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¿Cómo de graves son los insultos? Son como para perder el tiempo si provienen de un desconocido que no sabe quién eres, o, por el contrario, son tan lacerantes que piensas que parten de alguien que sí que te conoce, en cuyo caso alguna pista tendrás sobre el autor o autores, el origen y el posible motivo y el hecho de que no te importe perder tiempo ni, acaso, dinero para llegar donde sea.
Tendrás que valorar tú todo eso. Y, si es posible, cuanto de dañado está tú honor porque como ya sabrás esto de Internet permite, a veces, el ocultamiento de los infractores y el “honor” –según nuestros MCS- es ya una cosa en desuso: de otro siglo. De cuando se decía sin problemas y todo el mundo lo entendía sin más: “El honor consiste en hacer hermoso aquello que uno está obligado a realizar”.
Denuncies o no, la solución siempre estará en ti mismo, CRIS02.
Conozco a uno que, fin de semana sí fin de semana no, la lía y acaba a guantazos por menos de un quítame allá esas pajas. Alguna vez se las ha llevado a base de bien, pero no ha querido denunciar porque lo considera (curiosamente) una cuestión de honor:
-Yo, mire usted, siempre me he dado de h.stias, soy muy “faltoso”, lo sé ¡Qué le voy a hacer! ¡Soy así! Pero eso de chivarme a un Juez no, eso no va conmigo ¿Andar uno de juzgados? ¡No, yo soy un “paisano”! Eso es lo que se ha llevado siempre: los paisanos, beben y si pasa algo riñen, se dan de h.stias y luego a curarse y ya está.
A su modo es un “hombre de honor”. Aunque hay gente que por vivir la vida con su peculiar forma de entender el honor, pierde la razón de vivir. Pierde la razón, pero no el honor.
UN SALUDO