COMO OCURRIÓ

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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor osveo » Sab Mar 19, 2011 12:00 pm


Haciendo historia y recordando a nuestros compañeros caídos
No os olvidamos



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A las 16:45 horas del día 19 de marzo de 1988, ETA asesinaba en Durango (Vizcaya) al guardia civil PEDRO BALLESTEROS RODRÍGUEZ, primera víctima mortal de ese año. También resultó herida leve su esposa, María del Carmen López.

El atentado se produjo cuando el turismo en el que viajaba el agente junto a su esposa, paró en una señal de stop situada en la Plaza Gurruchaga, de Durango. En ese momento dos individuos abrieron fuego a corta distancia contra Pedro, que murió prácticamente en el acto. Uno de los terroristas disparó contra el guardia civil por la ventanilla del conductor, mientras el otro lo hacía por la del copiloto. El agente recibió al menos ocho impactos de bala y murió prácticamente en el acto. Su esposa resultó alcanzada por una bala en el codo izquierdo y fue trasladada al Hospital de Galdácano donde fue intervenida quirúrgicamente de la herida. Los dos terroristas huyeron a pie por las calles próximas al lugar del atentado en presencia de numerosos testigos.

En el lugar de los hechos se recogieron nueve casquillos y dos balas del calibre nueve milímetros parabellum, marca SF, de los años 1975, 1977 y 1979, munición bastante antigua, según comentaron especialistas de la Guardia Civil.

Pedro Ballesteros y su esposa regresaban de casa de los padres de esta última, adonde habían ido a celebrar el Día del Padre. El crimen fue presenciado por varios niños que participaban en una fiesta infantil en el Colegio de los Jesuitas, situado enfrente del lugar donde fue tiroteado el guardia civil, según indicaron testigos presenciales. El matrimonio residía en la casa-cuartel de la Guardia Civil en Durango y hacia allí se dirigían cuando fueron víctimas del atentado, a unos 1.500 metros del cuartel. Fue la primera víctima mortal del terrorismo etarra desde que el 12 de enero de 1988 se firmase el Pacto de Ajuria Enea, ratificado por prácticamente todos los partidos políticos.

El presidente del Gobierno, Felipe González, fue inmediatamente avisado del atentado mientras se entrevistaba en el coto de Doñana (Huelva) con el presidente francés, François Mitterrand. El vicesecretario general del Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE), Juan Manuel Eguiagaray, manifestó a Radio Nacional, tras tener noticia del atentado, que "es la confirmación de que la esperanza que muchos habíamos concebido es una esperanza que aún tiene que aguardar hasta que se convierta en realidad". Mientras, el secretario general de los socialistas vizcaínos, Ricardo García Damborenea, declaró que "cuando se asesina tan despiadadamente, frente a ellos no cabe otra postura que el acoso incansable hasta detener al último etarra en libertad y en posesión de una pistola". De su lado, el presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Xabier Arzalluz, señaló que "la ilusión se ha terminado y en este momento creo que la gente pasa ya de Argel".

Por sentencia de la Audiencia Nacional de 1991 fueron condenados los etarras del grupo Araba Juan Ignacio Oyarbide Aramburu y Manuel Urionobarrenechea Betanzos como autores del asesinato de Pedro. Ambos murieron en septiembre de 1989 en un enfrentamiento con la Guardia Civil. Quedaron absueltos, por no poderse probar suficientemente su participación en los hechos, Juan Carlos Arruti Azpitarte, Esteban Nicolás Barreña Eguindazu, Esteban Martín Barreña Oceja y Begoña Arroyo Pérez de Nanclares.

Pedro Ballesteros Rodríguez, de 24 años, era natural de Madrid. Estaba casado con María del Carmen López, de 20 años y nacida en Durango. El matrimonio tenía una hija de un año y medio que no viajaba en el coche en el momento del atentado ya que se había quedado con sus abuelos maternos. Pedro había ingresado en la Guardia Civil en el año 1983 y en noviembre de ese mismo año fue destinado al País Vasco, donde contrajo matrimonio con María del Carmen López.



El 19 de marzo de 1992, dos coches-bomba que estallaron con pocas horas de diferencia acabaron con la vida del artificiero de la Guardia Civil ENRIQUE MARTÍNEZ HERNÁNDEZ en la localidad barcelonesa de Llissá de Munt, y del albañil ANTONIO JOSÉ MARTOS MARTÍNEZ en San Quirce del Vallés, también en Barcelona.

Poco antes de las diez de la noche del 18 de marzo se recibió una llamada en el cuartel de la Guardia Civil de la localidad costera de Mongat (Barcelona) avisando, en nombre de ETA, del abandono de un Opel Kadett lleno de explosivos entre Llissá de Munt y Granollers. Indicaron también que el propietario del vehículo estaba encerrado en el maletero de otro coche al lado del coche-bomba. Posteriormente se sabría que el autor de la llamada era el etarra Fernando Díez Torres, que iba acompañado por José Luis Urrusolo Sistiaga. Ambos estaban integrados en el grupo Ekaitz de ETA.

Varios guardias civiles acudieron al lugar indicado. Cuando Enrique, Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos (Tedax), se disponía a reconocerlo, la bomba hizo explosión. El automóvil estaba cargado con unos 15 kilos de amosal y la deflagración afectó a viviendas situadas en una radio de 60 metros. A Enrique la explosión le alcanzó de lleno resultando mortalmente herido. Trasladado al Hospital General de Granollers, ingresó cadáver poco después de la medianoche del 19 de marzo.

En un chalé de Llissá de Munt, localidad de unos 5.000 habitantes situada a unos 35 kilómetros de Barcelona, fue desarticulado el 30 de mayo de 1991 (un día después de la masacre de la casa-cuartel de Vic en la que murieron nueve personas, cinco de ellas niños) el grupo Barcelona de ETA. En el intercambio que se produjo entre miembros de la Guardia Civil y etarras resultaron muertos sus dos cabecillas: Juan Carlos Monteagudo Povo y Juan Félix Erezuma Uriarte. Además, se detuvo al también miembro de la banda terrorista Juan José Zubieta Zubeldia. En el chalé ocupado por los terroristas, situado en la urbanización Can Salgot en las afueras del pueblo, fueron localizados 100 kilos de amonal, explosivo plástico, temporizadores, subfusiles, fusiles de asalto Cetme y revólveres.

Fernando Díez Torres y José Luis Urrusolo Sistiaga fueron condenados en 2007 por sentencia de la Audiencia Nacional por el asesinato de Enrique.

Enrique Martínez Hernández era natural de Linares (Jaén). Tenía 30 años, estaba casado y era padre de una niña de dos años. Estaba destinado como Tedax en Manresa (Barcelona). Fue enterrado en Collserola, en el municipio de Cerdañola del Vallés, tras un multitudinario funeral.





Pocas horas después del asesinato del Tedax Enrique Martínez, en torno a las 6:30 horas, un etarra llamó al Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) avisando de la ubicación de otro coche-bomba en la autopista A-18 que comunica Sabadell con Terrasa. Advertían, además, de que estallaría entre las 8:45 y las 9:00 horas. Sin embargo, y mientras las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hacían lo posible por localizar el vehículo, estacionado en un túnel a la altura de San Quirce del Vallés, Antonio José Martos Martínez pasó junto al mismo de camino a su trabajo en la empresa Cobega, concesionaria de la firma Coca-Cola.

El paso subterráneo es utilizado como atajo por algunas personas para ir a pie desde Sabadell al polígono industrial Casablanca, en Sant Quirce. Cuando Antonio José pasó junto al vehículo, el coche-bomba explotó, provocando su muerte en el acto. Eran las 7:55 horas, 50 minutos antes de la hora en la que, según los autores de la llamada, estaba previsto que estallase. La víctima quedó destrozada y sólo la documentación que llevaba consigo permitió su identificación cinco horas después.

Los autores de este atentado eran los mismos que habían asesinado pocas horas antes a Enrique Martínez. Fernando Díez Torres fue detenido pocos días después del asesinato de Enrique y Antonio, y condenado por este último atentado en 1999. Posteriormente sería condenado, en 2002, José Luis Urrusolo Sistiaga.

Antonio José Martos Martínez era albañil y tenía 27 años. Al igual que Enrique Martínez, era de Linares (Jaén). Tenía una niña de cuatro años con su pareja Núria Camí Pérez, con la que vivía en Sabadell. Militaba en CCOO y el Partido Comunista de Cataluña (PCC). Era el mayor de los cinco hijos del matrimonio Martos, comunistas de toda la vida. Tanto ellos como su pareja rechazaron que se hiciese cualquier oficio religioso y aceptaron el ofrecimiento del consistorio de Sabadell de realizar una homenaje civil frente al Ayuntamiento de la ciudad.
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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor TE DUCK QUEEN » Mar Mar 22, 2011 6:30 pm


DEPOL Guardia Civil

Inicio curso: septiembre 2019
de-pol.es
POLICIA NACIONAL D. ALFONSO MASIDE BOUZO
POLICIA NACIONAL D. AGUSTIN MARTINEZ PEREZ


Dos inspectores de policía y la novia de uno de ellos resultaron muertos en un atentado terrorista en la localidad vizcaína de Sestao. Otros dos policías fueron heridos gravemente. Los cuatro inspectores y la mujer que les acompañaba fueron salvajemente ametrallados por cuatro jóvenes armados que irrumpieron con la cara descubierta, poco después de las tres de la tarde de ayer, en el restaurante donde los cinco se encontraban a punto de finalizar el almuerzo.

