20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falcone

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20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falcone

Notapor 112sosgalicia » Mié May 23, 2012 3:52 pm


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DOMINGO, 24 de mayo de 1992
CRISIS EN ITALIA
Una bomba de 1.000 kilos mata al juez anti-Mafia Giovanni Falcone


Una tonelada de trinitrotolueno hizo volar 300 metros el coche blindado del magistrado
El asesinato del 'superjuez' Falcone y de su mujer agrava la parálisis política italiana


El juez Giovanni Falcone, de 53 años, instructor del maxiproceso de Palermo contra la Mafia y en la actualidad director general en el Ministerio de Justicia italiano, murió asesinado sobre las 18.20 de ayer en Sicilia a consecuencia de un atentado que sufrió cuando viajaba por la autopista de Trapani a Palermo. Una bomba de 1.000 kilos activada a distancia estalló al paso de su Fiat blindado, catapultándolo a una distancia de 300 metros. El bombazo arrancó de cuajo varios centenares de metros de la autopista.Francisca Morvillo, de 36 años, esposa del superjuez Falcone y también magistrada, que le acompañaba en el coche, falleció a las once de la noche, mientras estaba siendo operada en un hospital palermitano. También murieron a consecuencia de la formidable explosión tres escoltas que acompañaban al magistrado en otro vehículo y dos personas ajenas al grupo.


El asesinato de Falcone, al producirse en un momento de grave crisis de la política italiana, ha hecho recordar a muchos ciudadanos los episodios de violencia, nunca suficientemente aclarados, que se registraron en el país durante los años setenta, cuando la Democracia Cristiana (DC), eje y centro de los Gobiernos de posguerra, se dividía en torno a las perspectivas de abrir sus alianzas con el Partido Comunista, hoy disuelto y reconvertido en el Partido Democrático de la Izquierda (PDS).

Nando dalla Chiesa, diputado del movimiento La Rete e hijo del general también asesinado por la Mafia cuando era gobernador de Palermo, el 3 de septiembre de 1982, declaraba ayer: "Me parece difícil no pensar en el contexto de la dificultad surgida para la elección del presidente de la República. Tengo la sensación de que, tras el atentado, haya una estrategia opaca. Por ello, me parece todavía más difícil interpretarlo".

Lo primero que sorprende es que, a plena luz del día y en una zona que, pese a todas las dificultades, hasta ahora no había admitido comparaciones con, por ejemplo, el Líbano, el comando asesino lograra colocar, sin que nadie los detectara, unos mil kilogramos de trinitrotolueno ocultos tras las barreras a ambos lados de un paso elevado de una autovía muy transitada y teóricamente vigilada, ya que sirve de acceso al aeropuerto.

Libre de trabajo

El juez Falcone recorría esa ruta, como muchos otros fines de semana en que, libre de trabajo, se trasladaba desde Roma a su ciudad natal para pasar unas horas de descanso. Estaba de buen humor, según una secretaria de su Ministerio, a la que, por la mafiana, había llamado desde Roma antes de iniciar el viaje. Conducía él mismo su vehículo blindado, su mujer iba sentada en el otro asiento delantero y detrás, el chófer. Más guardaespaldas le seguían de cerca en otro automóvil.

La explosión fue presumiblemente accionada con un mando de control remoto e inaugura un tipo de atentado inédito para la Mafia, que sí había utilizado, en cambio, el procedimiento de coches bombas aparcados en carretera para atacar a otros magistrados.

Sus efectos fueron tan devastadores que apenas ha habido testigos que hayan podido contarlos con precisión, porque la carretera quedó parcialmente destruida y el acceso al lugar del siniestro se vio cortado. Al menos una decena de vehículos resultaron envueltos en la fortísima explosión, que produjo al menos 18 heridos, entre los que había un niño y una pareja de turistas australianos.

Glovanni Falcone, al parecer, todavía respiraba cuando fue sacado de su coche, pero, cuando llegó al hospital de Palermo al que fue conducido, era casi cadáver. Murió minutos más tarde.Sobre su esposa circularon noticias contradictorias. En un primer momento se dijo que su estado era muy grave. Más tarde, que sólo tenía heridas en las rodillas. La noticia final la dio lajefatura de policía de Palermo, en torno a las once de la noche: Francesca Morvillo había fallecido minutos antes, mientras en un hospital trataban de atajar los graves destrozos que la explosión le había causado en las cuatro extremidades.

El atentado fue reivindicado, en una llamada telefónica a la agencia Ansa, por la Falange Armada, una organización fantasmagórica que últimamente se atribuye cuanto de violento ocurre en Italia, incluídos los ataques con bombas reivindicados por la organización terrorista ETA el pasado verano.

Las noticias del atentado sorprendieron a una clase política que continuaba con las consultas para la elección del presidente dela República, tras el fracaso de la votación número 16 realizada durante la mañana de ayer. El ministro del Interior, el democristiano Vincenzo Scotti, y el de Justicia, el socialista Caludio Martelli, viajaron ayer mismo a Palermo.

El presidente del Gobierno en funciones, Glullo Andreotti, manifestó: "Cuando en el centro de una tragedia como ésta se encuentra un hombre como Giovanni Falcone, uno experimenta un sentimiento particular de rabia y de condena. Era un verdadero servidor de la Justica, valeros, independiente y leal. Su lucha contra la Mafia debe proseguir con un vigor redoblado".

'Tas instituciones en crisis se convierten en el mejor acicate para las agresiones criminales. Es preciso reaccionar antes de que la desconfianza termine poratropellarlo todo", señaló, por su parte, el secretario del Partido Socialista Italiano (PSI), Bettino Craxi, mediante un comunicado emitido mientras estaba reunido con el secretario de los socialdemócratas, Carlo Vizzini.

El líder del Partido Democrático de la Izquierda, Achille Occhetto, sugería, entretanto, a los periodistas que tal vez una 'Tuerza oculta" pudiera haber orquestado el atentado para, al crear un caos, acelerar la elección del presidente de la República.

La información llegó también hasta el séquito que acompañaba a Juan Pablo II en Caserta, otra zona azotada por la delincuencia, próxima a Nápoles, que visitaba el Pontífice. El cardenal arzobispo de Nápoles, Michele Giordano, manifestó: "A todos nos conmueve y angustia este episodio, en un momento tan delicado de la vida de la nación. Vemos que la Mafia golpea en el corazón del Estado

"Quien acaricia a un tigre acaba perdiendo un brazo"
La Cosa Nostra se venga de la implacable persecución de un juez


Calificado de sinuoso y sutil, al igual que el paisaje y el tejido social siciliano, el juez Giovanni Falcone reconoció en una ocasión: "quien acaricia a un tigre acaba perdiendo un brazo". Ayer perdió la vida.Falcone era en Italia el símbolo anti-Mafia por excelencia, pero en la actual coyuntura política, su asesinato tiene que tener, por fuerza, un significado adicional, un plus de mensaje. El hecho es que visitas de fin de semana a Sicilia, como la de ayer, las había hecho con frecuencia durante el último año. Las medidas de seguridad eran también las mismas. Entonces, ¿por qué la Mafia ha decidido y, sobre todo logrado, golpearle precisamente en este momento?

