Guerra Civil Española

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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Dom Ago 05, 2012 8:46 pm



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Asedio del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza

El Asedio al Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza fue un episodio de la Guerra Civil Española que realizaron las tropas republicanas a un grupo de Guardias Civiles que se refugiaban en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar, Jaén. El asedio duró un total de nueve meses.

El Santuario de la Santísima Virgen de la Cabeza, patrona de Andújar por bula del Papa San Pío X el 18 de marzo de 1909 y de la Diócesis de Jaén por bula del Papa Juan XXIII el 27 de noviembre de 1959, es un santuario ubicado a 32 km de Andújar (Jaén).

Julio - septiembre de 1936

En la provincia de Jaén el Alzamiento Nacional fracasó. Al igual que en otros lugares de España, la Guardia Civil era vista por los sectores afines a la república, en el mejor de los casos, como un estamento en el que no se podía tener mucha confianza, por lo que fueron obligados a entregar las armas a los sindicatos de izquierda. Algunos desobedecieron debido a los frecuentes asesinatos y ejecuciones de militares y religiosos en la provincia de Jaén, por lo que el diputado socialista Alejandro Peris instó a la muchedumbre a asaltar los cuarteles que no habían entregado las armas. Eso provocó enfrentamientos entre ambas partes en toda la provincia.[2]

El 18 de agosto de 1936 se refugiaron en un palacete en la finca de Lugar Nuevo, a orillas del río Jándula, 165 guardias civiles y 15 paisanos con sus familias, en total unas 1.200 personas. Días más tarde todos ellos se hicieron fuertes en el santuario junto con los que ya se habían guarecido allí; además del propio santuario existían casas cercanas en propiedad de cofradías. 165 miembros de la benemérita, 44 paisanos y 4 sacerdotes católicos, junto con sus familiares, en total unas 1.200 personas, se guarecieron allí.[1]

La situación empezó con total normalidad, ya que las tropas al mando de Carbonell bajaban y subían a Andújar, para abastecerse de provisiones y para recibir atención médica. Pero al llegar el Gobernador Civil y ser ignorado por el comandante Nofuentes los republicanos lanzaron bombas y octavillas para destrozar la moral de los defensores.[2]

En septiembre de 1936 la situación de los refugiados comenzó a agravarse, ya que los republicanos insistían para que dejasen las armas. Algunos eran partidarios de entregarse a las autoridades, mientras la mayoría era partidaría de seguir guarecidos. Una avioneta de los sublevados dejó caer mensajes de apoyo y ánimo para que siguiesen en el santuario, lo que conllevó a la decisión final, seguir refugiados y defendiendo el santuario.

El comandante jefe de la fuerza de guardias civiles y de más personal, que había en el Santuario, era el capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés González. El comandante jefe del las milicias que asediaban al citado Santuario, era el capitán de la Guardia de Asalto y diputado a Cortes por el PSOE comandante Cartón, jefe de la 16.ª Brigada Mixta, también participó en el asalto, la XIV Brigada Internacional, aviones rusos, una sección de mortero y artillería pesada y 15 carros de combate T-26 rusos.

Uno de los más graves problemas fue la situación en la que vivían por la falta de víveres, ya que al principio se estimó que solo tardarían unas semanas o como mucho dos meses para llegar fuerzas nacionales en su auxilio y liberación, por lo que en más de una ocasión el Capitán Cortés tuvo que denegar la entrada de soldados y civiles que pretendían ayudarles a acabar con el sitio. Pudieron resistir esos ocho meses gracias a la ayuda que prestó Carlos Haya llevando víveres en 50 de las 157 ocasiones que les llevaron alimentos; además diseñó diversas formas de vuelo para no llamar la atención del enemigo y conseguir el objetivo de comunicarse con las zonas aisladas. Otro de los problemas fueron las deserciones, que aunque no fueron muchas se produjeron sobre todo en octubre del 36 y abril del 37.

A las cuatro y media de la madrugada del 1º de mayo, se inició el fuego de artillería sobre la posición. Hacia las seis comenzaron a movilizarse los tanques. El plan, expuesto por el teniente coronel Cordón, consistía, según sus palabras, en "un ataque frontal realizado por la casi totalidad de las fuerzas y medios con que podamos contar, y un ataque auxiliar demostrativo para fijar alguna fuerza a los sitiados". De este modo, parte de los efectivos se destinaron a atacar las secciones I, III y V con el fin de fijar los combatientes que había en ellas, mientras que los tanques avanzaron hasta la explanada donde se iniciaba la calzada para batir por la retaguardia la sección II y IV.

La noticia de la caída de la sección IV tras un duro enfrentamiento llegó al capitán Cortes mientras, fusil en mano, defendía los muros del destruido Santuario. Él como nadie sabía que la pérdida de esta posición era la antesala de la caída de todo el campamento, por lo que a partir de conocer esta noticia, adoptó una actitud desafiante ante el peligro, exponiéndose sobremanera al fuego enemigo. Parecía con su comportamiento que había decidido morir entre aquellos riscos. Y así prácticamente sucedió. En las primeras horas de la tarde, fue alcanzado por la metralla de una granada de artillería que lo herirá gravemente en el vientre. No satisfecho con ello, pedirá agua insistentemente a sus acompañantes para acelerar su muerte mientras las tropas republicanas tomaban las posiciones del recinto.

Una vez concentrados en la lonja del Santuario los combatientes, se procedió a la evacuación de todo el personal: las mujeres y los niños se mandaron concentrar en la explanada al pie del cerro, mientras que los combatientes fueron conducidos a la casa de peones camineros. Mientras que esperaban la evacuación, el alférez Carbonell contó los hombres ilesos: 42 combatientes.

A lo largo de la carretera se fueron situando las camillas de los heridos, para ser examinados por los médicos que establecían el orden de evacuación según su gravedad. En la primera ambulancia que se improvisó, se trasladó al capitán Cortés, dos milicianos y la hija del brigada Jiménez que llegó cadáver al hospital de sangre establecido en las Viñas de Peñallana. La ambulancia llegó a su destino hacia las 8 de la tarde, siendo interrogado el capitán y sometido durante la noche a una operación quirúrgica por el doctor Santos Laguna. Al día siguiente, 2 de mayo, poco después del mediodía, moría el capitán como consecuencia de sus heridas.

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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Lun Ago 06, 2012 10:38 am


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Batalla de Sabiñánigo

La Batalla de Sabiñanigo (a veces denominada Ofensiva de Biescas) fue una Batalla de la Guerra Civil Española, que tuvo lugar en el Frente de Aragón durante el otoño de 1937.

Parte de la estrategia republicana desarrollada para entretener tropas nacionales del apurado Frente Norte. Sobre un frente de unos 30 kmtrs, el Ejército Popular reunió dos divisiones (las famosas 43.ª y la 27.ª, ésta última traída desde el Sitio de Huesca) junto cuatro baterías de artillería y una compañía de blindados, totalizando unos 14.000 hombres y 16 piezas de artillería. Al mando del Comandante Mariano Bueno se establecieron tres ejes de avance:

Gavín – Biescas, con el objetivo de tomar ambas localices y avanzar sobre las cimas de Paco de Asún, Valle de Aurín y amenazar Sabiñanigo desde el Norte.

Yebra de Basa, con la idea de tomar esta punta de lanza nacional y arremeter contra Sabiñanigo desde el Este y Sierra de San Pedro.

Hostal de Ipiés, para avanzar hacia Navasa con la intención de amenazar Jaca desde el sureste.

Frente a ellos se encontraba la I Brigada de la 50.ª División Nacional al mando del Coronel Alberto Caso y formada en su mayoría, por reclutas del Regimiento de Infantería "Galicia" nº 19, más tropas especializadas, voluntarios como los temibles Panteras del Valle de Tena o la Compañía de Esquiadores, sumando un número cercano a los 4.000 hombres y media docena de piezas de artillería, algunos demasiado anticuados.

Ofensiva republicana

A pesar de que el servicio de espionaje y algunos desertores habían advertido sobre las maniobras republicanas, el ataque del 22 de septiembre cogió a los "nacionales" totalmente desprevenidos.

Especialmente en Gavín donde la avanzadilla rebeldes, constituida por unos 140 hombres, en su mayoría Panteras, al mando del alférez Miguel Blasco Vilatela, se vio rápidamente copada. A pesar de ellos, Vilatela organiza una resistencia numantina obligando al enemigo a entretener hasta dos de sus mejores batallones en tomar mediante terribles luchas cuerpo a cuerpo cada casa de la pequeña localidad. Finalmente, al atardecer del 23 de septiembre, con las municiones agotadas, el alférez rinde el último reducto de la iglesia siendo inmediatamente ejecutado.

Al sur, el 519.º batallón republicano cruza el Gállego y gira su eje de avance hacia el norte para atacar Biescas, donde la Compañía de Esquiadores y algunas tropas huidas de Gavín al mando del comandante Cabrerizo se aprestan a resistir. La lucha es muy dura y en ella cae mortalmente herido el comandante republicano Telmo Montprade. Al atardecer, conscientes de que no es posible prolongar la resistencia, Cabrerizo ordena la retirada hacia el fortín de Santa Elena iniciando así la poco conocida y estudiada “Bolsa del Valle de Tena” donde unos 350 soldados nacionales y 1.500 civiles resistieron durante meses el sitio republicano con una comunicación casi inexistente con el resto del ejército nacional.

Al sur, el 517.º Batallón al mando del comisario Mariano Lacasa, atraviesa el Gállego y en un rápido y audaz ataque se apodera de una batería artillería de los nacionales situada en Escuer, tomando luego las lomas de Asún y la estratégica loma de Punta Güe, llegando incluso a apoderarse del pueblo de Acumuer.

Sin embargo, en el Eje Yebra de Basa, se consiguen tomar pequeñas localidades como Larrede, Ysún de Basa, Allué o Javierre del Obispo así como la sierra de San Pedro que es rápidamente fortificada. Pero en Yebra, unos 300 nacionales resisten con uñas y dientes prácticamente aislados de Sabiñanigo. A pesar de los esfuerzos gubernamentales, Yebra nunca será tomada. Pero será en Hostal de Ipiés donde el avance republicano será más espectacular.

