http://www.noticiasdegipuzkoa.com/polit ... e-necesitaSu nombramiento como director de la Ertzaintza culmina el vasto recorrido de Gervasio Gabirondo (Zarautz, 56 años) por los diferentes puestos de responsabilidad de la Policía vasca, de la que forma parte desde la primera promoción, en la que fue el número uno
Donostia. Que hay mucho por hacer es una impresión generalizada en el Gobierno Vasco que lidera el lehendakari Urkullu. Esa impresión -u obligación adquirida con la sociedad vasca- cobra una relevancia especial en determinados departamentos. Uno de ellos es el de Seguridad. La herencia que deja la gestión de Rodolfo Ares en Interior, con una Ertzaintza muy lejos de su mejor momento, y la necesaria readecuación de la Policía vasca a una Euskadi sin ETA hacen que el trabajo en esta consejería parezca, a priori, mayor que en otras. El Gobierno nombró el último día del año 2012 en el Consejo de Gobierno a uno de los máximos responsables de esa tarea. El zarauztarra Gervasio Gabirondo, nuevo director de la Ertzaintza, ostenta el cargo avalado por su trayectoria, su conocimiento de la institución y el respeto profesional de muchos de los que son sus subordinados. En una entrevista exclusiva con este diario, desgrana su diagnóstico y avanza los ejes básicos de su actuación y de la Ertzaintza que quiere.
¿Cómo será la Policía vasca con usted al frente?
Nuestro futuro pasa por ser una policía de proximidad. En los últimos años ha habido un aislamiento entre la sociedad vasca y la Ertzaintza. La violencia ha sido la cuña que nos ha ido separando. Hay una nueva situación y hay que reconducir esa relación. Tenemos que estar junto a la gente, escucharla, entenderla, y así podremos darle un servicio mejor. Hay que tender a un servicio directo al cliente. Es una labor que tiene que hacer y ganar la Ertzaintza; es una tarea exclusivamente nuestra.
¿Cómo se hace eso?
En primer lugar, rompiendo las barreras que ha generado el tiempo. Bajándote del coche patrulla, yendo donde la gente, preguntándole qué necesita y escuchándola. Si estás lejos de la gente, de la sociedad, el resultado de tus actuaciones no es bueno. Si eres capaz de poner nombres y apellidos a la gente, de sentirla cercana, la actuación policial va a salir mejor porque vas a implicarte más.
¿Cuál es su diagnóstico del estado de la Ertzaintza?
Hay un desánimo general producto de la falta de liderazgo. La gente está perdida. Estamos en una etapa nueva -sin ETA-, que todavía hay que asentar, pero los ertzainas perciben que no ha cambiado nada. El caos organizativo generado en los últimos años, orientado más a dar una respuesta política que policial, requiere una respuesta inmediata.
¿Vale algo de la etapa anterior: decisiones, cambios, jefaturas, vestimenta...?
No hay que romper con todo por romper. Hay que romper con lo que no funcione y para lo que tengamos una alternativa consistente y clara. Debemos analizar el Cuerpo con detenimiento y mirar y pensar mucho qué hacer antes de tomar decisiones rápidas que quizá no sean eficaces.
O sea, que no piensa entrar como un elefante en una cacharrería.
Creo que debemos invertir un mes, dos, cien días, a pensar bien qué proyecto queremos llevar adelante y después, una vez pensado y asumido por todos, lanzarnos a desarrollarlo. Eso es mejor que ponernos a improvisar. No podemos estar a poner parches. Necesitamos un proyecto claro de lo que queremos hacer, una ruta clara para llegar a donde queremos ir. Y a partir de ahí, ponerlo en marcha. A toda máquina.
¿Seguirán los mismos jefes de división nombrados por Ares?
Insisto: no nos planteamos cambiar por cambiar. Lo más urgente e importante es diseñar el plan estratégico, la meta a la que queremos llegar dentro de cuatro años. Los cambios que puedan hacerse serán para facilitar lograr ese objetivo. Si cambiamos, será por un motivo. Estamos hablando de personas, y con las personas no puede jugarse. Ganaremos en credibilidad si proponemos respuestas y propuestas sólidas a lo que se pueda mejorar.
¿Hará falta mano dura?
Aspiro a liderar un trabajo en equipo. No soy un hombre de ordeno y mando. Me gusta trabajar codo con codo con la gente y que todo el mundo aporte. Con lo mejor de todos se hacen cosas buenas. Siempre enriquece. Necesitamos distintas visiones para dar una salida digna a este reto.
¿Habrá venganza para todos los agravios que les ha tocado sufrir a muchos durante estos tres años y medio, entre otros a usted?
