Flores en persona abrió la verja para que entrasen todosEl promotor de la fiesta que dejó cinco chicas muertas siempre dijo que los jóvenes se colaron al asalto en el Madrid Arena, pero en realidad fue él quien quitó una valla para que entrasen en tromba a la pista, tras pasar por taquilla.
Miguel Ángel Flores contribuyó en gran medida a masificar la ratonera del Madrid Arena. En varios vídeos a los que ha tenido acceso EL MUNDO se ve cómo el promotor de la fiesta quita con sus propias manos una valla para abrir el atajo por el que bajaron riadas de jóvenes a la pista de baile, sólo 45 minutos antes de la desgracia que costó la vida a cinco chicas. En las imágenes se ve al empresario controlar en todo momento la entrada de público al pabellón municipal y ordenar incluso que se aligeren los controles de acceso para que los chicos pasen más rápido a consumir copas.
En su defensa, el empresario siempre ha mantenido que miles de jóvenes habían tomado al asalto los accesos del Arena, pero durante todas las grabaciones se observa que sólo entran los que han pagado su entrada y pasan por las taquillas. Colarse era casi imposible. En cambio, es el mismo Flores quien abre el atajo lateral que lleva directamente a la pista de baile, al ver que la entrada principal al recinto, que llevaba al piso superior, no tragaba público con fluidez.
Cerca de las dos de la mañana, el concierto de Steve Aoki está a punto de comenzar y el empresario ve que la mitad de la gente todavía está en la calle. Así, ordena parar los cacheos en la requisa de la entrada, que comparten Seguriber y Kontrol 34, y después manda abrir el portón lateral. A los 10 minutos de abrirlo, vuelve a cerrarse, y cinco minutos después ya es él mismo quien lo vuelve a abrir.
Hasta ahora se sabía que Miguel Ángel Flores había vendido un 50% de tickets más de los permitidos para el evento. Lo que se desconocía era su nivel de control y supervisión de los accesos a la fiesta, la clave para que el dinero manara a sus bolsillos. Varias imágenes ya le muestran la mañana anterior a la fiesta, el 31 de octubre, dando órdenes y proyectando la colocación de las taquillas, acompañado de los dueños de Kontrol 34, Emilio y Carlos Manzanares.
Los vídeos muestran al promotor omnipresente en el entorno del Arena, controlando prácticamente al minuto la entrada de público a la fiesta, casi siempre en compañía de Paco del Amo, máximo responsable del evento por parte de la empresa pública Madrid Espacios y Congresos (Madridec). Ambos están imputados por la tragedia, y ambos supervisaron la apertura del acceso principal hacia las 23.40 horas, como se observa en los vídeos.
Flores, según las imágenes, pasea hasta las 3.00 horas por los accesos principales de la fiesta. En la primera mitad de ese tiempo se puede ver cómo los miembros de Kontrol 34 y Seguriber cachean a los jóvenes, comprueban que tengan la edad mínima y se aseguran de que no entren con alcohol.
Hacia la 1.48 horas, sin embargo, todo cambia. Después de ayudar a un muchacho caído justo delante de la requisa (a ese nivel llega la presencia y supervisión del promotor de la fiesta), Flores le pide a Del Amo que agilice los accesos porque el gentío no entra con fluidez al Arena, según comentaron fuentes de la investigación.
Dicho y hecho. El ejecutivo de Madridec se pone en contacto con los responsables de Seguriber y accede a la petición del promotor. Los vigilantes dejan de controlar las mochilas y los DNI, como luego referirán varios imputados al juez López Palop. El primer precinto está roto: la masa ya entra a chorro hacia el segundo: la taquilla, controlada por operarios de Diviertt con lectores de código de barras, pero sin tornos.
El gentío inunda la jaima bajo la cual se han colocado las ocho filas con sus ocho ordenadores de la empresa Dato, pero las taquillas nunca se colapsan: en las imágenes se observa con total nitidez cómo el público pasa por las filas y luego, escaneada la entrada, se dirige hacia la entrada principal del Arena, de frente, que comunica con la planta más alta del pabellón.