Nacido en Palermo hace 53 años, el juez Falcone adquirió notoriedad internacional en la década de los ochenta, al estructurar, a partir de las confesiones del arrepentido Tominasso Buscetta, el primer gran proceso contra la Cosa Nostra. Independientemente de los resultados concretados en la sentencia, siempre discutidos, Giovanni Falcone introdujo" sobre todo, un método en la investigación y una coordinación entre los distintos magistrados que operan en el territorio siciliano, con la que, si no puso en jaque a la Cosa Nostra, sí la hostigó al menos con problemas que hasta entonces no había conocido. Ya el 21 de junio de 1989, Falcone pagó esa combatividad con un atentado fallido de bomba.


El 13 de marzo de 1991, Falcone se trasladó a Roma, como director general de Asuntos Penales y, en la actualidad, era un claro aspirante al cargo de superfiscal creado por la última reforma del aparato anti-Mafia italiano. Pero sus últimas andaduras había suscitado polémicas entre sus colegas. Así se explica que una comisión del Consejo Superior de la Magistratura objetara hace pocos meses su candidatura a la superfiscalía para la que un sector de la izquierda promovía a otro juez destinado en Calabria, Agostino Cordova.

La amenazas contra su vidano habían cesado. Casado en segundas nupcias con Francesca Morvillo, también magistrado anti-Mafia y hermana de otro magistrado con los mismos empeños, vivía en Roma dentro de un cuartel de policía. En un reciente libro publicado en colaboración con la periodista Marcella Padovani, había declarado: "Soy consciente de que mi cuenta con la Cosa Nostra sigue abierta. Sólo la saldaré con mi muerte, natural o no".

En cuanto al otro mensaje lanzado por la Mafia con este asesinato, siempre será fácil interpretarlo. No obstante, cuando la Cosa Nostra asesinó el pasado mes de marzo a Salvo Lima, sospechoso de conexiones maflosas y hombre en Palermo del presidente del Consejo, Glulio Andreotti, varios expertos sugirieron que la Cosa Nostra había querido decir no a la política de compromisos que representa Andreotti. Y es un hecho que el asesinato de Falcone se ha producido el día en que Andreotti bajaba a la arena como candidato a jefe de Estado.

"La Mafia esta aquí dentro", grita en el funeral una de las viudas por el atentado contra Falcone

"Resulta especialmente desconcertante la noticia de que [el juez Giovanni Falconel viajaba en día y hora secretos Icuando fue asesinado por la Marta, el pasado sábado]. ¿Quién pudo traicionarle para entregarle a sus enemigos?", se preguntó ayer en su homilía el cardenal Salvatore Pappalardo, arzobispo de Palermo, durante los funerales celebrados en la basílica palermitana de Santo Domingo. La tensión y el dramatismo eran extraordinarios. Varios míles de personas que llenaron la iglesia y la plaza circundante aplaudieron, pero también silbaron casi sin interrupción a los políticos, que hubieron de escuchar el grito coreado de "bufones". Una de las viudas llegó a gritar en el funeral: "La Mafia está aquí adentro".
"¿Quién traicionó al juez?", se pregunta en el acto religioso el arzobispo de Palermo

Rosalía, la viuda de Vito Schisano, uno de los policías asesinados con el juez, siguió la ceremonia entre desvanecimientos sobre uno de los laterales del altar, donde se apiñaban familiares, carabineros -uno de éstos, otro guardaespaldas herido en el atentado, que lloraba con un brazo enyesado- y magistrados que circundaban a los concelebrantes hasta dificultar sus movimientos."Yo, viuda del agente", empezó a decir Rosalía, de 24 años y madre de un niño de cuatro meses, cuando intentó hilvanar una oración ante el micrófono. "Han muerto por el Estado", repetía como ida, moviendo la cabeza con escepticismo.

Luego tensó la voz: "Medir¡jo a los hombres de la Mafia, porque estáis aquí dentro. Yo os perdono, pero tendréis que poneros de rodillas, tenéis que tener el coraje de cambiar, de cambiar", volvió a repetir como una letanía, entre sus propios sollozos y el aplauso cerrado del público, "de cambiar vuestros planes asesinos".

Confusión

De pie en la primera fila, a pocos metros, la miraban el presidente del Senado y, en funciones, de la República, el republicano Giovanni Spadolini; el ministro de Justicia, Claudio Martelli; el de Interior, Vincenzo Scotti, y las autoridades locales.

En una segunda fila, con menos protagonismo en el acto religioso, Calogero Manino, el hombre que controla en Sicilia más votos de la Democracia Cristiana (DC) desde la muerte de Salvo Lima, el brazo derecho del presidente del Gobierno en funciones, Glulio Andreotti, y el secretario del neofascista Movimiento Social Italiano (MSI), Gianfranco Fini.

Fueron momentos de confusión enorme. La viuda de Schisano perdió el habla y se abrazó a un sacerdote, antes de que se la llevaran en volandas para sentarla.

Familiares de otras de las víctimas se habían echado sobre los cinco féretros alineados ante el altar, cubiertos con la bandera de Italia y la gorra de uniforme, los de los carabineros, con la toga y el birrete los de Giovanni Falcone y su esposa, también magistrada, Francesca Morvillo.

Hubo un forcejeo dificilmente comprensible, y algunos policías uniformados se interpusieron entre los familiares, el público y los representantes políticos, mientras el arzobispo bendecía con incienso los féretros.

Fue una escena de desesperación en la que confluyeron rostros de magistrados conocidos, amigos de Falcone, como Carlo Palermo, Giuseppe Ayala o Giusto Sciacchitano, e incluso Antonio di Pletro, el juez que dirige la investigación sobre la corrupción en Milán. Explicó que el juez Giovanni Falcone le estaba ayudando a aclarar aspectos bancarios del caso en la ciudad suiza de Lugano.

Tras Pappalardo, un arzobispo que ha elevado en muchos grados la beligerancia anti-Mafia de la Iglesia católica italiana, se vio al jesuita Ennio Pintacuda, concelebrante, asesor de Leoluca Orlando, líder del movimiento contra el crimen organizado La Rete. También vive bajo protección policial.

"Podemos preguntarnos si los escoltas no deberían ser considerados inútiles, vistos los medios que tienen los criminales", dijo el cardenal. "La amenaza proviene de un poder oculto que, al imperio de la ley, opone una prepotencia basada en el dinero. No podemos sufrir fatalmente todo esto, no podemos resignarnos", afiadió.

El ministro Scotti escuchaba con gesto desolado, con la cara y hasta la cabeza cubiertas por sus manos. La gente aguantaba mientras la lluvia en la plaza para repetir el ritual de aplausos a los féretros y gritos a los políticos.
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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor 112sosgalicia » Mié May 23, 2012 3:54 pm


Los 2.600 hijos de Giovanni Falcone
Chavales de toda Italia homenajean en Palermo al juez en el 20º aniversario de su asesinato


Son 2.600 y han llegado al puerto de Palermo (Sicilia) a bordo de dos barcos. Unos partieron desde Civitavecchia —a 80 kilómetros de Roma— y otros desde Nápoles. Tenían dos citas. Una muy importante, nada más y nada menos que con el jefe del Gobierno de Italia, Mario Monti. La otra, todavía más, con la memoria. Hace hoy 20 años, la Mafia asesinó al juez Giovanni Falcone, a su esposa, la también magistrada Francesca Morvillo, y a tres de sus escoltas haciendo estallar los 150 de kilos de explosivos que habían colocado bajo la autopista entre el aeropuerto y Palermo.

