a los sublevados pero que es finalmente rechazado al anochecer. Un problema de las fuerzas vascas es que la instrucción militar de sus tropas era entonces muy precaria, además de tratarse de soldados novatos en su gran mayoría, pertenecientes a improvisados batallones formados pocas semanas antes del inicio de la ofensiva en base a la fusión de compañías de milicianos independientes; estos defectos no pudieron subsanarse fácilmente en plena batalla pese a la gran valentía personal de los soldados. El Ejército Vasco aún se hallaba entonces en etapa de formación, y los pocos oficiales profesionales disponibles en él no podían dirigir eficientemente a sus tropas que carecían de capacidad para afrontar una ofensiva, ni mantener la comunicación adecuada entre las columnas de ataque.

Se evidencia el fracaso

La lucha vuelve a estancarse hasta que el día 18 se lanza el último ataque republicano, con gran despliegue de artilería, pero que también fracasa. Después del día 18 la iniciativa correspondió a las tropas sublevadas, que recuperaron lentamente terreno hasta el 24 de diciembre. En esta fecha las tropas contendientes volvieron a sus antiguas posiciones posiciones y se dió prácticamente por terminada la ofensiva

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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Jesús » Dom Feb 19, 2012 7:15 pm


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Vamos a poner algunas canciones famosas de la contienda.

Una de mis favoritas, Jarama Valley, cantada por los componentes de las Brigadas Internacionales.





There’s a valley in Spain called Jarama,
That's a place that we all know so well,
for 'tis there that we wasted our manhood,
And most of our old age as well.

From this valley they tell us we're leaving
But don't hasten to bid us adieu
For e'en though we make our departure
We'll be back in an hour or two[5]

Oh, we're proud of our British Battalion,[6]
And the marathon record it's made,
Please do us this one little favour
And take this last word to Brigade:

"You will never be happy with strangers,
They would not understand you as we,
So remember the Jarama Valley
And the old men who wait patiently".



Otra muy bonita y de las mas famosas: Si me quieres escribir





Lo curioso de esta canción es que era cantada por soldados de los dos bandos y existen muchísimas versiones.
“Las cosas han cambiado, ya te dirán cuándo puedes hablar”. Benjamin Brafman, abogado de Dominique Strauss-Kahn

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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Lun Feb 20, 2012 10:39 am


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Toma de Talavera

La Toma de Talavera ocurrió el 3 de setiembre de 1936 en la Guerra Civil Española y fue librada por columnas republicanas llegadas desde Madrid y tropas sublevadas del bando nacional dirigidas por el general Juan Yagüe. La importancia de la toma de Talavera estriba en que se trataba de la última ciudad y obstáculo importante en el camino a Madrid.

Las milicias republicanas en las primeras semanas de la guerra estaban formadas por un conjunto heterogéneo de hombres, mayormente obreros sin formación militar ni disciplina castrense, y organizados en base a sus afinidades políticas, con pocos oficiales profesionales. A lo largo del mes de agosto estas milicias habían intentado vanamente detener el avance de las tropas sublevadas a lo largo de Andalucía y Extremadura. Aunque las fuerzas sublevadas eran poco numerosas sí poseían mejor entrenamiento y armas que las milicias republicanas. Después de la Batalla de Badajoz las milicias se habían retirado a lo largo del río Tajo, formando una posición fuerte en las colinas que rodean Talavera de la Reina y esperando detener a su enemigo aprovechando el terreno.

El gobierno republicano designó al general Manuel Riquelme para dirigir a las tropas, junto con el líder comunista Juan Modesto como jefe de las milicias. Los republicanos lograron reunir abundante artillería e incluso un tren blindado para defender la posición, junto con una masa de 10.000 combatientes. El 3 de septiembre las tropas nacionalistas llegaron ante Talavera, cerca de 3500 hombres al mando del general Juan Yagüe, y de inmediato fijaron su plan de ataque, buscando rodear a las milicias que ocupaban las alturas.

Desarrollo de la batalla

Yagüe dividió sus tropas en dos columnas: una al mando del mayor Antonio Castejón Espinosa y otra dirigida por el coronel Carlos Asensio Cabanillas. En un ataque simultáneo, ambas columnas rebeldes se lanzaron contra los defensores republicanos subiendo hacia las alturas donde éstos se habían parapetado. Sin mayor experiencia de combate y carentes de entrenamiento, los milicianos de la República lograron detener la arremetida de los sublevados sólo por poco tiempo y tras fuertes combates empezaron a retirarse desordenadamente mientras las columnas atacantes se dirigían a la propia localidad, tomando el aeródromo y la estación de ferrocarril. Yagüe dirigió un veloz ataque hacia el centro de la localidad, sorprendiendo a los defensores republicanos que aún quedaban allí y venciendo rápidamente su resistencia.

