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Hay días malos, días en los que tras escribir durante horas, de darle vueltas y repasos, de negociar con esos adjetivos exigentes que nunca parecen caerle bien a sus amos, le das a enviar y te vas tan tranquila a marujear por ahí. Entiéndase marujear como cotillear por el foro y como fregotear la casa mientras silbas 4 notas que recuerdan vagamente al "así planchaba así así, así planchaba que yo la ví". Esos días, como no dan para mucho más, vuelves en tu afán marujil a ver como quedó la enésima misiva que se retrasaba demasiado y que nunca está a la altura de las tuyas, y oh! sorpresa, oh! desgracia, no le di a enviar, le debí dar a la vista previa y al cerrarlo todo a cascoporro, como acostumbro, tiré por el ciberretrete el tiempo invertido y unos cuantos de esos adjetivos cogiditos de la mano de sus sutantivos, macagüentó lo que se menea, S.
También hay días pésimos, en los que te das cuenta de que todo ha acabado, no sabes si volverá, si podrás volver a verle. Esos días en que las vacaciones que aún disfrutas empiezan a avisarte "oye, que no te vamos a durar toda la vida" y tú temes volver a tu rutina, a tus quehaceres diarios, a tus fregoteos marujiles, a tu "adelante para Z-...", y aunque sigues tirada en el césped de la piscina, cerveza en mano como si no hubiera mañana, eres consciente de que hay mañana y ese oasis laboral, ese no hacer nada, ese "¿que hacemos hoy? lo mismo que ayer, osease nadaaaaaaaaa", tiene las horas contadas. Todo lo bueno se acaba.
Hay días insufribles, en los que te das cuenta de que ya no tienes veinticuatro, y que tres horas de saltar, gritar, berrear, aullar, silbar, bailar y beber, no como si no hubiera mañana, sino como si no hubiera "dentro de un rato", te acaban pasando factura. ¿Cuánto hace que te diste cuenta de que ya no te recuperas de las borracheras como antes?? Años, ¿verdad? Pues eso. Tengo todo el cuerpito dolorido, los huesos desencajados, que diría la cantante con el nombre del estado norteamericano número 49.
Pero todos estos días malos, quedarán en nada, una vez caigan en el bote de barniz del tiempo, comparado con una semana maravillosa, calurosa, pegajosa, asfixiante, pero maravillosa. Treintamil almas, no me sobró ni una, y eso que ya sabes que no soy yo de muchedumbres, pero esta vez no sobraba ni uno, y sí faltaban muchos. Muchos con los que me hubiera gustado disfrutarlo. Durante 3 horas parecíamos esos seres azules que ejercitan los lumbares mientras honran un arbol blanco. Todos a una, todos disfrutando del más grande, del pvto amo, del JEFE y como no, de su banda. El ambiente insuperable, cada vez me encuentro más a gusto entre cuarentones que entre veinteañeros. Así que espabila Sigma, que no sólo nos hacemos viejos, sino que encima lo aceptamos, y lo parecemos, vaya que si lo parecemos. Venga, ponte a tener guajes de una vez, que España necesita a tus pequeños guerreros... (lo siento pero tenía que unirme a ese clamor popular que tanto te gusta oir, ese "¿y vosotros para cuando?", entiéndelo, España entera te lo pide)
Me retiro ya a mis aposentos, a hacer cosas de cuarentones, tales como echarse una buena siesta mientras sueñas con que eres tú la elegida para cantar con él en el escenario. Me está costando bajar de la nube. Es lo que tiene dejar los sueños por cumplir para los taitantos.
Tuya en el desentumecimiento de rodillas y tobillos, H.