La Cosa Nostra logró eliminar a su máximo rival, pero la potencia de aquella explosión —que quedó registrada en los sismógrafos como si se tratara un terremoto— quebró también para siempre un silencio reverencial. Con globos rojos, blancos y verdes de la bandera italiana, ante las fotografías en blanco y negro del juez y sus compañeros de infortunio, los muchachos acudieron a la cita con Mario Monti bajo una pancarta que avisaba: “La Mafia mata, el silencio también”.


El jefe del Gobierno, delante de los alumnos de 250 colegios de todo el país, fue muy claro. Dijo que en Italia siguen existiendo tres grandes grupos mafiosos —la Cosa Nostra siciliana, la Camorra napolitana y la N’drangheta en Calabria— y que, a pesar de su denominación de origen, extienden sus ramificaciones por todo el país y aun por el extranjero: “Sabemos que las mafias de hoy son muy distintas a las que Falcone había empezado a combatir. Han recibido y reciben golpes muy fuertes, pero han sido capaces de reinventarse. Han multiplicado su presencia”. No obstante, Mario Monti añadió que, si algo se sabe hoy gracias al juez asesinado, es que la Mafia puede combatirse. “De Falcone, su mujer y sus escoltas, de su sacrificio”, aseguró el jefe del Gobierno, “tenemos que aprender que hay que luchar sin cuartel, cada día, contra todas las mafias. Cada uno de nosotros está llamado a ese compromiso”.


El primer ministro tampoco pasó por alto que, a pesar de las dos décadas transcurridas, aún sigue habiendo puntos oscuros: “No hay que cansarse nunca de buscar toda la verdad sobre las muertes de Falcone y de Borsellino [el también juez, amigo y colaborador de Falcone, asesinado un mes y medio después]. No existen razones de Estado que puedan justificar retrasos en la búsqueda de la verdad”.

A las 17 horas y 58 minutos de tal día como hoy de hace 20 años, Falcone fue asesinado. A esa misma hora, los 2.600 chavales llegados de toda Italia y otros muchos estudiantes sicilianos renovarán en el lugar de los hechos su compromiso con la memoria. Recibirán el encargo de contarle a sus hijos que el juez Falcone, además de sentar en el banquillo a 400 mafiosos, de dictar condenas contra ellos que suman más de 2.500 años, hizo algo más importante. Marcó un camino. Levantó la voz. Pasó un testigo. Sobre las camisetas blancas de los muchachos que jugaron bajo la lluvia de Palermo, unas palabras de Falcone: “Los hombres pasan, las ideas se quedan. Quedan sus afanes morales que seguirán caminando sobre las piernas de otros hombres”.
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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor 112sosgalicia » Mié May 23, 2012 4:12 pm


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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor astartes » Mié May 23, 2012 4:49 pm


20 años ya?

Carajo como pasa el tiempo...

El caso es que,aunque por entonces era un maldito crio, recuerdo la escena de cuando dieron aqui la noticia por radio;es uno de esos flash backs de infancia que no sabes por qué se te queda grabado...
7º mandamiento : Como infante de marina mi misión será sagrada, en su cumplimiento venceré o moriré
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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor 112sosgalicia » Jue May 24, 2012 4:12 am


Botas Policiales Desde 52?

desenfunda.com
ya ves astartes el tiempo vuela....

La estrategia silenciosa de la Mafia
El asesinato de los jueces Falcone y Borsellino acabó por convertirse en una derrota para la Cosa Nostra


En Cosas de la Cosa Nostra (Barataria), las memorias que Giovanni Falcone dictó a la periodista Marcelle Padovani, el juez relata un momento crucial en la lucha contra la Mafia: la declaración del primer arrepentido,Tommasso Busceta. “No olvide que la cuenta que ha abierto con la Cosa Nostra solo se cerrará con su muerte. ¿Sigue teniendo la intención de interrogarme?”, le espetó al magistrado antes de desvelar el interior de la Mafia siciliana. Hace ahora 20 años, la cuenta se saldó cuando una bomba estalló al paso del vehículo en el que Falcone viajaba desde el aeropuerto de Palermo hasta el centro de la ciudad: murió el juez, su esposa, la magistrada Francesca Morvillo y los escoltas Rocco Di Cillo, Antonio Montinaro y Vito Schifani.

MÁS INFORMACIÓN
Los 2.600 hijos de Giovanni Falcone
Difundidas por la RAI en todo el país, las palabras que la viuda de este último escolta, Rosaria Costa, de 22 años, pronunció ante la multitud cambiaron para siempre la historia de Italia: “Yo, Rosaria Costa, viuda del agente Vito Schifani, en nombre de todos los que han dado su vida por el Estado pido que se haga justicia, ahora. Quiero decirles a los hombres de la mafia, porque los hay aquí dentro, que no son cristianos. Sabed que para vosotros también existe la posibilidad de perdón. Yo os perdono, pero tenéis que arrodillaros si tenéis el valor de cambiar”, exclamó ante la multitud en una escena que recoge la película que relata con mayor certeza la Italia de aquellos años, La mejor juventud. Rosaria rompió la omertá, el silencio mafioso que sepultaba la isla, y demostró que se podía hablar en voz alta, sin miedo. El siguiente crimen de los hombres de honor significó una victoria pírrica para la organización: el asesinato del juez Paolo Borsellino, el 19 de julio de 1992, con un coche bomba, cuando visitaba a su madre.

Mandaban entonces en la Mafia los corleoneses, el clan más cruento que haya conocido la Cosa Nostra. La violencia era tan brutal y tan generalizada que el historiador Alexander Stille relata en su ensayo Excellent cadavers que para un policía, un juez o un político sobrevivir era sinónimo de colaboración. El Estado italiano lanzó una ofensiva judicial contra la Mafia, que acabó derribando sus propios cimientos y terminó con la clase política que había controlado el país desde la posguerra. La detención en 1993 de Totó Riina, un capo salvaje que había asesinado a decenas de personas con sus propias manos, marcó un antes y un después. El siguiente capo fue Bernardo Provenzano, que fue apresado muchos años después, en la primavera de 2006, en un chamizo junto a Corleone.

Provenzano fue el último de los grandes capos que controlaba de verdad su territorio, que conocía a los políticos y a los pastores, a los campesinos y a los policías. Ese conocimiento del terreno explica en parte que lograra mantenerse oculto y en la cúpula durante 13 años. Pero también hay otro factor fundamental: la llamada estrategia de la inmersión. El último de los corleoneses se dio cuenta de que, para sobrevivir y no ser devorada por las otras organizaciones criminales (la Camorra o la ‘Ndrangheta sobre todo), la Mafia debía sumergirse, desaparecer, solo aparentemente, pero perder visibilidad política y social. Los cadáveres tirados en mitad de la calle, que tantas veces fotografió Letizia Battaglia, dejaron de ser tan frecuentes y varios movimientos ciudadanos recuperaron terrenos importantes, como el Addiopizzo, contra la extorsión. El Estado comenzó a decomisar las tierras de la Mafia y se las entregaba a cooperativas, los mafiosos tal vez seguían manteniendo mucho poder, pero, por lo menos, habían perdido la impunidad.