En el lugar ha sido encontrada munición habitualmente usada por ETA Militar. Uno de los terroristas resultó, al parecer, herido en una pierna. En la huida los miembros del comando abandonaron dos metralletas y una pistola. Los fallecidos son los inspectores Alfonso Maside Bouzo y Agustín Martínez Pérez -el primero de los cuales murió cuando era trasladado a un hospital-, así como la novia de este último, Cristina Mónica Illarmendi, que trabajaba en el local. El atentado se produjo en el bar-restaurante Rancho Chileno, situado en un bloque de viviendas construido a la salida de Sestao en dirección a Portugalete, unos cien metros a la derecha de la carretera general Bilbao-Santurce, en la calle Sotera de la Mier. Al comedor, una pieza rectangular de unos díecíséis metros cuadrados, en la que hay una decena de mesas, se accede desde una puerta situada al extremo de la barra del bar.

Los agresores, cuatro jóvenes de unos veinte años, según las impresiones recogidas entre los testigos, irrumpieron por dicha puerta, armados con varias metralletas y al menos, una pistola. Sin mediar palabra, los agresores efectuaron no menos de un centenar de disparos en ráfaga, directamente dirigidos contra la mesa situada en el extremo de la pieza diagonalmente opuesto a la puerta. En el momen to de producirse el atentado, ade más de los policías, había en el es tablecimiento media docena de personas, que jugaban a las cartas. Aunque los agresores no hicieron indicación alguna de que iban a empezar a disparar, estas personas reaccionaron instintivamente al escuchar la primera ráfaga y no sufrieron daño alguno. También había algunos otros clientes en la barra del bar.

Una hora después del atentado a la espera de la llegada del juez los cadáveres del inspector Agus tíii Martíiiez Pérez y de su novia, Cristina Mónica Illarmendi, aún se encontraban tendidos en el suelo junto a restos de comida y cascos de vasos y botellas alcanzados por las balas. En el techo del coniedor, hacia la mitad de la estaiicia, eran visibles dos impactos de bala, y unos treinta o cuarenta más en la pared y cristalera del fondo La policia recogió en el lugar un centenar de casquillos. Las fuer zas de seguridad del Estado reforzaron la vigilancia en los pasos internacionales de Guipúzcoa, a fin de impedir un posible intento de fuga de los terroristas hacia Francia.

Según han señalado testigos prese nciales, uno de los policías consiguió repeler la agresión, alcanzando a uno de los terroristas, el cual fue sacado del lugar por otro de los miembros del comando, mientras se sujetaba con ambas manos una pierna en la que tenía una herida que sangraba abundantemente. Al parecer, el terrorista herido quedó tendido en el suelo hasta que uno de sus compañeros entró de nuevo en el bar a por él. Los agresores abandonaron en su huida dos metralletas, una de ellas de fabricación israelí, marca Uzi, y la otra de la marca francesa MAT, así como una pistola marca Browing, del tipo FN.

De los tres inspectores que resultaron heridos, uno de ellos, Alfonso Maside Bouzo, falleció cuando era trasladado a la residencia sanitaria de Cruces (Baracaldo), en compañía de Miguel Angel Cabeza Fernández, que, alcanzado en el abdomen, seguía en estado gravísimo a media tarde de ayer. En el centro sanitario fue intervenido y se le extrajeron dos balas del estómago. El tercer herido, Miguel Angel Martínez, fue trasladado al hospital de Basurto (Bilbao) y anoche se encontraba fuera de peligro, aunque en estado grave, con heridas en el tórax, región lumbar, codo izquierdo y ambas piernas. Fue este agente, al parecer, quien consiguió disparar contra los terroristas.

Los agresores llegaron al lugar en dos coches: un Ford Granada matrícula BI-7295-X, que había sido robado poco antes de las tres de la tarde, en la calle Conde de Valmaseda, en el casco urbano de Sestao, y un R-12 de color blanco, del que se desconocen más datos. Tras cometer el atentado, huyeron en dirección a Baracaldo, donde el Ford Granada sería hallado hacia las cuatro de la tarde.

Según la información de que dispone la policía, el comando parece estar formado por seis o siete miembros, tres de los cuales cometíeron el atentado, dos que permanecieron al volante de los automóviles utilizados, y uno o dos más encargados de vigilar las inmediaciones del bar. Uno de los autores del atentado, según testigos presenciales, tenía alrededor de 1.80 metros de estatura, entre dieciocho y veinte años de edad y la cara alargada, delgada y morena.

Hacia las 16.45 horas, momento en el que llegaba al lugar de los hechos el teniente coronel del acuartelamiento de la Policía Nacional de Basauri, cerca de un millar de personas se había concentrado silenciosamente en las inmediaciones. El ambiente era ciertamente sobrecogedor.

Los policías ametrallados acos tumbraban a comer desde hace al gún tiempo en el mismo restauran te, si bien no parecían ser muy conocidos en el barrio. Agustín Martínez había nacido en La Bañeza (León), y Alfonso Maside era natural de Orense. Ambos tenían veintisiete años de edad, estaban solteros y habían sido destinados a la comisaría de Sestao hace cuatro años. La mujer muerta, de nacionalidad uruguaya, era pariente de los propietarios del bar-restaurante y trabajaba en él.

Los dos principales sindicatos policiales españoles han reaccionado con energía al antentado, en sendas notas. El Sindicato Profesional de Policía denuncia la "precaria y gravísima, situación de las condiciones de aabajo" del Cuerpo Superior de Policía, y afirma que el atentado de ayer pretende desestabilizar psicológicamente a "un cuerpo que tiene a su cargo una de los principales y más peligrosas misiones de un Estado democrático y de derecho, como es la lucha antiterrorista". Finalmente, este sindicato pide que se dote al Cuerpo de los medios de autoprotección y defensa necesarios para asegurar las libertades y el orden.

Por su parte, la Unión Sindical de Policías pide a la ciudádanía vasca que resporida vigorosamente ante este atetitado a los derechos humanos, y reclama medidas eficaces políticas y policiales para poner fin a estos hechos. El secretario general de este sindicato se trasladará hoy a Bilbao para testimoniar la condolencia del colectivo. Ayer, tras producirse el atentado, salió para la capital vizcaína José Luis Fernández Dopico, director general dei la Policía.

El alcalde de Sestao, el socialista Santiago Llanos, convocó un pleno extraordinario para la noche de ayer, a fin de laborar un comunicado de condena. Por su parte el Partido Socialista de Euskadi difundía, nada más conocerse el atentado, un comunicado en el que, entre otras cosas, se afirma que "los socíalistas vascos no podemos permitir el menor síntoma de in sensibilización de la opinión pública ante la destrucción del derecho más sagrado, cual es la vida de unos ciudadanos, por el fanatismo de unas minorías asesinas". Asímismo, la dirección estatal del PSOE difundió ayer una nota en la que afirma que la violencia sólo favorece a quienes quieren acabar con la libertad "desde uno u otro lado".

También Euskadiko Ezkerra manifestaba, en un comunicado hecho público a las cinco de la tarde, su "condena sin paliativos del atentado" y mostraba su posición contraria a la: violencia, que "ha quedado patente en nuestro recién celebrado congreso, en el cual mostramos nuestro radical rechazo".

En parecidos términos se han pronunciado UGT y CC OO así como los partidos de ámbito estatal UCD y AP, y la Junta Municipal del PNV de Sestao.
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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor osveo » Mar Mar 22, 2011 8:41 pm



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El salvaje ametrallamiento en el Rancho Chileno provoca tres muertos
22 de Marzo de 2011
Poco después de las tres de la tarde del lunes 22 de marzo de 1982, dos inspectores de policía y la novia de uno de ellos, argentina, resultaron muertos en un atentado perpetrado por ETA en la localidad vizcaína de Sestao. Otros dos policías quedaron gravemente heridos.

Los cuatro inspectores, y la mujer que les acompañaba, fueron salvajemente ametrallados por cuatro pistoleros que irrumpieron, con la cara descubierta, en el restaurante donde los cinco se encontraban a punto de finalizar el almuerzo. Los fallecidos fueron ALFONSO MASIDE BOUZO, AGUSTÍN MARTÍNEZ PÉREZ y CRISTINA MÓNICA ILLARMENDI RICCI (novia de Agustín y empleada en el local donde estaban comiendo). Resultaron gravemente heridos Miguel Ángel Fernández Martínez y Miguel Ángel Cabezas Fernández, también policías.

El atentado se produjo en el restaurante Rancho Chileno, situado en un bloque de viviendas construido a la salida de Sestao en dirección a Portugalete. Desde hacía algún tiempo, los cuatro policías tenían por costumbre comer en el mismo restaurante, si bien no parecían ser muy conocidos en el barrio.

Al comedor, una pieza rectangular de unos dieciséis metros cuadrados con una decena de mesas, se accede desde una puerta situada en un extremo de la barra del bar. Los terroristas irrumpieron por dicha puerta, armados con varias metralletas y, al menos, una pistola. Sin mediar palabra, efectuaron no menos de un centenar de disparos en ráfaga, directamente dirigidos contra la mesa situada en el extremo diagonalmente opuesto a la puerta. En el momento de producirse el atentado, además de los policías, había en el establecimiento media docena de personas que jugaban a las cartas y muchos clientes en la barra del bar.