La 27.ª División rompe el frente en Lanave, cruza el Gállego obviando los focos de resistencia que deja a su espalda y se apodera rápidamente de numerosas localidades del extremo occidental de la Guarguera (Orna, Arto…), amenazando la importante estación ferroviaria de Caldearenas y llegando a las puertas de la localidad de Ara, a unos 10 kmtrs de Jaca, donde la resistencia nacional se enquista. Un poco más al norte llegan a tomar Rapún y situarse a un paso de copar Sabiñanigo desde el sur. Tras una semana de duros combates el mando nacional recibe el refuerzo de varios tabores y banderas de legionarios más varias baterías de la artillería más moderna totalizando en torno a 10.000 hombres y disponiéndose a contraatacar y recuperar el terreno perdido.

Contraataque de los sublevados

Para ello entre el 3-7 de octubre lanza duros ataques para recuperar Punta Güe, donde el 518.º Batallón republicano resiste desesperadamente retirándose únicamente cuando sus bajas han superado el 50%. Para aliviar la presión por el sur se lanza a mediados de octubre un duro ataque en el denominado Mirador del Abuelo que es ocupado tras terribles combates.

Será a comienzos de noviembre cuando se lanza la contraofensiva más dura contra la sierra de San Pedro cuyo eje, situado en la destruida ermita, se convertirá en escenario de las refriegas más duras en ese sector del frente. Cuando la posición es tomada hacia el 7 de noviembre, ambos bandos han perdido unos 500 hombres cada uno. El final de la ofensiva llegará por agotamiento de los contendientes.

Las Fuerzas sublevadas han conseguido contener el ataque republicano pero no recuperar el terreno perdido salvo las posiciones más comprometidas. Los republicanos han ocupado una amplia porción de terreno y la importante localidad de Biescas, pero ha sufrido numerosas bajas y surgen conatos de rebelión en el seno de sus tropas. Además, no han conseguido tomar Sabiñanigo, principal centro industrial y obrero del Alto Aragón a pesar de haber estado a punto de cercarlo.

Aunque es difícil estimarlas, el número de bajas totales se podrían cifrar en unas 2.500 para los nacionales y 3.500 en el Ejército Republicano.

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Notapor Juanete » Vie Ago 10, 2012 2:50 pm


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Operación Úrsula

La Operación Ursula (en alemán, denominada Unternehmen Ursula) fue una operación secreta realizada por la Kriegsmarine (Marina de guerra) alemana en apoyo a la armada sublevada en el transcurso de la Guerra Civil Española. Realizada durante los meses de noviembre y diciembre de 1936, como resultado de la misma fue hundido el submarino republicano C-3 frente a las costas de Málaga.

El 17 de julio de 1936, el agregado naval de la República Española en París, teniente de navío Arturo Génova, dimitió de su cargo. A principios de agosto volvió a España para incorporarse a los sublevados. En aquellos primeros días se vio la necesidad de establecer el control del mar, ya que una gran parte de las tropas franquistas se encontraban bloqueadas en el Protectorado español de Marruecos por la escuadra republicana que controlaba el Estrecho de Gibraltar, gracias a que la mayoría de los efectivos navales disponibles habían quedado en el bando gubernamental y además los embarques de armas procedentes de Francia y destinados a los puertos republicanos del Mediterráneo se multiplicaban según pasaba el tiempo.

Génova pensó que la solución estaría en la guerra submarina e inició contactos con las potencias amigas para obtener dos submarinos, puesto que los 12 submarinos con que contaba la Armada española habían quedado en el bando gubernamental. Viajó a Alemania, donde se entrevistó con el Almirante Wilhelm Canaris, desplazándose después a Lisboa y a Roma. El Alto Mando Naval alemán (OKM) y, principalmente, el almirante Raeder se resistieron a la idea de ceder submarinos a la flota nacional, basándose en los riesgos políticos que implicaría tal acción. Alemania se encontraba en un rápido proceso de rearme, fruto del Acuerdo Naval Anglo-Germano de 1935, y no deseaba atraer la atención de las otras potencias.

A principios de octubre, el almirante Moreno, jefe de la flota nacional, solicitó del oficial de enlace alemán, comandante Wagner, la cesión de al menos un submarino. Wagner dejó que Moreno creyese que Alemania cedería un submarino del Tipo IIA para misiones costeras, bajo mando alemán, al estilo de los submarinos legionarios italianos, pero esta cesión nunca llegó a producirse. El 24 de octubre se celebró una reunión en Berlín entre Hitler y el Conde Ciano, Ministro de Asuntos Exteriores de Italia, para formar el Eje Roma-Berlín. Durante esta reunión, Ciano informó a Hitler de la intención de utilizar dos submarinos para apoyar al bando nacional y ambos países acordaron incrementar su ayuda a dicho bando. El 2 de noviembre, el OKM desarrolló un plan para enviar dos submarinos oceánicos a las costas españolas. A pesar de los riesgos políticos, se pensó que esta acción sería un buen entrenamiento para los buques y sus tripulaciones en caso de una futura guerra franco-alemana.

El Konteradmiral Günter Grusse decidió enviar dos de los nuevos submarinos Tipo VIIa en una misión bajo el nombre de "Ejercicio de entrenamiento Ursula", nombre de la hija de Karl Dönitz, jefe del Arma Submarina alemana. Se asignó al entonces Contraalmirante (Vicealmirante desde el 1 de abril de 1937) Hermann Boehm como jefe de la operación y enlace entre el OKM y los submarinos. Boehm debía coordinar las acciones de los submarinos alemanes con las de los submarinos italianos, estableciendo patrullas de dos semanas en las que se alternarían los buques de ambas naciones. Las órdenes eran de atacar a los buques de guerra republicanos, principalmente al acorazado Jaime I y a los cuatro cruceros con que contaba la República. Todas las acciones deberían realizarse en secreto.

Para esta misión, los submarinos asignados fueron el U 33 y el U 34 con los nombres en clave Tritón y Poseidón, ambos U-Boot del Tipo VIIa con menos de un año en activo, pertenecientes a la 2.ª Flotilla con base en Wilhelmshaven. Sus comandantes titulares, los Kapitänleutnant Ottoheinrich Junker y Kapitänleutnant Ernst Sobe, respectivamente, fueron sustituidos por los más experimentados Kapitänleutnant Kurt Freiwald y Kapitänleutnant Harald Grosse, respectivamente. Grosse ya había navegado por aguas españolas en 1931, durante las pruebas del submarino E-1, submarino diseñado por la Yngenieurs Kontor voor Scheepsbouw de Holanda, una empresa financiada por la Kriegsmarine, y construido en los astilleros españoles de Horacio Echevarrieta de Cádiz, con la intención de adquirir experiencia en el diseño de submarinos y que fue ofrecido a España, pero que no fue aceptado por la Armada española y acabó en la armada turca con el nombre de Gür.

Los submarinos italianos patrullarían en sus zonas hasta el 29 de noviembre, volviendo después a sus bases. El 30 de noviembre, los submarinos alemanes llegarían a sus zonas de patrulla, retirándose el 11 de diciembre y siendo reemplazados por submarinos italianos. Como medida de seguridad, la noche del relevo ningún submarino podría lanzar torpedos a otro submarino. Nadie, excepto los oficiales involucrados, debían ser informados. Esto incluía a los mandos sublevados en España, por lo cual gran parte de las operaciones permanecieron ocultas. Los submarinos alemanes, en caso de emergencia, podrían refugiarse en la base italiana de La Magdalena, debiendo entrar en la misma con pabellón italiano.

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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Vie Ago 10, 2012 2:55 pm


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Desarrollo

El 21 de noviembre, el U 33 y el U 34 salieron de la base de la Kriegsmarine de Wilhelmshaven, situada en las cercanías de la desembocadura del Elba con rumbo a España.[2] Ambos buques no debían ser avistados, incluso por barcos alemanes. Para ello, debían borrar todos los elementos de identificación y arriar las banderas hasta su vuelta. Si alguno de ellos era descubierto, debía volver inmediatamente. Las tripulaciones fueron instruidas para guardar el máximo secreto de por vida, bajo pena de muerte.

Atravesaron el Canal de la Mancha el 22 de noviembre y cruzaron el Estrecho de Gibraltar en la noche del 27 al 28 de noviembre, donde se cruzaron con un destructor republicano que no llegó a detectarlos. A su llegada al Mediterráneo, aguardaron a que los submarinos italianos se retiraran de sus zonas de patrulla. Durante esta espera, el U 34 fue destacado a aguas de Málaga, en busca de blancos ocasionales. En la tarde del 29 de noviembre, los submarinos italianos volvieron a sus bases. El U-33 se dirigió al este del Cabo de Palos, patrullando desde este punto hacia el norte, hasta el Cabo de la Nao. La zona de patrulla del U 34 comprendía desde el Oeste del Cabo de Palos hasta Cartagena. En la tarde del 30 de noviembre, ambos submarinos estaban en sus zonas, listos para operar. Durante los días que siguieron, la confusión reinó entre los comandantes de ambos submarinos, el Konteradmiral Boehm y el OKM. Las órdenes llegaban lentamente y las normas de operaciones variaban con frecuencia debido a los riesgos políticos. Los submarinos sólo recibían órdenes por las noches, cuando se distanciaban veinte millas de la costa para emerger y recargar sus baterías.

Al anochecer del 1 de diciembre el U 34 atacó a un destructor republicano que patrullaba a la entrada del puerto de Cartagena. El torpedo falló y fue a estrellarse y explotar en la costa. Nadie investigó aquella explosión, por lo que el secreto de la operación se mantuvo. La siguiente noche, Grosse inició una nueva maniobra de ataque, pero fue abortada al interponerse un destructor británico. Al amanecer del 5 de diciembre se lanzó un nuevo torpedo contra un destructor de la clase Churruca, sin alcanzarlo. El 8 de diciembre se produjo un nuevo ataque contra un destructor y un nuevo fracaso. El resto del día el torpedero alemán Wolf patrulló delante del puerto de Cartagena impidiendo nuevas maniobras de ataque.

El U-33 no tuvo mejor suerte. Su zona de operaciones tenía menos tráfico y, por tanto, menos oportunidades de ataque. El 2 de diciembre se avistó un convoy, pero las maniobras del destructor de escolta impidieron el ataque. El 5 de diciembre se avistó un destructor sin que llegara a ser identificado, por lo que no fue atacado; A la noche siguiente, avistó al crucero Méndez Nuñez y a dos destructores que no consiguió identificar. El 11 de diciembre ambos submarinos dejaron sus zonas de operaciones e iniciaron el retorno. El 12 de diciembre el U 34 puso rumbo nuevamente hacia aguas de Málaga.