“Los hombres de honor no son ni diabólicos ni esquizofrénicos. No matarían a sus madres por unos gramos de heroína. Son hombres como nosotros”, explicaba Falcone. “La tendencia del mundo occidental consiste en exorcizar el mal proyectándolo sobre etnias y comportamientos que se antojan diferentes a los nuestros. Por contra, si queremos combatir a la Mafia de manera eficiente no debemos transformarla en un monstruo ni pensar que sea un pulpo o un cáncer. Debemos reconocer que se nos parece", proseguía. Los asesinatos de Falcone y Borselinno marcaron el máximo poder de la Mafia, pero también su debilidad: fue el momento en que el Estado italiano comprendió hasta qué punto se le parecía y comenzó a luchar contra sí mismo.
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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor El Patriota » Vie May 25, 2012 9:23 am


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Esa es una de esas imágenes que no se te olvidan en la vida, y piensas que todos somos vulnerables, que no existe la protección total.
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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor 112sosgalicia » Sab May 26, 2012 9:44 pm


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El Patriota escribió:Esa es una de esas imágenes que no se te olvidan en la vida, y piensas que todos somos vulnerables, que no existe la protección total.



Cierto
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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor 112sosgalicia » Dom May 27, 2012 3:55 pm


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EL TERROR CONTINÚA
El asesinato del juez Falcone por la Mafia: 20 años sin respuesta

Visita a Palermo, corazón de la ‘Cosa Nostra’, ciudad donde se consumó el asesinato del juez Falcone, el hombre que cambió los métodos para perseguir a la Mafia.
Utilizó mafiosos arrepentidos e investigó el circuito del dinero sucio.
Su muerte tiene aún puntos oscuros.




En el verano de 1984, Giovanni Falcone escucha durante 45 días seguidos a Tommaso Buscetta, “el capo de los dos mundos”, el hombre clave de Cosa Nostra en el tráfico de drogas entre Sicilia y Estados Unidos. Solos los dos en un calabozo de Roma —Falcone ya no se fía de nadie—, el capo habla y el juez rellena con su pluma estilográfica 329 folios de confesiones. El mítico Buscetta se convierte en el primer gran arrepentido de la Mafia siciliana. Da nombres, cuenta las divisiones entre las familias, reconstruye para el juez viejos crímenes no resueltos. Al final, antes de despedirse, el mafioso, que entonces tiene 56 años, regala al juez una advertencia:

—No creo que el Estado italiano tenga verdadera intención de combatir a la Mafia. Le advierto, doctor Falcone, que después de este interrogatorio usted se convertirá en una celebridad. Pero buscarán destruirlo física y profesionalmente. No lo olvide: la cuenta que ha abierto con la Cosa Nostra no se cerrará nunca.

Palermo. Son las 17 horas, 56 minutos y 48 segundos del miércoles 23 de mayo de 2012. La cuenta sigue abierta.

“No existe ninguna razón de Estado que pueda justificar retrasos en la búsqueda de la verdad”, ha proclamado Monti
Hace exactamente 20 años, aquí, en esta curva de la autopista entre Isla de las Mujeres y Capaci, mataron al juez antimafia Giovanni Falcone, a su esposa, la también magistrada Francesca Morvillo, y a los escoltas Rocco Di Cillo, Antonio Montinaro y Vito Schifani. La precisión del instante se conoce porque los instrumentos del Instituto de Geofísica y Vulcanología del monte Erice registraron un “pequeño movimiento sísmico” con epicentro en aquella curva. No era un terremoto, sino la explosión de 500 kilos de trinitrotolueno (TNT) colocados bajo la carretera y hechos estallar al paso de la comitiva. La cuenta sigue abierta porque los autores materiales del atentado fueron capturados, desde Salvatore Totò Riina —el último capo dei capi—a Giovanni Brusca, el que apretó el detonador. Pero ya nadie duda en Italia de que aquel atentado de la Mafia no fue solo cosa de la Mafia. No lo duda ni el jefe del Gobierno actual, Mario Monti, quien durante los actos de conmemoración del 20º aniversario en Palermo se mostró a favor de que se investigue hasta el final, sin topes de ninguna clase, la connivencia del Estado con la Mafia. “No existe ninguna razón de Estado”, advirtió Monti, “que pueda justificar retrasos en la búsqueda de la verdad: los trozos que faltan van a ser buscados hasta el final”.

Las palabras del actual jefe del Gobierno italiano tienen mucha importancia. Sobre todo si se comparan con las de su antecesor, Silvio Berlusconi, quien, hace tres años, cuando tuvo noticias de las investigaciones abiertas —en Palermo, Caltanissetta y Milán— para tratar de delimitar el papel del Estado en la matanza, arremetió contra los fiscales: “Es una locura. Vuelven a mirar hechos del 92, 93 o 94, con el dinero de todos, conspirando contra los que trabajamos por el bien del país”. ¿Qué temía Berlusconi? ¿Qué sigue temiendo? Tal vez la posibilidad que acaba apuntar Attilio Bolzoni, un periodista del diario La Repubblica que conoce como nadie los entresijos de la Mafia. Hace falta un arrepentido. Pero no de Cosa Nostra, que ha habido muchos y los sigue habiendo. Hace falta un arrepentido del Estado…

“Lo que más ha cambiado es que hoy se habla de Mafia. Antes se negaba su existencia”, dice el fiscal Carrara
Sobre la figura de Falcone se han escrito y filmado infinidad de libros y películas. La otra tarde, una monja-dependiente de la librería Paulina de Palermo contó hasta 100 títulos de libros disponibles en la librería —un escaparate lleno— y otros 400 o 500 codificados en el ordenador.

Pero, para entender el carácter del juez, ese impulso metódico que lo llevó a convertirse en el enemigo público número uno de la Mafia, tal vez sea suficiente con aproximarse a su primera investigación. Corre el invierno de 1979 y Falcone —que acaba de cumplir los 40 años— ha regresado como juez a Palermo, su ciudad, de la que se marchó hace 13 años. Por aquel entonces, la sociedad palermitana se repite a sí misma una mentira piadosa, una jaculatoria al diablo que dice: “La Mafia no existe. Es una invención de los periódicos del Norte”. El joven juez decide investigar a un constructor que acaba de ganar un concurso público para la construcción de 422 apartamentos. El tipo en cuestión se llama Rosario Spatola. Mueve gran cantidad de dinero, sin mácula aparente. El único lunar con la justicia procede de sus tiempos, no muy lejanos, de vendedor ambulante de leche. Le abrieron un expediente administrativo por aguar el producto. Una ridiculez. Ahora, en cambio, es un gran constructor. El periodista Attilio Bolzoni lo explica muy gráficamente en su recién publicado libro Uomini Soli (editado por La Biblioteca di Repubblica): “Rosario Spatola es un mafioso. En Palermo lo consideran un benefactor”.

