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¿Ahora quién cuidará de nosotras?
La Asociación contra la Violencia Doméstica y en Defensa del Menor denunció ayer que en apenas unos días se ha retirado la escolta a tres de las cinco mujeres maltratadas que gozaban de protección hasta ahora en Gipuzkoa
Quién le iba a decir a la donostiarra María, de 44 años, que un día se serviría de los escaparates que encuentra a su paso para cerciorarse de que nadie sigue sus pasos. El temor siempre es el mismo: que un mal día, el espejo le devuelva la imagen de su ex marido. "Nunca mires al interior de las tiendas, siempre hazlo al cristal, por si alguien te sigue", le aconsejó un escolta. Fue algo así como su testamento profesional poco antes de abandonarla a su suerte, el pasado 9 de febrero, aquel extraño día que se esfumó como por arte de birlibirloque la orden de protección en vigor desde noviembre de 2005. Esa misma jornada, otra compañera maltratada recibió el mismo revés: adiós a la protección. "Les dije que no estaba de acuerdo con su decisión y que a partir de ese momento hacía responsable al Departamento de Interior del Gobierno Vasco de lo que pudiera ocurrirme a mí y a mis dos pequeños", relataba a este periódico María, temerosa del cauce que puedan tomar los acontecimientos.
La Asociación contra la Violencia Doméstica y en Defensa del Menor, Acovidem, denunció ayer que Interior ha retirado en Gipuzkoa en el plazo de unos días la escolta de tres de las cinco mujeres maltratadas que gozaban de protección hasta ahora. En una comparecencia celebrada en Donostia, la agrupación cuestionó el actual sistema de valoración de riesgos, que creen que "debería ser totalmente personalizada", y alertó de la flagrante desprotección en la que quedan.
La presencia de medios de comunicación era importante. Por eso María, presente en la sala, optó por sentarse en los últimos asientos, adoptando un segundo discreto plano desde el que siguió la interesante comparecencia. La mujer tiene dos procesos penales abiertos y prefiere callar por motivos de seguridad. Por nada del mundo quisiera involucrar a sus dos pequeños en todo este embrollo. "Nada de fotos", insistió, a pesar de lo cual no tuvo reparos en atender a este periódico para describir el horror que carcome sus entrañas al sentirse tan vulnerable. "Cuando aquel día sonó el teléfono, al menos supuse que tendría el fin de semana por delante para organizar mi vida, pero ni siquiera fue así", lamenta. El escolta desapareció antes de lo previsto. "Fue un mazazo que se fuera aquel mismo sábado", admite María, que si bien arrastra su "particular infierno" para salir de la espiral del maltrato, hacerlo sin protección supone algo así "como abandonarte a tu suerte en mitad de una plaza de toros", expone la mujer a modo de ejemplo.
Aquel fin de semana, María tomó a su hija del brazos y salió a la calle con mucho temor. Al fin y al cabo, había que plantarle cara a la vida. La niña le pregunta constantemente: "¿Y ahora quién va a cuidar de nosotras?" Su madre, a veces titubeante, sin saber muy bien cómo salir del paso, le consuela diciendo cada vez que ve un coche patrulla que "ésos serán los que velen por nosotros".
miedo a poner un pie en la calle
Apelaciones de dependencia
La niña no parece convencida del todo. "Ama, tengo miedo", le repite en cuanto ponen un pie en la calle. Sólo se siente segura cuando acude al colegio o está en el domicilio. La incertidumbre se adueña de la pequeña el resto del día, sobre todo le atenaza el temor de que "vaya a venir mi padre a cogerme".
En su soledad, la madre también se lo pregunta: "¿Y ahora qué hago?". De nada le sirven las llamadas que está recibiendo estos días de la Policía para saber qué tal se encuentra. "Me dicen que les avise si tengo algún problema", relata desmotivada y sin ningún convencimiento.
El caso de María y de sus compañeras también llegó ayer a las Juntas Generales, desde donde la presidenta, Rafaela Romero, manifestó su apoyo "incondicional y absoluto" a la Asociación contra la Violencia Doméstica. "Es triste decirlo, pero las víctimas de malos tratos, se siguen sintiendo desprotegidas en los juzgados y muchas veces ven con dolor que sus relatos no resultan creíbles", expresó Romero.
Quien no tuvo reparos en hablar de su propio caso fue Sonia Franco, secretaria de Acovidem, y mujer maltratada a la que también retiraron su orden de protección aquel 9 de febrero, el mismo día que María. "Me imaginaba lo que iba a ocurrir, que habían valorado que el riesgo había desaparecido", relató Franco.
La asociación no entiende decisiones de esta naturaleza: si hace tres meses Sonia vivía en situación de riesgo y nada ha cambiado desde entonces, ¿qué motiva una decisión así? "Nos choca mucho que nos digan que no es cuestión de dinero. Entonces, ¿de qué estamos hablando? ¿De voluntad?, se pregunta Franco. "Hay quien nos dice que nos encariñamos de los escoltas", reveló Franco, "harta" de las continuas apelaciones de la dependencia que sienten hacia las escoltas.
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