El hundimiento del C-3

El submarino republicano C-3 navegaba en superficie frente a las costas de Málaga y el U 34 lo hacía sigilosamente en inmersión de regreso a su base. Después de comer, los marineros Isidoro de la Orden Ibáñez y Asensio Lidón Jiménez subieron a cubierta para tirar por la borda los restos de la comida. En la torreta se encontraban el comandante, el alférez de navío Antonio Arbona, y el Capitán de la Marina Mercante Agustín García Viñas, que actuaba como 2º comandante del C-3. El comandante Grosse no dejó pasar una oportunidad tan ventajosa y ordenó el disparo de un único torpedo. Lanzar ese torpedo en pleno día a un objetivo de poco calado suponía un riesgo muy alto y contravenía las órdenes recibidas de evitar que Alemania se viese comprometida. El torpedo impactó contra el C-3 en la banda de babor a los dos tercios de la eslora. El buque se partió en dos y se hundió rápidamente, arrastrando al fondo a 37 de los 40 tripulantes. Los supervivientes fueron recogidos por botes del buque hospital Artabro, que salió inmediatamente en su auxilio.

Sigilosamente, el U 34 abandonó la zona en medio del revuelo y retransmitió el siguiente mensaje:

A las 14:19 hemos hundido submarino de la clase C delante de Málaga, en la bahía se hallaba fondeado destructor inglés HO.

En febrero de 1937, dos meses después, Málaga cayó en manos de las Fuerzas Sublevads y el C-3 pasó al olvido. Aunque se anunció su desaparición, los sublevados intentaron hacer pasar los submarinos adquiridos a Italia Archimede y el Torricelli por los desaparecidos C-3 y C-5. Esta maniobra no tuvo éxito, debido a las grandes diferencias estructurales entre ambos tipos de submarinos. El hundimiento del C-3 fue atribuido primeramente a un submarino extranjero, pero la investigación posterior determinó que la causa del hundimiento fue una explosión accidental.

El 15 de diciembre los submarinos alemanes volvieron a Wilhelmshaven. En 1939, sus comandantes y sus tripulaciones fueron condecorados por Adolf Hitler con la Goldenes Spanienkreuz (Cruz Española de Oro). Durante el desarrollo de la operación, los encuentros entre los oficiales alemanes e italianos determinaron que sería la Marina Real Italiana la que se haría cargo de las operaciones submarinas en el Mediterráneo, dejando el Atlántico bajo control alemán. Por este motivo, no se enviaron más submarinos de reemplazo.

La actuación de Alemania permaneció en secreto hasta muchos años después, cuando el capitán francés Claude Houan descubrió en los archivos de la Kriegsmarine este hecho.

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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Jue Ago 16, 2012 9:58 pm


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Ofensiva del Norte

La Ofensiva del Norte (también denominada Campaña del Norte) es el nombre que recibe el conjunto de operaciones y combates que tuvieron lugar en la franja cantábrica desde la primavera al otoño de 1937, entre las fuerzas sublevadas y las de la zona leal al gobierno republicano durante la Guerra Civil Española. El desarrollo de las operaciones fue completamente contrario a las armas republicanas, que además de encontrarse políticamente dividas, en lo que se refiere al equipo y armamento de su Ejército en el Norte, éste era muy inferior al que disponían los ejército republicanos en la zona centro. Esta superioridad fue aprovechada por los militares franquistas para conseguir una victoria que inclinara la balanza de la guerra a su favor. En una serie de grandes operaciones militares, las fuerzas sublevadas (con el siempre decisivo apoyo militar de la Legión Cóndor y el Corpo Truppe Volontarie) destruyeron a las fuerzas republicanas en la cornisa Cantábrica y se hicieron con el control de Vizcaya, Santander y Asturias. El desastre republicano en el Norte prepararía el camino para siguientes derrotas hasta su derrota final en 1939.

El frente norte se había mantenido prácticamente estable desde el octubre de 1936, cuando los sublevados habían completado la conquista de Guipúzcoa (cerrando el acceso terrestre con Francia, lo cual supuso un duro golpe para la República), mientras que en Asturias habían conseguido establecer una pasillo directo a Oviedo y terminaron con el cerco al que estaba sometida esta ciudad por parte de las milicias republicanas. No obstante, la ciudad seguía sitiada por las tropas republicanas y en una situación precaria. En ese momento las fuerzas nacionalistas en el Norte eran insuficientes para llevar a cabo la conquista de la zona que se mantenía fiel a la República, de la misma manera que los republicanos del norte no poseían de tropas suficientes (a decir verdad, no poseían de un ejército organizado) para lanzar ofensivas contra los territorios de Castilla la Vieja o León. Las tropas republicanas del norte estaban divididas según las regiones existentes, existiendo las milicias asturianas, las milicias cántabras y las milicias vascas (dependientes del Gobierno provisional del País Vasco); Existían entre ellas más conflictos y recelos que una efectiva colaboración entre ellas, a la par de que eran pocas y estaba pésimamente armadas. Poco a poco las milicias fueron militarizándose y llegaron a lanzar alguna ofensiva de corto alcance y, también, de limitado éxito. Las milicias vascas se organizaron en el Euzko Gudarostea, el ejército organizado por el Gobierno vasco para hacer frente a las tropas sublevadas y lanzaron una Ofensiva en Álava con la intención de tomar Vitoria, la capital de la provincia. Pero el avance no pasó de Villareal, donde se estancó la lucha hasta que las tropas vascas se retiraron. A comienzos de marzo las milicias asturianas lanzaron un fuerte ataque contra Oviedo, que ya se encontraba muy presionada en el sitio al que se veía sometida, aunque finalmente fracasaron. Fueron estos los únicos combates de importancia que se produjeron hasta la llegada de la primavera.

El 22 de marzo de 1937, tras los repetidos fracasos de Madrid, Franco expuso sus generales los nuevos planes militares: Madrid pasaría a ser un frente defensivo mientras que los principales esfuerzos se dirigirían en el Frente norte bajo la dirección de Mola, el antiguo Director de la Conspiración militar de julio de 1936. Este plan suponía la dura aceptación de que Madrid no podía ser conquistado inmediatamente, y de que no se podía ganar la guerra rápidamente. Los territorios republicanos del norte eran una presa tentadora: no sólo estaban políticamente divididos y peor equipados que las unidades del centro, sino que comprendían el hierro del País Vasco y el carbón de Asturias, así como el acero y las industrias químicas de Vizcaya. Una vez que se terminase.

Desde que la frontera de Irún fuera conquistada por los sublevados en septiembre de 1936, el único medio de comunicación que le quedaba a la zona norte republicana era el marítimo y muy escuetamente el aéreo. Ello no pasó inadvertido a los rebeldes, que a pesar de tener una flota mucho más pequeña que la republicana se encargaron de bloquear el Mar Cantábrico; La flota republicana era mucho más numerosa pero estaba peor organizada y, sobre todo, se encontraba concentrada en el Mediterráneo. Con un par de destructores y submarinos era imposible hacer frente a la pequeña pero poderosa flota franquista compuesta por el viejo acorazado España, los cruceros Canarias y Almirante Cervera y el destructor Velasco. Por otro lado, destaca la recientemente fundada Armada auxiliar de Euskadi (Euzko itsas Gudarostea), formada con bous (pesqueros reconvertidos) y buques auxiliares; Si bien sus ligeros buques eran insuficientes para hacer frente a la marina rebelde, su extraordinario arrojo y valor compensó esta deficiencia.

En marzo de 1937 se produjo la Batalla del Cabo Machichaco, donde los pequeños bous (pesqueros armados) vascos hicieron frente a la armada sublevada para defender a un mercante (el Galdames) que se dirigía con material bélico a Bilbao. La escena de los minísculos pesqueros armados haciendo frente al enorme Canarias era una reencarnación de la lucha de David contra Goliath. A pesar de este pequeño combate, lo cierto es que no hubo apenas combates de cierta entidad en el Cantábrico. Pero tampoco el bloqueo naval de los sublevados era impermeable; Este se demostró un mito cuando buques mercantes británicos cruzaron los supuestos campos de minas y sin encontrarse con la oposición de los grandes navíos de superficie de los sublevados. Los campos de minas, no obstante, si constituían una amenaza real, como bien demuestra el hundimiento del España el 30 de abril de 1937 frente a las costas de Santander. Unos meses más tarde, con la caída de Bilbao empezó el endurecimiento en el bloqueo marítimo del Cantábrico, que se vio empeorado por la actividad aérea. Así, durante la caída de Santander y Asturias la superioridad aeronaval sublevada era tal que la evacuación de estos territorios fue casi imposible a excepción de contados casos, especialmente de autoridades republicanas.
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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Jue Ago 16, 2012 10:07 pm



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Vizcaya: Comienza la Ofensiva del Norte

El ataque de Mola comenzó el 31 de marzo la gran ofensiva nacionalista sobre Vizcaya bajo el asesoramiento de los coroneles Solchaga y Vigón. El ejército republicano del norte seguía mandado por el general Llano de la Encomienda y éste en sí era pesimista en cuanto a las posibilidades de victoria de las unidades situadas a lo largo de la costa cantábrica sobre las que tenía mando. A decir verdad, el republicano Ejército del Norte no constituía en sí una unidad homogénea y organizada. Había tres ejércitos distintos por cada zona, estando las unidades vascas del Eusko Gudarostea, las brigadas santanderinas y las asturianas. Entre ellos no existía ningún nexo y, aún peor, había fuertes tensiones entre los izquierdistas mineros de las milicias asturianas y los católicos vascos de las milicias del PNV.

Las tropas sublevadas alineaban en el País Vasco un total de 38.000 hombres, 250 piezas de artillería, 60 tanques y 150 aviones además del apoyo naval. Por su lado, las fuerzas vascas y republicanas estaban agrupadas en el Eusko Gudarostea (pues los vascos actuaban al margen del Ejército del Norte republicano agrupaban 40.000 hombres, 46 piezas de artillería y 12 aviones.