“La Mafia te mata si haces una guerra
por tu cuenta, pero si te organizas puede
llegar a respetarte”
Falcone se convierte ya en un pionero en aquella primera investigación. No escudriña las idas y venidas del mafioso, sino de sus billetes. Se percata de que el tal Spatola maneja gran cantidad de dinero contante y sonante y que, a su vez, tiene gran facilidad, para hacerse con contratos públicos. La senda del dinero lo lleva a descubrir que Spatola tiene unos primos en Estados Unidos, concretamente en Cherry Hill, New Jersey, a donde llegaron en 1964. El juez Falcone construye su particular árbol genealógico de los Spatola y llega a una conclusión: el dinero que llega de América es a cambio de la heroína que parte desde Sicilia.

El periodista Bolzoni —entonces redactor de un periódico local— recuerda su primer contacto con Rosario Spatola. “Es un día de invierno de 1980, delante de las oficinas de su empresa, en la calle Beato Angelico. Lo busco porque un primo suyo, Vincenzo, está involucrado en el falso secuestro del banquero Michele Sindona. No me hace entrar en la oficina, sale él. Como todos los mafiosos, es de apariencia cortés, amable, no levanta nunca la voz. Es enero, tal vez febrero. Está bronceadísimo, gafas ray ban, una pesada cadena de oro al cuello. Y un peluquín en la cabeza. Cabello falso color cobre. Me dice que no habla con Vincenzo desde hace mucho. Me dice también que están sucediendo cosas feas en Palermo… Al resto de su familia la vuelvo a ver el 13 de mayo de 1981, en la capilla de Passo di Rigano, el día de los funerales de Salvatore Inzerillo, uno de los jefes de la mafia palermitana asesinado por los Corleoneses. La mujer de Salvatore Inzerillo es Filippa Spatola, hermana de Rosario, el empresario mafioso de Beato Angelico. Los muros de las calles cercanas están cubiertos de coronas de flores, un gentío espera a la viuda. Filippa baja de una limusina color crema, algunos hombres en traje oscuro —que hablan americano entre ellos— la acompañan hasta el altar. Son los parientes llegados de Cherry Hill. La capilla está a rebosar, y en la pequeña plaza hay centenares de muchachos. Hace calor, muchos de ellos están en camisa, se vislumbran las pistolas. Hay guerra de mafia en Palermo. Me siento en una película… Escribo así mi primera crónica de un funeral de la Mafia”.

Es esa la Mafia a la que se enfrenta, a principios de los 80, Giovanni Falcone. Más de 30 años después, Cosa Nostra sigue existiendo, pero muchas cosas han cambiado. Sentado en un hotel de Vía Roma, el fiscal Carmelo Carrara — “yo conocí a Falcone antes de que se convirtiera en Falcone”— ha visto en primera línea esos cambios. No solo en la Mafia. También, o sobre todo, en la sociedad que la sufre. “Lo que más ha cambiado en estos 20 o 30 años es seguramente la manera de mirar a la Mafia por parte de los ciudadanos. Ahora se habla. Antes, directamente, se negaba su existencia. Ahora hay además hay una actitud de rebelión por parte de las jóvenes generaciones de empresarios con respecto al pizzo (la extorsión). Y esto es más importante de lo que pueda pensarse desde fuera. Porque, en la conciencia de los sicilianos, pagar el pizzo es como pagar los impuestos al Estado. De hecho, también en el interior de las organizaciones criminales el pizzo está considerado como un impuesto".

“Un cadáver se puede hacer desaparecer en ácido. Pero el dinero deja siempre una huella…”, sostenía Falcone
Tan es así que el pizzo no solo lo pagan los empresarios, también lo pagan los mafiosos. Se ha sabido que Matteo Messina Denaro, considerado el capo más importante de Sicilia tras la detención, en 2006, de Bernardo Provenzano, pagó a la mafia de Agrigento 10.000 euros por abrir un supermercado. “Ahí se ve”, añade el fiscal, “hasta qué punto el pizzo está en el ADN de la Cosa Nostra. Da igual que seas el número uno. Si abres un negocio o levantas una casa en el territorio de otra familia, pagas. Para ellos es un impuesto tan legítimo como el de que hay que pagar al Estado. Una tasa que no solo viene a engrosar el bolsillo del mafioso, sino también el sustento de las familias de los detenidos, de los hombres de honor caídos. Su familia mafiosa paga los gastos de abogados, y también el sustento de sus familiares mientras ellos están en la cárcel”. Pagar el pizzo generación tras generación tiene, además, un peligro añadido: “Quien paga, de facto, está reconociendo a Cosa Nostra como una organización legítima. Un Estado dentro del Estado”.

—¿Qué le pasa a quien no paga?

—Acoso, amenazas, incendios… A veces también la muerte…

—Entonces…

“Un pueblo entero
que no paga el ‘pizzo’
(la extorsión mafiosa)
es un pueblo libre”, canta un grupo de jóvenes
—Hay una manera de oponerse. La mafia no es una sociedad gallarda, no es una sociedad criminal valiente. Te mata si haces una guerra solitaria, por tu cuenta, pero si te organizas puede llegar a respetarte. Ahora hay revueltas contra la Mafia en toda Sicilia. Esto ha cambiado desde los tiempos de Falcone…

O gracias a la inteligencia y a su sacrificio. Hace casi 30 años, el juez Giovanni Falcone ya vislumbraba que la manera más efectiva de atacar a Cosa Nostra es a través de su poderío económico. Se lo explica de una manera muy gráfica a su jefe, el instructor Rocco Chinnici, que acaba de hacerse con el puesto después de que a su antecesor, Cesare Terranova, lo asesinaran a tiros al más puro estilo del Oeste americano, con un Winchester. “El cadáver de un hombre”, dice Falcone, “se puede hacer desaparecer, basta con sumergirlo en ácido, y sin el cuerpo del delito no hay delito. El dinero, sin embargo, deja siempre una huella…”.

Rocco Chinnici, que sería asesinado por la Mafia poco después, en julio de 1983, respalda a Falcone. “Y así”, recuerda el fiscal Carrara, “se empiezan a hacer las primeras investigaciones patrimoniales, bancarias. Se empieza a investigar el circuito del dinero. Giovanni descubre que las grandes cantidades de dinero con las que se hacen los edificios en Palermo provienen del tráfico de heroína entre Sicilia y Estados Unidos. La droga llega desde los países productores del Triángulo de Oro. Las refinerías están en Sicilia y en Francia, sobre todo en Marsella. Y desde aquí, finalmente, parten hacia Estados Unidos como país de consumo. Aquellas investigaciones culminaron con el famoso maxiproceso”. Falcone logra sentar en el banquillo a 400 mafiosos. Dicta contra ellos condenas que suman más de 2.500 años.