Los supervivientes de las milicias terminaron por huir abandonando sus posiciones y armamento debido al temor de quedar cercados. Por la tarde, los sublevados terminaron de ocupar Talavera sin hallar resistencia. La derrota republicana en Talavera fue costosa para ambos bandos: los sublevados sufrieron 1.000 bajas entre muertos y heridos, mientras los republicanos perdieron 1.500 hombres entre muertos, heridos y prisioneros. En ese momento la columna de Yagüe no era lo bastante numerosa para continuar una ofensiva y debió detenerse en Talavera, pero se había tomado la última localidad de gran tamaño antes de llegar a la propia Madrid.

La toma de Talavera fue la culminación del avance del Ejército de África que había comenzado hacía un mes desde Sevilla. El mando sublevado pronto envió tropas de refuerzo a Yagüe para asegurar la posición. No obstante, Francisco Franco decidió postergar el avance de sus tropas hacia la capital para desviarlas en socorro de los rebeldes sitiados del Alcázar de Toledo, lo cual causó las quejas de mandos militares del bando nacional, alegando que el rescate de los sublevados de Toledo tendría gran efecto propagandístico pero ninguna relevancia estratégica.

Para el gobierno de la República, presidido entonces por José Giral, esta derrota confirmó la urgencia de crear un nuevo ejército bajo dirección estrictamente profesional para las cuestiones tácticas, dotado de una estructura sólida de mandos y jerarquías y sujeto a disciplina puramente castrense, tras haberse comprobado la ineficacia combativa de las milicias voluntarias. Más aún porque ahora Madrid se hallaba realmente amenazada por las fuerzas del bando nacional apostadas a poca distancia. Además, significó la caída de Giral y la formación de un gobierno por Francisco Largo Caballero.

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Re: España en guerra. Fotos y reportajes sobre la guerra civ

Notapor Juanete » Lun Feb 20, 2012 10:46 am


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Batalla de Teruel

Se denomina Batalla de Teruel al conjunto de operaciones militares que, durante la Guerra Civil Española, tuvieron lugar entre el 15 de diciembre de 1937 y el 22 de febrero de 1938 en la ciudad de Teruel y sus alrededores. El Ejército Popular de la República acumuló un gran número de hombres y equipo en torno a la capital turolense y la cercó del resto del territorio sublevado, aunque la conquista de la ciudad se demoró durante dos semanas más debido a la resistencia ofrecida por la guarnición y las duras condiciones climáticas. Los últimos bastiones franquistas se rindieron a comienzos de enero de 1938 y las tropas republicanas pasaron a la defensiva frente a la cada vez más intensa contraofensiva de los ejércitos franquistas. Las tropas gubernamentales, no obstante, lograron mantener sus posiciones y los franquistas se vieron incapaces de reconquistar la ciudad recientemente perdida.

En el mes de Febrero los franquistas desbordaron los flancos republicanos e infligieron a estos una dura derrota en la zona del Alfambra, enfrentamiento que supuso un grave quebranto para el Ejército Popular. Después de esto, el camino estaba abierto y 22 de febrero la ciudad de Teruel volvía a manos de Franco. Aunque las operaciones constituyeron un grave desgaste para ambos ejércitos, éstas lo fueron especialmente para los republicanos.

Las operaciones militares de los sublevados durante el año 1937 habían conseguido hacerse el control del norte de España y varias divisiones se preparaban para un ataque definitivo sobre Madrid. Después de la conquista de Asturias la idea de Franco era atacar Guadalajara y luego dirigirse a Madrid, básicamente una repetición del plan italiano que había fracasado en Marzo. A principios de diciembre de 1937 el Alto Mando franquista planeaba la ofensiva contra el Frente del Centro y llevaba a cabo una gran acumulación de medios en las provincia de Soria. No obstante el proyectó nunca llegó a materializarse porque la inteligencia republicana llegó a descubrir las intenciones del generalísimo. El Estado Mayor Central republicano se adelantó a los franquistas y lanzó su propia ofensiva al decidir conquistar la ciudad de Teruel, a la que se creía una pequeña ciudad que estaba débilmente defendida. Lo cierto es que consideraban que ante un asalto como el que Franco tenía en mente, las tropas republicanas del Ejército del Centro no lograrían resistir.

