Fragata "Navarra" (F-85) La historia de la Navarra comienza al final del siglo XIX, donde el resultado dado por las fragatas blindadas, animó al Gobierno provisional emanado de la Revolución de 1868 a construir tres corbetas blindadas con casco de madera, para destinarlas a las provincias de ultramar. Se quería un buque rápido, aceptablemente blindado, susceptible de enfrentarse a los navíos de madera de la época en condiciones ventajosas. En 1869 se pusieron en quilla las tres corbetas de la serie Aragón; que eran el propio Aragón, la Castilla y la Navarra. Sin embargo, los acontecimientos de ese periodo demoraron su construcción que fue retomada después de la restauración de la monarquía. El entonces Ministro de Marina, Almirante Antequera, ordenó en 1877 la trasformación de las corbetas blindadas en cruceros no protegidos, con el aumento de la velocidad de hasta 15 nudos. Dada la imposibilidad de sustituir su casco de madera por otro de hierro, se acordó únicamente cambiar las máquinas por otras más potentes. Fueron destinados inicialmente a prestar servicio en las colonias como buques acorazados de 2ª clase. Aunque no cumpliría actualmente con tal definición, en ese periodo se denominaba crucero a cualquier buque que fuera capaz de cruzar el océano por sus propios medios y de atacar el tráfico enemigo sin auxilio de naves más pequeñas. Esta es la razón por la que, durante la Guerra del 98, se diera ese nombre a buques pequeños, de apenas 500 toneladas, que, en la actualidad, serían clasificados como cañoneros.
La Navarra fue botada en 1881, ya transformada en crucero, formando parte de la Escuadra de Instrucción hasta 1888 en que participó, al igual que la Castilla, en la concentración naval realizada con ocasión de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Terminó sus días como escuela de marinería en los arsenales peninsulares, y posteriormente como depósito flotante de carbón en la bahía gaditana, siendo desarmado y dado de baja a finales de 1898.
La historia del segundo Navarra comienza en el recién estrenado siglo XX, con otro nombre y otras características. Un buque que se llamaría en origen Reina Victoria Eugenia, después República y posteriormente retomaría el nombre de aquella corbeta acorazada de 1869. La situación se tornaba complicada al final del programa naval de la ley Ferrándiz, ya que los esfuerzos industriales del país podrían derivar en una posible inactividad, y como consecuencia, en angustiosos problemas sociales. Se trataba, pues, de conjurar ambas contingencias en beneficio, ante todo, de una empresa nacional que, felizmente comenzada, debía continuarse ininterrumpidamente. La nueva Ley Miranda del 25 de enero del 1915, en plena guerra mundial y a la vista ya de sus primeras experiencias marítimas, se basaría en la utilidad del crucero veloz y en el espectacular y definitivo éxito del arma submarina (sugestionado bastante por las entonces famosas proezas corsarias del Emdem y del U-9).
Adelantando al proyecto de escuadra antedicho, y para obviar toda momentánea paralización en las obras navales, se comprometía por la Ley de 30 de julio de 1914 la construcción en Ferrol, presupuestado en 15 millones de pesetas, de un crucero, explorador o scout rápido que llevaría el nombre de la augusta Soberana reinante. Tomando aires del Birmingham británico, los astilleros ferrolanos obtendrían buena copia con nuestro estilizado y gallardo tipo que, por especial coyuntura, sería nexo al tránsito de nuestras metas fundamentales de resurgimiento naval. Arbolada la quilla del crucero en 31 de febrero de 1915 sobre la grada ya vacía del Alfonso XIII se botaría con notorio retraso, en 21 de marzo del 20, debido a dificultades en el acopio de materiales ocasionadas por la contienda mundial. Ordenado picar la retenida, se había deslizado al fin por la basada, actuando de madrina doña Andrea Larrondo de Enrique, en representación de la Soberana; y en febrero de 1923 quedaba entregado el buque que, hacía las postrimerías de la Monarquía Constitucional, se vería visitado, en la bahía santanderina, por la Reina Victoria, quien en 1926, donándola, amadrinaba la ceremonia de izar la bandera de combate. Con su largo tiempo de astillero y deducidas nuevas enseñanzas de guerra marítima, quedaba rezagado el Reina Victoria. Por otro lado, las cláusulas navales de rango internacional facilitaban el atraque en nuestros arsenales de cruceros con características netamente mejoradas sobre las del nuestro, superándolo en velocidad, y capacidades aprendidas durante la contienda (servicios de observación aérea con rendimiento más rápido y exacto). Sería, por ello, el primero de nuestros buques que montó inicialmente artillería contra aeronaves, a más bombarderas. En suma, los cruceros, incluso en los que predominaba la velocidad como factor, también defensivo, así como todo buque, precisaban entenderse con los nuevos métodos ofensivos y de protección.