Italia vive ahora la nueva amenaza terrorista, tras los atentados contra
un empresario en Génova y el instituto de Brindisi
Hace 20 años. El bunker de Palermo donde se celebró entonces aquel famoso maxiproceso es hoy —miércoles 23 de mayo de 2012— el escenario de un emotivo encuentro. A Palermo han acudido el presidente de la República, Giorgio Napolitano, y también el primer ministro Mario Monti. Alrededor de ellos, 2.600 muchachos de toda Italia que han llegado en los dos “barcos de la legalidad”. Uno partió de Civitavecchia —a 80 kilómetros de Roma— y otro de Nápoles. Entre los estudiantes, pertenecientes a 250 colegios de todo el país, hay también compañeros de Mellisa Bassi, la joven de 16 años asesinada el pasado sábado frente a su instituto en Brindisi. Los chavales cantan: “Un pueblo entero que no paga el pizzo (la extorsión mafiosa) es un pueblo libre”. El flemático Monti se confía ante la ministra del Interior, Anna Maria Cancellieri: “Estos muchachos me han emocionado”. También el presidente de la República deja escapar una lágrima. El viejo Napolitano es un personaje muy querido en Italia, entre otras cosas porque suele hablar claro, esa rara cualidad en los políticos. Y hoy, justo 20 años después de aquel atentado brutal, no trae buenas noticias. Les dice a los chicos y a toda la nación que, entre la situación actual y la de 1992, existen algunas analogías preocupantes: “Las graves dificultades de la política, una crisis financiera aguda, un desgaste del tejido institucional que puede llegar a golpear gravemente nuestro edificio democrático”. Los muchachos escuchan con respeto, también cuando el presidente Napolitano advierte lo que al día siguiente, entre la preocupación general, recogen todos los diarios italianos en portada: “No excluyo el retorno de los métodos terroristas, de las masacres…”.

Italia, 20 años justos después del asesinato de Falcone, vive la nueva amenaza terrorista en medio del desconcierto. Los dos atentados más recientes —contra un empresario en Génova y contra el instituto de Brindisi— siguen sin resolverse. La policía no sabe si atribuírselos a un terrorismo heredero de las Brigadas Rojas, a una mafia desconocida o tal vez a un desequilibrado. En contraste con la debilidad del Estado y sus estancias oscuras, los muchachos que acudieron a Palermo lo hicieron a cuerpo gentil, sin miedo, con la foto y las palabras del juez asesinado grabadas en las camisetas y en sus canciones: “Los hombres pasan, las ideas permanecen. Continuarán caminando sobre las piernas de otros hombres”.

Falcone y su esposa, su amigo el también juez Paolo Borsellino —asesinado 57 días después—, sus escoltas y todos los hombres y mujeres valientes que se enfrentaron a la Mafia cuando la vida era en blanco y negro se merecen una respuesta. Pero también estos muchachos de los globos blancos, verdes y rojos como la bandera italiana que atravesaron su país para decir fuerte y claro que están por la legalidad y contra la Mafia. Se llame como se llame. Cosa Nostra en Sicilia, Camorra en Nápoles, N'drangheta en Calabria… o políticos corruptos en Roma.
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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor 112sosgalicia » Dom May 27, 2012 3:56 pm


Edición 175 Aniversario Gc

45
gafaspolicia.com
EL TERROR CONTINÚA
El asesinato del juez Falcone por la Mafia: 20 años sin respuesta

Visita a Palermo, corazón de la ‘Cosa Nostra’, ciudad donde se consumó el asesinato del juez Falcone, el hombre que cambió los métodos para perseguir a la Mafia.
Utilizó mafiosos arrepentidos e investigó el circuito del dinero sucio.
Su muerte tiene aún puntos oscuros.




En el verano de 1984, Giovanni Falcone escucha durante 45 días seguidos a Tommaso Buscetta, “el capo de los dos mundos”, el hombre clave de Cosa Nostra en el tráfico de drogas entre Sicilia y Estados Unidos. Solos los dos en un calabozo de Roma —Falcone ya no se fía de nadie—, el capo habla y el juez rellena con su pluma estilográfica 329 folios de confesiones. El mítico Buscetta se convierte en el primer gran arrepentido de la Mafia siciliana. Da nombres, cuenta las divisiones entre las familias, reconstruye para el juez viejos crímenes no resueltos. Al final, antes de despedirse, el mafioso, que entonces tiene 56 años, regala al juez una advertencia:

—No creo que el Estado italiano tenga verdadera intención de combatir a la Mafia. Le advierto, doctor Falcone, que después de este interrogatorio usted se convertirá en una celebridad. Pero buscarán destruirlo física y profesionalmente. No lo olvide: la cuenta que ha abierto con la Cosa Nostra no se cerrará nunca.

Palermo. Son las 17 horas, 56 minutos y 48 segundos del miércoles 23 de mayo de 2012. La cuenta sigue abierta.

“No existe ninguna razón de Estado que pueda justificar retrasos en la búsqueda de la verdad”, ha proclamado Monti
Hace exactamente 20 años, aquí, en esta curva de la autopista entre Isla de las Mujeres y Capaci, mataron al juez antimafia Giovanni Falcone, a su esposa, la también magistrada Francesca Morvillo, y a los escoltas Rocco Di Cillo, Antonio Montinaro y Vito Schifani. La precisión del instante se conoce porque los instrumentos del Instituto de Geofísica y Vulcanología del monte Erice registraron un “pequeño movimiento sísmico” con epicentro en aquella curva. No era un terremoto, sino la explosión de 500 kilos de trinitrotolueno (TNT) colocados bajo la carretera y hechos estallar al paso de la comitiva. La cuenta sigue abierta porque los autores materiales del atentado fueron capturados, desde Salvatore Totò Riina —el último capo dei capi—a Giovanni Brusca, el que apretó el detonador. Pero ya nadie duda en Italia de que aquel atentado de la Mafia no fue solo cosa de la Mafia. No lo duda ni el jefe del Gobierno actual, Mario Monti, quien durante los actos de conmemoración del 20º aniversario en Palermo se mostró a favor de que se investigue hasta el final, sin topes de ninguna clase, la connivencia del Estado con la Mafia. “No existe ninguna razón de Estado”, advirtió Monti, “que pueda justificar retrasos en la búsqueda de la verdad: los trozos que faltan van a ser buscados hasta el final”.

Las palabras del actual jefe del Gobierno italiano tienen mucha importancia. Sobre todo si se comparan con las de su antecesor, Silvio Berlusconi, quien, hace tres años, cuando tuvo noticias de las investigaciones abiertas —en Palermo, Caltanissetta y Milán— para tratar de delimitar el papel del Estado en la matanza, arremetió contra los fiscales: “Es una locura. Vuelven a mirar hechos del 92, 93 o 94, con el dinero de todos, conspirando contra los que trabajamos por el bien del país”. ¿Qué temía Berlusconi? ¿Qué sigue temiendo? Tal vez la posibilidad que acaba apuntar Attilio Bolzoni, un periodista del diario La Repubblica que conoce como nadie los entresijos de la Mafia. Hace falta un arrepentido. Pero no de Cosa Nostra, que ha habido muchos y los sigue habiendo. Hace falta un arrepentido del Estado…

“Lo que más ha cambiado es que hoy se habla de Mafia. Antes se negaba su existencia”, dice el fiscal Carrara
Sobre la figura de Falcone se han escrito y filmado infinidad de libros y películas. La otra tarde, una monja-dependiente de la librería Paulina de Palermo contó hasta 100 títulos de libros disponibles en la librería —un escaparate lleno— y otros 400 o 500 codificados en el ordenador.