Después de un intenso y bien coordinado bombardeo de aviación y artillería, el coronel Alonso Vega avanzó por la derecha del frente para conquistar las montañas de Maroto, Albertia y Jarondo. Al Norte de Villareal, en el centro del frente, hubo una lucha violenta en los alrededores de Ochandiano. Las luchas particularmente violentas en torno a esta localidad continuaron hasta el 4 de abril; Cada día era bombardeado por entre 40 y 50 aviones y las tropas navarras casi llegaron a cercar a sus defensores. Ante la posibilidad de quedar aislados y caer vivos ante el enemigo, los vascos se retiraron desordenadamente, dejando 600 muertos y 400 prisioneros. Ante la dura resistencia ofrecida por los vascos, Mola decidió detener las operaciones aprovechando la llegada del mal tiempo y reorganizar sus tropas; El general Sperrle se quejó ante esta medida. Después de esta toma de contacto las unidades vascas fotificaron nuevas posiciiones, y realizaron nuevos ajustes en el Cinturón de Hierro. Además fueron movilizados más hombres y llegó más material de guerra, de manera que para el 10 de abril los vascos contaban con 140 piezas de artillería. También llegó a Bilbao el general Goriev, destacado militar soviético que ya había jugado un importante papel en Madrid, aunque su llegada y la de otros militares rusos no pareció mejorar excesivamente las cosas. El 20 de abril empezó en Vizcaya un nuevo avance nacionalista; Cuando hubo cesado el fuego de le preparación artillera y los bombardeos aéreos, los vascos empezaron a salir de las superficiales trincheras en que se habían refugiado y oyeron las ametralladoras de los navarros; Muchos defensores se retiraron desordenadamente, como ya hubiera ocurrido en Ochandiano. Sin embargo, en la localidad de Elgeta se habían cavado profundas trincheras entre las onduladas colinas de alrededor, y allí los soldados dirigidos por el comandante de milicias Pablo Beldarrain rechazaron el ataque. Entonces, en otra sección del frente se retiraron del frente dos batallones de la CNT, y esta retirada completó el hundimiento del frente. Ahora los comandantes vascos estaban deseando retirar a las buenas trincheras del Cinturón de Hierro, aunque el estado mayor en Bilbao mostró apatía ante la situación. Existía un clima de pesimismo y pánico ante lo que se identificaba como una derrota general.

La ofensiva en Vizcaya se vio acompañada de una fuerte campaña de bombardeos ejecutada por la aviación alemana e italiana que ayudaban al bando sublevado. El mismo 31 de marzo había sido bombardeada la localidad de Durango, causando una gran destrucción en esta pequeña ciudad y anticipando lo que vendría después.

El 3 de junio, inesperadamente, murió el general Mola, el alma de la Conspiración militar que dio lugar a la Guerra Civil la presente ofensiva nacionalista en Vizcaya. El avión en que viajaba se estrelló en la colina de Alcocero, cerca de Burgos. Mola solía emplear el avión con frecuencia en sus desplazamientos y no existen pruebas de que hubiera sabotaje, aunque la muerte favorecía claramente a Franco al eliminar al Director como rival. El general Dávila, jefe de la Junta de Burgos, sucedió a este como jefe del Ejército del Norte nacionalista.
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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Jue Ago 16, 2012 10:10 pm


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El Cinturón de Hierro

A pesar de la fortaleza ofrecida por la propaganda sobre el Cinturón de Hierro y de los laboriosos trabajos invertidos en su construcción, lo cierto es que este tipo de defensas estaban condenadas a fracasar frente a la Guerra Moderna. El 11 de junio las fuerzas sublevadas iniciaron el asalto del Cinturón de Hierro. El bombardeo preliminar de 150 piezas de artillería acompañado por ataques aéreos de la Legión Cóndor y la aviación italiana fue particularmente intenso. Aquel golpe quebrantó la resistencia de los defensores vascos concentrados en la última cota de terreno inmediatamente anterior al "Cinturón de Hierro". Al anocher, los coroneles García Valiño, Bautista Sánchez y Bartomeu, con tres de las seis brigadas navarras, alcanzaron la célebre línea defensiva. Los bombardeos de prolongaron durante toda la noche. Gamir podía echar mano de forma inmediata de unos 40.000 hombres, algunos de los cuales asturianos y santanderinos y, por consiguiente, no inspiraban confianza a las unidades vascas. El 12 de junio, una vez que las baterías y las nuevas oleadas de aviones hubieron machacado el Cinturón de hierro durante varias horas, la brigada de Sánchez Bautista atacó el punto en el monte Gaztelumendi en el que el sistema defensivo era más débil e incompleto. El bombardeo de artillería precedió a la ofensiva. Los defensores, de esta forma, no pudieron distinguir en qué momento preciso terminaron los bombardeos y empezaron a disparar a los tanques. De repente, en todas partes surgieron la confusión, el humo y el movimiento y las unidades vascas sintieron la amenaza de verse rodeadas y apresuraron la retirada. Así, Juan Bautista Sánchez había roto las líneas vascas en un frente de 800 metros de longitud al amparo de la oscuridad. Los nacionalistas se encontraban a menos de 10 Kilómetros del centro de Bilbao y podían bombardearlo a su antojo mediante la artillería o la aviación.

El 13 de junio todos las tropas vascas que quedaban al otro lado del Cinturón de hierro fueron trasladados al interior de la capital. La moral de estos había sufrido un duro quebranto, lo cual pone en evidencia que, desde un punto de vista psicológico, un sistema defensivo fijo es un error. Durante esa misma noche, las autoridades republicanas y vascas empezaron a preparar la evacuación de la mayoría de la población civil de la ciudad, en ese momento principalmente a los funcionarios y personal del gobierno vasco. A la vez, en el Hotel Carlton se celebró una reunión en el curso de la cual Aguirre preguntó a los jefes militares sobre si Bilbao estaba en condiciones de defenderse: Las opiniones eran dispares, si bien al final en el transcurso de la noche el gobierno vasco resolvió defender la capital. Prieto cursó órdenes precisas del ministerio de Defensa a tal efecto. En ellas precisaba que debían destruirse las instalaciones industriales que pudieran ser útiles al enemigo. Pero el hecho de que la mayor parte de la población estaba siendo evacuada hacia el Oeste, hacia Santander, presagiaba el abandono de la capital. El gobierno vasco se retiró a la aldea de Trucios, dejando en la capital a una Junta de Defensa de Bilbao integrada por el consjero de Justicia, Leizaola, el general Gamir y otros. En estas circunstancias, la retirada de gobierno fue un acto razonable, no así la huida de Navarro, jefe de la marina republicana en el Cantábrico, y la de muchos más. El 15 de junio, gracias a la acción de Putz, quedó abierta una línea al avance de los carlistas y los italianos: Beldarraín se hallaba al norte; Putz en el centro, y al sur Nino Nanetti. El siguiente ataque se lanzó contra un punto en que Goicoechea, el comandante traidor, había revelado que las fortificaciones estaban incompletas. Tras un poderoso bombardeo de la artillería y la aviación nacionales, los hombres de Nanetti huyeron cruzando el río Nervión, sin volar los puentes tras de sí. Quedaba abierta la carretera de Bilbao. Al día siguiente, 16 de junio, Prieto telegrafió a Gamir ordenándole que defendiera Bilbao a toda costa, y especialmente la zona industrial de la ciudad.

A pesar del avance nacionalista, no se produjeron bombardeos aéreos: los nacionalistas habían aprendido la lección de Guernica. Al mismo tiempo, Leizaola descubrió que se preparaba un plan para incendiar la ciudad cuando las fuerzas republicanas se retirasen y lo hizo abortar. El avance nacionalista se prolongó durante todo el día. El día 17 de junio cayeron sobre la ciudad 20.000 bombas, al tiempo que las elevaciones de terreno y las casas aisladas cambiaron de manos varias veces. En esta situación se decretó la evacuación de la industria y algunas fábricas fueron parcialmente evacuadas, otras completamente aunque la mayoría quedaron abandonadas. Dentro de Bilbao, los hombres y el material eran trasladados en ferrocarril o por las dos últimas carreteras que quedaban libres en dirección a Santander. Estas carreteras iban quedando al alcance de la artillería de los Flechas Negras, que proseguían su avance. Ahora los nacionalistas controlaban toda la orilla derecha del Nervión desde la ciudad hasta el mar y la mayor parte de la orilla izquierda hasta el puente de ferrocarril. El 18 de junio el General Ulibarri retiró los restos de sus tropas de la ciudad; la última de estas unidades salió de la ciudad en la madrugada del 19 de junio, de forma que a primera hora de la mañana Bilbao se encontraba prácticamente desierta.

Efectivamente, a mediodía los tanques nacionalistas efectuaron una exploración preliminar a lo largo del Nervión, comprobando que la ciudad se encontraba vacía. La mayoría de los puentes de la ciudad habían sido destruidos para dificultar el paso de los invasores pero la ciudad permaneció intacta en su mayoría, incluyendo sus estructuras industriales que fueron preservadas a pesar de que algunos líderes republicanos sugirieron su destrucción para que no fueran aprovechadas por los rebeldes. Entre las 5 y las 6 de la tarde, la 5ª Brigada Navarra, a las órdenes de Juan Bautista Sánchez, entró en la ciudad y colgó la bandera monárquica en el balcón del Ayuntamiento.

Los dirigentes políticos vascos se trasladaron a Barcelona, donde formarían un gobierno en el exilio, mientras el general Gamir se ocupó de retirar el máximo posible de tropas en dirección a Santander; La retirada de Gamir y sus hombres se vio facilitada por el hecho de que Franco no tenía ninguna prisa en proseguir la ofensiva después de la caída de Bilbao, como así denunció el general Kindelán, jefe de la aviación nacionalista.
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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Vie Ago 17, 2012 1:22 pm


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Continua la campaña

En julio de 1937 el Gobierno de la República ordenó una ofensiva sobre Brunete, como maniobra de distracción que descongestionase Madrid y contuviera el avance del ejército nacional en el Norte, en esos momentos, a las puertas de la provincia de Santander. No obstante, la batalla de Brunete acabó a finales de julio y el general Franco, deseoso de finalizar el episodio del Norte, recuperó para este frente las unidades que había desplazado a las operaciones del centro. La ofensiva era inminente.

