«Jacks»: el «pájaro» de la droga al que dio caza la Guardia Civil
Capturan a un experto instructor de vuelo que enseñaba a los pilotos de helicóptero que introducían el hachís desde Marruecos
Con el sobrenombre de «Jacks», pocos imaginaban que ese piloto de helicópteros experto en rescates de alta montaña, y al que su avanzada edad le había permitido acumular un ingente número de horas de vuelo, ponía su pericia en el aire al servicio de los «malos». Capaz de realizar peligrosas rutas nocturnas desde Marruecos a la península sorteando los radares y orientándose por pantanos, este francés afincado en Suiza se convirtió en el instructor de varios pilotos que introducían por los cielos importantes alijos de hachís. Tres años después de que la Guardia Civil se topara con él por primera vez, los investigadores del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Málaga, después de una laboriosa investigación, le han atrapado durante una operación en la que han sido detenidas otras 14 personas en distintas provincias.
Fue en 2012 cuando «Jacks» conoció en persona a las personas que acabarían encerrándolo. El helicóptero Robinson de color rojo que pilotaba despertó sospechas y fue interceptado por el «pájaro» de la Guardia Civil, que lo obligó a aterrizar en un punto de Antequera. Los investigadores que acudieron al lugar identificaron a los dos tripulantes, a los que acabaron dejaron marchar porque, a pesar de que no tenían plan de vuelo, no llevaban nada comprometedor y tenían toda la documentación en regla. Pero cometieron un error estúpido. Durante la entrevista con los guardias relataron que se dirigían hacia la zona de la Axarquía, aunque cuando el aparato se alzó en el aire se dirigió hacia Marbella, algo que inquietó a los agentes antidroga.
Se decidió entonces indagar en las vidas de ese instructor de avanzada edad y su joven acompañante. Las pesquisas llevaron hasta Suiza, donde el experimentado piloto, de nacionalidad francesa, se había ganado el reconocimiento social por su participación en arriesgados rescates en alta montaña, además de por su pericia para volar en condiciones adversas y por la noche.
El otro sospechoso tenía menos «glamour»: hacía poco tiempo que había obtenido la licencia para pilotar determinados aparatos y su vida parecía no salirse de lo normal… Al menos, aparentemente.
Las pesquisas en torno a «Jacks» se enfriaron hasta mayo de 2014, cuando el helicóptero Robinson que tripulaba cuando fue interceptado, y que había sido adquirido en Suiza, fue hallado en una zona abrupta de Casares. El aparato se había precipitado contra el suelo después de que hubiese colisionado con unos cables de alta tensión durante un vuelo nocturno. Los trabajadores de Endesa que alertaron del hallazgo tras ser avisados de una avería que había dañado el suministro eléctrico encontraron en las cercanías el cadáver de un hombre. Era el tripulante. Una persona estrechamente vinculada a un afamado piloto de carreras de automóviles que carecía de formación para volar por la noche.
No obstante, la pérdida de la aeronave no mermó la capacidad delictiva de la red para la que operaba, ya que en octubre ya contaba con un helicóptero Ecureuil, también adquirido en Suiza, mucho más rápido y con más capacidad de carga.
A partir de ese momento se reactivaba la «operación Bombardeo» y los agentes del EDOA de la Guardia Civil de Málaga se adentraban en un complejo y técnico mundillo que iba a poner a prueba su fortaleza. «Esta investigación se ha llevado tres años de nuestras vidas», comenta uno de los agentes, quien recuerda las maratonianas jornadas de trabajo con estudio de documentación, «tronchas», seguimientos, contactos internacionales e inacabables viajes que la semana pasada daban sus frutos con la última detención.
Los agentes llegaron a hacer un censo de todos los aeródromos del país, pusieron el foco sobre las personas que estaban cursando estudios de piloto de helicópteros e incluso investigaron a los suministradores de combustible para este tipo de aeronaves. Una de las líneas de investigación que acabó siendo válida.
Los responsables del caso acabaron concluyendo que «Jacks» era la persona dedicada a captar e instruir a pilotos que después ponía al servicio de grupos de narcotraficantes para introducir alijos de hachís desde Marruecos. Cobraban entre 40.000 y 50.000 euros por vuelo.
El instructor les enseñaba técnicas para orientarse por la noche a través de pantanos y otros indicadores, así como mecanismos para volar bajo y, además de sortear los radares, esquivar el alumbrado eléctrico y otros elementos peligrosos.
La captura de este individuo se produjo precisamente durante una de esas lecciones de vuelo en las que pecó de arrogante. Mientras estaba instruyendo a otro piloto, y aprovechando que regresaba de Marruecos, decidió transportar un alijo. Algo que al parecer no hacía nunca. Cargó 600 kilos de hachís en el aparato sin ser consciente de que la Guardia Civil le estaba esperando. Fue el final de «Jacks».
Las pesquisas del EDOA han permitido desarticular dos organizaciones de narcotraficantes que utilizaban este método y, lo que es más importante, desvelar el rol que en ellas desempeñaba cada uno de los 15 detenidos -seis españoles, siete franceses y dos marroquíes -. Desde los propietarios de las aeronaves, pilotos e instructores de vuelo, hasta los testaferros, personas que facilitaban carburante de forma ilegal y otras que daban cobertura en tierra y arrendaban las fincas donde ocultaban los helicópteros después de la descarga de la droga.
Uno de los principales logros ha sido poner rostro a quien adquirió, financió y matriculó uno de los tres helicópteros intervenidos y que están valorados en 2,5 millones de euros.
En total se han llevado a cabo cinco registros en Málaga, Cádiz, Toledo y Madrid en los que, además de la droga, se han intervenido cuatro vehículos, libros de vuelo, dinero en efectivo, teléfonos móviles, visores nocturnos, navegadores y material informático.
Las investigaciones han sido dirigidas por los juzgados de Instrucción 3 y 4 de Estepona y llevadas a cabo por el EDOA de Málaga con el apoyo del Servicio Aéreo de la Guardia Civil, así como del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de Sevilla.
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