Pero, para entender el carácter del juez, ese impulso metódico que lo llevó a convertirse en el enemigo público número uno de la Mafia, tal vez sea suficiente con aproximarse a su primera investigación. Corre el invierno de 1979 y Falcone —que acaba de cumplir los 40 años— ha regresado como juez a Palermo, su ciudad, de la que se marchó hace 13 años. Por aquel entonces, la sociedad palermitana se repite a sí misma una mentira piadosa, una jaculatoria al diablo que dice: “La Mafia no existe. Es una invención de los periódicos del Norte”. El joven juez decide investigar a un constructor que acaba de ganar un concurso público para la construcción de 422 apartamentos. El tipo en cuestión se llama Rosario Spatola. Mueve gran cantidad de dinero, sin mácula aparente. El único lunar con la justicia procede de sus tiempos, no muy lejanos, de vendedor ambulante de leche. Le abrieron un expediente administrativo por aguar el producto. Una ridiculez. Ahora, en cambio, es un gran constructor. El periodista Attilio Bolzoni lo explica muy gráficamente en su recién publicado libro Uomini Soli (editado por La Biblioteca di Repubblica): “Rosario Spatola es un mafioso. En Palermo lo consideran un benefactor”.

“La Mafia te mata si haces una guerra
por tu cuenta, pero si te organizas puede
llegar a respetarte”
Falcone se convierte ya en un pionero en aquella primera investigación. No escudriña las idas y venidas del mafioso, sino de sus billetes. Se percata de que el tal Spatola maneja gran cantidad de dinero contante y sonante y que, a su vez, tiene gran facilidad, para hacerse con contratos públicos. La senda del dinero lo lleva a descubrir que Spatola tiene unos primos en Estados Unidos, concretamente en Cherry Hill, New Jersey, a donde llegaron en 1964. El juez Falcone construye su particular árbol genealógico de los Spatola y llega a una conclusión: el dinero que llega de América es a cambio de la heroína que parte desde Sicilia.

El periodista Bolzoni —entonces redactor de un periódico local— recuerda su primer contacto con Rosario Spatola. “Es un día de invierno de 1980, delante de las oficinas de su empresa, en la calle Beato Angelico. Lo busco porque un primo suyo, Vincenzo, está involucrado en el falso secuestro del banquero Michele Sindona. No me hace entrar en la oficina, sale él. Como todos los mafiosos, es de apariencia cortés, amable, no levanta nunca la voz. Es enero, tal vez febrero. Está bronceadísimo, gafas ray ban, una pesada cadena de oro al cuello. Y un peluquín en la cabeza. Cabello falso color cobre. Me dice que no habla con Vincenzo desde hace mucho. Me dice también que están sucediendo cosas feas en Palermo… Al resto de su familia la vuelvo a ver el 13 de mayo de 1981, en la capilla de Passo di Rigano, el día de los funerales de Salvatore Inzerillo, uno de los jefes de la mafia palermitana asesinado por los Corleoneses. La mujer de Salvatore Inzerillo es Filippa Spatola, hermana de Rosario, el empresario mafioso de Beato Angelico. Los muros de las calles cercanas están cubiertos de coronas de flores, un gentío espera a la viuda. Filippa baja de una limusina color crema, algunos hombres en traje oscuro —que hablan americano entre ellos— la acompañan hasta el altar. Son los parientes llegados de Cherry Hill. La capilla está a rebosar, y en la pequeña plaza hay centenares de muchachos. Hace calor, muchos de ellos están en camisa, se vislumbran las pistolas. Hay guerra de mafia en Palermo. Me siento en una película… Escribo así mi primera crónica de un funeral de la Mafia”.

Es esa la Mafia a la que se enfrenta, a principios de los 80, Giovanni Falcone. Más de 30 años después, Cosa Nostra sigue existiendo, pero muchas cosas han cambiado. Sentado en un hotel de Vía Roma, el fiscal Carmelo Carrara — “yo conocí a Falcone antes de que se convirtiera en Falcone”— ha visto en primera línea esos cambios. No solo en la Mafia. También, o sobre todo, en la sociedad que la sufre. “Lo que más ha cambiado en estos 20 o 30 años es seguramente la manera de mirar a la Mafia por parte de los ciudadanos. Ahora se habla. Antes, directamente, se negaba su existencia. Ahora hay además hay una actitud de rebelión por parte de las jóvenes generaciones de empresarios con respecto al pizzo (la extorsión). Y esto es más importante de lo que pueda pensarse desde fuera. Porque, en la conciencia de los sicilianos, pagar el pizzo es como pagar los impuestos al Estado. De hecho, también en el interior de las organizaciones criminales el pizzo está considerado como un impuesto".

“Un cadáver se puede hacer desaparecer en ácido. Pero el dinero deja siempre una huella…”, sostenía Falcone
Tan es así que el pizzo no solo lo pagan los empresarios, también lo pagan los mafiosos. Se ha sabido que Matteo Messina Denaro, considerado el capo más importante de Sicilia tras la detención, en 2006, de Bernardo Provenzano, pagó a la mafia de Agrigento 10.000 euros por abrir un supermercado. “Ahí se ve”, añade el fiscal, “hasta qué punto el pizzo está en el ADN de la Cosa Nostra. Da igual que seas el número uno. Si abres un negocio o levantas una casa en el territorio de otra familia, pagas. Para ellos es un impuesto tan legítimo como el de que hay que pagar al Estado. Una tasa que no solo viene a engrosar el bolsillo del mafioso, sino también el sustento de las familias de los detenidos, de los hombres de honor caídos. Su familia mafiosa paga los gastos de abogados, y también el sustento de sus familiares mientras ellos están en la cárcel”. Pagar el pizzo generación tras generación tiene, además, un peligro añadido: “Quien paga, de facto, está reconociendo a Cosa Nostra como una organización legítima. Un Estado dentro del Estado”.

—¿Qué le pasa a quien no paga?

—Acoso, amenazas, incendios… A veces también la muerte…

—Entonces…

“Un pueblo entero
que no paga el ‘pizzo’
(la extorsión mafiosa)
es un pueblo libre”, canta un grupo de jóvenes
—Hay una manera de oponerse. La mafia no es una sociedad gallarda, no es una sociedad criminal valiente. Te mata si haces una guerra solitaria, por tu cuenta, pero si te organizas puede llegar a respetarte. Ahora hay revueltas contra la Mafia en toda Sicilia. Esto ha cambiado desde los tiempos de Falcone…

O gracias a la inteligencia y a su sacrificio. Hace casi 30 años, el juez Giovanni Falcone ya vislumbraba que la manera más efectiva de atacar a Cosa Nostra es a través de su poderío económico. Se lo explica de una manera muy gráfica a su jefe, el instructor Rocco Chinnici, que acaba de hacerse con el puesto después de que a su antecesor, Cesare Terranova, lo asesinaran a tiros al más puro estilo del Oeste americano, con un Winchester. “El cadáver de un hombre”, dice Falcone, “se puede hacer desaparecer, basta con sumergirlo en ácido, y sin el cuerpo del delito no hay delito. El dinero, sin embargo, deja siempre una huella…”.