El 6 de agosto, un decreto creaba en Santander la Junta Delegada del Gobierno en el Norte, persidida por el general Mariano Gamir Ulibarri, máximo responsable militar, y compuesta por un representante de los Gobiernos del País Vasco, Asturias y Santander. Se trataba así de coordinar las acciones de defensa. En este tiempo, unido a la falta de alimentos, los habitantes de la capital sufrían ataques aéreos regulares, mucho más frecuentes que el año anterior, y se les animaba desde la prensa local a una febril tarea de fortificación. A la vez, se procedía a la evacuación por mar de refugiados vascos con destino a Francia. La defensa del territorio cántabro se confió a 80.000 hombres englobados en cuatro cuerpos de ejércitos: el XIV formado por lo que quedaba del Ejército Vasco, el XV compuesto en su mayoría por tropa cántabra y, en menor medida, los XVI y XVII asturianos. Apoyando a estas fuerzas los republicanos contaban con 50 baterías artilleras, 33 cazas y bombarderos y 11 aviones de reconocimiento. Por su parte, las fuerzas sublevadas constaban de seis brigadas de Navarra y dos de Castilla apoyadas ambas por tres divisiones y una brigada italiana, todas ellas al mando del general Fidel Dávila Arrondo, responsable del Ejército del Norte tras la muerte del general Emilio Mola. A ello hay que sumar un importante apoyo artillero y de aviación. Formaban 90.000 hombres.

La Bolsa de Reinosa

El 14 de agosto comenzaron las operaciones por parte del bando franquista con el bombardeo de las posiciones republicanas mediante artillería y aviación; el primer objetivo fue la fábrica de armamento Constructora Naval de Reinosa y el nudo ferroviario de Mataporquera, atacando la 1ª Brigada Navarra entre el Pico Valdecebollas y Cuesta Labra, ocupando las alturas de la Sierra de Híjar y avanzando hacia Reinosa. Con ello se pretendía amenazar la principal arteria de comunicación del enemigo, dejando así en situación crítica a las fuerzas republicanas que se hallaban al sur de la Cordillera Cantábrica. Este primer día de ataque las brigadas navarras rompieron la línea del frente sur republicana, muy castigada por los bombarderos aéreos. El CTV italiano rompe el frente en Soncillo (entre el puerto de Carrales y la zona de Quintanaentello, Burgos) avanzando hacia El Escudo (Cantabria) y Arija (Burgos); se dan combates aéreos en El Escudo, derribando la aviación republicana un biplano de asalto Romeo Ro 37. Al día siguiente las fuerzas nacionales avanzan, no sin dificultad, por el sector de Barruelo de Santullán hasta Peña Rubia, Salcedillo, Matalejos y Reinosilla, encontrando fuerte resistencia en el Portillo de Suano. El general Gamir Ulibarri planifica una desesperada defensa en la línea norte de Peña Astía - Peña Rubia - Peña Labra. Seis mil soldados republicanos quedan copados en la bolsa de Reinosa. La aviación del bando nacional bombardea Soto-Iruz (causando cuatro muertos y varios heridos) y derriba dos Polikarpov I-16 sobre El Escudo. La IV Brigada Navarra logró romper la resistencia en el Portillo de Suano avanzando y apoderándose del complejo fabril intacto, ante la negativa de los obreros de destruirlo, y entran en Reinosa al anochecer. La brigada de García Valiño proseguiría su avance a lo largo del río Saja, buscando el valle de Cabuérniga.

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Las fuerzas italianas avanzaron paralelamente por la carretera Corconte - Reinosa ante la retirada de las fuerzas republicanas por Lanchares hacia San Miguel de Aguayo. A su vez proseguían los ataques al Puerto del Escudo donde la División 55 Montañesa de Choque del Teniente Coronel Sanjuán oponía una fuerte resistencia. Las fuerzas republicanas se retiran por el Valle de Luena volando varios puentes e incendiando varias casas y el Ayuntamiento con su archivo. Pese a las labores de fortificación republicanas, los italianos de la División 23 de Marzo logran conquistar del Puerto del Escudo, copando de este modo a 22 batallones republicanos y consiguiendo reunirse con el resto del ejército en la localidad de San Miguel de Aguayo. Con este rápido ataque en tenaza, las fuerzas nacionalistas logran estrangular la bolsa republicana del Alto Ebro. La destrucción de esta bolsa, con su importante número de fuerzas republicanas, supuso un duro golpe moral para el resto del ejército.

Desastre republicano

A partir de aquí la ofensiva sigue en dos direcciones: por un lado, un sur-norte, profundizando por los cuatro valles que abren camino desde la montaña hacia el Mar Cantábrico con un objetivo claro: la población de Torrelavega que permitiría cortar la retirada hacia Asturias de las fuerzas republicanas. Por otro lado, las fuerzas italianas Flechas Negras abren el frente por el oeste avanzando por la costa y alcanzando los ríos Asón y Agüera. Para el 18 de agosto, todo el sistema defensivo planteado por el general Gamir Ulibarri estaba roto, no pudiendo establecer una línea continua de defensa, ya que el rápido avance enemigo era imparable, desbordando todas las posiciones que le hacían frente. Gamir Ulibarri manda todas las tropas de reserva a vanguardia y solicita al XIV Cuerpo de Ejército el envío urgente de dos brigadas vascas desde Carranza a Ramales de la Victoria. Ese mismo día, tropas navarras ocupan Santiurde en tanto que los italianos alcanzan San Pedro del Romeral y San Miguel de Luena. Al día siguiente los avances de las tropas nacionales por Cabuérniga, Bárcena de Pie de Concha en el valle del Besaya, Entrambasmestas y el valle del Pas obliga a Gamir Ulibarri a dictar rigurosas órdenes para que se resistiese. No obstante, el rápido avance franquista logra rebasar la tercera línea de defensa republicana establecida, por lo que no tuvo más remedio que organizar el plan estudiado de repliegue a la ciudad de Santander. La aviación franquista bombardea la Vega de Pas, destruyendo la iglesia, y por la noche las fuerzas republicanas se retiran de la Vega hacia Selaya. Por su parte, el XVII Cuerpo de Ejército situó una brigada en Torrelavega y la 48 División vasca solicitada por el Jefe del Ejército del Norte se dispone en Puente Viesgo, para defender las comunicaciones con Asturias. Las tropas italianas alcanzan las cumbres de Cildá, Guzparras y Berana, rodeando Alceda y Ontaneda y entrando en Vega de Pas; la aviación republicana ataca la columna italiana que asciende por el puerto de La Braguía, causando numerosas bajas.

El 21 las tropas franquistas entran en San Martín de Toranzo, Selaya, Castillo Pedroso, Quintana de Toranzo, Alceda, Ontaneda, San Vicente de Toranzo, Villacarriedo, Tezanos y Bárcena, alcanzando Santibáñez; la aviación italiana derriba seis Polikarpov I-16 y un Polikarpov I-15 sobre El Escudo.[46] El día 22, las fuerzas nacionales ya estaban a pocos kilómetros de Torrelavega y de Puente Viesgo. Cae Las Fraguas. Todo el XIV Cuerpo de Ejército republicano se prepara para cubrir la línea defensiva del río Asón, con el fin de defender Santander, en tanto que las demás fuerzas intentan salvaguardar las comunicaciones con Asturias. La aviación italiana derriba otros tres Polikarpov I-15 sobre El Escudo; se dan combates entre fuerzas italianas y republicanas; la aviación republicana bombardea Selaya causando tres muertos. Mientras tanto, la noche anterior los tres batallones de nacionalistas vascos de la 50ª División de choque vasca, al mando de Ibarrola, abandonan sus posiciones en el valle del Saja -así como los de la División de Gómez, Cristobal Errandone y Lazcano- desplazándose hacia Santoña. Mientras tanto las fuerzas italianas y las brigadas navarras prosiguen su avance hacia Torrelavega y Cabezón de la Sal.

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Dada la situación tan crítica, por la tarde se reúne la Junta Delegada del Gobierno republicano con el fin de estudiar las dos alternativas posibles: retirar el ejército hacia Asturias o replegarse hacia la ciudad de Santander y resistir durante 72 horas más, con el fin de esperar la maniobra de distracción prometida por el Ministro de la Guerra, Indalecio Prieto, que se desencadenaría a partir del día 24 de agosto en el Frente de Aragón (la Ofensiva de Zaragoza). Se opta por esta última alternativa. Las fuerzas armadas vascas comienzan a retirarse en dirección a Santoña, a 30 kilómetros al Este de la capital cántabra. El gobierno vasco desistía de seguir combatiendo tan lejos del País Vasco, y tenía las esperanzas puestas en las negociaciones de su rendición que se estaban llevando a cabo con el gobierno italiano en Roma. El día 24 se renuncia a la defensa de la capital cántabra y Gamir Ulibarri ordena la evacuación general hacia Asturias, aún en manos republicanas. Fuerzas nacionales toman Torrelavega, ocupan a las 18:00 el cruce de Barreda y quedan cortadas la comunicaciones terrestres con Asturias. Las fuerzas republicanas estaban ya copadas y la deserción y huida de los mandos políticos y militares es en ese momento generalizada. Unidades enteras se quedan sin superiores. Ese mismo día el comandante de la División 54, Eloy Fernández Navamuel, sale en avión en dirección a Francia.
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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Vie Ago 17, 2012 1:28 pm


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El Pacto de Santoña

Así las cosas, en el frente oriental los batallones vascos en rebeldía se habían ido concentrado en Santoña, enviando emisarios que tomaron contacto en Guriezo con las fuerzas italianas de la brigada Flechas Negras que marchaban por la costa, e iniciando unas confusas negociaciones. Desde la primavera, antes de la caída de Bilbao y de las últimas plazas que controlaba el gobierno vasco, Juan de Ajuriaguerra, presidente del Bizkai Buru Batzar, había estado negociando con los italianos, durante varios meses, un acuerdo de rendición con la mediación del Vaticano que llegó a oídos del gobierno de la República al interceptar un telegrama. Ambos firmaron en la localidad de Guriezo un documento por el cual se rendían con condiciones. Este acuerdo se conocería posteriormente como el Pacto de Santoña, el cual no se llevaría a efecto al enterarse el general Dávila.