Hizo sus primeras misiones durante las gloriosas jornadas culminadas con la toma de Alhucemas. Entonces, en 1925, la agrupación Fuerzas Navales del Norte de África seguiría a la insignia de Contralmirante que izaba el Reina Victoria, y de él emanaban las órdenes conjuntas para el manejo de los elementos actuantes en la operación anfibia coronada con el mayor triunfo de las armas españolas. El crucero navegaba en los últimos tiempos de la realeza, viendo aumentar la Flota con otros congéneres más actualizados y eficientes que él; en tal sobrevenida desvalorización de cualidades acaecería la caída del régimen monárquico, y con ella el cambio de su dinámico nombre por el otro indicativo de un nuevo régimen político. Al quedar enormemente retrasado por los cambios sobrevenidos durante la guerra mundial, terminó sus días fuera de servicio en Cádiz el 18 de julio de 1936, desarmado y sin calderas.
El crucero Reina Victoria Eugenia fue reparado por los sublevados y puesto en servicio al inicio de la Guerra Civil con el nuevo nombre de República. Con esta nueva denominación y acusando antigüedad, pasaría sin pena ni gloria sus últimos años de servicio. Su principal desventaja frente a los buques de su misma clase era su baja velocidad. Las características permanecían invariables con respecto al buque original.
El Alzamiento Nacional encontraría en Cádiz al República, en segunda situación, lejos de otra eficiencia y utilidad que no fuera el empleo local de sus antiaéreos. Como en la Flota Nacional sobraran entusiasmos y faltaban barcos, se decidió habilitar al inválido navío, rebautizándole Navarra. Así, liberado Bilbao en 1937, y con su industrial concurso, se reconstruiría en Ferrol, laborándose febrilmente en tenaz lucha siempre con la penuria de medios disponibles. La reforma cambió radicalmente el aspecto del buque, con su nuevo castillete de mando, al estilo de un Graf Spee, y sus dos nuevas rectas chimeneas; el emplazamiento y número de su primitiva artillería variaba, incluso reducida a seis piezas independientes de 15 centímetros, dispuestos en crujía, dándole, prácticamente, con cuatro antiaéreos de 88 milímetros, apreciable potencial de fuego.
Se recorrieron las turbinas, se conservaron ocho de las doce calderas y se rehicieron los depósitos de combustible, alcanzándose de nuevo los 25 nudos, con lo que, en buena medida, recobraba el crucero, ya que no su lámina, los decaídos bríos, pues por algo simbolizaba con el nuevo nombre al tesón regional de altas tradiciones combativas. La Diputación Navarra le regalaba, seguidamente, el pabellón de guerra, izado con gran entusiasmo en la base ferrolana. Incorporado el revivido combatiente de mar en junio del 38 a la Escuadra; en francas operaciones de guerra las seguía decidido hasta los límites permitidos, recortando impetuosos deseos cuando contaran, exigentes, las grandes velocidades, y así se le conocía familiarmente por aquel sigamos la flota, remendando un film muy popularizado por los años treinta. Rindiendo cuanto pudo y debía esperarse en tan cambiante crucero antes y después de su cirugía naval, aún serviría en sus postreros años este Navarra con finalidad instructora para la marinería, hasta ser tachado de las listas de la Armada por mayo de 1954