En el techo del comedor eran visibles dos impactos de bala, y unos treinta o cuarenta más en la pared y cristalera del fondo. La policía recogió en el lugar un centenar de casquillos.

Tras el atentado, las fuerzas de seguridad del Estado reforzaron la vigilancia en los pasos internacionales de Guipúzcoa, a fin de impedir un posible intento de fuga de los terroristas hacia Francia.

Los agresores llegaron al lugar en dos coches: un Ford Granada, robado poco antes de las tres de la tarde en el casco urbano de Sestao, y un R-12 de color blanco. Tras cometer el atentado, huyeron en dirección a Baracaldo, donde el Ford Granada sería hallado hacia las cuatro de la tarde.

Según la información de la policía, el grupo estaba formado por seis o siete miembros: tres cometieron el atentado, dos permanecieron al volante de los vehículos utilizados, y uno o dos más se quedaron encargados de vigilar las inmediaciones del bar.

Uno de los policías consiguió repeler la agresión, alcanzando al etarra Enrique Letona Viteri que fue sacado del lugar herido por otro de los terroristas. Los etarras abandonaron en su huida dos metralletas, una de ellas de fabricación israelí y la otra francesa, así como una pistola marca Browning, del tipo FN.

De los tres inspectores que resultaron heridos, uno de ellos, Alfonso Maside Bouzo, falleció cuando era trasladado a la Residencia Sanitaria de Cruces, en compañía de Miguel Ángel Cabezas Fernández. Este fue alcanzado en el abdomen resultando gravísimamente herido. En el centro sanitario fue intervenido y se le extrajeron dos balas del estómago.

El tercer herido, Miguel Ángel Fernández Martínez, fue trasladado al Hospital de Basurto (Bilbao) y al día siguiente ya se encontraba fuera de peligro, aunque con heridas en el tórax, región lumbar, codo izquierdo y ambas piernas. Fue este agente quien consiguió repeler la agresión desde el suelo hiriendo a Letona Viteri.

Los sindicatos policiales reaccionaron con energía al atentado. El Sindicato Profesional de Policía denunció que el atentado pretendía desestabilizar psicológicamente a "un cuerpo que tiene a su cargo una de las principales y más peligrosas misiones de un Estado democrático y de derecho, como es la lucha antiterrorista". Por su parte, la Unión Sindical de Policía solicitaba a la ciudadanía vasca que respondiera vigorosamente ante este atentado a los derechos humanos, y reclamaba medidas eficaces políticas y policiales para poner fin a esta situación.

La misa funeral, celebrada en un clima de fuerte tensión al día siguiente, 23 de marzo, se inició a las 10:30 horas en una dependencia de la Jefatura de Policía de Bilbao. Instantes antes habían llegado el presidente del Gobierno y demás personalidades, entre las que también figuraban los representantes de las instituciones locales y dirigentes de los principales partidos políticos. El funeral fue oficiado por el capellán castrense de la Policía Nacional en Vizcaya, Juan Perelló Ayuso, que dijo en su homilía: "Ayer tarde, los corazones endurecidos de unos viles asesinos se cobraron tres nuevas víctimas, cuyo defecto era ser portadores de una placa puesta al servicio de la sociedad, y en el caso de Cristina, el compartir una mesa donde reponer fuerzas para proseguir la jornada de trabajo".

Al terminar el funeral, Leopoldo Calvo Sotelo y Carlos Garaicoechea fueron abucheados cuando abandonaban la Jefatura Superior de Policía de Bilbao.

Finalizado el acto religioso los féretros, portados a hombros por compañeros de los fallecidos, fueron conducidos hacia la plaza de Indauchu, donde debían ser introducidos en los furgones funerarios. La banda del Regimiento de Infantería interpretó una marcha fúnebre, mientras que sendas secciones de la Guardia Civil y la Policía Nacional, formadas frente a la salida principal de la Jefatura Superior, rendían honores a los dos policías muertos. El retraso en la llegada de los furgones hizo que la comitiva estuviera detenida durante bastantes minutos en la calle, en un clima de alta tensión emocional. Finalmente, los féretros fueron conducidos hasta la Iglesia del Carmen, donde se rezó un responso.

Por este atentado fueron condenados como autores materiales Enrique Letona Viteri y Ángel Luis Hermosa Urra (1994); Miguel Arrieta Llopis (2001) y Sebastián Echániz Alcorta (2004) expulsado de Venezuela a España en 2002. Como cómplice por haber facilitado la información necesaria para cometer el atentado, fue condenado Juan Carlos Echeandia Zorroza (1984), y como encubridor, Juan Ignacio Aldana Celaya (1994).


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Alfonso Maside Bouzo tenía 26 años y estaba soltero. Sus restos mortales fueron trasladados a Baños de Molías (Orense), donde había nacido. Igual que Agustín, llevaba destinado cuatro años en la comisaría de Sestao.

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Agustín Martínez Pérez tenía 27 años. Sus restos fueron trasladados a La Bañeza (León), de donde era natural. Estaba destinado en la comisaría de Sestao desde cuatro años antes del atentado. Su madre le había pedido un día antes de ser asesinado que pidiese el traslado cuanto antes, aunque su hijo le contestó que estaba muy a gusto en el País Vasco.

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Cristina Mónica Illarmendi Ricci era natural de Buenos Aires (Argentina). También tenía 27 años y vivía en Santurce. Era profesora de inglés y también trabajaba en el bar-restaurante del que eran dueños unos parientes suyos.

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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor TE DUCK QUEEN » Mié Mar 23, 2011 1:43 am



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POLICIA NACIONAL D. ANTONIO RECIO CLAVER

El 23 de marzo de 1979, tres etarras realizaron, once disparos sobre el inspector de Policía Antonio Recio Claver. El atentado se produjo a las 8.40 de la mañana en el centro de Vitoria, en un almacén de fontanería que regentaba el inspector, donde fueron a buscarle sus asesinos. La muerte de Antonio Recio, de 50 años, pasó inadvertida para los medios de comunicación, en un momento en que las víctimas del terrorismo se contaban por decenas. Sin embargo, aquel policía tenía algo especial: fue el primer y hasta ahora único miembro del Cesid muerto por ETA. Por pudor o discreción, nunca se divulgó este hecho, aunque sus compañeros creyeron que quienes lo mataron sabían o sospechaban que era uno de los agentes del centro en el sector de Vitoria.

Recio procedía del Seced, el servicio de documentación de Presidencia del Gobierno que montó Carrero Blanco para controlar la agitación estudiantil. En 1977, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado ordenó fusionar el Seced con "el Alto" (la División de Inteligencia del Alto Estado Mayor) para crear el Cesid, el servicio secreto de la recién nacida democracia española. Unos meses antes de la fusión, en 1976, "el Alto", encargado del espionaje exterior y del contraespionaje, sufrió su primera baja en acto de servicio. Se llamaba Juan José López y era guardia civil.

A bordo de una Vespa seguía a un diplomático de un país árabe cuando, tras un arriesgada maniobra, la moto falló y el camión al que acababa de adelantar le pasó por encima. Falleció pocos días después en el hospital. Juanjo tenía una buena razón para apurar al límite su Vespa en la desesperada persecución: compañeros suyos estaban en ese momento dentro de la embajada y había que evitar a toda costa que fueran sorprendidos in fraganti.

La lista de muertos del Cesid incluye algunos, pocos, nombres más, la mayoría en accidente de tráfico y todos sin reconocimiento público de su condición de agentes.
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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor osveo » Mié Mar 23, 2011 3:22 am


Oposiciones Cnp 2013

sector115.es
Antonio Recio Claver, inspector de policía de la Brigada de Información Antisocial, fue asesinado en Vitoria por tres jóvenes no identificados que hicieron sobre él un total de once disparos -ocho de municiones FN y tres de Geco-, varios de los cuales le alcanzaron en la cabeza y el tórax.El atentado se llevó a cabo a las nueve menos veinte de la mañana de ayer, en la entrada al almacén de la fontanería Rafael Laza, que regentaba el fallecido, situado en el número 7 de la calle de Carlos VII, en zona céntrica de Vitoria. La policía estima que, una vez derribado, recibió un tiro de gracia junto a la oreja izquierda. Los autores del hecho habían robado un turismo Chrysler, a punta de pistola, en la avenida del Generalísimo. Los propietarios del vehículo, un matrimonio, fueron abandonados en el alto del puerto de Vitoria, a unos quince kilómetros de la capital.
Antonio Recio, que tenía cincuenta años, ha permanecido durante toda su vida profesional -más de veintidós- en Vitoria, donde contrajo matrimonio cpn María Sol Laza, hija del dueño de la fontanería que ahora regentaba, después de fallecer su suegro. Aunque hace años había estado un tiempo en excedencia, ahora había vuelto al servicio activo, pero sin abandonar el trabajo en el negocio familiar. A las ocho de la mañana había iniciado precisamente una jornada de trabajo en este establecimiento de fontanería, distribuyendo el trabajo a los ocho empleados del almacén, que, al parecer, salieron todos a cumplir con diversas entregas de materiales y encargos. Minutos después de salir el último penetraron en la entrada del local tres jóvenes. Recio se encontraba dentro de una pequeña oficina, separada del local por cristaleras, y parece que intentó defenderse, utilizando su pistola, que apareció junto al cadáver.
El policía asesinado tenía dos hijos, un varónde dieciséis años y una chica de catorce. En círculos en los que era conocido se le consideraba una persona campechana, aunque parece ser que otros círculos le identificaban como persona dura en sus actuacionesUe hace varios años en la Brigada Social. Aunque no se ha confirmado oficialmente, parece que había. recibido diversas amenazas. El coche utilizado por los atacantes apareció sobre las once de la mañana en una calle de Vitoria.