La caída de Santander

El 25 de agosto el general Gamir Ulibarri, con parte de su estado mayor, el asesor ruso el general Vladimir Gorev y algunos políticos entre los que se encontraba el presidente del País Vasco, José Antonio Aguirre, abandonan Santander a bordo de un submarino, se dirigen a Gijón y establecen posteriormente su Cuartel General en Ribadesella, ordenando que se organizase una línea defensiva en el río Deva con los restos de las tropas de Galán y de la División de Ibarrola. Las fuerzas republicanas que aún permanecían en la capital cántabra se rinden. La caída de la capital es inminente y efectivamente, a las 8:00 del 26 de agosto, soldados de la IV Brigada de Navarra y de la División Littorio avanzan hacia la capital, entrando en ella hacia el mediodía entre el recibimiento enfervorizado de una población mayoritariamente conservadora. En Santander, las tropas nacionales hicieron más de 17.000 prisioneros, muchos de los cuales serían fusilados de inmediato. Las personas más comprometidas con el régimen republicano habían vivido 48 horas dramáticas esperando encontrar plaza en alguno de los barcos que zarpasen para Asturias o Francia con la esperanza de no ser interceptados en altamar por la armada franquista que controlaba el Mar Cantábrico. A los que no pudieron escapar les quedaba un futuro incierto, con innumerables citaciones públicas ante tribunales militares sumarísimos. Otras tropas rebeldes alcanzan Cabezón de la Sal.

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El día 31 de agosto los restos del ejército republicano en retirada hacia Asturias supuestamente incendian y dinamitan Potes. El día 1 de septiembre las tropas franquistas alcanzan la línea del río Deva, ocupando Unquera (en la desembocadura), así como Panes y todo el Valle de Peñarrubia, cortando las comunicaciones entre Liébana y Asturias. Después de esto la Batalla de Santander podía darse por finalizada con un absoluto triunfo de los franquistas (su victoria absoluta y completa en toda la guerra) mientras los republicanos debían retirarse apresuradamente hacia Asturias, en medio de un gran desastre entre las filas de su Ejército del Norte, que ha quedado prácticamente destruido.

Consecuencias

Tras la larga campaña iniciada en el mes de marzo, los nacionalistas poseían las minas de carbón asturianas y las industrias de Bilbao y, lo que es más importante, las industrias de armas. Al término de la campaña, los nacionalistas habían conquistado 18.500 kilómetros cuadrados de territorio. Contaban con un millón y medio más de habitantes (incluidos muchos prisioneros de guerra, que fueron enviados a campos de concentración). Así mismo, ahora controlaban el 36% de la producción industrial española, el 60% de la producción española de carbón y poseían casi todo el acero que se producía antes de la guerra. La guerra en el norte mostró la notable superioridad el armamento aéreo y artillero nacionalista. Especialmente importante fue la actividad de la Legión Cóndor alemana, que se demostró decisiva como ocurriría en otras campañas de la Guerra Civil Española. Pero ni en la campaña del País Vasco, ni en la de Santander, ni en la de Asturias puede explicarse la victoria de los nacionalistas por superioridad técnica. La existencia de casi tres Estados independientes en el bando republicano, cada uno de los cuales sustentaba sus propias teorías de gobierno y su propio ejército, debilitó a los republicanos fatalmente. El apoyo aéreo de los republicanos en el País Vasco fue muy débil al principio, pero en el mes de junio pudo disponerse de gran número de aviones: por desgracia eran aparatos ya muy usados y los aviones rusos se veían en inferioridad numérica ante las aviaciones alemana e italiana. El general Llano de la Encomienda nunca logró crear un mando unificado, ni tampoco su sucesor Gamir Ulibarri. También se daba el derrotismo en el bando republicano, en mucho mayor que la traición abierta. Así lo señalaría Dolores Ibárruri más tarde:

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Hablar del Ejército del Norte era un eufemismo. Había las milicias de Asturias, las milicias de Santander y las del País Vasco, que en general actuaban cada una con sus propios mandos... No se toleraba que ningún intruso se inmiscuyese en asuntos de familia, aunque la estrechez egoísta y localista llevase a unos y a otros a la catástrofe, y a todos, a ir preparando el terreno para la derrota de la República...Dolores Ibárruri. El único camino.


La victoria también permitió que la flota nacionalista pudiera trasladarse al Mediterráneo para concentrarse allí. Finalmente, 65.000 hombres del Ejército del Norte quedaran disponibles, junto a sus armamentos, para incorporarse al frente del sur. Desde mayo de 1937, el Ejército del Norte republicano perdió 33.000 hombres, más otros 100.000 que cayeron prisioneros y otros 100.000 heridos. Las pérdidas nacionalistas incluían 10.000 muertos y otras 100.000 bajas de diversa consideración. Lo cierto es que aunque el Frente Norte había desaparecido, varios millares de hombres permanecieron en las montañas astur-leonesas hasta el mes de marzo, frenando así otras posibles ofensivas de los sublevados (la actividad de la guerrilla fue tal que durante meses permanecieron en esta área un gran número de tropas y Guardias Civiles). Entre 1937 y 1948 habría una actividad guerrillera en Asturias y Cantabria si cabe más intensa que la actividad militar durante los meses de combates habidos.
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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Vie Ago 24, 2012 7:25 pm


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Campaña de la Aceituna

La Ofensiva de la Aceituna (también denominada como Campaña de la Aceituna) es como se conoce al conjunto de operaciones bélicas que tuvieron lugar entre las provincias de Córdoba y Jaén en diciembre de 1936. Esta Campaña militar comenzó cuando las fuerzas del Bando sublevado, al mando del General Queipo de Llano emprendieron una Ofensiva en la zona del Alto Guadalquivir que pretendía adentrarse hasta el interior de la Provincia de Jaén. Las fuerzas del Ejército Popular de la República hubieron de retirarse, aunque la XIV Brigada Internacional emprendió importantes contraataques en la Batalla de Lopera, tras la cual se estabilizó el frente bélico.

A principios de Diciembre de 1936, el General Queipo de Llano preparó una ofensiva en la Provincia de Córdoba con la que capturar la zona jienense de olivares que había Andújar en tanto que también pretendía auxiliar y romper el sitio de los asediados en el Santuario Nuestra Señora de la Cabeza, que se encontraban cercados por los republicanos desde el verano anterior.

Las fuerzas de Queipo de Llano (Ejército de Operaciones del Sur) empezaron los preparativos de su ofensiva el 13 de diciembre, con 2.000 requetés y regulares marroquíes del Ejército de África. Los mandos republicanos de los sectores de la zona ya venían advirtiendo la posibilidad de un reciente ataque, lo que acabó sucediendo con los primeros ataques sobre Albendín el día 15. Las columnas sublevadas de Redondo y Gómez Cobián encontraron mayor resistencia de la prevista, por lo que el avance se ralentizó. Aún así, el día 19 cayeron las localidades de Cañete de las Torres y Valenzuela, precipitándose la retirada republicana.

El 20 de diciembre los sublevados de la Columna Redondo ocuparon Bujalance, cuya caída marcó el inicio empeoramiento de la situación militar de los republicanos. A la caída de ésta localidad, una tercera columna partió de Córdoba y en los días sucesivos ocupó las localidades de Pedro Abad, El Carpio, Villafranca, Adamuz y Morente. El coronel Hernández Saravia dice en sus informes al Estado Mayor republicano que las desbandadas se debían a la actuación de las distintas milicias que cubrían el frente, al tiempo que la aviación de los sublevados domina completamente el aire. La República decidió entonces lanzar una contraofensiva a lo que consideraba un ataque enemigo de poca importancia, al tiempo que acaba de formarse un nuevo Ejército republicano del Sur bajo el mando del General Martínez-Monje. Para la ocasión, la XIV Brigada Internacional fue enviada desde el Frente de Madrid al Frente de Córdoba. La presión de las columnas de Queipo de Llano siguió presionando el sector de Montoro y las milicias que cubrían la zona terminaron en una nueva desbandada, cruzando el río Guadalquivir de forma desordenada. Las fuerzas que se retiraban desde El Carpio y Villafranca hubieron de hacerse cargo de la defensa en Montoro.

El 22 de diciembre llegó al frente una compañía de la XIV Brigada Internacional que fue enviada a la zona de Villa del Río para un reconocimiento. Se trataba de la 9.ª Compañía (compuesta aproximadamente por 600 efectivos) que el 24 de diciembre, en medio de una emboscada con fuerzas de la Columna del Comandante Redondo, fue completamente diezmada; Buena parte de sus efectivos murieron en medio de la confusión, mientras otros se ahogaron tratando cruzar el Guadalquivir. Mientras tanto, ese mismo día caían en manos de Queipo de Llano las localidades de Villa del Río y Lopera, y el 25 de diciembre la estratégica localidad de Montoro, donde se hallaba el mando republicano de todo el Sector militar del Guadalquivir en Córdoba.

El Coronel republicano Segismundo Casado visitó el frente el 23 de diciembre y vuelve al Estado Mayor Central convencido de que la situación no era tan grave, salvo por las desbandadas y la baja calidad de las milicias obreras republicanas. El día 24 llegó el grueso de la XIV Brigada Internacional al mando del General Walter, y con Aldo Morandi como jefe de Estado Mayor y dos días más tarde llegó la 3.ª Brigada Mixta al mando de José María Galán; Ese mismo día comenzó un masivo contraataque republicano en todo el sector. Después de las últimas derrotas, la XIV Brigada Internacional lanzó un importante ataque el día 27 para recuperar la localidad de Lopera, aunque a unidad volvería a sufrir numerosas bajas y no logró sus objetivos. Entre los muertos de las Brigadas Internacionales se encontraban los británicos Ralph Fox y John Cornford, ambos prominentes comunistas en su país. Las bajas de las Fuerzas sublevadas también fueron elevadas: entre ellos estaba Pepe "El Algabeño", un torero sevillano que se había metido a falangista y que como ayudante de Queipo de Llano había mandado una de las columnas durante la ofensiva. A pesar de que los ataques republicanossobre Lopera fueron suspendidos el 29 de diciembre, la resistencia republicana también obligó a Queipo de Llano a cambiar sus planes e ir reduciendo la intensidad su ofensiva. Para el día 31 (otras fuentes, como Ramón Salas Larrazábal, señalan el 1 de enero de 1937 ) los sublevados ocuparon Porcuna y detuvieron finalmente su avances en la zona.

