HOLA:
Esto que decís, me recuerda que cuando La Presidenta del Parlamento quiso elaborar un manual para erradicar el “lenguaje sexista”, para ello pidió consulta a la RAE. Entre las recomendaciones de la RAE, estaban "no confundir el género de las palabras con el sexo y no ir contra el principio de economía lingüística, optando por dejar de lado el uso genérico del masculino en favor de duplicidades como «consejero, consejera»". Pero esto no le gustó, e hizo caso omiso de ellas, El texto se publicó finalmente. Y en él se hacen recomendaciones del tipo:
-No diga: Los romanos, los franceses, los hispanoamericanos, etc. Diga mejor: Las romanas y los romanos, las francesas y los franceses, las hispanoamericanas y los hispanoamericanos. El pueblo romano, español, hispanoamericano...
-En los tratamientos no se diga: Asistió el señor Prado acompañado de la señora Aparicio y la señorita Llopis. Dígase mejor: Asistieron las señoras Aparicio y Llopis y el señor Prado…
- Los médicos y las enfermeras/ Los médicos y médicas, los enfermeros y enfermeras…
Esta infumable propuesta, reñida con la elemental lógica de nuestra lengua que es la economía de términos, viene porque la presidenta del Parlamento, María del Mar Moreno, feminista de pro, ha declarado la guerra al lenguaje no sexista, y de paso, al propio lenguaje, quizás, porque cree en los cambios sociales mediante una revolución que vendrá posibilitada de un nuevo lenguaje a inventar. Pero, el lenguaje no es un instrumento de cambio social, sino un reflejo de la mentalidad de la sociedad que lo usa. Stalin (el ídolo del demócrata y Dr. Honoris Causa, Sr. Carrillo) fracasó en su intento (lo reconoció él mismo) y se dio cuenta de que el lenguaje revolucionario no cambiaba la sociedad.
Es como si las feministas quisieran suprimir las diferencias sexuales (cosa imposible porque son biológicas, genéticas) suprimiendo las diferencias de género gramatical del lenguaje.
Todas las palabras tienen género (salvo las excepciones que dijo Dirty Harry) y sólo algunas tienen, por así llamarlo, sexo, (como el sol y la luna). Y que la lengua tiene elementos gramaticales como el plural y el femenino que son términos excluyentes, frente al singular y el masculino que son términos incluyentes, así es el español (o castellano) ¿Por qué y para qué cambiarlo? ¿En qué se gana?.
Al respecto inserto, parte de un artículo:
"Género, en español, jamás nombra o se refiere a personas. El género puede ser desde un tipo de mercancía a una característica gramatical para designar la distinta condición de cosas o seres. Jamás ha de confundirse con el sexo humano. Un bumerán es de género masculino; un hombre, es de sexo masculino (y, sólo gramaticalmente, “de género masculino”). Es una incorrección semántica de proporciones trascendentales".
"Más allá de la justicia o injusticia de limitar toda la dimensión de un grave problema social sólo al paréntesis del despreciable machismo, no se puede llamar “violencia de género” a “algo” que se quiere definir como “agresiones basadas o referidas a la condición sexual de los intervinientes”. Según eso, serían las palabras las que se maltratarían entre ellas; el mazo el que machaca a la flor; no Manuel a Lola".
UN SALUDO