En la Ertzaintza tenemos que ser profesionales. No hay lugar ni a un resquicio para la venganza. Muchos nos hemos podido sentir como nos hemos sentido estos años, pero hasta ayer. Lo que hemos sufrido o pasado es eso, pasado. Los ertzainas no trabajamos por nosotros, trabajamos por el país. Somos engranajes de la maquinaria. Y si podemos recuperar algún engranaje, es lo que tenemos que hacer. Debemos sumar. Para restar y perder el tiempo, mejor nos quedamos en casa.
¿Se puede resucitar a la Ertzaintza?
Estoy convencido. La Ertzaintza tiene material humano y hay ilusión, pero le hace falta un proyecto para ilusionarse más. No podemos caer en la apatía porque eso desanima a la gente. La Ertzaintza quiere ilusionarse. Siempre habrá un porcentaje pequeño que no querrá ir a ningún lado, que no colabora con ningún proyecto, como sucede en cualquier organización, pero la mayoría aquí no es así. Hay capital humano capaz de poner en marcha esto.
Los sindicatos se han erigido en un poder fáctico dentro de la organización. ¿Le preocupa?
Las centrales siempre han tenido mucho espacio en la vida interna de la Ertzaintza, y quizá más en estos últimos años. Hay que tenerles en consideración. Desarrollan su papel como representantes de los trabajadores y de sus derechos. Ese es el juego. Su papel merece todo el respeto, pero ellos también deben respeto a la institución y al Gobierno, que es quien orienta a la Ertzaintza en una línea determinada. Y lo hace con el aval social que dan las elecciones. Los sindicatos no pueden interferir en eso. Lo suyo no son las posiciones políticas, sí los derechos laborales.
¿Espera algo de ellos o es una batalla que da por perdida? Solo cuatro días después del nombramiento de la consejera ya hubo una movilización sindical.
Espero respeto mutuo y trabajo juntos; tenemos ámbitos distintos pero podemos y debemos colaborar. Es cuestión de establecer las reglas del juego, algo que me parece muy importante.
Los robos, asaltos... han creado una sensación de inseguridad importante. ¿Lo comparte?
Es verdad que han aumentado, aunque también hay otros factores. Antes la actividad de ETA ocupaba casi toda la información relacionada con la seguridad. Los titulares ya no se dedican a eso y afloran otro tipo de delitos que, insisto, es verdad que han aumentado. Y no olvidemos el factor socioeconómico, que también influye en el aumento de delitos. A Euskadi están llegados delincuentes que antes la veían como un terreno vetado por ETA. El crimen organizado es algo muy preocupante.
Cita varias veces a ETA. ¿La organización terrorista es historia?
No -tajante-. ETA no está más que en una primera fase de desactivación. Ha manifestado su voluntad de dejar la violencia pero todavía hay mucho que concretar. Queremos correr más de lo que estas cosas permiten. A menudo suele sacarse el ejemplo de Irlanda. Allí ha habido grupos del IRA que no se han amoldado a la nueva situación. Aquí podría pasar lo mismo. Hay que llegar al momento en el que podamos decir "esto se ha acabado". Últimamente se hace mucha referencia a una entrega de armas. Sería un gesto representativo, psicológico, pero también están las estructuras, el dinero... Por muchas armas que entregues, si tienes dinero, puedes comprar más.
¿Han detectado algún movimiento de ETA en Euskadi en los últimos meses?
Por lo que he podido conocer en estos pocos días al frente del cargo, no. No constan movimientos que puedan indicar que la organización o bien un sector de ella den pasos diferentes a los públicamente anunciados.
¿Qué sentido tiene ahora la Unidad Antiterrorista, con cerca de 400 agentes?
Un matiz: cuando se creó, la Unidad Antiterrorista se vinculó exclusivamente a una división anti-ETA. En cualquier policía integral debe haber una sección antiterrorista, pero hay más organizaciones que ETA, otros terrorismos que pueden estar funcionando y a los que debemos prestar la atención necesaria; y aquí también incluyo a mafias y a grupos organizados. Algunas de estas organizaciones incluso tienen más recursos que ETA, aunque carecen del apoyo social que tuvo la primera.
¿Y se necesitan 400 ertzainas para eso?
No. Habrá que adecuar el número de agentes a la realidad que vivimos. Quizá ETA obligó en su día a abandonar otros campos de trabajo e información que ahora debamos recuperar, para lo que deberemos reubicar los recursos de los que disponemos.
¿Da mucha importancia a la información?
Nuestro servicio de información no debe trabajar solo con ETA, sino con todo lo que rodea al mundo de la delincuencia. Necesitamos esa unidad para hacer frente a los retos que nos vienen. La información es crucial para que el resto de servicios funcione y logre la máxima eficacia.