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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Vie Ago 24, 2012 7:32 pm



60?
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Ofensiva del Levante

La Ofensiva del Levante (también conocida como Campaña del Levante) fue una ofensiva lanzada por las tropas franquistas con el objetivo de la captura de Valencia, que hasta hacía unos meses había sido la capital de la República y que constituía uno de los principales (cuando no el principal) puerto de la España republicana. Aunque la ofensiva nacionalista logró tomar casi toda la provincia de Castellón (con unas perdidas elevadísimas), sus tropas se vieron detenidas a las puertas de Sagunto por la cadena de fortificaciones de la Línea XYZ y una inusitada voluntad de resistencia entre los republicanos.

La Ofensiva de Aragón en marzo y abril de 1938 había terminado con una total victoria del bando rebelde, sobre todo porque tras la llegada de las tropas franquistas al Mediterráneo la zona controlada por la República quedó cortada definitivamente en dos, quedando Cataluña aislada del resto de territorio bajo control republicano.

Para evitar una supuesta intervención militar francesa en la contienda, Franco ordenó a sus ejércitos cesar el avance sobre Cataluña y dirigirse al sur con el objetivo de ocupar la ciudad de Valencia, iniciando sus operaciones el 23 de abril. Ese día, se ordenó al Cuerpo de Ejército de Castilla (mandado por José Enrique Varela) y el Cuerpo de Ejército de Galicia (mandado por Antonio Aranda) iniciar el avance hacia el sur. La decisión fue muy criticada entonces por muchos militares, ya que veían un error abandonar el avance la prácticamente indefensa Barcelona y dirigirse a Valencia a través del montañoso Maestrazgo.

La idea de Franco pasaba por realizar una repetición de la rápida ofensiva en Aragón, esta vez con el objetivo marcado en la conquista de Valencia. Varela ya se encontraba en Teruel desde el invierno y a él es encomendó avanzar por la monótona región del Maestrazgo, una de las más agrestes de la Península Ibérica. En un primer asalto logró abrir una brecha en las defensas republicanas pero inmediatamente cambiaron las condiciones climáticas y en medio de lluvias torrenciales el avance se ralentizó. Este factor favorecía a los defensores, quienes contaban también con el refuerzo de nuevo armamento, especialmente cañones antiaéreas y numerosos cazas que formaban parte de una remesa de material adquirida en Francia. El 27 de abril el avance quedó finalmente detenido. El 1 de mayo, en una nueva tentativa de remachar una victoria que días antes se vislumbraba fácil y brillante: el general Aranda dirigió un nuevo asalto a 30 kilómetros de las posiciones de Varela y a solo 25 Km. del Mar Mediterráneo. El general García Valiño, situado entre las tropas de Varela y Aranda, mandaba una fuerza móvil destinada a reforzar a cualquiera de los flancos que necesitara de su intervención. Pero, en las tres líneas la lucha fue encarnizada y el avance seguía siendo lento, encontrando una reforzada actitud republicana de resistir, impensable hacía solo unas semanas atrás. A inicios de mayo las tropas franquistas vuelven a encontrar severa resistencia en una línea de defensa que el Ejército Popular de la República ha establecido desde la Sierra de Espadán hasta el mar, la llamada Línea de Levante. La defensa consistía en una serie de trincheras excavadas de acuerdo a las irregularidades del terreno, bien cubiertas por fuego artillero y adecuadamente ocultas a la observación aérea, lo cual dificulta a las fuerzas del bando nacional recurrir a los bombardeos para reducirla.

La irregularidad de las trincheras impide también tomarlas fácilmente, pues para reducir a un núcleo reducido de defensores republicanos los nacionales sufren excesivas bajas. En un comienzo el avance en los meses de Abril y Mayo se vio extraordinariamente ralentizado por el intenso periodo de lluvias (que imposibilitó el apoyo aéreo, a la vez que el avance de las tropas); Sin embargo, la resistencia republicana fue el factor decisivo pues las tropas y mandos franquistas esperaban que el avance a Valencia fuera un paseo militar después de lo visto en la Ofensiva de Aragón. Tras duros combates las fuerzas rebeldes toman Lucena del Cid el 31 de mayo, mientras el Cuerpo de Ejército de Castilla recibe apoyo de la denominada Agrupación de Enlace del general García Valiño; el Cuerpo de Ejército de Galicia avanza en paralelo por la línea de la costa pero también sufre fuertes bajas ante fuerte resistencia republicana.

Las tropas republicanas, mandadas por el general Leopoldo Menéndez López (todas las tropas de Levante se encontraban bajo mando supremo de Miaja, comandante en jefe del Grupo de Ejércitos de la Región Central) resistían con destreza y valor. El general Volkmann, comandante en jefe de la Legión Cóndor informó a Berlín de que había agotado todas las reservas de material. Los republicanos, por su parte, habían recibido de la URSS numerosos Moscas, entre los que figuraban algunos modelos del denominado Supermosca, más veloz y mejor armado que los anteriores modelos. Castellón de la Plana resistió hasta el día 14 de junio, cuando se rindió a las tropas de Aranda tras varios días de feroces combates en los suburbios. A la retirada republicana hubo represalias entre los presos políticos derechistas por parte de algunas tropas y fueron asesinados cerca de 40 presos antes de que la ciudad fuera evacuada por las unidades republicanas. Los nacionalistas contaban ya con el puerto del Grao de Castellón, un importante puerto en pleno Mediterráneo. Al día siguiente de caer Castellón los sublevados se hacen con otro importante localidad de la zona, Villareal, consolidando así la posesión de la capital de provincia. Se hallaban ya a 80 kilómetros de Valencia pero, aunque las expertas tropas de García Valiño (que formaban ahora un Cuerpo de Ejército, el conocido como Cuerpo de Ejército del Maestrazgo) se habían unido a las de los cuerpos mandados por Aranda, Solchaga y Varela, las operaciones militares habían vuelto a quedar estancadas a unas decenas de kilómetros al norte de Sagunto.

El avance de los sublevados tras las últimas conquistas es firme pero se ha ralentizado mucho, en tanto la tenaz defensa republicana les causa más bajas de lo que hubieran esperado. Y es que, a la cadena de líneas defensivas se une una voluntad republicana de resistencia imposible de esperar hacía unos meses, pero sobretodo se unen las dificultades del terreno y de una zona con pocas infraestructuras, que convierten el terreno en un verdadero infierno a la hora de logística.

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Re: Guerra Civil Española

Notapor marcmirabet » Vie Ago 24, 2012 11:11 pm



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Si señor, me ha gustado mucho!
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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Vie Ago 31, 2012 4:09 pm


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Campaña de Vizcaya

La Campaña de Vizcaya (también conocida como Ofensiva de Vizcaya) tuvo lugar en la provincia del mismo nombre, y parte de las Provincias de Álava y Guipúzcoa durante toda la primavera de 1937, en el contexto la Guerra Civil Española. Durante la misma se produjeron una serie de combates y batallas por toda la provincia vizcaína con el objeto de hacerse con el control de la provincia vasca, pero más en concreto de su capital, Bilbao. Su posesión era elemental para ambos bandos, tanto por su situación estratégica en la franja cantábrica controlada por la República, como por sus industrias pesadas y fábricas de armas.

Vizcaya era una de las tres que formaban el País Vasco, Euskadi o también conocido como provincias vascongadas. En concreto, era la provincia que concentraba la mayor parte de la industria del País Vasco (a la vez que uno de los polos industriales más importantes en el conjunto de España), especialmente en su capital, Bilbao. Ésta era la capital de la región autónoma vasca que fuera oficialmente establecida por el gobierno de la Segunda República Española poco después del comienzo de la guerra civil, aunque su instalación estaba prevista ya desde inicios del año 1936. Esta autonomía fue otorgada como recompensa por el apoyo del PNV a la causa de la República, sin embargo la primacía política del nacionalismo vasco en Euskadi implicaba la hegemonía de un partido abiertamente conservador y católico como el PNV, que por necesidades de la guerra debía aliarse con los partidos de izquierda de alcance nacional y con los grupos anarquistas, que formaban el sostén básico del bando republicano.

En septiembre de 1936, el Euzko Gudarostea (ejército dirigido por el recientemente formado Gobierno vasco de José Antonio Aguirre y formado por batallones de distintas ideologías fieles a la República) se mantenía ante las tropas de Mola tan solo en Vizcaya y la zona oeste de Guipúzcoa. Estas eran las zonas más densamente pobladas de Euskadi, y desde allí se lanzaron, sin éxito ofensivas locales para expulsar al bando nacional que ocupaba la provincia de Álava. Tras el fracaso de éstas, el gobierno vasco y la dirección del Euzko Gudarostea se convencieron de la necesidad de concentrarse más en una doctrina defensiva vista las nulas capacidades de las tropas vascas en emprender ofensivas contra las poderosas fuerzas de Mola.

El mismo día en que Durango era arrasada por la aviación italiana, comenzó la gran ofensiva nacionalista sobre Vizcaya; Después de un intenso y bien coordinado bombardeo de aviación y artillería, el coronel Alonso Vega avanzó por la derecha del frente para conquistar las montañas de Maroto, Albertia y Jarondo. Al Norte de Villareal, en el centro del frente, hubo una lucha violenta en los alrededores de Ochandiano. Las luchas particularmente violentas en torno a esta localidad continuaron hasta el 4 de abril; Cada día era bombardeado por entre 40 y 50 aviones y las tropas navarras casi llegaron a cercar a sus defensores. Ante la posibilidad de quedar aislados y caer vivos ante el enemigo, los vascos se retiraron desordenadamente, dejando 600 muertos; Además las fuerzas sublevadas hicieron 400 prisioneros. Ante la dura resistencia ofrecida por los vascos, Mola decidió detener las operaciones aprovechando la llegada del mal tiempo y reorganizar sus tropas; El general Von Sperrle se quejó ante esta medida.

Después de esta toma de contacto las unidades vascas fotificaron nuevas posiciiones, y realizaron nuevos ajustes en el Cinturón de Hierro. El uso táctico de los bombarderos aéreos, por muy inexacto que fuera, había causado gran alarma, y había aumentado el odio a Alemania. Por ello fueron movilizados más hombres y llegó más material de guerra, de manera que para el 10 de abril los vascos contaban con 140 piezas de artillería. También llegó a Bilbao el general Goriev, destacado militar soviético que ya había jugado un importante papel en Madrid, aunque su llegada y la de otros militares rusos no pareció mejorar excesivamente las cosas.