Rocco Chinnici, que sería asesinado por la Mafia poco después, en julio de 1983, respalda a Falcone. “Y así”, recuerda el fiscal Carrara, “se empiezan a hacer las primeras investigaciones patrimoniales, bancarias. Se empieza a investigar el circuito del dinero. Giovanni descubre que las grandes cantidades de dinero con las que se hacen los edificios en Palermo provienen del tráfico de heroína entre Sicilia y Estados Unidos. La droga llega desde los países productores del Triángulo de Oro. Las refinerías están en Sicilia y en Francia, sobre todo en Marsella. Y desde aquí, finalmente, parten hacia Estados Unidos como país de consumo. Aquellas investigaciones culminaron con el famoso maxiproceso”. Falcone logra sentar en el banquillo a 400 mafiosos. Dicta contra ellos condenas que suman más de 2.500 años.

Italia vive ahora la nueva amenaza terrorista, tras los atentados contra
un empresario en Génova y el instituto de Brindisi
Hace 20 años. El bunker de Palermo donde se celebró entonces aquel famoso maxiproceso es hoy —miércoles 23 de mayo de 2012— el escenario de un emotivo encuentro. A Palermo han acudido el presidente de la República, Giorgio Napolitano, y también el primer ministro Mario Monti. Alrededor de ellos, 2.600 muchachos de toda Italia que han llegado en los dos “barcos de la legalidad”. Uno partió de Civitavecchia —a 80 kilómetros de Roma— y otro de Nápoles. Entre los estudiantes, pertenecientes a 250 colegios de todo el país, hay también compañeros de Mellisa Bassi, la joven de 16 años asesinada el pasado sábado frente a su instituto en Brindisi. Los chavales cantan: “Un pueblo entero que no paga el pizzo (la extorsión mafiosa) es un pueblo libre”. El flemático Monti se confía ante la ministra del Interior, Anna Maria Cancellieri: “Estos muchachos me han emocionado”. También el presidente de la República deja escapar una lágrima. El viejo Napolitano es un personaje muy querido en Italia, entre otras cosas porque suele hablar claro, esa rara cualidad en los políticos. Y hoy, justo 20 años después de aquel atentado brutal, no trae buenas noticias. Les dice a los chicos y a toda la nación que, entre la situación actual y la de 1992, existen algunas analogías preocupantes: “Las graves dificultades de la política, una crisis financiera aguda, un desgaste del tejido institucional que puede llegar a golpear gravemente nuestro edificio democrático”. Los muchachos escuchan con respeto, también cuando el presidente Napolitano advierte lo que al día siguiente, entre la preocupación general, recogen todos los diarios italianos en portada: “No excluyo el retorno de los métodos terroristas, de las masacres…”.

Italia, 20 años justos después del asesinato de Falcone, vive la nueva amenaza terrorista en medio del desconcierto. Los dos atentados más recientes —contra un empresario en Génova y contra el instituto de Brindisi— siguen sin resolverse. La policía no sabe si atribuírselos a un terrorismo heredero de las Brigadas Rojas, a una mafia desconocida o tal vez a un desequilibrado. En contraste con la debilidad del Estado y sus estancias oscuras, los muchachos que acudieron a Palermo lo hicieron a cuerpo gentil, sin miedo, con la foto y las palabras del juez asesinado grabadas en las camisetas y en sus canciones: “Los hombres pasan, las ideas permanecen. Continuarán caminando sobre las piernas de otros hombres”.

Falcone y su esposa, su amigo el también juez Paolo Borsellino —asesinado 57 días después—, sus escoltas y todos los hombres y mujeres valientes que se enfrentaron a la Mafia cuando la vida era en blanco y negro se merecen una respuesta. Pero también estos muchachos de los globos blancos, verdes y rojos como la bandera italiana que atravesaron su país para decir fuerte y claro que están por la legalidad y contra la Mafia. Se llame como se llame. Cosa Nostra en Sicilia, Camorra en Nápoles, N'drangheta en Calabria… o políticos corruptos en Roma.
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Re: 20 años del asesinato del Juez Anti-Mafia giovanni Falco

Notapor 112sosgalicia » Dom May 27, 2012 4:02 pm


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CRISIS EN ITALIA
"La Mafia ha decidido matarme" dijo el juez a EL PAÍS en 1990

EL PAIS Madrid 24 MAY 1992


Tras el atentado que sufrió en 1989, el juez Giovanni Falcone declaró: "Estoy seguro de que la Mafia ha decidido matarme y que, más tarde o más temprano, a pesar de todas las escoltas, acabará haciéndolo". El 14 de enero de 1990, en una entrevista concedida a EL PAÍS Semanal, confirmaba: "Hace mucho tiempo que tengo esa certeza". El magistrado aseguraba que podía vivir así "porque uno se acostumbra a todo". Afirmaba, además, que nunca había sentido la tentación de dejar su trabajo como juez anti-Mafia.Giovanni Falcone, a quien la entrevistadora bautizaba como "Juan sin miedo", siempre demostró lucidez sobre lo que se estaba jugando y por qué. A la pregunta de si se consideraba a sí mismo peligroso para la Mafia por lo que sabía de la Cosa Nostra o por lo que significaba él como símbolo, respondió: "Creo que soy peligroso por ambas cosas". Y añadía: "La Mafia sólo hace gestos demostrativos simbólicos por sí mismos; sólo los hace si sirven para algo ( ... ) Yo diría que soy un símbolo que les crea problernas".

Políticos

Sobre la connivencia entre la Mafia y clase política, Falcone negaba que hubiera políticos que se sirvieran de la Mafia: "Quizá suceda al contrario. Hablo de políticos concretos; no de grupos políticos".

No osaba ser triunfalista sobre la voluntad política de combatir a la Mafia, pero atisbaba una mayor conciencia sobre el problema, "mayor en relación con la que había, por ejemplo, hace 10 años".

Falcone veía la violencia de la Mafia como una demostración de debilidad de la organización. "La Mafia actuaV, decía el juez, "no es más fuerte; simplemente es más violenta.

Y eso sucede porque cuanto más cercada se encuentra, más violenta se vuelve. El que de verdad es fuerte no necesita demostrarlo. Cuando la Mafia dispara es porque se ve obligada... Ellos nunca matan a la ligera, ni siquiera cuando lo parece".

Falcone consideraba la Mafia una organización 'Tascinante", con mecanismos "de sentido común, que entendieron antes que nadie" y que, "en el momento en que parecen estar más divididos, como conocen la debilidad que eso supone, se unen".

El juez Falcone no quería entrar en temas personales. Estaba dedicado en cuerpo y alma a su tarea. Ante la pregunta de qué podía producirle desaliento, contestaba: "Nada. Parecerá presuntuoso, pero nunca he tenido esos problemas. Mis problemas se derivan del deber de afrontar las cosas. Si no se consigue, calma y basta. ¿Para qué desalentarse? No sirve de nada".
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