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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor osveo » Mié Mar 23, 2011 8:09 pm


MAS INFORMACION DE ESTE ASESINATO

a las 8:40 horas del día 23 de marzo de 1979 tres terroristas de la banda ETA asesinaban a tiros en Vitoria al inspector de policía ANTONO RECIO CLAVER. Le dispararon once balas (ocho de munición FN y tres de Geco), varias de las cuales le alcanzaron en la cabeza y el tórax. Una vez en el suelo, recibió un tiro de gracia junto a la oreja izquierda. Fue tiroteado en la entrada al almacén de fontanería que regentaba junto a su mujer.

A las ocho de la mañana del 23 de marzo Antonio había iniciado precisamente una jornada de trabajo en este establecimiento de fontanería, distribuyendo el trabajo a los ocho empleados del almacén que, al parecer, salieron todos a cumplir con diversas entregas de materiales y encargos. Minutos después de salir el último trabajador penetraron en la entrada del local tres terroristas. Antonio se encontraba dentro de una pequeña oficina, separada del almacén por cristaleras, e intentó defenderse utilizando su pistola, que apareció junto al cadáver.

Los autores del asesinato, miembros del grupo Araba de ETA, habían robado un turismo Chrysler, a punta de pistola, en la avenida del Generalísimo. Los propietarios del vehículo, un matrimonio, fueron abandonados en el alto del puerto de Vitoria, a unos quince kilómetros de la capital. El coche utilizado por los terroristas apareció abandonado sobre las once de la mañana en una calle de Vitoria.

Por el asesinato de Antonio sólo ha sido condenado en 1998 Ignacio Arakama Mendia a una pena de 30 años de prisión.

La muerte de Antonio Recio pasó inadvertida para los medios de comunicación, en un momento en que las víctimas del terrorismo se contaban por decenas. Sin embargo, aquel policía fue el primer miembro del Cesid asesinado por ETA, aunque la banda ni siquiera lo sabía.

Lo contó el general Ángel Ugarte, su jefe directo en Vitoria, que prácticamente fue testigo presencial del asesinato. Había quedado con la víctima en el almacén de fontanería a las 9:00 horas para trasladarse a La Rioja, donde tenían abierta una investigación. Llegó a oír los disparos, aunque no pudo ver a los asesinos. "Lo único que pude hacer fue sacarle la cartera, coger el carné del Servicio, el carné blanco con su foto y su nombre, ya sabes, volver a meterle la cartera y dejarlo todo como estaba. Cuando salía me encontré a un inspector de Policía (...) Le dije: ‘Yo no he estado aquí. Encárgate tú. Empieza a moverlo todo. Llama a quien tengas que llamar’" (Ángel Ugarte y Francisco Medina, Espía en el País Vasco. Memoria del primer hombre que negoció con ETA, Random House Mondadori, 2005)

Antonio Recio procedía del Seced, el servicio de documentación de Presidencia del Gobierno que montó Carrero Blanco para controlar la agitación estudiantil. En 1977, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado ordenó fusionar el Seced con "el Alto" (la División de Inteligencia del Alto Estado Mayor) para crear el Cesid, el servicio secreto de la recién nacida democracia española. Por su parte, Ángel Ugarte fue jefe de los servicios secretos del País Vasco. Se convirtió en la Transición en uno de los mejores conocedores del entramado de ETA, logrando desmantelar en 1975 a la cúpula de la banda. Entre otras muchas operaciones, este militar de profesión fue el encargado de infiltrar en el comité ejecutivo de la banda a Mikel Lejarza Eguía, Lobo, el primer topo de los servicios secretos en ETA.

Recientemente Ángel Ugarte declaró en una entrevista al diario El País (26/07/2010) "que ETA no se disolverá voluntariamente y que mantiene la misma táctica que hace tres décadas" (...) "La banda no se ha planteado nunca dónde ni cuándo se va a terminar. Hay que acabar con ella ahogándola con la policía, la colaboración internacional, la justicia, y a nivel económico, que es lo que no se ha hecho nunca". En opinión del exespía, que abandonó el País Vasco tras varios intentos de atentado, es un error pretender sacar ventaja política en las negociaciones con la banda, y pone como ejemplo a Jesús Eguiguren que "ya está de antemano contaminado. Si con ETA se va a buscar un resultado político a corto plazo, ya está uno perdiendo de antemano. Hay que buscar un profesional que no busque ventajas para ningún partido". Ugarte fue una de las primeras personas que se sentó a negociar con la banda terrorista.

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Antonio Recio Claver tenía 50 años y dos hijos: un joven de 16 años y una chica de 14. Inspector de policía de la Brigada de Información, había nacido en Zaragoza, pero llevaba trabajando en Vitoria más de veinte años. Allí contrajo matrimonio con Marisol Laza, hija del dueño de la fontanería que regentaba desde que murió su suegro, en la que realizaba labores de contabilidad.


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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor osveo » Vie Mar 25, 2011 8:17 pm


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POLICIA NACIONAL D. RAMON EZEQUIEL MARTINEZ GARCIA


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A las 07:45 horas del 25 de marzo de 1983 un convoy compuesto por cuatro vehículos de la Policía Nacional que regresaba al cuartel de Fuenterrabía, después de haber realizado el servicio de protección en la cárcel de Martutene de San Sebastián, fue atacado por dos terroristas que dispararon con fusiles y armas automáticas desde lo alto de una colina situada junto a la autopista Bilbao, a la altura de Rentería.

A consecuencia de los disparos resultaron heridos cinco policías nacionales, uno de los cuales, el cabo RAMÓN EZEQUIEL MARTÍNEZ GARCÍA, fallecería tres horas después en el quirófano de la residencia sanitaria de San Sebastián. Los otros cuatro policías que resultaron heridos fueron José María Elbol Martínez, Enrique Oliveros Pequeño, José Micol García y Ramón Nieva Marín.

Las lesiones de todos ellos, incluidas las de Ramón Martínez, se consideraron en un principio leves. El comandante de la Policía Nacional en Guipúzcoa, Taulino Martínez, declaró que, durante su visita a la residencia sanitaria donde se encontraban los heridos, había podido saludar al fallecido mientras esperaba en la camilla la entrada al quirófano. En este encuentro, Ramón Ezequiel Martínez le había comentado la suerte que habían tenido de poder salir con vida del atentado. Sin embargo, cuando se procedía a extraerle el proyectil alojado en su costado izquierdo, sufrió una gran hemorragia que tuvo como consecuencia una parada cardiorrespiratoria. No pudo salir de ella a pesar de las maniobras de reanimación llevadas a cabo por los médicos.

La quinta compañía de la reserva de Murcia, a la que pertenecía el fallecido, había llegado a Guipúzcoa el 4 de marzo de 1983, tres semanas antes del atentado. Tenía proyectado volver a su destino aproximadamente el 4 de abril, tras cumplir con el mes de servicios rotatorios que las compañías de la Policía Nacional venían realizando en el País Vasco.

El 26 de marzo se celebró el funeral por el alma de Ramón Ezequiel en la parroquia del Buen Pastor. El entonces ministro del Interior, José Barrionuevo, y el consejero de Interior del Gobierno vasco, Luis María Retolaza, asistieron junto con el delegado del Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui, y las primeras autoridades provinciales, como el diputado foral, el gobernador civil, el alcalde de San Sebastián y el general inspector de la Policía Nacional, Félix Alcalá Galiano.

En la homilía, el párroco del Buen Pastor habló de la crueldad de la violencia y aclaró que "no basta tener una Policía Nacional y una Ertzaintza, sino que es imprescindible prestar una colaboración especial de todos y singularmente de los que se manifiestan creyentes, para terminar con esta violencia que ensangrienta nuestro pueblo". Finalizó haciendo una llamada a la responsabilidad de los padres, educadores e instituciones de nuestra sociedad, "y en especial a los partidos políticos, para que se dejen de protagonismos y partidismos y miren más por el bien común".

Tras la misa-funeral, la banda militar, que se encontraba en la entrada del templo, despidió el féretro con un toque de oración solemne. La viuda, a quien rodeaban las autoridades presentes, expresó en voz alta su deseo de que Ramón fuera la última víctima.

José Barrionuevo lanzó vivas a España, a la democracia, al pueblo vasco, al Rey, a la Constitución, a las Fuerzas de Seguridad y a la Policía Nacional que fueron coreados por los asistentes, entre algunos gritos aislados de "ETA asesina". Tras estos actos, el ministro del Interior recorrió andando los trescientos metros que separan la parroquia y el cuartel. Una vez en Aldapeta visitó a los policías heridos y se dirigió posteriormente al lugar en el que se produjo el atentado, donde depositó un ramo de flores.

Por la tarde, los restos mortales del cabo Ramón Martínez fueron trasladados a Ceutí (Murcia), donde por la noche quedó instalada la capilla ardiente.