El 20 de abril empezó en Vizcaya un nuevo avance nacionalista; Cuando hubo cesado el fuego artillero y los bombardeos aéreos, los vascos empezaron a salir de las superficiales trincheras en que se habían refugiado, oyeron las ametralladoras de los navarros. Al grito de ¡¡Estamos copados!!, muchos defensores se retiraron desordenadamente, como ya hubiera ocurrido en Ochandiano. Sin embargo, en la localidad de Elgeta se habían cavado profundas trincheras entre las onduladas colinas de alrededor, y allí los soldados dirigidos por el comandante de milicias Pablo Belderrain rechazaron el ataque. Pero entonces se retiraron dos batallones de la CNT, y esta retirada completó el hundimiento del frente. Ahora los comandante vascos estaban deseando retirar a las buenas trincheras del Cinturón de Hierro, aunque el estado mayor en Bilbao mostró apatía ante la situación. El 24 de abril Belderrain tuvo que retirarse de Elgeta y el camino quedó abierto para los navarros; Existía un clima de pesimismo y pánico ante lo que se identificaba como una derrota general.

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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Vie Ago 31, 2012 4:16 pm


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Ofensiva de Huesca

La Ofensiva de Huesca fue una operación ejecutada durante la Guerra Civil Española por el Ejército Popular de la República en el mes de junio de 1937 con el fin de tomar la ciudad aragonesa de Huesca, que desde el inicio de la contienda en julio de 1936 había estado bajo dominio de las Fuerzas sublevadas.

Las fuerzas sublevadas encargadas de la defensa de Huesca estaban limitadas apenas a sus propia guarnición basada en los regimientos Galicia y Valladolid, aunque el control de la carretera de Alerre, al noroeste de la localidad, les permitía recibir refuerzos. El estado mayor del bando nacional se niega a movilizar unidades militares adicionales en la defensa de Huesca, al advertirse según informes locales que el ataque republicano es masivo pero muy desorganizado.

No obstante, el general Lukács muere el 11 de junio en el collado de Estrecho-Quinto, a las afueras de Huesca, cuando un obús de artillería de los sublevados descubre su vehículo mientras regresa de un reconocimiento del terreno, matándolo de inmediato junto con su chofer y dejando gravemente herido al comisario de la XII Brigada Internacional, Gustav Regler.

El líder comunista Manfred Stern, apodado general Kléber, es el sucesor del fallecido Lukács al frente de la 45ª División, formada al unir las Brigadas Internaciones XII y XIIbis, y que arribaban de Madrid como unidad de élite. El resto de la ofensiva republicana se confía a las divisiones 25.ª, 27.ª, 28.ª, 29.ª, y a la 72.ª Brigada Mixta (también llegada desde Madrid). Pese a que los asesores soviéticos esperaban que las Brigadas Internacionales desarrollaran un papel principal cerrando el cerco a Huesca al tomar la localidad de Alerre, la confusión de mandos era muy grave. El general Pozas era teóricamente jefe de toda la formación, pero al organizarse el mando de tropas en cuatro columnas y dos agrupaciones se perdió toda coherencia y coordinación entre los diversos grupos, al existir en simultáneo tres estados mayores adicionales al mando de Pozas, en el afán de no herir suceptibilidades de los mandos comunistas y anarquistas (mutuamente hostiles desde los recientes combates mutuos en Barcelona), y de dar igual protagonismo a todas las fuerzas particiapntes del bando republicano. Los republicanos eran claramente superiores a los sublevados, que se hallaban bien atrincherados en la ciudad a pesar de la fuerte presión a la que se hallaban sometidos y prácticamente sitiados.

Se inicia el ataque contra Huesca el día 12 de junio, con un limitado bombardeo artillero, en una maniobra de aproximación directa, simultaneada con otra, de apoyo, sobre el pueblo de Chimillas. La infantería republicana ha de lanzarse al ataque en un espacio descubierto de menos de un kilómetro de ancho, carente de arbolado y pedregoso, cuya única protección son algunos arbustos que apenas llegan a las rodillas de los soldados. Tanto el ataque directo sobre Huesca como el de Chimillas son rechazados fácilmente por el nutrido fuego de ametralladoras y de artillería de los nacionales, en grave inferioridad numérica pero muy bien atrincherados.

En este escenario actuó mejor la aviación republicana, compuesta por Chatos y Moscas procedentes de Alcalá de Henares (en el frente madrileño), que se enfrentó a los Fiat CR-32 y a la escuadrilla de Heinkel He 51 de los sublevados. El mayor combate aéreo tuvo lugar el día 14 de junio y en él intervinieron unos cien aviones en total, en tanto el estado mayor franquista había dispuesto seguir la ofensiva en Vizcaya pero movilizar importantes unidades de aviación para la defensa de Huesca. El día 16 tuvo lugar el último combate aéreo de la batalla de Huesca con el bombardeo de Chimillas.

Pese a todo, la ofensiva fracasa pues faltó toda sorpresa y discreción en los movimientos de las tropas republicanas: se cambió la ubicación de unidades de infantería a plena luz del dia y bajo observación de las tropas sublevadas, la artilleria falló en sus comunicaciones y no coordinó los fuegos de barrera, con lo cual los disparos eran dirigidos a sectores innecesarios, o debían suspenderse al no poder establecerse en sitio seguro las baterías debido al fuego enemigo.

En la madrugada del día 16 las tropas republicanas lanzan un nuevo asalto contra los pueblos de Alerre y Chimillas, pero el violento fuego enemigo que bate todo el terreno donde maniobran las hace retroceder. Siguen dos días de disparos aislados y de intentonas fracasadas hasta que el 19 de junio, el mismo día que las Brigadas Navarras franquistas ocupan Bilbao, se ordena detener la ofensiva contra Huesca. El campo de batalla queda sembrado de muertos y heridos y las posiciones llenas de cadáveres que se pudren al sol, mientras las tropas republicanas se retiran el 20 de junio a sus posiciones iniciales. El informe del líder comunista polaco Karol Świerczewski (conocido en las Brigadas como general Walter), que también intervino en la lucha, dice que el rendimiento de la XII Brigada Internacional no tiene nada que ver con el que han conseguido durante otras batallas anteriores.

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Re: Guerra Civil Española

Notapor Juanete » Sab Sep 08, 2012 10:56 am


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Batalla de Mérida

La Batalla de Mérida fue una de las primeras batallas de la Guerra Civil Española cuando los milicianos republicanos intentaron por dos veces parar al Ejército de África cerca de la histórica ciudad de Mérida, fracasando en el intento.

Los nacionales expulsaron a los republicanos de la ciudad el 10 de agosto de 1936 y aseguraron el control al día siguiente, lo que permitió al General Yagüe forzar la rendición y toma de la ciudad de Badajoz varios días después, perpetrando posteriormente la masacre de Badajoz en dicha ciudad. La importancia de la toma de Mérida estriba no solo en la posesión de este importante centro sino que con su conquista se consiguió unir las dos zonas en que entonces se encontraban divididas las fuerzas sublevadas.

Desde los primeros días de la sublevación se organizó el inmediato traslado a la península de los efectivos del Ejército de África, ya fuera por aire con los pocos aviones que se disponía o por mar intentando sortear el bloqueo de la armada republicana. En este sentido, la ayuda alemana e italiana ya que permitió organizar el primer puente aéreo de la historia. Para comienzos de Agosto ya se encuentran reunidas en Sevilla un número considerable de tropas y material, tomándose la decisión de avanzar hacia el norte. El día 2 de Agosto salen de la capital hispalense 3 columnas de tropas marroquíes al mando de los Teniente Coronel Cabanillas y Tella con el objetivo de conquistar Extremadura a la vez que enlazan con la zona norte de los sublevados. Pero, en última instancia, el objetivo final de la columna es la conquista de Madrid. El 3 de Agosto se uniría una tercera columna más al mando del comandante Castejón.

Asensio se dirigió hacia el norte, aplastando los ataques republicanos el 6 de agosto. Al día siguiente, el Ejército Africano expulsó a las milicias republicanas de la población de Almendralejo después de una sangrienta resistencia que mermó a ambos bandos. Los republicanos se replegaron hacia el norte hasta llegar a Mérida, cuando los fogueados nacionales pararon su marcha para esperar a Castejón. Estas tres columnas quedaron al mando del coronel Juan Yagüe, otro veterano de la guerra de África como los anteriores

Aparte del río Guadiana, que representa su mejor defensa natural, la ciudad extremeña apenas si contaba con medios suficientes para su defensa, a excepción de dos cañones de escasa potencia. Las milicias republicanas construyeron trincheras a lo largo del cauce del río, junto a la ciudad, para rechazar el esperado ataque. Por su parte, Yagüe ordenó avanzar hacia la cuesta que domina la parte sur de la ciudad para colocar allí las baterías de artillería. A primeras horas del 10 de Agosto las tropas Asensio atacaron duramente y controlan la orilla sur. De los dos puentes que cruzan el río –el del ferrocarril y el romano- se decide tomar este último. Tras una ligera preparación artillera, la 5ª Bandera de la legión se lanza sobre el puente romano y lo toma llegando a penetrar en la ciudad. Las tropas atacantes aprovechan el desconcierto republicano para asaltar la villa, decidiéndose hacerlo por 3 flancos. Así, en un avance calle por calle llegan a la plaza principal y consiguen controlar la ciudad. Cabe citar que el comandante Luis Alarcón de la Lastra desactivó las cargas explosivas colocadas para volar el puente romano de Mérida.[2] Por otro lado, las milicias se retiraron antes de correr el riesgo del envolvimiento (¡nos copan!). El General Juan Yagüe llegó más tarde a la recién tomada ciudad para ponerse al mando de las tropas sublevads.

Después Yagüe dirigió sus tropas hacia el oeste hasta llegar cerca de Badajoz con Asensio y Castejón, quedando un destacamento al mando del Teniente Coronel Tella para asegurar el frente de Mérida. El 11 de agosto, las milicias republicanas fueron reforzadas con un gran contingente de Guardias de asalto y Guardias civiles procedentes de Madrid, además de importantes refuerzos en artillería y equipo variado. En un nuevo intento, las fuerzas republicanas atacaron Mérida e intentaron forzar la posición pero los legionarios de Tella les derrotaron en batalla, fracasando así el último intento republicano por recuperar la villa extremeña.

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