Que se eligiera Teruel no era casual, pues en lo que iba de guerra ya había sufrido numerosos ataques y la ciudad se hallaba parcialmente rodeada por las tropas republicanas. Al igual que Belchite, Huesca y Zaragoza, la capital turolense había fascinado a los republicanos desde el principio de la guerra. La patente debilidad de las tropas sublevadas en el Frente de Aragón lo había convertido en un objetivo apetecible al Ejército Popular de la República con el objetivo de aliviar la situación en el Frente Norte.

Fuerzas en combate

Ejército Republicano

Las fuerzas republicanas destinadas a la ofensiva eran las pertenecientes al Ejército de Levante mandado por Hernández Saravia que contaba con unos 100.000 hombres[2] integrados en tres cuerpos de ejército principales:

  • El XVIII Cuerpo de Ejército, integrado por las divisiones 34ª y 64ª, y mandado por el Coronel Fernández-Heredia. Se le denominó Columna Sur.
  • El XX Cuerpo de Ejército, compuesto por las divisiones 40ª y 68ª, y a las órdenes del Coronel Menéndez López. A esta agrupación de tropas se le denominó Columna del Centro.
  • El XXII Cuerpo de Ejército, compuesto de las divisiones 11ª (Líster) y 25ª, y dirigido por el Coronel Juan Ibarrola. Recibió la denominación de Columna Norte.

Como reserva estratégica quedaron las divisiones 35ª Internacional, 39ª, 47ª y 70ª. Además de estas fuerzas, los republicanos alinean un gran número de baterías de artillería (400 piezas) y un centenar de tanques (T-26 y BT-5). La Fuerza Aérea Republicana también presentó un respetable número de fuerzas: en torno a 120 aparatos (cazas, bombarderos y otros) se habían concentrado en los aeródromos de Levante (como los de Villafranca del Panadés y Sabadell, entre otros) para apoyar la ofensiva. Y es que, la actividad de la aviación republicana en bombardeos de la retaguardia franquista en Aragón ya había sido muy intensa en los meses anteriores.

Durante la primera quincena del mes, el Ejército Republicano acumuló hombres y material en torno a Teruel, principalmente por el sur, y el río Alfambra. El frente, en forma de cuña, tenía unos 60 km. Previamente habían sido acumulados efectivos en la provincia de Badajoz dentro del plan abortado de lanzar una rápida ofensiva sobre Extremadura y cortar en dos la zona controlada por los sublevados. La conquista de esta ciudad reduciría la línea de comunicaciones entre Castilla la Nueva y Aragón y pondría en peligro la carretera de Zaragoza. El Ministro de Defensa Prieto quizá pensaba en utilizar la toma de Teruel para lograr una posición de fuerza desde la cual intentar firmar un armisticio. El plan inicial del general Rojo era rodear la ciudad en una operación de envolvimiento usando seis divisiones, dejando dos de esas divisiones vigilando el nuevo frente para evitar la prevista contraofensiva nacional.

Fuerzas sublevadas

El Ejército nacional contaba con unos 3.000-4.000 hombres armados de la 52ª División franquista dentro de la ciudad de Teruel (de los cuales casi el 40% no eran militares) todos ellos al mando del coronel Domingo Rey d'Harcourt. A ellos se sumó una parte de la población no entrenada militarmente, llegando a alcanzar la magra cifra de 4000 defensores. Teruel se encontraba defendida por una línea de trincheras y alambradas que habían sido preparadas tiempo antes, al considerarse que representaba un saliente muy amenazado por los republicanos; A pesar del bajo número de tropas de los sublevados, estos decidieron presentar una defensa resuelta de sus posiciones en el interior de la ciudad: este tipo de defensa iba a causar bastantes quebraderos de cabeza a las tropas del Ejército Popular de la República.

Más adelante las fuerzas franquistas concentraron a tres Cuerpos de Ejército: el de Castilla, el de Galicia y el Marroquí además de la 1ª División de Caballería del General Monasterio y de otras fuerzas menores. Los franquistas, además, harían acopio de un gran número de baterías de artillería (alrededor de 500 piezas) con el apoyo de algunos carros de combate Panzer I. La aviación franquista y la Legión Cóndor también hicieron acto de presencia, si bien en número similar a la de la Fuerza Aérea Republicana (F.A.R.E.), unos 140 aparatos de variado tipo.

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