El atentado fue reivindicado por un Comando Autónomo Anticapitalista escindido de ETA. En 1983 fue condenado por este atentado Francisco Javier Taberna Arruti. No pudo probarse su participación material en el atentado, pero sí su pertenencia al grupo que lo preparó, por lo que la condena fue a una pena de 26 años por el asesinato de Ramón y 17 años por cada uno de los asesinatos frustrados. En 1988 fue condenado a idénticas penas el etarra Francisco Imaz Martiarena.

Ramón Ezequiel Martínez García estaba casado y tenía dos hijos, de 5 y 2 años. Tenía 33 años y era natural de Ceutí (Murcia), aunque residente en Molina del Segura. Ramón había ingresado en el cuerpo de la Policía Nacional el 1 de abril de 1971, por lo que habría cumplido doce años de servicio la semana siguiente a la de su asesinato.

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Notapor osveo » Sab Mar 26, 2011 3:57 pm


POLICIA NACIONAL D. ANTONIO GOMEZ GARCIA

Pasadas las tres de la tarde del 26 de marzo de 1982, dos terroristas muy jóvenes, pertenecientes a los Comandos Autónomos Anticapitalistas, rama escindida de ETA, asesinaban a tiros en San Sebastián al delegado provincial de la Compañía Telefónica Nacional de España, ENRIQUE CUESTA JIMÉNEZ, y herían gravemente al policía nacional Antonio Gómez García, que prestaba protección al primero. Antonio moriría cinco días más tarde, el 31 de marzo.

Enrique Cuesta había sucedido en el cargo a Juan Manuel García Cordero, que fue secuestrado y asesinado de un tiro en la nuca en el monte Ulía el 23 de octubre de 1980, también por los Comandos Autónomos. Juan Manuel fue previamente "interrogado", pues los terroristas le acusaban de ser el responsable de las escuchas telefónicas en colaboración con la Policía. Además, también habían asesinado a Juan Carlos Fenández Aspiazu, otro directivo de la empresa responsable de publicidad de las páginas amarillas de la guía telefónica, el 29 de octubre de 1980, seis días después.

Ese era el motivo por el que Enrique llevaba protección. Normalmente esta protección era de dos agentes, pero en el breve trayecto del trabajo a su domicilio a veces sólo le acompañaba uno.

Los dos individuos que efectuaron los disparos aguardaban apostados junto a la esquina de la sucursal de la Caja de Ahorros Provincial, situada en la avenida Sancho el Sabio, en el barrio donostiarra de Amara. Enrique Cuesta abandonaba todos los días a las tres de la tarde la delegación de Telefónica en la calle Sagrada Familia, a escasa distancia del lugar de los hechos, y se dirigía caminando hasta su domicilio, en el número seis de la avenida citada.

Testigos presenciales manifestaron que los dos terroristas abordaron de frente al delegado de la Telefónica y a su escolta, y comenzaron a disparar sus pistolas sin mediar palabra. Dispararon primero contra el escolta: un proyectil alcanzó en el hemitórax derecho al policía Antonio Gómez García, le perforó el pulmón y salió por el occipital, arrastrando parte de la masa encefálica. A continuación, otra bala, disparada a quemarropa, destrozó el corazón de Enrique Cuesta.

Ambas víctimas cayeron al suelo fulminadas, mientras los dos terroristas cruzaban la avenida de Sancho el Sabio corriendo, acompañados de un tercer individuo, que había cubierto su retirada. Una vez recorrida la calle Luca de Tena, se dieron a la fuga en un vehículo robado, que les aguardaba en el Paseo de Vizcaya. El automóvil empleado por los terroristas en su huida, un Seat 850 de color blanco matriculado en Zamora y robado poco antes de consumarse el atentado, fue hallado por la policía junto a la estación de Renfe, a unos 1.500 metros del lugar de los hechos. Enrique Cuesta fue trasladado a la residencia de la Seguridad Social donde ingresó cadáver. El policía nacional Antonio Gómez fue atendido en el Hospital de la Cruz Roja.

La Policía recogió casquillos de bala de calibre nueve milímetros tipo parabellum, marca STE. En la fachada de vidrio de la sucursal de la Caja de Ahorros provincial, junto a la que se perpetró el atentado, podían apreciarse dos orificios de bala.

El atentado fue cometido en presencia de gran número de personas, entre ellos muchos niños que esperaban el paso de autobuses escolares cuyas paradas habituales se encontraban cerca del lugar. La hija menor de Enrique Cuesta, Irene, de 14 años, solía esperar cada día a su padre cerca de ese lugar, antes de tomar el autobús que la trasladaba al colegio. Así lo contó en Olvidados, de Iñaki Arteta y Alfonso Galletero:

"Eran las tres de la tarde y esperaba, como todos los días a esa misma hora, cruzarme con mi padre. Él volvía del trabajo a casa después de su jornada laboral, iba a comer a casa, y yo habitualmente le esperaba antes de irme al colegio porque, como coincidíamos en el horario, yo le daba un beso y las buenas tardes antes de irme a clase. Pero ese día mi padre no llegaba así que retrocedí un par de calles -porque yo sabía su itinerario habitual- y cuando me fui acercando hacia una esquina cercana a casa vi que había un corro con mucha gente, vi ambulancias, vi a la Policía Nacional y no entendí lo que pasaba. Simplemente miraba por encima de las cabezas de todo el mundo -la gente miraba hacia el suelo- buscando a mi padre. Mi padre iba siempre con dos escoltas. También los buscaba a ellos, pero no los encontraba. Y no sé cómo, no lo recuerdo bien, llegué hasta el centro del círculo que formaba la gente y es entonces cuando vi lo que miraban los demás. Era a mi padre que estaba tumbado en el suelo, sangrando. En ese momento fui consciente de lo que acababa de pasar: mi padre acababa de tener un atentado". La joven sufrió una aguda crisis nerviosa y hubo de ser trasladada a la residencia de la Seguridad Social Nuestra Señora de Aránzazu.

La otra hija de Enrique, Cristina, de 20 años, era estudiante de Periodismo en Lejona. El día del asesinato de su padre se encontraba en el domicilio familiar en San Sebastián porque había ido a celebrar su cumpleaños en familia. Ajena a lo sucedido, recibió una llamada telefónica de un comunicante anónimo, que se limitó a decirle "baja deprisa que a tu padre le ha pasado algo", y colgó el aparato. La muchacha, presa de una enorme excitación, bajó a la calle cuando las ambulancias habían recogido ya a los heridos.

Recientemente, Cristina revivió para El Mundo (12/12/2010) cómo vivió todo aquello. Tras la llamada telefónica anónima, Cristina bajó a la calle y ambas hermanas se cruzaron, pero no llegaron a verse. "Cuando llegué sólo estaban sus restos de sangre". Al llegar la noche, se acostó con su hermana pequeña y le dijo: "Tranquila, nadie te va a hacer daño nunca, yo te voy a cuidar, Irene". Y así lo recuerda la propia Irene en Olvidados: "Maduramos a marchas aceleradas en esa etapa. Reconozco que sin el apoyo de mi hermana no sé lo que habría hecho".

Cristina se convierte, prácticamente, en cabeza de familia. Su madre cayó en una depresión que aún dura. En la pensión de viudedad ponía que Enrique había muerto de "accidente laboral". Hasta 1992 su madre no empezó a percibir una pensión extraordinaria como víctima del terrorismo. Un mes después del asesinato de su padre, Cristina entró a trabajar en Telefónica. "Entré como zombi allí" sigue contando para El Mundo. "Se me dijo que la información del comando terrorista que lo mató vino de dentro de la compañía... Con lo que yo veía terroristas por todas partes".

Irene también rememora en Olvidados la primera manifestación: "Recuerdo con orgullo que, en una época en la que no había apenas manifestaciones ni la gente salía a la calle a protestar como ahora, espontáneamente, los compañeros de mi padre en Telefónica hicieron una manifestación. A los dos o tres días de enterrar a mi padre yo estaba en casa, oí ruido en la calle, me asomé al balcón y vi a los compañeros de mi padre con una pancarta improvisada protestando por su asesinato. Bajé corriendo y me uní a ellos".

Pero el despertar se produce en torno a 1986. Cristina, cuenta en El Mundo, ve una pintada de "Gora ETA" en un pasillo de la facultad. Tras comprobar que no había nadie, escribió con rabia debajo: "Y si matan a tu padre, ¿qué?". A los pocos días, vio de lejos que alguien había respondido. Se acercó esperanzada, pero la respuesta escrita debajo de la suya era "algo habrá hecho". Cristina no estaba dispuesta a callar ni un minuto más: "A mí no me daba la gana decir que mi padre había muerto en accidente de tráfico". Así que "como era más fuerte la indignación que el miedo", decide pasar a la acción dando un paso al frente y monta un pequeño grupo que se autodenominó Asociación por la Paz. "Eran 24 inconscientes".

