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Y en cuanto a la formación, se amplió sustancialmente con la Ley de Seguridad Privada y sus normas de desarrollo. Y aún hoy se han mejorado los temas de especialización en la última Orden Ministerial del año pasado.
¿Qué es lo que nos ha empeorado? ¿Por qué esta profesión ha dejado de ser un objetivo para ser un medio? Para muchos ya no es una vocación profesional, sino un mero medio de ganar dinero, sea un albañil que ha perdido su trabajo o un policia que quiere ganar más.
Precisamente, perder el carácter de agente de la autoridad.
Al perderlo han ocurrido varias cosas:
1) Se nos ha considerado menos socialmente, ninguneandonos en nuestra imagen y reconocimiento.
2) Se ha dificultado nuestro trabajo, pues se nos respeta menos y hasta se niegan nuestras funciones.
3) Esa desconsideración y esas dificultades han generado una desilusión y una desmotivación en los agentes. Y eso siempre repercute en su moral.
4) Se ha facilitado el intrusismo; pues ya no hay sanción penal, sino tan sólo administrativa y cuando la hay (no voy a extenderme al respecto, que me echarían del foro ...).
5) Se ha reducido sustancialmente la pena de quienes son malos profesionales y abusan de su posición; en perjuicio del ciudadano y de los buenos vigilantes.
6) Hemos quedado menos protegidos penalmente frente a agresiones de terceros, favoreciendo su existencia.
La pérdida de la condición de agente de la autoridad ha sido, pues, la causa de la mayoría de nuestros males actuales. Por tanto, recuperarla forma parte INEXCUSABLE de las soluciones. Y eso repercutirá en beneficio de los ciudadanos.
Recuperar el carácter de agente de la autoridad, que tuvimos durante 150 años, y que recientemente se ha recuperado en los transportes de Cataluña, tendría varias ventajas:
1.- Evitar rebotes innecesarios de algunos ciudadanos que sienten vejados porque un vigilante les cachee o les identifique, ya que nos consideran ciudadanos sin autoridad ninguna para ello.
2.- Darnos mayor protección jurídica en caso de ser agredidos, cosa que es mucho más frecuente de lo que imagináis.
3.- Sancionar con mayor dureza a los agentes de seguridad privada que se extralimiten en sus funciones, en beneficio de los ciudadanos y de los buenos profesionales.
4.- Reducir sustancialmente el intrusismo, pues entonces no sería una mera infracción administrativa.
5.- Identificarnos en atestados policiales y en los juzgados por nuestra TIP; con la seguridad personal que eso conlleva.
Otro aspecto que nos ha perjudicado mucho ha sido la pérdida del arma como parte integrante siempre del trabajo del vigilante. ¿Por qué? Porque antes no entraba a ser vigilante alguien que no tuviera interiorizado lo que significa trabajar en la seguridad, ya que un arma impone, y hace recular a quien realmente no le gusta este trabajo. Saber que podremos tener que matar o ser muertos es clarificador.
Al no existir el arma como obligatoria, mucha gente que ni le gusta la seguridad ni le interesa ha decidido venir a este sector, porque aparece como "una profesión más", sin nada que la distinga o singularice. Y eso es un error, porque esas personas no tienen ningún interés especial por la profesión, por mejorar su formación, etc, Así, en vez de profesionales de la seguridad, tenemos trabajadores de seguridad. ¿Es lícito y legítimo? Si, pero no es lo mejor, ni para el sector ni para los ciudadanos.
Por tanto, entiendo que devolver la obligación de tener licencia de armas a todos los vigilantes sería un paso en la dirección correcta, asegurando que sólo entran en la profesión personas a quienes les guste. Así, como ocurría antes, quien no superaba la prueba de tiro no pasaba a ser vigilante. Y eso no implica que todos los servicios deban prestarse armados, sólo que los agentes deben tener esa preparación.
Por último, otra cuestión que ha dañado mucho nuestra profesionalidad e imagen ha sido la proliferación del intrusismo, con la complacencia y casi inacción del MIR, que apenas ha hecho nada por evitarlo, más allá de algunas sanciones para guardar las apariencias.
Por ese motivo, siempre hemos defendido que se debe otorgar al conjunto de curso y examen el carácter de título oficial, no una mera habilitación. De esta forma, quien suplante nuestras funciones incurriría en el delito contemplado en el art. del CP.
Las sanciones administrativas, con una legislación insuficiente, unas UPSP sin medios, una UCSP sin interés por erradicar el intrusismo y unos "primados" muy activos, no sirven. Se necesita la protección legal que da el CP contra cualquier otro intrusismo profesional, porque así:
1) El circuito sería el judicial, más independiente y fiable.
2) La sanción penal disuadiría.
¿Sería todo esto suficiente? Pues aunque importante y decisivo, no sería suficiente, a mi entender.
La Ley de Seguridad Privada creó, con el fin de mejorar la profesionalidad del sector, las figuras de los Jefes de Seguridad y los Directores de Seguridad. Estas figuras se han ido pervirtiendo, dejando de ser parte de nuestra carrera profesional para ser una añadido más de personas provenientes de fuera del sector.
Así, aunque se mantenía la opción de acceder al examen para esos puestos de quienes tuviésemos experiencia en el sector de seguridad privada, se amplió a personas provenientes de la seguridad pública. ¿Cual ha sido el resultado? Lo que los sindicatos policiales llaman "primados": personas procedentes de la policia que usan sus contactos para evitar sanciones del MIR. Y esas buenas relaciones son el motivo por el cual las empresas los contratan.
Por último, y como colofón, con la última y muy mal pensada reforma del Reglamento de Seguridad Privada, se excluyó de la posibilidad de examen para Director de Seguridad a quienes tuvieramos experiencia en el sector de la seguridad privada, y abrieron la opción para sacarse el titulo mediante cursos universitarios homologados por el MIR, sin necesidad de experiencia previa en seguridad pública o privada.
El resultado de esto último es que ahora hay Directores de Seguridad que nunca han trabajado en seguridad, pública o privada, porque no es lo suyo, pero quieren sacarse ese titulo o la empresa les ha obligado a hacer el curso de director de seguridad para así tener al frente del departamento a alguien de su empresa y confianza. Son gente sin experiencia ni interés por la seguridad, pero que nos dirigen sin saber cómo es nuestro trabajo.
Por ambos motivos, volver a la exigencia de que sólo puedan ser Jefes de Seguridad y Directores de Seguridad quienes tengan una experiencia mínima de trabajo en seguridad privada como profesional habilitado sería crucial. Y eso traería como consecuencia 3 efectos beneficioso:
a) Sólo nos dirigirían personas que saben cómo se trabaja en seguridad privada.
b) Esos títulos servirían como parte de la carrera profesional, aumentando la motivación y la ilusión de los profesionales.
c) Se evitaría la colisión de intereses entre la seguridad pública y el control de la seguridad privada.
RESUMIENDO
Las medidas que entiendo serían necesarias para mejorar la profesionalidad del sector de seguridad privada serían las siguientes:
1) Devolvernos el carácter de agentes de la autoridad.
2) Volver a ser obligatorio conseguir la licencia de armas para ser vigilante.
3) Que la formación actual más el examen se conviertan en un título oficial.
4) Que para ser Director o Jefe de Seguridad haya que tener al menos 5 años de trabajo como profesional habilitado de seguridad privada.