Nuevo problema. Desde ahí, la audiencia tiene que bajar dos pisos por unas estrechas escaleras hasta la pista, el epicentro del concierto. De nuevo, cuello de botella, esta vez motivado por el edificio.
Así que Flores se pone manos a la obra: a las 2.30 horas, apenas 30 minutos antes de que empiece la actuación del DJ Steve Aoki, Miguel Ángel Morcillo, subalterno de Flores y jefe su empresa Diviertt S.L., retira la valla que hay a la izquierda de la entrada principal al edificio. Se trata de un acceso b a la pista: una rampa que lleva directa al portón de carga de la planta baja del Arena, justo donde iba a actuar Aoki y se concentra la mayoría de las barras.
Pero existe un problema: el vigilante de Seguriber que custodia ese portón sólo lo puede abrir por orden de Madridec, la dueña del edificio. Y así sucede: Paco del Amo da la orden de que se abra esa puerta. Y, para agilizar el trámite, puesto que de agilizar se trataba todo, Diviertt envía un emisario a ese portón: Santiago Rojo, que baja justo antes que los jóvenes, y se le distingue perfectamente en las imágenes por su abrigo beige.
Una cámara interior recoge a Rojo dirigiéndose directamente al vigilante, gesticulando en dirección al portón, que al final se abre. Y así entra el público a riadas. En este momento falta una hora para que se desencadene el desastre en un vomitorio de la planta baja.
El atajo se mantiene abierto 10 minutos, hasta que se cierra y el gentío vuelve a acceder por el lugar establecido: la entrada que da a la planta de arriba.
Sólo cinco minutos después, a las 2.45 horas, Flores pierde definitivamente la paciencia. El promotor está en la entrada de la fiesta y se desespera tanto que, en determinado momento, sale literalmente, como se observa en las imágenes, corriendo. Va a la valla del atajo, que está cerrada. Con sus manos, la coge y la aparta. Rápidamente un par de operarios le ayudan, y cierran la otra entrada. Poco después, el gentío comienza a bajar en tromba por la rampa.
A partir de ese momento, ese atajo permanecerá abierto, salvo escasas interrupciones. El efecto que se produce en la pista fue, para la mayor parte de personas presentes, evidente. El lugar comienza a hacinarse de forma insoportable. Estos testigos referirán luego a la Policía que el Arena era una ratonera de pesadilla. Tanto, que decenas de chavales intentan huir de la pista por pura claustrofobia, e incluso algunas chicas han explicado que se mantenían de pie sin tocar el suelo con los pies, encajadas en la marabunta.
Los responsables de Diviertt han establecido que hasta cinco de los ocho vomitorios que dan a la pista estén cerrados, por diversos motivos. Unos porque dan, colateralmente, a puertas de vestuarios de gogós y del propio Aoki. Otros, simplemente por acotar zonas a uso exclusivo de la organización. Un cuello de botella sentido salida, pero también para entrar: una causa más por la que la gente no accedía fluidamente al Arena, otro motivo por el que Flores pidió abrir el portón de mercancías de la pista, con consecuencias fatales.
Absolutamente asfixiante el ambiente: hacia las 3.35 horas, un intento de huida provoca una suerte de estampida en el vomitorio central de la zona A. Lo que entra por una zona debe desalojarse, por lógica, por otra. El vomitorio tiene una ligera pendiente hacia abajo. Varios muchachos que van en cabeza se caen, y por pura inercia la masa va detrás. Se forma una montonera.
La pirámide humana llega a tener hasta seis cuerpos, colocados horizontalmente, de altura. En la base, automáticamente, los cuerpos de varias chicas dicen basta, y mueren aplastadas. La cámara domo de la puerta exterior muestra en ese momento a varios porteros de Kontrol 34 entrando a la carrera en el Arena, avisados del suceso.
Nadie avisa, según ellos, a los trabajadores de Seguriber, que sólo controlan la requisa exterior, que nadie se cuele por la parcela y las cinco puertas de emergencia. Tampoco a la Policía municipal, que sigue en su exiguo dispositivo del exterior del pabellón.
Fuente:
http://rsocial.elmundo.orbyt.es/epaper/ ... E437F5F532