Así lo cuenta su hermana Irene: "Llegamos a 1986. [...] mi hermana consigue poner en marcha un grupo por la paz [...] y el 8 de mayo, tras un atentado contra un policía en Vizcaya, decidimos que ya no queríamos estar callados y que había que salir a la calle [...]. En la primera concentración estábamos unas pocas personas detrás de la pancarta. Entre ellas, todo un colectivo de mujeres de policías nacionales con muchísimo miedo en el cuerpo agarrando también la pancarta porque eran conscientes de que los siguientes podían ser sus maridos, y había que hacer algo. En la pancarta ponía: ‘Dilo con tu silencio’. Algo así. Era una pancarta chapucera porque no teníamos dinero. Mi hermana y yo la hicimos en el pasillo de casa, con brochas, sin ninguna habilidad [...].Mucha gente comenzó a unirse a las concentraciones, algo que le resultaba insoportable al mundo radical y que le llevó a enfrentarse con nosotros en las denominadas "contramanifestaciones". [...] mientras nosotros estábamos en silencio con la pancarta, con los lazos azules, exigiendo la libertad de los secuestrados, que no se matara a nadie más y que se acabara el terrorismo de una vez, ellos estaban a un metro de distancia con sus carteles de los presos gritándonos, tirándonos piedras e intimidándonos sin límites".

En el Epílogo de Olvidados, escribe Cristina: "Hoy las víctimas no están solas y pueden hablar, se les reconoce su sacrificio y su entereza. Corremos el riesgo de que su legado y sus reclamaciones obvias no sean tenidas en cuenta en un supuesto final y que se pueda traicionar el significado, también político, de tanto dolor. Quiero creer, y trabajamos por ello, que el final será el de la derrota política, social e institucional del terrorismo, por pedagogía democrática, por homenaje a todas las víctimas del terrorismo".

Tras el asesinato de Enrique, militantes socialistas anunciaron que trabajarían durante la noche para preparar decenas de miles de octavillas, que al día siguiente fueron distribuidas por toda Guipúzcoa, en las que se reproducían unas frases del teólogo alemán Martin Niemöller, sobre las que circulan muchas versiones y han sido erróneamente atribuidas a Bertolt Brecht: "Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar".

En 1985 la Audiencia Nacional condenó a Francisco Javier Taberna Arruti, Antonio Angulo Sagarzazu y a Ramón Agra Alonso por el asesinato de Enrique Cuesta y Antonio Gómez. Agra Alonso fue asesinado en septiembre de 1990 durante un permiso penitenciario, pues disfrutaba de régimen abierto en la prisión provincial de Málaga, después de acogerse en septiembre de 1987 a las medidas de reinserción del Gobierno. Desde que se reinsertó regentaba un bar en Fuengirola. La Policía barajó desde un principio dos hipótesis: la de la delincuencia común relacionada con el tráfico de drogas y la de una venganza de la banda terrorista.

Otro de los asesinos de Enrique y Antonio es Juan Antonio Zurutuza Sarasola, alias Capullo o Acullo. Este etarra huyó a Francia y posteriormente fue extraditado a Venezuela. Después volvió a Francia, donde se caso con una rica empresaria de Hendaya, adquiriendo así la doble nacionalidad. Sus crímenes han ido prescribiendo pero, por suerte, fue detenido en febrero de 2004 por la Policía francesa por dar cobertura económica a ETA desde su puesto de gerente de la empresa Olabe Distribución, que se dedica a la distribución de productos españoles y peruanos en Francia. Ya había sido detenido por el mismo motivo en 2002, pero en aquella ocasión la Policía francesa le dejó en libertad. Al tener doble nacionalidad, las dificultades para extraditarlo a España eran enormes. Sin embargo, esta llegaría en diciembre de 2007. Este caso marca un hito en la cooperación antiterrorista de Francia con España, siendo la primera vez que las autoridades de París conceden la entrega de un ciudadano francés, rectificando, también por primera vez, una anterior negativa en aplicar los criterios de prescripción españoles. Extraditado a España, fue condenado por este atentado en abril de 2010 a 46 años. Posteriormente, en febrero de 2011, el Tribunal Supremo rechazó el recurso del etarra, que alegaba prescripción del delito. Según la sentencia de la Audiencia Nacional, Zurutuza Sarasola y Francisco Javier Taberna Arruti (también fallecido) robaron el vehículo con el que fueron a San Sebastián, donde les esperaba Agra a bordo de otro vehículo preparado para la huída. Fue Capullo el que realizó los disparos que acabaron con la vida de Enrique y Antonio.

Enrique Cuesta Jiménez, de 54 años, era natural de Logroño, adonde fueron trasladados al día siguiente del atentado sus restos mortales. Estaba casado y tenía dos hijas, Irene, de 14 años, y Cristina, de 20. Cristina fue presidenta de Covite (Colectivo de Víctimas del País Vasco) y actualmente es presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco.

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Notapor osveo » Dom Mar 27, 2011 2:18 am


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LUGAR: Barcelona

FECHA: 27-03-1987

PROFESIÓN/CARGO: Guardia Civil

DESCRIPCIÓN DE LOS HECHOS:

Rafael Caride Simón, "Lutxo" y Josefa Mercedes Ernaga Esnoz, pertenecientes al comando Barcelona del grupo terrorista ETA, hacen explosionar a las trece horas y dieciocho minutos del viernes 27 de marzo de 1897, un coche bomba cargado con treinta kilos de explosivo amonal y 50 kilos de metralla integrada por diversa tornillería y eslabones de cadena cortados, a la entrada del Puerto de Barcelona, junto al Paseo de Colón. Como consecuencia de esta explosión fallece mientras es sometido a una intervención de urgencia, el Guardia Civil don Antonio González Herrera, natural de Ciudad Real, de 27 años de edad, casado; y resultan heridos de distinta consideración cuatro agentes de la Guardia Civil: José Lobato Lerena, natural de Ronda (Málaga), de 28 años de edad; Francisco Javier Laparra Pérez, natural de Zaragoza, de 41 años de edad; José Estrada Rayero, natural de Valencia, de 44 años de edad y Juan Álvarez Pardo, natural de Linares (Jaén), de 30 años de edad. El Capitán de la Guardia Civil en situación de Reserva Activa Vicente Hernando Minguez, natural de Sartaguda (Navarra), de 59 años de edad; que al igual que los doce civiles heridos, transitaba por el lugar. El artefacto que había sido colocado en una furgoneta estacionada a escasos metros de la garita de la Guardia Civil y de la Policía Portuaria de acceso al muelle del puerto de Barcelona. La explosión se origino en el momento en que el camión de la marca Scania Modelo 112 N, matricula BOR-AU 293, con remolque de gran tonelaje BOR-CY 149, de la Republica Federal Alemana, circulaba paralelo a la mentada furgoneta, dirección a la Avenida Icaria, de esta Capital. La situación del mentado camión, si bien aminoró la expansión de metralla en dirección contraria al inmueble del Cuerpo, actuando como "Escudo Protector", motivó no obstante gran parte del incendió que se origino de inmediato en diversos vehículos estacionados en las inmediaciones, propiciado por el carácter de la carga (rollos de tela de saco, con gran contenido plástico, muy inflamables), al tiempo que sirvió de "Pantalla Multiplicadora" para los efectos destructores del artefacto y su onda expansiva, en dirección a la Caseta de Vigilancia de la Guardia Civil, principalmente, y hacía el interior del recinto portuario de una forma secundaria.

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Notapor osveo » Dom Mar 27, 2011 3:31 pm


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POLICIA NACIONAL D. ANIANO SUTIL PELAYO (1983)


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A las dos de la madrugada del 27 de marzo de 1983 es asesinado en San Sebastián ANIANO SUTIL PELAYO, Tedax de la Policía Nacional. Junto a su compañero, el cabo Juan Manuel Martínez Aguiriano, intentaba desactivar una bomba colocada por ETA junto al comercio Portobello del barrio donostiarra de Gros.

La Policía Municipal había recibido una comunicación telefónica anónima sobre la ubicación del artefacto. Se avisó a un equipo de artificieros de la Policía Nacional y, tras establecer un cordón de seguridad, la bomba estalló cuando se disponían a desactivarla. La onda expansiva hirió gravemente a Juan Manuel y mató a Aniano en el acto, cuyo cuerpo quedó destrozado. Los terroristas, al parecer, utilizaron un mecanismo trampa, pues su verdadero objetivo era asesinar a los artificieros de la Policía encargados de la desactivación.

Juan Manuel Martínez Aguiriano fue ingresado en la residencia sanitaria de San Sebastián con fuerte shock traumático, contusión craneofacial, amputación traumática de la pierna izquierda, heridas incisocontusas con pérdida de sustancia, y abrasión de partes blandas en pierna derecha, extremidades superiores y rostro. Era natural de Álava, tenía 31 años y estaba soltero.

El motivo por el que los artificieros de la policía optaron por intentar desactivar la bomba, y no explotarla a distancia, fue la potencia del explosivo y lo estrecha que era la calle en la que estaba colocado, lo que habría provocado grandes daños en los establecimientos y viviendas de las inmediaciones. En este sentido, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui, señaló que "los ciudadanos de San Sebastián, los de la calle Carquizano y adyacentes, deben saber que Aniano Sutil Pelayo ha muerto y que Juan Manuel Martínez está gravemente herido porque han arriesgado su vida a fin de que los ciudadanos y sus bienes no se viesen afectados por las bombas. Podían haberla hecho estallar a distancia, pero no lo hicieron y perdieron ellos".

Aniano Sutil Pelayo tenía 26 años y era natural de La Hiniesta (Zamora) al igual que su mujer. Dejó viuda a Chelo, con 23 años, y una hija, Tania, de 3 años. El 26 de diciembre de 2010, Tania contó por primera vez su historia a El Mundo. Hasta los ocho años no supo qué le había pasado a su padre. El peor día del año era siempre el mismo: cuando tenía que rellenar la ficha escolar al principio del curso y escribir "fallecido" en el hueco para los datos del padre. O las manualidades del Día del Padre, que las hacía para su madre. La explosión destrozó el cuerpo de Aniano, por lo que apenas enterraron unos pocos restos. "En el ático de un edificio cercano al lugar del atentado apareció un tiempo después un resto humano. Era el brazo de mi padre", cuenta Tania en El Mundo. "A mi padre lo recuerdo como a un héroe. Pero la heroína ha sido mi madre: una niña que se quedó viuda con otra niña a su cargo. No rehizo su vida. Sigue enamorada de él".

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Notapor osveo » Dom Mar 27, 2011 3:34 pm


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A las 13:20 horas del 27 de marzo de 1987, el guardia civil ANTONIO GONZÁLEZ HERRERA resultaba muerto, y otras 18 personas, cuatro agentes y catorce viandantes que pasaban por ahí sufrieron heridas de diversa consideración, por la explosión de un coche-bomba colocado por ETA en una de las entradas del puerto de Barcelona. La furgoneta, aparcada a sólo tres metros de una garita compartida por la Guardia Civil y la policía portuaria, contenía 45 kilos de amonal y numerosos recipientes con metralla. Fue activada por control remoto desde un lugar cercano al que se encontraba estacionada. Antonio González Herrera resultó alcanzado de lleno por la metralla, que le afectó al cerebro y le provocó pérdida de masa encefálica. Falleció mientras era sometido a una intervención de urgencia.

Los civiles heridos en el atentado fueron: Francisca López García; Antonio Arévalo Arévalo, de 23 años; Antonio Crespo López, de 39; Daniel Sansaloni López, de 19; Isabelle Le Goss, de nacionalidad francesa; Vicente Hernando Domínguez, de 58; Enrique Alis Pallarés, de 25; Pedro Heras Guílez, de 25; Juan Pages Bisbert, de 24; Santiago Zuloaga, de 73; Maitena Ariza Arruza; Juan Atencia, de 58 años; el norteamericano Grant Dijion; y el capitán en situación de reserva activa Vicente Hernando Mínguez, de Sartaguda (Navarra), 59 años, que también pasaba por ahí en el momento de la explosión. Estas personas presentaban heridas y contusiones de carácter leve.

Los guardias civiles heridos fueron Luis Lobato Ledesma, malagueño de Ronda, 28 años; Francisco Javier Laparra Pérez, de Zaragoza, de 41; José Estrada Rayero, valenciano de 44; y Juan José Álvarez Pardo, de Linares (Jaén), de 30.

Los heridos fueron dados de alta el mismo día del atentado, a excepción del guardia civil Luis Lobato Ledesma, que sufrió heridas de pronóstico reservado y permaneció ingresado en el Hospital del Mar durante varias semanas.

Los efectos de la deflagración fueron amortiguados parcialmente por un camión trailer articulado que circulaba justo al lado del coche bomba cuando se produjo la explosión. Aún así, causó múltiples daños materiales a vehículos estacionados en el lugar. Cuatro turismos quedaron totalmente calcinados y otros 15, estacionados en el recinto portuario, sufrieron desperfectos. Además, estallaron todos los cristales de las viviendas y establecimientos de la calle de Sota Muralla, frente al muelle España. La onda expansiva arrancó parte de la reja de separación entre el muelle y la calle, y la caseta de control de aduanas, donde se encontraban los guardias civiles, sufrió también graves desperfectos, ya que el coche bomba había sido aparcado junto a ella.

La zona donde estalló la furgoneta-bomba es un lugar muy transitado, ya que en ella confluyen el paseo de Colón -prolongación natural del Cinturón del Litoral- y los accesos al barrio de la Barceloneta y a la avenida de Icaria. Además, por la zona circulan los vehículos que deben entrar y salir de los muelles del puerto, y los que transitan entre las zonas industriales de la Zona Franca y el Poble Nou.

Era el cuarto atentado con coche bomba que se producía en los últimos ocho meses en Barcelona. Inmediatamente después de la explosión se establecieron numerosos controles en las salidas de la ciudad que provocaron un gran colapso circulatorio.

Los funerales por Antonio González se celebraron al día siguiente, 28 de marzo, en el Gobierno Civil de Barcelona con asistencia del ministro de Defensa, Narcís Serra, y del director de la Guardia Civil, Luis Roldán.

Por este atentado fueron condenados en 1991 Domingo Troitiño Arranz y Josefa Mercedes Ernaga Esnoz, que fue quien aparcó la furgoneta el día antes del atentado. Las penas fueron de 30 años por la muerte de Antonio y 20 años por cada uno de los cinco delitos de asesinato en grado de frustración. Diez años después, en 2001, fue condenado por el mismo atentado, y a las mismas penas que los anteriores, Rafael Caride Simón. Según la sentencia, Caride fue el que, desde un lugar próximo, accionó el telemando que provocó el estallido de la furgoneta.

Antonio González Herrera era de Ciudad Real y tenía 27 años. Ingresó en la Guardia Civil en 1981, siguiendo los pasos de su padre, también agente de la Benemérita. Fue destinado a Barcelona en agosto de 1986, siete meses antes del atentado. Anteriormente, sirvió durante cinco años en los GAR (Grupo de Acción Rural) en Logroño y el País Vasco. Estaba casado desde hacía tres meses con María Nieves Bajo




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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor osveo » Dom Mar 27, 2011 8:09 pm


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José Naranjo Martín
(Elorrio)


Murio el dia 28 de Marzo de 1984 no el dia 27



Elorrio ,El policía municipal José Naranjo Martín, de 50 años y padre de siete hijos, fue asesinado por dos individuos que le dispararon varios tiros con armas automáticas. El policía municipal murió en el acto, alcanzado en tórax y cabeza. Los autores fueron dos individuos que escaparon en un vehículo.


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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor osveo » Lun Mar 28, 2011 8:29 pm


CNP Modelo Squad

gafaspolicia.com
Poco antes de las diez de la noche del 28 de marzo de 1984, ETA asesinaba por la espalda, de dos tiros en la cabeza, al policía municipal de Elorrio (Vizcaya) JOSÉ NARANJO MARTÍN. Iba desarmado, como todos los municipales de la localidad, y sólo llevaba una bolsa con algo de comida.El atentado se produjo en la calle de San Pío X de la localidad vizcaína, cuando el agente se dirigía desde su casa, en la calle Hospital número 22, hacia el cuartelillo de la Policía Municipal, en el Ayuntamiento de Elorrio, para incorporarse al turno de noche.

Dos terroristas, que viajaban a bordo de un vehículo Chrysler 150 de color blanco, descendieron del mismo y efectuaron dos disparos con una pistola automática, hiriendo mortalmente por la espalda a José. En el lugar del atentado se encontraron dos casquillos de bala marca FN, de fabricación belga, calibre 9 milímetros parabellum. El policía municipal murió prácticamente en al acto alcanzado por varios balazos en puntos vitales de su cuerpo, como el tórax y la cabeza. Los asesinos se dieron a la fuga en el vehículo que habían robado una hora antes en Durango, tras dejar a su propietario atado en un monte.

Vecinos y compañeros de la víctima indicaron que José Naranjo, del que se desconocía cualquier afinidad política concreta, nunca había manifestado haber recibido amenazas. Lo mismo afirmó su viuda, Consolación Fernández.

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José Naranjo Martín, de 50 años de edad, estaba casado con Consolación Fernández y era padre de siete hijos, de entre 9 y 22 años. Todos vivían con el matrimonio, salvo una hija que vivía en Tolosa. Natural de Moral de Calatrava (Ciudad Real), llevaba 19 años de servicio en la Policía Municipal.

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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor osveo » Mar Mar 29, 2011 8:22 pm



foropolicia.es
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El 29 de marzo de 1975 el subinspector de Policía ( antiguamente Sargento) JOSÉ DÍAZ LINARES salió de su domicilio de San Sebastián para dirigirse, como todos los días, a su trabajo. En ese momento, seis miembros de ETA, parapetados detrás de una furgoneta y armados con metralletas, le tirotearon hasta la muerte.

José recibió nueve impactos de bala en la espalda, aunque en el suelo se encontraron más de cuarenta casquillos de diferente calibre, lo que indica que se utilizaron varias metralletas. Su esposa fue testigo del asesinato desde una ventana de su domicilio.

Los terroristas habían robado la furgoneta apenas una hora antes. Su propietario, que se encontraba en esos momentos descargando artículos de pastelería, fue maniatado, amordazado y encapuchado en el interior de la furgoneta, mientras los terroristas se dirigieron al barrio de Intxaurrondo, donde asesinaron a José.

José Díaz Linares tenía 30 años, era natural de Vilella (Lugo). Estudió magisterio en Lugo, aunque no ejerció, sino que ingresó en la Academia General de Policía. Cuando terminó sus estudios en 1973, fue destinado a la Brigada Social de San Sebastián. Estaba casado y tenía una hija de dos años. Era la primera víctima mortal de las 16 de 1975, año de la muerte de Franco.

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Re: COMO OCURRIÓ

Notapor EL LOBO » Mié Mar 30, 2011 2:40 am


Cartera Porta Placa Ertzaintza

Fabricado en piel de vacuno
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ETA ametralla a un policía y asesina a un niño de trece años

29 de Marzo de 2011 - 09:10:01 - M.J. Grech


El 29 de marzo de 1975 el subinspector de Policía JOSÉ DÍAZ LINARES salió de su domicilio de San Sebastián para dirigirse, como todos los días, a su trabajo. En ese momento, seis miembros de ETA, parapetados detrás de una furgoneta y armados con metralletas, le tirotearon hasta la muerte.

José recibió nueve impactos de bala en la espalda, aunque en el suelo se encontraron más de cuarenta casquillos de diferente calibre, lo que indica que se utilizaron varias metralletas. Su esposa fue testigo del asesinato desde una ventana de su domicilio.

Los terroristas habían robado la furgoneta apenas una hora antes. Su propietario, que se encontraba en esos momentos descargando artículos de pastelería, fue maniatado, amordazado y encapuchado en el interior de la furgoneta, mientras los terroristas se dirigieron al barrio de Intxaurrondo, donde asesinaron a José.

José Díaz Linares tenía 30 años, era natural de Vilella (Lugo). Estudió magisterio en Lugo, aunque no ejerció, sino que ingresó en la Academia General de Policía. Cuando terminó sus estudios en 1973, fue destinado a la Brigada Social de San Sebastián. Estaba casado y tenía una hija de dos años. Era la primera víctima mortal de las 16 de 1975, año de la muerte de Franco.



En torno al mediodía del 29 de marzo de 1980, tres niños jugaban en la calle Zarauz de Azcoitia (Guipúzcoa) cuando fueron alcanzados de lleno por una carga explosiva oculta en una bolsa de deportes. La explosión provocó la muerte en el acto de JOSÉ MARÍA PIRIS CARBALLO, de 13 años, e hirió de suma gravedad a Fernando García López, de 12. El tercer amigo, Jesús María Vega, resultó ileso.

La carga explosiva estaba destinada a un guardia civil que, con relativa frecuencia, solía aparcar su automóvil justo en el lugar donde explotó la bomba. El agente puso en marcha su vehículo y la bomba cayó al suelo sin que hiciera explosión. El guardia civil no se dio cuenta y la bolsa quedó en el suelo. Ahí se la encontraría José María mientras jugaba en la calle. Al parecer le dio una patada y el artefacto estalló.

Carmen Carballo, madre de José María, contaría en El Mundo (11 de agosto de 2002) lo que supuso la pérdida de su hijo: "Fueron a por un joven guardia civil que vivía junto a nuestro bloque y nos tocó a nosotros. Aquel pobre muchacho guardia civil, al que sólo conocíamos de vista, vino a nuestra casa a pedirnos perdón (...). Le quitaron la vida a José María y a nosotros nos la estropearon para siempre".

Aquella mañana, los tres amigos habían estado antes jugando un partido de fútbol en el campo del Colegio Municipal de Azpeitia, dirigido por los padres mercedarios. Los tres chavales vivían en el mismo barrio y el padre de Fernando García fue a recogerles en automóvil para llevarles hasta sus respectivas casas, situadas en un bloque nuevo de viviendas construidas en una de las laderas de las afueras de Azcoitia.

Junto al portal del domicilio, los niños se apearon del coche mientras el padre de Fernando buscaba aparcamiento. Pudo oír la explosión y llegó el primero para encontrarse con la macabra escena: José María muerto, con el cuerpo destrozado, y su hijo Fernando gravemente herido.

Carmen, la madre del pequeño asesinado, también escuchó la explosión desde su casa. Cuando se acercó a la plaza no le permitieron ver el cuerpo destrozado de su hijo. Una hermana de José María, que tenía 15 años en ese momento, sí pudo verlo y reconocerlo por las zapatillas de fútbol que llevaba puestas.

El alcalde de la localidad declaró tras el atentado que "los que formamos parte del Ayuntamiento y el pueblo, al que pertenecemos, estamos francamente consternados y preocupados. Las víctimas procedían de familias llegadas aquí hace muchos años, procedentes de Extremadura y Castilla, y que se habían integrado sin grandes dificultades en la sociedad vasca y, en concreto, en la población de Azcoitia". El Ayuntamiento estaba compuesto por diez miembros del PNV, dos de Herri Batasuna, dos del Partido Carlista, dos independientes y uno del PSOE. A última hora de la noche, el alcalde presidió un Pleno Extraordinario en el que se aprobó por unanimidad convocar una manifestación silenciosa contra la violencia para el día siguiente. "No tenemos palabras", decía la moción aprobada, "para expresar nuestra consternación. El pueblo ya está harto y decimos basta. Exigimos basta. Basta de muertes, de heridos, de familias destrozadas. Basta ya de tanta violencia, provenga de donde provenga, afecte a quien afecte y sea de la forma que sea".

Al día siguiente, 30 de marzo, a las once y media de la mañana se celebró en la parroquia de Azpeitia el funeral por el alma de José María. Finalizada la ceremonia religiosa, y por decisión familiar, el cadáver fue trasladado a San Vicente de Alcántara (Cáceres), donde recibió sepultura.

Durante muchos años, hasta que se demostró que el asesinato de la niña Begoña Urroz Ibarrola (27 de junio de 1960) había sido obra de la banda asesina, José María Piris pasó por ser el primer niño asesinado por ETA. Son lo que ETA llama con su cinismo habitual "errores", para diferenciarlos de los asesinatos intencionados. Pero no hay tales errores. El que coloca una maleta llena de explosivos en una estación de tren abarrotada, en plena hora punta, sabe perfectamente que puede matar a cualquiera, como ocurrió con Begoña, bebé de 18 meses al que la bomba colocada por los asesinos de ETA le quemó el 90% del cuerpo, provocándole la muerte horas después. Lo mismo cuando colocan un coche-bomba en una casa-cuartel de la Guardia Civil o en un hipermercado.

Begoña abrió una lista de 22 niños asesinados por la banda terrorista, lista que se cerró, de momento, el 4 de agosto de 2002, con el asesinato de Silvia Martínez Santiago, de 6 años, mientras jugaba en su habitación en Santa Pola, hasta donde llegó la onda expansiva del coche bomba. Entre medias, un largo historial de asesinatos de niños a los que hay que sumar a todos aquellos que quedaron gravemente heridos, como fue el caso de Fernando García López en el atentado que hoy reseñamos.

ETA no comete errores. ETA sabe que sus atentados pueden provocar muertes de niños, y eso no le ha frenado a la hora de seguir colocando coches-bomba y atentar de forma indiscriminada. Además, si fueran errores, se arrepentirían de ellos, cosa que no hace esta banda de alimañas. No hay que olvidar, por ejemplo, que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado interceptaron una carta a los etarras en enero de 1992, en la que decían que "la vida de uno de nuestros luchadores vale cien veces más que la de un hijo de un txakurra". Dos meses después, el 23 de marzo de 1992, asesinaron a Juan José Carrasco Guerrero, mediante una bomba lapa puesta en el coche de su padre, el coronel en la reserva Félix Carrasco Pérez-Machado. No les importó en absoluto matar al hijo del que, al parecer, era su objetivo inicial.

Carmen Carballo, por su parte, contó que cuatro meses después del asesinato de José María apareció una carta de ETA en el buzón de su casa de San Vicente de Alcántara dirigida a nombre del chaval. En ella la banda asesina afirmaba que el niño había muerto por error, porque la bomba no era para él. "Pero no se arrepentían", puntualizó la madre.

Por este atentado fueron condenados en 1986 Francisco Fernando Martín Robles, Jon Aguirre Aguiriano y Jesús María Zabarte Arregui, el carnicero de Mondragón. En 1988 fue condenado por los mismos hechos José Gabriel Urizar Murgoitio.

Fernando García López, de 12 años, era natural de Corrales del Vino (Zamora). Ingresó en estado grave en la sección de cuidados intensivos de la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu, de la capital donostiarra, donde el equipo médico que le atendió calificó su estado de grave. El parte facultativo señalaba que Fernando García López sufría traumatismo facial y torácico, con graves lesiones en los ojos (traumatismo ocular bilateral con estallido) y en el pulmón izquierdo. El periodista de El País que informó del atentado escribió al día siguiente: "Se da por seguro que Fernando perderá los dos ojos". Y así fue. Fernando quedó ciego desde los 12 años. En Contra el olvido (2000) Cristina Cuesta recogió el testimonio de este chaval que lo último que vio en su vida fue morir a su amigo: "No perdí el conocimiento en ningún momento: me quedé de pie y ciego. No veía nada, enseguida oí a mi padre, pero no me enteraba de nada. Llegó la ambulancia y me llevaron al hospital, me durmieron y me operaron".


José María Piris Carballo, de 13 años de edad, era natural de San Vicente de Alcántara (Cáceres). Su familia, formada en ese momento por el matrimonio y tres hijos, al que posteriormente se añadiría un cuarto, había emigrado al País Vasco siete años antes del atentado, cuando su padre encontró un buen trabajo en la empresa Forjas de Azcoitia. Tras el asesinato de José María, abandonaron Guipúzcoa y regresaron a San Vicente de Alcántara.


http://blogs.libertaddigital.com/in-mem ... anos-9349/


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